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15: Min Yoongi

"Yoongi, nunca paras de causar problemas".

Tras esas palabras, Yoongi despertó de golpe con algunas lágrimas agolpadas en las esquinas de sus ojos.

Cuando por fin su respiración se estabilizó, se irguió en su cama matrimonial en el familiar silencio de su habitación y luego dirigió la vista hacia el calendario que tenía cierta fecha marcada en un intenso rojo.

—Con que faltan tres días...

—Hijo, dentro de unas horas habrá la gran fiesta donde muchos de los diseñadores más importante del mundo van a asistir —le dijo un sonriente señor progenitor de un joven Yoongi de ocho años que lo miraba feliz—. Así que debes verte bien porque tú y tus hermanos vais a tener que ir a saludarlos.

—¡Sí, papá, voy a ser el niño mejor vestido de todos! —le dijo el pequeño castaño determinado a su padre.

Éste sólo se rió, acariciando la cabeza de su hijo para luego marcharse.

—¡Pero, Noona! ¡¿Por qué no me puedo poner la corbata verde?! —se quejó Yoongi, pataleando porque su traje era demasiado negro y eso a él no le gustaba.

Su padre tenía la estricta norma de que sólo podían vestir de negro, blanco o azul marino. A sus hermanos les parecía bien, pero al más pequeño de todos le gustaba ponerse ropa colorida y bonita y pensaba que podía aprovechar la fiesta de su padre para llevar otra cosa que no sea negra.

—Amo Yoongi, ya le he dicho que su padre no quiere que lleve ropa que no sea de color negra —le dijo su sirvienta con una sonrisa cansada que trataba de ponerle su corbata.

—Papá es un pesado. —Se cruzó de brazos.

—No hable así de su padre, ya sabe por qué no le gusta que llevéis ropa de colores —le dijo con ánimo de regañarlo, poniéndole al fin su pequeña corbata—. A mí me encanta la ropa que sueles usar cuando tu padre no está, pero ahora debes comportarte, ¿de acuerdo?

El pequeño castaño sólo hizo un puchero mientras veía como su sirvienta se marchaba de su cuarto. Faltaban apenas unos diez minutos para que los invitados empezaran a venir.

Yoongi miró con una mueca la corbata verde que había nombrado antes y luego sonrió.

—Voy a verme bien y a papá le va a volver a gustar los colores —murmuró para sí mismo y empezó a quitarse su aburrido traje negro.

Byeong-Ho, el padre de Yoongi y sus hermanos, saludaba con cordialidad a todos los invitados que llegaban a su mansión con la compañía de sus tres hijos, pero le faltaba el cuarto más pequeño.

—¿Dónde se ha metido Yoongi? —les preguntó a sus hijos.

Los tres negaron y se encogieron de hombros.

El hombre le restó importancia a eso y siguió saludando a sus invitados.

Cuando una gran cantidad de gente ya se encontraba reunida en el salón, hablando y riendo entre ellos, el pequeño Yoongi apareció al lado de su padre y sus hermanos lo miraron asustados y Byeong-Ho llevó la vista hacia su hijo.

—Yoongi, al fin aparec- ¡Yoongi!, ¡¿qué demonios haces vestido así?!

Yoongi llevaba esa odiosa corbata verde con una chaqueta de esmoquin de color rosa que no sabía de donde la había conseguido. Lo único que llevaba negro era ese lacito que afirmaba su castaño cabello porque sus zapatos era blancos al igual que sus pantalones.

Yoongi miró asustado a su padre por el tono que había usado.

—Vaya, pequeño Yoon, la última vez que te vi eras un bebé —dijo un señor mayor con apariencia afable, tratando de aliviar la situación—. Aunque tu traje es un poco peculiar, no te queda mal. A tu madre también le encantaba combinar colores.

La gota que colmó el vaso era que su amigo volviese a nombrar a su difunta esposa, así que cogió bruscamente el brazo de su hijo más pequeño y lo arrastró fuera de él gran salón.

—¡P-papá, me haces daño! —exclamó Yoongi siguiendo a tropezones los pasos rápidos de su progenitor, quien no le contestó.

Atrás de él estaban sus hermanos junto con su Noona.

—¡Amo, pare! Le está haciendo daño —exclamó exaspera la sirvienta haciendo que Byeong-Ho se parase de golpe y Yoongi chocase bruscamente contra él.

—Estás despedida, recoge tus cosas y vete —le dijo con voz dura y sin expresión en su cara mientras apretaba más el agarre que tenía en el brazo de su hijo—. ¡¿No me has oído?! ¡Que te vayas!

—¡No, papá! ¡Haneul no tiene culpa de nada, ella me vistió como le dijiste, soy yo quien te ha desobedecido, castígame a mí! —chilló Yoongi haciendo que muchas lágrimas saliesen de sus ojos.

—¡Cállate, Yoongi! ¡Haneul, quiero verte fuera de esta mansión en quince minutos! —volvió a ordenar y la nombrada asintió, haciendo una reverencia y marchándose del lugar.

—¡Haneul! —gritó Yoongi con la voz quebrándose por las lágrimas.

—¡Quiero verte dentro de unos minutos con la ropa que te dije que te pusieras ¿lo has entendido?! —le espetó su padre y Yoongi sólo asintió con hipidos—. Y no vuelvas a romper las reglas.

Dicho eso, Byeong-Ho se marchó a pasos furiosos dejando a Yoongi y sus hermanos en medio del pasillo.

—Yoongi —le dijo su hermana mayor por cuatro años, Duri, notablemente enfadada—. Nunca paras de causar problemas.

Dicho eso, ella también se fue, agarrando a sus hermanos de la mano que lo miraban con pena.

Y Yoongi lloraba porque, la única persona que lo aceptaba tal y como era, se había marchado.

Como su madre.

Yoongi estaba empezando a empeorar, tanto en las notas como anímicamente, lo único que podía oír eran las palabras de su linda novia.

La reunión familiar que sucedería dentro de tres días lo tenía en la luna, mientras que Jungkook y Jimin lo ignoraban prácticamente.

No puedo quejarme, todo es mi culpa.

Al menos tengo a Taeyeon, como siempre quise.

—No quiero que te vuelvas a acercar a Jimin —le dijo Taeyeon, seria, mientras miraba la pantalla de su teléfono—. Ni a Jungkook, ni a Taehyung, ni a ese de primero... ¿Queda claro?

Yoongi asintió.

Como siempre quise...

Nota:

Pregunta del capítulo: ¿Han tenido que renunciar a algo importante por tener otra cosa?

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