6VDOM
Jason.
Tener miedo es parte de vivir. Ser precavido y desconfiado es parte de mi trabajo. Sin embargo, mis dispositivos de rastreo, en el carro de Alberto, en su teléfono y en el de Mabel aparecían a la misma dirección, incluso el teléfono de Renette. Eso debería dejarme tranquilo, pero soy demasiado desconfiado.
Envió un mensaje a Mabel y espero respuesta mientras observó la placa en mi mano, un reconocimiento por mi trabajo como agente secreto, con un compartimiento secreto para un frasco de la más avanzada medicina, misma que necesita Mabel para no volver al coma.
Le dije que regresara, debido a esto el mensaje que recibí en respuesta me hizó fruncir el ceño, ¿cómo que se va a quedar? Le pedí una foto y recibí una donde sonreía, de fondo tenía una pared azul con unas cortinas blancas. Si seguía lejos no podría trabajar en el dispositivo que armaba para ayudarme a comunicarme con la otra Mabel. Entonces recordé que le hice prometer que volvería.
Estaba cansado de mantenerme observando los movimientos de Fortunity, era momento de que yo actuase.
Volví a ver el mensaje de Mabel y escribí en respuesta: "Regresa pronto, necesito tu ayuda". Bufé al ver que la respuesta era un "está bien", y guardé el teléfono en mi bolsillo antes de acomodarme la placa y salir de casa. Estaba seguro de que no era Mabel quien respondía los mensajes.
...
La casa de Alberto tenía muchísima seguridad. Intentar entrar a la fuerza no parecía buena opción, no desconociendo el terreno. Toqué el timbre varias veces, sin embargo, no hubo respuesta. Seguí insistiendo durante dos minutos, y pensaba seguir, sin embargo, la puerta se abrió dándome paso a dentro.
Sin dudarlo caminé por el gran jardín que olía a recién podado, y fui directamente a la puerta de aquella gran casa. Alberto abrió antes de que tocará, recostandose en el marco de la puerta con expresión fastidiada, sin nada que cubriese su torso, excepto sus brazos cruzados, y un pantalón medio caído.
—¿Acaso usted no sabe cuándo molesta? —interrogó.
—Quiero ver a Renette y a Mabel —decreté.
—Vienes a mi casa, tocas la puerta hasta que te abro, y ahora das órdenes. ¿No ha pensado que se está pasando de la raya?
—Hay una fugitiva suelta, por lo que la situación es urgente. Déjame pasar —órdene.
—¿Después te iras? —interrogó y yo asentí.
Alberto se quitó del medio; inmediatamente entré mirando a todos lados de la casa, abrí la primera puerta en el camino y del otro lado estaba Renette llevando encima solo una camisa de hombre, enseguida aparté la mirada y seguí caminando. Esa imagen seria difícil de borrar. Abrí la próxima puerta, era el baño, en la siguiente vi a Mabel sobre la cama con los ojos cerrados. Abrí mis párpados sorprendido y desconcertado. Estaba seguro de que Fortunity había hecho a Alberto secuestrarla, era lo lógico.
Rasque mi nuca sintiéndome abochornado, y confuso. Cerré la puerta sin hacer ruido, de reojo miré que quedaba una puerta más, y volví sobre mis pasos hasta la entrada.
—¿Me explicaría que buscaba? —interrogó Alberto.
—Quería ver a Mabel —contesté y salí—. Perdona la molestia.
—Espero que no se repita —enunció.
Nos miramos a los ojos hasta que me resultó incómodo y la vergüenza me hizó bajar la mirada. Prefería no imaginar lo que hacía antes de que me abriera.
—No prometo nada —declaré alejándome—. Ten cuidado, Fortunity actuará en cualquier momento.
...
Fortunity
Terminé de vestirme y por el reflejo vi a Alberto entrar a la habitación, le arquee una ceja cuando sus ojos me recorrieron y giré en el lugar.
—Te vestiste rápido.
Me encogí de hombros, solté aire sobre el espejo y escribí: "Adiós". El chico se acercó, miró el espejo y después me miró a mí arqueando una ceja.
—¿No dirás gracias?
Como respuesta volví a exhalar en el espejo y escribí: "Nunca". Para mi sorpresa sus manos fueron a mis caderas, lo cual no provocó ninguna reacción de mi parte.
—Tenías razón, eres diferente a Renette.
Intenté apartar sus manos de buena forma, pero él no las separo, resople, le pegué un puñetazo al espejo rompiéndolo, y agarré uno de los cristales para acercarlo a su cuello, sin embargo, en aquel reflejo quebradizo pude notar una sonrisa en sus labios, se acercó, y yo encaje la punta en su cuello, pero eso no le asustó.
—Tú eres peligrosa —comentó Alberto llevando una mano sobre la mano con la que yo sujetaba el cristal—. No tengo miedo a la muerte. Tú perderías mi ingenio, y lo necesitas si quieres ganarle a Jason.
Bajé la mano con el cristal, sopesando mentalmente sus palabras, porque llevaba razón. Solté el cristal cuyo cayó al piso junto con otros pedazos, con mi sangre escribí en la parte del espejo menos rota: Renette.
—¿Ella? Físicamente no tienen diferencias, sin embargo, en el resto tú eres más interesante. Si me dejas te puedo mostrar cuan interesante puedo ser yo. Prometo no decepcionarte.
Estaba loco. Osea, aceptar quedarme semidesnuda y para aparentar que habíamos tenido intimidad era una cosa necesaria para evitar que Jason sospechara. ¿O no? ¡Yo que sé! Fue idea de Alberto, a lo mejor él solo quería verme con poca ropa. Pero, aceptar su petición podría terminar sumamente mal. Debía priorizar mi objetivo.
Pisé su pie y le di un codazo en las costillas logrando que me soltará, salí de la habitación, y abrí la puerta del cuarto llenó de computadoras donde estaba Renette amarrada en una silla.
Por las computadoras vi las imágenes de fuera y corrí de regreso a la habitación de Alberto, quien estaba viendo los cristales. Le toqué el hombro y moví mis manos para explicarle lo que sucedía; obviamente no entendió. Frustrada agarré su brazo y tiré de este llevándole a halones. Tras llegar señalé una pantalla en específico y Alberto entrecerro sus ojos esbozando una ligera sonrisa.
—Jason se ha quedado fuera. Eso significa que tendrás que seguir aquí.
Claramente no me ayudaría. Resople frustrada, di una miradita a Renette y luego observé a Jason, digo a Alberto.
—Si me rechazas iré con Jason y le contaré todo —advirtió—. No te preocupes por Renette, la protejo porque se lo debo, pasamos muchos años juntos, pero no es como si de verdad la amara.
Definitivamente Alberto tenía muchas capas ocultas. Renette comenzó a llorar intentando hablar, pero su boca tapada lo impedía. La verdad tenía dudas, pero vi un buen escape en aceptar su petición, antes que arriesgarme a ser expuesta. En el teclado de la computadora señalé la s y después la i como respuesta. Alberto ladeo su sonrisa y yo le ignoré yendo a la mesa, cogí un papel en blanco y escribí: "Primero tienes que demostrar que eres útil y ayudarme con un plan".
...
Jason
Un mal presentimiento y un mal sabor de boca, esas son las dos cosas que más odio, no se basan en hechos, es pura intuición; pero soy agente secreto desde jovencito y si tengo la sensación de que algo no cuadra es por un motivo, aunque lo desconozca.
Debí prestar más atención, o despertar a Mabel y hablar con ella, sin embargo, ver a Renette media vestida me incómodo tanto que quise salir a toda prisa. Aunque, pensándolo con calma, me llegaron dudas. ¿Por qué no fue a terminar de vestirse en el baño?
Sacudí la cabeza optando por no pensar en ello, y miré el suelo con aburrimiento. Tras un rato no pude evitar volver a hacer suposiciones en mi mente, y preguntas sin una respuesta.
Cansado terminé aceptando que no podía hacer más y fui a coger un taxi para regresar a casa.
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