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11 Ganar o ¿ganar?

Jason

Encontrar un multiverso donde yo fuera super inteligente llevo varios intentos, fallos donde me vi en diferentes vidas, con diferentes profesiones, diferentes pasados. Lo único que agradezco es no haber visto a mi familia en los intentos, a lo mejor estaban vivos en esos universos, pero preferí no descubrirlo.

Finalmente, en el undécimo viaje me encontré con una versión de mí que era extremadamente listo, tanto que de solo verme en su casa concluyó que venía de un universo paralelo y que era policía. Realmente me impresionó escuchar que su coeficiente intelectual era de quinientos, mucho mayor que el de Fortunity.

Hablando de mi fastidiosa enemiga, explicar quien era llevó un buen rato, pero tras la charla obtuve un aliado.

—Traje compañía —enuncie tras cruzar el portal a casa—. Les presento a Jerson.

—Buenas —habló mi versión inteligente—. ¿Quienes son ellas?

—Mi única amiga, Mabel —señalé a la morena—. Ella es Renette, es igualita a Fortunity, pero el largo del pelo te ayudará a diferenciarlas.

—Vale. Entonces así se ve Fortunity —musitó Jerson observando a Renette—. ¿Te importa si te miro un rato? Necesito recordar como te ves.

—No hay problema —aseguró la pelinegra—. Te quedan bien las gafas.

—Oh, gracias —expresó Jerson sonriendo—. Mi difunta esposa lo solía repetir.

—¿Estabas casado? —inquirí sorprendido.

—Pensé que te lo había dicho —susurró y yo negué—. Así son los malentendidos.

—Me dará una cosa con dos de ustedes —murmuró Mabel masajeando sus sienes—. Hagamos un plan para atrapar a Fortunity y acabemos con este enredo.

—¿Creamos un arma? —indagó Jerson dirigiendo a mí sus ojos cafés.

—No hay materiales y cuento con pocas cosas —indicó Mabel.

—¿Los cogemos de otro universo? —indagó Renette.

—Es robo —declaré—. Ahora en este todos me odian y nadie me dará nada.

—Usemos lo que tenemos a mano —propuso Jerson—. Señorita Mabel, ¿me mostraría que materiales posee?

Mi amiga científica resoplo y aceptó, llevó a Jerson a ver las pocas cosas que teníamos, y tras quince minutos regresaron los dos charlando con una sonrisa.

—Esos dos conectaron —comentó Renette en voz baja.

—Me di cuenta —afirmé manteniéndome serio—. Mabel siempre quiso conocer a un hombre que le aporte ideas, y la entendiera al hablar de ciencia.

—Pensé que ustedes se gustaban.

Negué con la cabeza y por un momento me vino a la mente el recuerdo de la otra Mabel, pero me regreso a la realidad el sonido de mi voz saliendo de otro cuerpo, más flaco y sin músculos, mi fotocopia con cabello rojo, Jerson.

—Tenemos un plan —enunció Mabel—. Sorprendentemente necesitamos a Renette.

—Yo la voy a arrastrar...

Tape la boca de la pelinegra y le indiqué a mi amiga que siguiera hablando, mientras daba una mirada a Renette, pidiéndole de favor que tuviese paciencia, y luego aparte la mano.

—Lo primero en el plan es que Renette haga cosas buenas —enunció Jerson—. Nosotros las subiremos a las redes, Fortunity las verá y actuará.

—Es lista, sabrá que es mi plan —recordé rodando mis ojos—. Aunque me gustaría darle de su medicina, es seguro que enviará a Alberto.

—Entonces basta con hacer un pequeño cambio en el plan —argumentó Jerson—. Que Renette se deshaga de Alberto, así nos quedaría solo preocuparnos por la criminal.

—Expondría mi regreso —mencioné dudoso.

—Hay que intentar. A lo mejor la asustamos —argumentó Mabel.

—Bueno, dígamos que hacemos lo que sugieren, ¿que seguiría después? —indiqué pensativo—. La chica tiene armas peligrosas, ¿cómo competimos contra eso? ¿Cómo le ganaremos a alguien que lleva ventaja?

—Ahora tenemos a Jerson —mencionó Mabel.

—Yo creo que la idea es buena —intervino Renette—. Si la repetimos varias veces haremos a Fortunity enojarse, y saldrá de su escondite a buscarme. Entonces tú estarás esperándola.

—Me gusta más tu forma de pensar —declaré viendo a Renette—. Jerson complica demasiado las cosas.

—La señorita es tonta, pero parece que la prefieres a ella —declaró Mabel—. Si no entiendes el plan de Jerson, te lo diré yo, siéntate y escucha de principio a fin. Verás que es estupendo. Será ganar o ganar.

...

Fortunity.

—No mataré a nadie.

—No seas débil —indiqué manteniéndome seria—. Si matas demostrarás que estás dispuesto a todo y los demás te tendrán miedo.

—¿Débil? —inquirió Alberto agarrando mi cuello con su mano—. Seguro eso es lo que piensas de mí desde que me conociste. El día en que me secuestraste me hiciste parecer inferior, ahora sigues haciendome sentir que soy tonto. Te ves superior a mí, pero yo soy más fuerte.

—Solo porque eres hombre no eres mejor —indiqué ladeando mi sonrisa—. Venga, matame.

—Me das lástima. Ni siquiera luchas por tu vida —declaró soltándome—.  No sientes amor, o odio, tampoco felicidad, eso significa que estás muerta por dentro. Lo único que te mantiene cuerda es tu inteligencia y tu deseo ilógico e insano de ocasionar dolor, aunque no te da placer.

Furiosa cerré las manos en puños y le pegué un golpe en la mandíbula, después giré lanzandole una patada a la cara y fruncí mi rostro observando su semblante cambiar a uno enojado.

—Vete y no vuelvas —indiqué lanzándole un teléfono—. Ve al centro de la ciudad, allí será fácil que te encuentren, tienes dinero en el teléfono, paga un taxi o has lo que quieras.

—Gracias. Finalmente me libraré de ti —mencionó caminando a la salida—. Por cierto, a mí no me engañas, estabas deseando que llegará Jason.

...

Jason.

—Volví —avisó Renette entrando con Alberto—. Él vino sin protestar, incluso me pidió perdón.

—¿Aceptaste? —indagó Jerson.

—Le dije que lo pensaría, pero me traicionó a la cara, eso no creo poder perdonarlo —mencionó Renette.

Jerson asintió prestando atención a cada palabra, no por Renette, sino porque es un hombre al que le gusta el chisme. Le indicó a la pelinegra que viniera con su ex, y acomodó sus gafas comenzando a hacerles preguntas para obtener más detalles. Mabel hizó una leve mueca de desagrado y siguió echando pegamento a unas piezas de su próximo invento, uno que debía salvarnos de Fortunity.

—¿Lo perdonaría si te lo suplicara?

Desvie la vista a Jerson y rode los ojos. Lo que me faltaba de chismoso, lo tenía él, se notaba que eramos muy distintos, como dos hermanos de caracteres opuestos, o el reflejo de un espejo distorsionado. Incluso Alberto y yo teníamos más semejanzas.

Verlos me hacía cuestionarme, qué estaba haciendo con mi vida, además de perseguir a Fortunity. Realmente no tenía un sueño que perseguir. Los veía a ellos sin cargar nada sobre los hombros y me sentía idiota por enfrascarme en ganarle a Fortunity, yendo hasta lo insano, porque llegué a obsesionarme con atraparla, y lo logré. La llevé a prisión, estuvo meses allí, hasta que escapó.

Primero iba todos los días a ver que siguiera en la celda, era como si no pudiese pensar en otra cosa. Con el tiempo y ayuda de la terapia, pude establecer límites, que nuevamente se fueron al drenaje cuando ella escapó. Solo que me encontré mentalmente más preparado y estable, para la revancha. Aunque me seguía cuestionando, si atraparla otra vez, sería el final, si esa vez sería en verdad... Ganar.

—¿Te encuentras bien?

Salí de mis pensamientos, miré de reojo la mano que Renette tenía sobre mi hombro y asentí en respuesta.

—Listo —avisó Mabel—. Apartense.

—Deberías tener en cuenta que Fortunity manipuló a Alberto —comenté y aparté su mano—. Te veías feliz a su lado. A lo mejor merece una segunda oportunidad. Después de todo, en esta vida somos enemigos Fortunity y yo, pero vuestra vida estaba destinada a tener amor.

Ella simplemente pestañeo viéndome fijamente, se apartó cuando venía Mabel y la atención de todos fue en la científica, quien sonrió agarrando una caja metálica en sus manos, con forma hexagonal.

—Les presento el rastreador molecular.

—Entonces podemos pasar a la siguiente parte del plan —indiqué y me levanté—. Iré a dormir temprano, mañana será un largo día. Ojalá ganemos la batalla.

—¿Me pueden regresar a mi universo? —interrogó Alberto.

—Con gusto —afirmó Mabel—. Tres de ustedes es una multitud.

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