Elefante
Hubo un cambio, pequeño, con la víctima del elefante.
Cuando la detective llegó a la escena del crimen, en la madrugada, cuando llamaron, no se encontró con ningún cuerpo. Era obvio que ahí tuvo lugar el asesinato, por la gran mancha de sangre y luego la obvia marca de un cuerpo que fue arrastrado. No pudieron encontrar a dónde se lo llevó, pues en cierto punto de la calle simplemente desapareció el rastro.
Sin embargo, no era difícil imaginar qué había pasado; seguramente se lo llevaron en una camioneta.
— ¿Por qué dijeron que era Vittorio? — preguntó la detective a uno de los oficiales.
Éste le entregó una bolsa donde estaba una rosa blanca, manchada de sangre.
No tenía sentido y eso lo sabían todos. El modus operandi de Vittorio no solía cambiar; siempre dejaba la carta junto con la rosa, que además siempre era roja. El caso de Jodie fue la excepción, pero sólo porque el siguiente asesinato fue doble. No tenía ningún sentido que de repente Vittorio quisiera esconder el cuerpo, él no tenía ninguna intención de jugar al escondite con la policía. Se escondía, sí, pero no tenía la intención de ser encontrado y por eso no dejaba pistas. Lo único que quería era que su amada, quien quiera que fuese, recibiera sus regalos.
Al principio todos supusieron que fue obra de Vittorio; ¿por qué no? Había sangre y había una rosa.
Los forenses examinaron, sin esperanzas, la rosa; sabían que Vittorio no dejaba huellas.
Ahí es donde encontraron otra anormalidad: había una huella dactilar.
A la mañana siguiente, casi a las 6 AM, encontraron el cuerpo.
Lo dejaron en un zoológico, en la jaula del elefante. El pobre animal estaba tan nervioso por la presencia de sangre que no quiso salir de su cama, y sus cuidadores se dedicaron a tranquilizarlo mientras la policía tomaba las fotos e investigaba el lugar.
La víctima, de quince años, fue identificado como Tanner West. Lo habían asesinado de un corte en las costillas tan largo que seguramente murió por la pérdida de sangre que por la falta de oxígeno. Junto a él había una carta, sin sello y sin perfume.
"Quisiera encontrar el amor, uno tan puro y tan ardiente que ni siquiera los dioses puedan soportarlo, mucho menos pararlo. Quisiera un amor intenso como mil soles y tan reconfortante como un abrazo"
— Es un imitador — comprendió la detective, mientras sostenía la carta —. Esta no es la caligrafía de Vittorio.
Por supuesto que el pánico no pudo esperar. En cuanto la prensa dio a conocer que esta vez no sólo había un asesino sino dos, hubo grandes protestas. ¿Por qué nadie hacía nada? Ya había cinco víctimas y no parecía haber un fin pronto. La gente estaba enojada, querían justicia y sobre todo querían seguridad en sus propias calles, en sus propios hogares.
Ésa fue la respuesta de las personas.
La respuesta de Vittorio fue casi peor.
Dos días después del asesinato del imitador, hubo otro asesinato, pero ya no dentro de la jaula del elefante, sino afuera, justo al lado del cartel con la información del animal.
La víctima, de veinticinco años de edad, fue identificada como Suzie Coltrane. Era muchacha rubia, cuyo cuerpo con grandes curvas habría sido la envidia de cualquiera. Ella fue encontrada sentada, recargada en la barda, sosteniendo en una mano la rosa roja, y en la otra la carta, sellada, perfumada y sin huellas.
"Querida amada:
¿Has visto lo que ese idiota hizo? ¡Creyéndose ser merecedor de tu amor! Me llena de rabia sólo pensarlo. Por favor, no mires ese intento de regalo que él te ha hecho. Tus ojos no son dignos de tal cosa.
Sé que los celos no son buenos, y sé que una escoria como esa no sería digna de tu mirada, pero siento que los celos me corroen por dentro. ¿Cómo se atreve a coquetearte? ¡¿Y cómo se atreve a hacerle eso al pobre elefante?! ¡Estaba tan asustado cuando encontraron a Tanner! Amada, siento que la sangre me hierve.
¿Sabes quién es, amor? ¿Sabes cómo se llama?
Te lo suplico, dímelo.
Así me vengaré por atreverse a mancillar nuestro amor.
Y al elefante.
Con amor, Vittorio"
Aquello no fue lo único. En el concreto, la pasarela alrededor de la jaula del elefante, estaban escritas, con la sangre de Suzie, un montón de amenazas, escritas una y otra y otra vez.
"Te mataré" "Jamás conocerás a mi amor" "Te encontraré" "Tu muerte será lenta" "Basura" "Escoria"
Y luego, con más frecuencia que todas las demás:
"Asesino de niños"
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