10 Me equivoque
Fortunity.
—Has esto, has aquello, no paras de darme ordenes desde que llegamos —mencionó Alberto con enojo.
—Yo seguí tus sugerencias en tu mundo, este es el mío, y debes hacerme caso a menos que quieras ser atrapado.
—Claro Fortunity, señorita super dotada —dijo entredientes—. Venga ya, no soy un crío. Recuerda que te di buena ideas, y aprecia más mi celebro.
—Me tienes harta.
—¡Yo soy quien está harto! —exclamó—. No me dejas tocarte, o besarte, me das órdenes, ruedas los ojos cuando te hablo, y me respondes mal a todo. Renette nunca me trató así. Lo perdonaría si por lo menos me acostará contigo, pero no, eres pan algo, y me das por loco.
—Pansexual —dije blanqueado los ojos.
—Otra vez lo has hecho, simplemente fantástico —declaró irónicamente—. De haber sabido que serías así me hubiera quedado con Renette, es tonta, pero me ama, y jamás me trataría como tú lo haces.
—Suenas como un niño quejándose. Te besaré si quieres, pero cállate la boca —declaré manteniendo un semblante fastidiado.
—¡No quiero nada! Maldita seas. Regresame a mi mundo
—Tú tampoco eres la oncena maravilla del mundo —dije negando y tome aire—. Alberto, yo te quiero, aunque no lo demuestre. Quédate conmigo, y dominemos este planeta. Luego podrás obtener cualquier cosa.
—¿Me quieres? —inquirió sonriendo sin humor—. Yo te enseñé a mentir, estúpida. Primero aprende a querer, y luego sabrás decir te quiero como si fuera verdad. Eres genial manipulando, pero no sabes mentir, que contradictorio.
—Vale, me has atrapado. Si permaneces a mi lado te dejaré todas las ganancias, a mí solo me interesa el dolor ajeno. Es una gran oferta. Nunca ganarías tanto dinero por tu propia cuenta.
—Lo pensaré.
...
Jason.
Ocultarme de la policía resultaba realmente incómodo y extraño para mí. Sin embargo, me vi obligado a esconderme, por ser acusado de crímenes que realizaba Alberto.
El trayecto hasta la casa de Mabel fue silencioso. Renette fue la única que habló a ratos, asombrada por el mundo moderno que observaba. Cuando llegamos a casa de Mabel le encargue a Renette hacer una lista de debilidades de Alberto, y le entregué papel con bolígrafo, porque obviamente ella no entendía como funcionaba la tecnología de mi universo. A continuación fui a hablar con Mabel.
—¿Te cortaste el cabello? —pregunté.
—Como siempre eres observador. Fueron diez centímetros.
—Muy precisa —comenté sonriendo—. Gracias por ir a buscarme. Honestamente, me preocupaba no verte nuevamente y nunca decirte que me equivoqué.
—Te has equivocado muchas veces —indicó notándose incómoda, lejana.
—Mentí al decir que no tenía nada aquí —admití y ella arqueo una ceja—. Te hubiera perdido a ti, mi única amiga.
—Amiga —repitió cruzando los brazos—. Es curioso que me llames así luego de verte besando a una versión alternativa de mí. ¿Acaso yo te gusto?
—Ni un poco —respondí sincero—. Somos buenos amigos, y yo aprecio muchísimo esa relación. No quiero cambiar nada.
—Estoy de acuerdo. Hablemos un poco de todo lo que ha hecho Fortunity.
...
(Al rato)
—Según lo que me contó Mabel, Fortunity ha robado mucho material tecnológico. Podría inventar lo que sea con tantas cosas. Nuestra ventaja es que ella no sabe que estoy aquí, y no imagina que te traje conmigo —mencioné viendo a Renette.
—¿Por qué no la encarcelas como la última vez? —indagó Mabel.
—Fortunity no caería dos veces en el mismo truco. Es demasiado lista.
—¿Qué sucedió la vez anterior? —indagó Renette alzando una mano.
—Fingí amnesia durante dos meses, hasta que ella se acercó a mí, luego solo tuve que darle una pequeña descarga eléctrica —conté brevemente—. Esa idea ya no vale. Realmente da igual lo que se me ocurra, ella estará más alerta. Tengo que lograr ir un paso adelante.
—¿Por qué no cortas la electricidad? —indagó Renette volviendo a alzar la mano—. Sin electricidad no puede inventar.
—Usaría energía solar, eólica, hidráulica o lo que sea —explicó Mabel—. Sigue hablando tú con Renette, yo siento que habló con una idiota y eso no lo torelo. Veré si está listo el rastreo molecular.
Negando con la cabeza ignoré el comentario de mi amiga y miré a la copia de Fortunity que me ayudaría con Alberto.
—¿Dudas?
—¿Qué es eso que Mabel dijo? —preguntó Renette.
—Vamos a buscar la ubicación de Fortunity rastreando su adn gracias a que contamos con el tuyo, que es igual —declaré suavemente—. Pero es posible que Fortunity se inventé algo para evitar que la encontremos. Su herramienta ganadora es su celebro.
—Entonces hay que buscar a una persona que esté a su nivel.
—Es buena idea, lo he pensado, sin embargo no existe una sola persona en este mundo que sea tan inteligente como ella. Nadie llega a acercarse a su coeficiente intelectual.
—Pues busca en otro mundo —sugirió Renette—. Si hay una Fortunity lista, y una tonta —se señaló a si misma—. Mínimo debe haber un Jason super inteligente.
—De hecho, es una grandiosa idea —enuncie impresionado—. Eres una genio. Sabía que serías útil.
—Ahora tu amiga no podrá decir que no sirvo para nada —declaró orgullosa.
—¡Mabel! ¡Tengo una petición!
...
Fortunity.
Un completo dolor de cabeza, no encontraba expresión mejor para describir a Alberto. Después de nuestra pelea me esforcé por ser menos mandona, pero él seguía quejándose. Mi paciencia comenzaba a tomar su límite. Sin duda me equivoque al traerlo.
Nunca he trabajado en equipo, siempre utilizo a las personas por unas horas, o unos días y luego les mató. Si Alberto continuaba sacándome de mis casillas terminaría matándolo.
Todo lo demás iba viento en popa, robaba lo que quería, mataba a quien se interpusiera, veía las caras llenas de miedo, y armaba mis máquinas. El próximo paso en la lista era comenzar a negociar con el presidente para que me diera autoridad sobre el país. También debía huir de los agentes secretos, pero todos me resultan ineptos. Mi único esfuerzo era correr hasta activar el teletransportador.
Debo admitir que sin Jason persiguiendome de cerca, se tornaba aburrido mi día. No había razón para tratar de ser lista, o de cuestionarme si Jason descifraría mi siguiente paso. En verdad comenzaba a extrañar la adrenalina que me brindaba el saber que una persona podía atraparme en cualquier instante. Perdí la emoción de ser mala, en esos días lo era solo porque sí; yo no sabía que más hacer con mi vida.
Quizás mi equivocación no fue Alberto, a lo mejor desde el principio me equivoqué.
—¡Fortunity, tienes que ver las noticias!
Salí de mis pensamientos ante la insistencia de Alberto, solté mis herramientas y fui al televisor que él mismo robo.
—En otras noticias, la criminal llamada Fortunity ha hecho una buena acción el día de hoy. Como ven en el vídeo, ella regalo comida a niños necesitados.
—¡Yo no hice eso! —grité y apagué el televisor—. ¿Qué demo...?
Jason. Debía ser obra de Jason.
—Bien jugado —susurré sonriendo—. Alberto, ayúdame a contraatacar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro