2
Unos momentos después de llegar, Gatomon decidió que lo mejor era darse una ducha. Se dirigió al baño, abrió la llave de agua caliente, la cerró cuando la tina se llenó y se introdujo en ella lentamente. Relajarse era lo que necesitaba en aquél momento, por lo que pasó un buen tiempo dentro de la tina intentando olvidar lo sucedido con su amigo. Minutos después salió de la tina y se secó, se dirigió a la sala de estar, sentada en el suelo y con la cola enrrollada alrededor de su cintura; de ahí empezó a reflexionar nuevamente en lo que le había respondido Impmon:
-No diría lo mismo. Conozco ese truco y puedo asegurarte de que funciona a la perfección, cursi, pero funciona.
"Tal vez tenga razón" pensó ", pero aún así no puede asegurar que Renamon de verdad lo vea como su novio. Flamedramon es un buen tipo y no se aprovecharía de eso ni en mil años, aunque... la posibilidad existe. De todas maneras sería del agrado de Renamon, es bastante amigable y no un gruñón como Impmon, quien para ser honesta es muy... lindo" se levantó y se acurrucó a una esquina del sofá, con la cola aún en la cintura y bastante sonrojada "... Rayos, él me gusta. Era de esperarse, estuve mucho tiempo con él, conozco su carácter, y aún así no llega a caerme tan mal, ni siquiera es muy grosero conmigo; ¿será que soy su amiga porque... lo quiero?" volteó a la ventana "Y hablando de él, ¿qué estará haciendo ahora?"
El chico morado seguía caminando alrededor del bosque, pues a menudo se aburría de estar dentro de la casa sin hacer nada. En esas estaba cuando en el camino se topó con el mencionado digimon azul, y ambos se miraron a los ojos.
-Hola, Impmon-el saludo de Flamedramon se sentía algo agradable, pero al bajito le disgustó pensar en eso-. ¿A dónde vas?
-Ah, ya sabes, a ninguna parte-dijo un poco molesto.
-Ok, que te vaya bien.
Flamedramon estuvo a punto de irse del lugar hasta que Impmon se puso enfrente. Cuando lo vió, notó que su ceño estaba fruncido, lo cual le extrañó.
-Oye Impmon-la mirada que tenía mostraba su confusión-, ¿te pasa algo?
Éste lo miró con el mismo gesto de molestia.
-Vas a ver a Renamon, ¿verdad?
-Em...
-Responde.
-Sí.
-¿Por qué? ¿Le vas a decir algo?
-¿Qué te sucede ahora? Digo, dime por qué me miras así.
-Piensas que es tuya...
-Espera, ¿te gusta? ¿Por eso me ves así? ¿Porque temes que le haga algo malo? Tranquilo, no te la voy a robar-sus palabras era medio broma y medio serias.
-...-dirigió su mirada a otra parte- No te incumbe para nada-dijo entre dientes.
-Claro que me incumbe, y mucho. Renamon es mi mejor amiga...
-¿Desde cuándo? Yo tenía entendido que ella no te aceptaba por debilucho y cobarde.
-Ok, primero: no soy cobarde, y segundo: tal vez fui débil en el pasado, pero entrené hasta ser similarmente fuerte a ella. Además-se le acercó-, no puedes obligar a alguien a amarte. No es correcto.
-.... Pero tú sí, ¿no es así?-su enojo aumentó al punto de hacer notorio su odio- ¿Crees que si sigues con este juego ella... te hará caso?
-Impmon...
-Debes pensar algo así-sus pasos le acercaban lentamente al digimon de fuego-, y más cuando crees conocerla perfectamente... Pero-puso su sonrisa de confianza-, todavía tengo oportunidad contra ti. Y si algo aprendí de ella fue que no debo rendirme por nada, y eso haré, no me rendiré y-ya estaba frente a él-... Le demostraré... lo débil que eres ante mí.
Ambos se miraban a los ojos, sintiendo una leve rivalidad entre sí. Sobre todo Impmon, quien parecía no aguantar más la rabia que había dentro de sí, mientras que Flamedramon sólo podía verlo como un berrinche, un capricho; así pasaron unos minutos hasta que...
Renamon seguía esperando al buen digimon azul en el interior de su hogar, con ansias de seguir practicando en eso de las peleas. A cada segundo, no obstante, se le iba perdiendo la paciencia y empezaba a preguntarse si iría; recordó lo que hablaron aquél día...
-Renamon, ya llegué-el volumen de su voz confirmaba lo que dijo.
-Ya voy-bajó hasta la puerta de la entrada y la abrió-. Hola, Flamedramon-dijo sonriente.
-Hola Renamon, ya-recibió un golpe en el hombro-... Ouch, eso dolió.
-Eres muy llorón. Vamos a tener que arreglar eso-bromeó la digimon amarilla.
-No es gracioso-alegó.
-Está bien, perdón. Es que-agarró su brazo derecho-... me emociona tenerte como mi compañero.
El sujeto no tuvo de otra más que perdonarla, ella sonrió y ambos fueron a las afueras del bosque indígena, que era el lugar donde habitualmente entrenaban. Después de unas cuantas patadas y otros cuantos golpes ambos se sentaron para descansar, aprovechando el momento Flamedramon inició una plática.
-Se nota que has estado bien últimamente.
-No es algo que pueda lograr en un día. Quiero decir, extraño cuando tenía que pelear contra los malos antes, pero ahora que todo está tan calmado no tengo de otra más que disfrutar del lado tranquilo de la vida.
-Es cierto, muy cierto-se recostó en el pasto-, pero también sería agradable un desafío de vez en cuando.
-Ajá, eso mismo pienso cada hora-ella también se recostó en el pasto, al lado de su amigo-, es bueno compartir el mismo punto de vista.
-Sí, es... agradable-no pudo evitar sonrojarse, y agradeció por tener ese casco puesto-. Muy agradable.
-Sí, vaya-no sabía el por qué, pero sintió cómo su rostro se coloreaba en un tono rojizo leve-. ¿Sabes? Tengo sed-se paró de su lugar de descanso-, vuelvo enseguida-empezó a caminar al río.
-Está bien, yo te espero aquí-dijo Flamedramon.
Llegando al río, Renamon reflexionaba sobre lo que habían hablado hace un momento. Ya en la orilla vió su reflejo y lo notó: se había sonrojado por lo último del dragón azul. Soltó una pequeña risa y, con sus brazos, empezó a tomar agua hasta saciarse. Antes de irse volteó de nuevo al agua, sólo para ver que seguía levemente colorada. Regresando, vió a su alrededor y repentinamente sintió que alguien la observaba, volteó instintivamente pero no había nadie, por lo que decidió seguir caminando; al llegar hasta donde estaba su amigo, se acercó a él y le ayudó a ponerse de pie. Le vió con seriedad, y el sonrojo desapareció completamente de su cara, lo cual le preocupó bastante a Flamedramon.
-Oye, ¿sucede algo?
-Sonaré como una loca, pero siento que nos vigilan-volteó a ambos lados instintivamente.
-También tuve ese presentimiento-alegó Flamedramon-. Debemos irnos.
-Sí-afirmó ella, tomándole de una garra del guante que le cubría la mano-, vámonos.
Durante el camino de regreso no se soltaron ni un instante, al menos hasta que llegaron a la casa de Renamon. Se soltaron y vieron directo a los ojos, y Flamedramon rompió el silencio.
-Bueno, me voy. Adiós-se fue en dirección a su casa.
-Adiós-cerró la puerta y, lentamente, deslizó su espalda en la misma hasta llegar al suelo. Por un lado sentía algo de vergüenza, pero por el otro empezaba a desear que hubiera una relación entre los dos; de algo estaba segura: le gustaba Flamedramon. Y ese sentimiento iba en aumento.
"Antes decía que no tendría una relación con nadie" pensó dentro de sí ", pero ahora... No sé, no estoy tan segura" miró nuevamente al frente, sintiendo que había pasado al menos media hora ". ¿Tan poco tiempo ha pasado? Me pregunto si vendrá".
Flamedramon seguía atacando a la defensiva, esquivando y anulando ataques del digimon chaparro. Éste, por su parte, continuaba con su pelea intentando hacerle daño, con sus dedos lanzando bolitas de fuego y corriendo de un lado a otro; su cara reflejaba un enojo ya notable, pero además también la obsesión que tenía con Renamon. Seguía lanzando más y más fuego de sus dedos.
-¡Vamos, atácame!-corriendo alrededor de él y empleando el Dadadada Obui Faia, le daba coraje que su oponente se limitara a cubrirse, que no le servía del todo dado que sus ataques lograban darle en la cara y el abdomen-¡No seas cobarde!
-¡Basta Impmon!-seguía cubriendo su cuerpo contra los furibundos ataques del chaparro-¡Detente ya o voy a tener que darte una buena paliza!-empezaba a perder la paciencia.
-¡Al fin-se detuvo en seco y recuperó la compostura-, decides actuar como se debe!
-Sólo quiero irme, es todo.
-Bueno-su cara relució lo desafiante que estaba siendo-, ya sabes qué debes hacer...
Previo a eso último, Gatomon había estado buscándolo por un buen rato alrededor del bosque. Pero antes de que darse por vencido, escuchó parte del ruido que provocaba la "pelea", y deduciendo de dónde venía fue corriendo hacia el lugar de origen. Al llegar, pudo presenciar lo que estaba sucediendo y cómo Impmon se preparaba para lanzar un Obui Faia con algo de mayor potencia que la habitual. No iba a permitir que su mejor amigo hiciera una estupidez por su "enamoramiento", por lo que tuvo de otra...
-¡Púdrete!-lanzó la llama en dirección a Flamedramon, pero se detuvo abruptamente a mitad del camino; cuando el humo se disipó vieron cuál fue la causa: Gatomon se interpuso a tiempo.
-¿Ga-Gatomon?-balbuceó el dragón.
Estando a nada de desplomarse, logró sostenerse de pie. El fuego le provocó unos cuantos raspones y quemaduras algo grandes de primer grado, pero no había pasado a mayores. Volteó a ver a Flamedramon y una sonrisa fue su forma de decir "estoy bien", lo que lo calmó a ambos. Impmon dió media vuelta, con una mezcla de ira, pena y preocupación.
-¡Lárgate, Flamedramon!-reclamó.
Él se retiró a paso lento de espaldas, dió vuelta y corrió en dirección a casa de Renamon. Al llegar, ésta pudo divisarlos y cayó encima de su espalda, lo que hizo que lanzara un grito intenso.
-Oye, lo mereces-dijo ella con un enojo denso-. Esperé tanto que pensé que no vendrías.
-Un momento-suspiró Flamedramon, apretado aún por el peso de la digimon-, puedo explicarlo...
-¡¿Explicar qué?! ¡¿Qué tienes que...?!-se fijó en el rostro del sujeto y lo inspeccionó un poco-¿Y eso?
-Te dije... que iba... a explicar-se desmayó por completo, por lo que ella tuvo que llevarlo cargando hasta su casa y colocarlo en su sofá. Pasó un buen rato hasta que despertó.
-Bien-apoyando su cabeza en su brazo derecho y a éste en el apoyabrazos, justo al lado de la cabeza de Flamedramon, estaba presta-, te escucho.
Regresaban caminando a sus respectivas casas, todavía juntos. De pronto Gatomon se detuvo y obligó a Impmon a voltearse, mostrando un enfado en su contra. Impmon la ignoró y volvió a reanudar su posición, pero ella lo volteó a sí misma de nuevo; ésta vez el malhumorado hizo la seña de que hablara, y así ella soltó su molestia.
-Ya basta-expresó al fin.
-Ja, no puedo dejarla. La...
-Detente, Impmon. Ya no sigas con esto, entiende que Renamon no quiere nada contigo. Hay otras chicas allá que podrían... no sé, em... estar... Haciendo lo posible por estar junto a...
Impmon se le acercó rápidamente, le tapó la boca, la vió a los ojos y se alejó de nuevo a donde estaba. Se mostraba enfadado por lo último.
-Si es así, dime algo-volteó para empezar su rumbo, no sin antes recibir la respuesta-... ¿Quién querría estar conmigo? Porque hasta donde yo sé, a nadie le caigo bien, ni siquiera a ti-la respuesta que Gatomon iba a darle se silenció ante el comentario-. Estoy solo y viviré así por el resto de mi existencia... O al menos eso pensaba, y sé que sonaré algo cursi, pero ella fue la primera en acercarse a mí y sentí algo al verla, hasta pienso que fue amor a primera vista-su cara se tornó rojiza-; por eso no puedo dejar mi meta, ni siquiera por otra torpe chica...
No escuchó más, empezó a caminar y se alejó lo más que pudo de Impmon. Por el camino, iba soltando unas pequeñas lágrimas de rabia y tristeza, rabia porque sí le importaba Impmon, fuera un simple amigo o algo más, y tristeza debido a que quería que su compañero dejara de acosarla antes de que algo malo le sucediera; temía, dentro de sí, que se hubiera obsesionado por él y hasta tuviera el síndrome de salvador. Ya no sabía qué hacer, lo único que se le ocurrió fue aventarse encima de su cama, deseosa de relajarse y ser ella misma otra vez; un rato después quedó profundamente dormida. Mientras, Impmon caminaba de regreso a donde, supuestamente, vivía. Durante el recorrido pensó muchas cosas, entre esas la "discusión" que tuvo con ella, y se sintió algo mal por lo que le había dicho, de ahí que su semblante fuera un poco serio; tras mucho andar llegó hasta su hogar (una choza bastante pequeña, de unos 25 metros cuadrados), acomodó la sábana que tenía ahí y se acostó en ella; recordó nuevamente lo sucedido y sin querer hizo un gesto de culpa.
-Le pediré disculpas mañana-dijo a sí mismo-, pero ya es hora de... Uoooh... dormir-expresó en un susurro y durmió.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro