Capítulo 2

Las calles de Byron Bay estaban completamente desiertas,excepto por un par de borrachos.

Era lógico,ya que eran más de las 3:00 A.M.

Entonces,lo vi.

Un chico de tez pálida,cabello negruzco y ojos azules sentado en un banco,con la mirada perdida.

Caminé más rápido,hacia él,concentrada en el 'tap,tap' que hacían mis Converse al choca contra el pavimento.

Me senté a su lado,y,como no me podía ver,lo miré fijamente,observando cada detalle con mis analíticos ojos de pintora.

Tenía facciones aguileñas,sus mejillas estaban salpicadas por pecas,sus labios rosados estaban apretados en una fina línea. Llevaba un esmoquin ligeramente rajado por las rodillas y los codos,por lo que deducí que se había caído. En su mano,una botella de licor,no sabría decir cuál exactamente.

Sidney Carton. Tenía un gran parecido con Sidney Carton,de Historia de Dos Ciudades.

Pero el chico no tendría más de diecisiete años.

“¿Qué miras?” Dijo el chico con voz grave.

Estaba realmente confundida,¿me podía ver?

“¿Me...me ves?” Pregunté incrédula.

“Claro.”

Sonreí.

“Pero,¿cómo es posible que me veas?Nadie más lo hace.”

“Yo no soy como el resto.” Dijo. Acto seguido,se levantó y comenzó a caminar.

Rápidamente,me levante y,casi corriendo,lo seguí.

“¡Eh,no,no te vayas,por favor!” Grité.

Corrí hasta ponerme delante de él,impidiéndole el paso. Sus azules ojos que reflejaban oscuridad me miraban,en su rostro,había una mezcla de enfado y confusión.

“¿Qué quieres?”

“Que no te vayas.” Dije. “Nadie me ve,sólo tú puedes. Nadie me ve porque,bueno,no estoy demasiado...viva,¿sabes?”

Arqueó las cejas expresando sorpresa.

“Dices que estás...¿muerta?”

“Sí,exactamente.” Me quité las gafas de sol. “Soy Kayla Williams,la chica que fue brutalmente asesinada.” Solté una media sonrisa.

De repente,sin razón alguna,el chico se acercó a mí y me besó.

Sus labios tenían un regusto a alcohol que hizo de aquel beso,el mejor que jamás me dieron.

En realidad,no sé si fue por el sabor a alcohol y tabaco en sus labios,o por él en sí.

No sabría decir con exactitud si aquel dulce beso duró segundos,minutos o horas. Sólo sé que duró un instante y una eternidad.

Se apartó y me miró,mordiendo su labio inferior. Y comenzó a correr.

Lo intenté seguir,lo intenté con todas mis fuerzas.

Corrí y corrí,y grité y grité,pero el continuaba corriendo ignorando mis gritos,como si del sonido de la lluvia cayendo se tratara.

Estaba a punto de desaparecer de mi vista cuando grité:

“¡MALDITO BASTARDO!”

Y,entonces,se fusionó con la oscuridad de la noche y desapareció de mi vista.

Me quedé ahí plantada,aún con la mirada clavada en el lugar por el que él había desaparecido.

Solté un sonoro grito. Daba igual. Nadie me oía. ¿Qué más daba? Era un desconocido que me había dado un beso. Lo que me importaba era que aquel desconocido me había robado mi primer beso.