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Capítulo diecinueve: "Necesita algo de paz"

Ahora, para continuar su memoria anterior, era momento de recordar cómo fue la mañana en la que se levantó para hablar con Tanjiro. Una pequeña parte de él se sintió mal cuando tuvo que abandonar la calidez de Akaza para ordenar su futón dentro del armario y llevarse al demonio consigo para luego terminar frente a frente con el joven pelirrojo, que por cierto, se encontraba acompañado por Senjuro, y por supuesto que también por la caja en la que se encontraba Nezuko.

"—Entonces, Rengoku-san... ¿Me puede explicar qué hace él aquí, por favor?". —le pidió lo más educadamente posible a su superior, aunque no disimulara en absoluto su disgusto por tener al demonio en frente. Algo que por supuesto no resultaba ser nada nuevo para el pilar de las flamas luego de haber visto esa misma cara en la mayoría de sus compañeros, especialmente Sanemi; en su familia, y hasta en sí mismo cuando apenas estaban conociéndose. ¿Que era verlo una vez más? Nada, ya no era nada.

Y para hacerla rápida y ojalá ahorrarse la misma cantidad de tensión y drama que tuvo con Senjuro, tratará de ser lo más rápido y directo posible.

"—Sinceramente no esperaba que te enteraras de esta manera, pero como resumen: Akaza es nuestro aliado. Nos ha ayudado con información de las lunas superiores y con el exterminio de demonios. Si no se ha comentado nada al respecto con los otros cazadores aparte de los pilares es para no correr el riesgo de que la información llegue con algún demonio, y luego a Kibutsuji". —explicó ante el intento de calma de Kamado, pues el pelirrojo aunque pareciera escucharle, todavía tenía los ojos clavados en el despreocupado demonio que tenía a tan solo unos cuantos centímetros de distancia.

"—En ese caso puedo entender porqué no me lo dijo antes... pero no puedo disimular lo que siento en este instante. No recordando lo que pasó esa vez". —habló con firmeza, con el ceño fruncido todavía y con un tono que dejaba perfectamente su sentir.

Ante eso, pudo ver a su hermano menor colocar una mano en el hombro del muchacho, y fue allí que vio a Tanjiro suavizar un poco su expresión por primera vez.

"—Tanjiro-san, ya sabes que no fuiste el único en sentirte así, pero trata de dejar eso para después. Me dijiste que lo escucharías". —dijo ahora el más joven de los presentes mientras colocaba ahora una de sus manos sobre la del pelirrojo, mientras dejaba la otra todavía sobre el hombro del mismo.

"—Cierto... me disculpo". —respondió el muchacho aclarando su garganta antes de mirar ahora por fin a su maestro. Kyōjurō no tardó en soltar un suspiro, pero en vez de tener algún sentimiento relacionado al cansancio o la frustración, en realidad era uno más de alivio al ver que su hermanito pareció hablar lo suficiente con él anoche.

"—Ni tú, ni Senjuro fueron los únicos en reaccionar de esta manera"—y muy probablemente tampoco lleguen a ser los últimos, pedir que lo sean sería estar deseando un milagro, y por obvias razones estos no son nada frecuentes—, "así que comprendo perfectamente que digas que no puedes aceptalo, entiendo que no te agrade, pero ya viste que él no se irá. Y agradecería mucho que comprendas la situación, Kamado". —dijo con tanta calma como pudo. Estaba enterado del notable desagrado que su alumno y Akaza tenían el uno por el otro, pero confiaba en que el muchacho entendería las cosas, realmente quería creerlo.

Después de todo, si estuvo hablando con Senjuro... es probable que le contara el motivo del porqué y cómo fue que Akaza obtuvo la confianza que él le tenía ahora. Y tomando en cuenta que ambos tenían un lazo emocional con un demonio, debe ser la persona que más fácil se le debe hacer entender el porqué quiere tenerlo cerca, llegando a buscar cualquier cosa para lograrlo, como lo sería el que les dé la información de los demonios.

Vio al muchacho tomar aire, mientras Senjuro sigue sujetando su mano y su hombro, empezando a dejar una caricia sobre este, en señal de que mantuviera la calma, probablemente también haciendo referencia a ese "Dijiste que lo escucharías", una promesa de la que apenas estaba enterado por obvias razones.

"—Puedo... puedo entenderlo, Rengoku-san. Senjuro me puso al corriente, aunque en verdad necesitaba escucharlo de usted para confirmarlo en su totalidad"—respondió el joven cazador, logrando sacarle una sonrisa calmada por ver que efectivamente, Tanjiro lo había entendido—. "Aunque tengo una duda todavía".

"—¿Y esa cuál es?". —¿Alguna cosa no había quedado clara? Hasta el demonio parecía intrigado.

"—Bueno, quizás suene tonto, pero a lo que yo me refería antes era porqué Akaza estaba precisamente aquí". —aclaró señalando en el fondo algo más que el suelo en el que los presentes estaban sentados.

"—¡Ah, ya veo! Te referías a la finca". —dijo al ver el otro sentido de su pregunta. Pero bueno, aclarar las cosas jamás estará de más ¿Cierto? Seh, mejor por si las dudas. Con gusto le hubiera dado él mismo una respuesta, de no ser por la intromisión de Akaza.

"—Sería imprudente dejar a un demonio sin un ojo encima. ¿Acaso el golpe que te di te dejó más bruto de lo que estabas para que no pensaras en eso, frentón?". —soltó con tono claramente burlesco al comentar aquella obviedad, y por supuesto que aprovechando la oportunidad para insultar al pelirrojo. El rubio no pudo evitar darle una palmada en el brazo junto una mirada de desaprobación. No era momento para eso. Ya había sido mucha tensión durante las últimas horas y Kyōjurō claramente no estaba de humor para dejar ir la calma que a casi rato se le escapaba de los dedos.

"—Como fui yo quien presentó a Akaza en la sede, claramente es mi responsabilidad. Tenerlo aquí es lo más útil para no perderlo de vista y mantener la comunicación con él". —explicó luego de darle sin palabras su pequeña reprimenda al imprudente que tenía al lado.

"—Comprendo". —fue la respuesta del pelirrojo al escuchar sus palabras, mientras tomaba la mano que Senjuro seguía teniendo sobre la suya. Qué bueno que la compañía de su hermanito pudiera mantenerlo al margen. Desde que conoce a Kamado pudo ver que podía ser un tanto impulsivo. Hm, ahora que lo piensa, es algo que parece tener en común con Akaza. De alguna manera le llegó a parecer adorable, si quitaba el hecho de que por esa impulsividad ellos perfectamente podrían agarrarse a golpes.

"—Me alegra que lo hagas" —dijo esperando que las cosas salieran mejor de lo que podría llegar a imaginar su apenas existente lado pesimista.— "Sinceramente no hubiera sabido reaccionar si tuviera que volver a tocar lo más problemático de esto contigo".

Quizás fue la forma más sutil de decirle que no sabría manejar el agotamiento si alguien, en especial Kamado, le comentara el porqué llevaba un demonio como compañero. En especial si le recordaban cómo era Akaza antes de su cercanía. Si debe ser sincero, quiere pedirle a todo dios existente que por favor, simplemente por favor, no deba aguantar otro condenado reclamo.

"—El simple hecho de que él también sea acompañado por un demonio automáticamente le quita el derecho a decirte algo sobre esto, Kyōjurō" —soltó el pelirrosa a su lado, quizás diciendo más directamente lo que él pudo llegar a pensar en lo más pronfundo de su ser— "Y en caso de que lo hiciera, vaya, ni Kagaya se atrevió a mostrarse hipo... ¡Ah!".

Bien, allí ya fue un poco, muy, directo para su gusto. Solo esperaba no haberse pasado con el pequeño tirón de oreja que tuvo que darle para que no provocara más tensión de la que ya habían creído dispersar.

La palabra "hipocresía" no es una que quiera tocar por un muy buen rato. Le causa una gran amargura pensar que algo como eso podría alcanzar a las personas que conocía... o incluso a él mismo, si recordaba su primera opinión de ir acompañado por un demonio. Quiere creer que esa posibilidad haya desaparecido luego de cambiar su pensamiento al tener casos como los de Nezuko. Hm, mejor dejar eso para después.

Porque mientras tanto...

"—Akaza, no lo molestes". —una petición que esperaba que su querido demonio pudiera cumplirle a pesar del ceño fruncido que le mostró por unos instantes, y que por supuesto luego le dio a Kamado.

"—Kyōjurō, por favor" —pidió un algo similar a la suplica en sus ojos, desde allí podía ver perfectamente como parecía querer pedirle por que entendiera su sentir—. "Esto es lo único que puedo hacer sin tener que lastimarlo físicamente. Él no me agrada, yo no le agrado y claramente no vamos a disimularlo de ninguna manera".

Es cierto, muy cierto. Akaza ni ahora ni nunca tratará de hacerse el bueno con nadie. Así que para darle algo de paz a cada presente:

"—Akaza ¿Puedes esperarme en mi habitación entonces? Hay algo que tengo que hablar con Kamado aquí, te prometo que no tardaré". —fue lo único que se le ocurrió para que no llegaran matarse hasta con la mirada.

"—De acuerdo, lo haré..." —aceptó casi regañadientes mientras le daba una última mirada antes reterirarse de esa habitación. Quizás no le agradó la idea, pero seguro que en el fondo sabe que es por su bien.

Ellos ya se conocen y se entienden casi a la perfección.

"—¿Qué es lo que quiere hablar?". —claro, la extrañesa del pelirrojo no se haría de esperar si recién ahora le dejaba en claro que él también tenía una duda para él.

No es como si hubiera dicho lo anterior solo para separlo de Akaza. Por supuesto que no. ¿Qué tipo de persona sería entonces?

"—Bueno, ahora soy yo quien quiere saber qué hacías aquí tan tarde. Normalmente mandas una carta antes de venir aquí luego de estar en la finca mariposa. ¿Por qué fue diferente esta vez?".

Y allí por fin la duda sobre el cambio que no pudo analizar anoche. Ver a Tanjiro reaccionar ante sus palabras le dijo que ya habían podido cambiar a un tema más cómodo de hablar.

"—No pude decirle antes porque tenía algo de prisa para hablarle de lo siguiente" —el joven aclaró su garganta—. "Debo ir a hablar con Haganezuka-san a la aldea de los herreros por lo sucedido con mi nichirinto en la última misión. Debo ir en un par de días, y prefería decírselo personalmente".

Un detalle interesante ir a contarselo en persona para tratar mejor el asunto, pero fuera de eso, Kyōjurō no pudo evitar sentir cómo un gran escalofrío recorría su cuerpo de pies a cabeza. Bajo la tela del uniforme su piel se había erizado completamente. Sabe que para ir a hablar con un herrero a su aldea, se debe a una discusión con este. No es la primera y tampoco será la última vez que pase, lo sabe por cosas que ha visto en sus primeros años de cazador, a uno de sus amigos más antiguos le sucedió. Y al ver que esa situación ahora golpeaba al joven pelirrojo solamente pudo pesar una cosa:

Que por favor lo protegiera todo Dios habido y por haber.

Quién sabe lo que llegue a suceder en ese lugar y con ese herrero en específico. Por lo que le ha contanto Tanjiro, Haganezuka Hotaro es un hombre bastante intenso cuando se trata de sus creaciones. En una situación distinta, muy probablemente abmiraría esa pasión y no solamente le temería.

"—Muchísima suerte, mi chico" —deseó de todo corazón, con un tono que casi reflejaba la idea de que podría ser la última vez que se vieran.

"—Gracias, Rengoku san".

Por la sonrisa de Kamado, lo más probable era que no notara esa peculiaridad en su voz, a diferencia de Senjuro, que por supuesto seguía presente y dedicó una mirada preocupada por el muchacho.

Lo único que lo tranqulizaba era la idea de que simplemente iría a hablar lo más pacíficamente posible con el herrero... una simple visita en la que fuera de discusiones con otra persona, no podría pasar nada malo.

O eso pensó hasta que días después, él y el resto de los pilares se enteraron de lo sucedido en aquella villa. El ataque de las lunas superiores cuatro y cinco, y la muerte de estas a manos de Kamado Tanjiro, Kanroji Mitsuri, Tokito Muichiro, Nezuko Kamado y un muchacho llamado Shinazugawa Genya.

"Una visita a la villa", pensaron todos los que fueron esa vez, "¿Qué podría pasar?" Pensó el rubio con inocencia mientras cumplía su trabajo eliminando demonios en compañía de Akaza, quien también se sorprendió al momento de escuchar aquella noticia. Con esa reacción lo único que supo fue que la comunicación entre las lunas superiores era pésima.

Pero las sorpresas no terminaron allí, pues no solo se encargaron de dos lunas superiores en una sola noche, sino que también había surgido una peculiaridad durante la batalla para Tanjiro, Mitsuri y Muichiro, asunto que se tocó en la reunión que hubo luego de su recuperación. De no ser por las vagas descripciones de su actual alumno y tambien su anterior aprendiz, su mente se hubiera imaginado mejor el escenario. Kyōjurō estuvo agradecido de que Muichiro pudiera organizar adecuadamente sus palabras para plasmar la idea de lo que sucedio. Ah, y otro asunto que no puede olvidar sería algo que le sucedió a Nezuko. Nunca se esperó que un demonio pudiera dominar el sol, y menos esperó estar vivo para verlo.

Tantos sucesos que apenas pudo procesar en tan poco tiempo. A lo mucho podía entender que podía alegrarse y hacer su trabajo con el triple de pasión acostumbrada luego de sucesos como esos. Como pilar debe poner de su parte y no se tomará su deber a la ligera.

Otro pensamiento que se quedó en su mente junto a un brillo en sus ojos... que se apaciguó al momento de ver que luego de lo sucedido en la aldea de los herreros, ocurrió otra cosa que jamás en su existencia se hubiera atrevido a imaginar.

No una, ni dos, ni tres, sino varias noches sin la presencia de un solo demonio, aparte de su querido Akaza. En su zona de patrullaje no había absolutamente nadie. Y eso lo extrañaba, no estaba acostumbrado a una prolongada paz nocturna. Y para colmo aquello se le notaba bastante cada noche que le decían que no era necesario que saliera, noches en las que trató de aprovechar para descansar mejor de lo que normalmente lo haría. A lo mucho durante el día era que aprovechaba para pasar el tiempo con su familia y con Akaza.

Pero apenas podía distraerse de los temblores en su cuerpo, aparente señal de ansiedad por el cambio en su rutina. Akaza lo notó, Senjuro lo notó y su padre también.

Y los tres coincidieron en decirle lo siguiente:

"—Intenta salir a caminar para calmarte. Quizás logres distraerte".

Y él, por supuesto, tomó la opción en cuenta, aunque debe admitir que le costó bastante considerar hacerlo realmente. Pero como todo tiene un límite, Kyōjurō sorpresivamente alcanzó el suyo más rápido de lo que esperado.

"—Salgamos. No sé adónde, pero salgamos". —dijo prácticamente de la nada mientras tomaba las manos de Akaza, quien acababa de llegar a la finca luego de seguir fingiendo maravillosamente aún formar parte de las filas de Kibutsuji.

"—Es un tanto repentino, pero no me quejo". —respondió al insntante, sin oponer alguna resistencia al agarre sobre él y adentrándose en la habitación del rubio por la invitación del mismo.

"—Perfecto que no lo hagas, porque tú, Senjuro y mi padre ya me dieron la idea y la tomé. Haste responsable por formar parte de ello". —y ya dicho aquello, terminó por entrelazar sus dedos con los ajenos para llevarlo consigo cerca del armario. El momento donde eligió liberarlo fue cuando desvió su atención para buscar y luego entregarle el kimono rojo que usó la otra vez, el mismo día que llegó a su casa para quedarse a su lado.

"—Que rara forma de invitarme a pasear". —una risa terminó por acompañar su comentario mientras recibía la prenda inmediatamente, para luego proceder a retirar su característico chaleco.

"—Pero igual acabas de aceptar". —algo innegable al ver cómo incluso ya se estaba acomodando el obi para mantener el kimono en su lugar.

"—¿Cómo negarme a ti?". —fue la última pregunta que le dio antes de volver a tomar su mano.

No se necesitó ninguna respuesta más de su querido Akaza antes de irse a quién sabe dónde los guiarían las coincidencias para tener algún destino. La idea era simplemente salir, respirar, calmarse, quizás hasta relajarse luego de lo que fueron semanas atareadas por causa de los demonios; que más para bien que para mal, no habían hecho presencia durante la semana.

Tomar la mano del ahora azabache era lo más agradable que podía hacer en un momento como este, y ni hablar del pequeño paseo para tomar aire fresco. Algo que definitivamente también resultaba agradable para Akaza si tomaba en cuenta que a él no le gustaba quedarse quieto en un mismo sitio por mucho tiempo.

El simple placer de disfrutar la fresca brisa en las todavía iluminadas calles, estas aún transitadas por una considerable cantidad de gente por la juventud de la noche, sería a lo único que pensaba dedicarse con su acompañante.

Con ese, a su parecer, bello pensamiento, fue como transcurrieron los minutos hasta que algo había llegado al cuerpo del rubio. Una sensación muy familiar que jamás podría olvidar y siempre podría distinguir: Hambre.

Y por supuesto que le hizo saber a Akaza de ello, preguntándole si quisiera ir a comer con él aunque la comida humana no le llene tanto como quisieran. Debido a la falta de demonios ha tenido problemas para alimentar al alfa a su lado, pero con su sangre y algo de carne de animal ha sido suficiente por ahora.

"—Por supuesto que sí, vamos. ¿Qué quieres comer?".

"—Creo que hay un puesto de fideos cerca. El ramen suena bien ¿No crees?". —preguntó tomando su mano para llevarlo a dicho lugar. Había recorrido esas calles tantas veces que tenía perfectamente memorizado el camino a casi cualquier lugar donde vendieran alimento.

Le traía recuerdos de cuando comía con antiguos compañeros, y por supuesto que los actuales también. El agradable sabor de los fideos en el caldo era una sensación tan agradable que era imposible no querer compartirla con alguien.

Ya era el turno de hacerlo con Akaza.

Y el agrado de poder sentarse en la barra junto al demonio, ver al cocinero sonreírle mientras les daba la bienvenida, pensando también en un futuro "vuelvan pronto" para ojalá próximamente poder repetir esa experiencia. Tanto el rubio como el azabache se dispusieron a disfrutar la tranquilidad del sitio.

"—No me jodas... ¿Qué rayos están haciendo aquí?".

O ese era el plan hasta escuchar una voz muy conocida, un tono despectivo que seguramente jamás va a olvidar en su vida y probablemente hasta en la próxima.

"—No te alteres. No es lugar para eso. Dijiste que te calmarías si esto pasaba".

Y como compañía del primer sujeto, otra voz, una que ha escuchado desde niño y cuyo tono de seriedad tampoco podría olvidar.

"—¡Obanai, Shinazugawa! ¡Qué alegría verlos!". —exclamó sincero, tomando asiento con prisa al lado izquierdo de su amigo de la infancia, mientras que Shinazugawa ocupaba el lado derecho.

"—Puedo decir lo mismo". —dijo el alfa de las vendas.

"—Yo no..." —siguió el beta de aspecto malhumorado, ganando una rápida mirada de posible desaprobación por parte de Obanai— "del todo".

Bien, una buena forma de empezar una reunión con sus compañeros luego de su último encuentro. Kyōjurō no pudo evitar preguntarse si Shinazugawa ya estaba de mal humor desde antes o si su llegada era la responsable de ello, pero bueno, ¿Por qué no intentar animar el ambiente? Le haría perfecto.

"—¡Sigo estando feliz de verlos! Ha pasado tiempo y no esperaba encontrarlos a los dos". —comentó aún alegre, ganando una mirada tranquila por parte de su amigo de la infancia, y un ceño fruncido por parte del albino.

"—¿Y crees que nosotros sí?". —ah, los comentarios de Sanemi jamás van a faltar. Aunque curiosamente sonaba más sincero de lo que la agresividad de su tono podría aparentar. Como si realmente ese pequeño diálogo lo hubiera dicho sin tener la intención de ofender a nadie.

"—También estoy feliz de verte. Aunque debo admitir que no sabía si esperar o no que tuvieras compañía". —habló esta vez dejando pasar el comentario del albino, centrando ahora su atención en el azabache sentado junto a él.

"—Necesitaba salir a estirar las piernas y no es muy agradable ir solo". —comentó el rubio mientras observaba como hasta Sanemi se inclinaba para ver al demonio.

"—Oh, genial...". —murmuró lo suficientemente audible para notar su desdén. Al menos no ha empezado a gritar, es una buena señal.

"—Hasta a mí me alegra verlos, supongo". —mencionó ahora el demonio, quizás para hacer notar su presencia o por querer genuinamente sentirse includo... o tal vez también recordarle a Kyōjurō que no se olvide que él es su compañía esa noche.

Aunque también pudo ser una simple idea del rubio. No pudo evitar sacudir un poco su cabeza ante esa ocurrencia.

"—En tu caso soprendentemente tolero tu presencia". —habló el alfa de las vendas mientras entecerraba un poco los ojos al dirigir su vista al cuarto presente. Puede ser una manera de enfocarlo, como para oponer resistencia a las nada más hipotéticas ganas de no querer mirarlo luego de lo sucedido en la penúltima reunión.

"—Gran avance de tu parte. Casi me siento halagado". —respondió con jugueteo al ver la gran diferencia entre la actitud de los pilares.

"—Cuanta envida te tengo por ello, Obanai". —si, los comentarios de Sanemi no harán falta jamás, pero Kyōjurō no pudo evitar agradecerle por marcar aún más el contraste entre los dos ante la presencia del demonio. Así ya tendría una idea de quién era más propenso a estallar por el aparente desagrado.

"—Vaya, sinceramente no me esperaba ese cambio de tu parte. ¿Puedo saber el porqué?". —el rubio no se pudo contener a preguntar, pues a su parecer es muy difícil que alguien como su preciado amigo de la infancia cambie de parecer con un tema tan serio como ese, en un periodo de tiempo que podría contar casi de "la noche a la mañana", ya que ni un par de semanas o hasta un mes, son suficientes para eso. Aquella parte que conoce de Obanai que generalmente mantiene su opinión inicial hasta el final, a menos que con un esfuerzo técnicamente sobrehumano lo hagan ceder un poco.

¿Qué habrá sido diferente para este caso, que involucraba un demonio tan diferente a como lo era Nezuko? A quién por cierto, aceptó a medias y de pésima gana.

"—Eres mi amigo y te conozco desde hace años, quiero confiar en ti". —respondió cruzando los brazos sobre la mesa mientras lo miraba directamente a los ojos. Estuvo a nada de poner una mano en su corazón al ver que a pesar de lo complicado e impactante que pudo resultar el asunto en el principio, Obanai había elegido tener su pasado juntos en cuenta para depositar su confianza y esperar lo mejor de él.

"—Además de que Kanroji habló con él el otro día. Cambió incluso más rápido con su palabra".

Bien, tomando en cuenta que Mitsuri dijo que iba a verlo la otra vez, tiene sentido que ella tocara el tema. Y tomando en cuenta los sentimientos que tenía por ella, debió dejarse persuadir más fácilmente. Obanai cedió por el cariño que le tenía a ambos y punto final.

"—Mejor ya no digas nada". —e inmediatamente dirigió sus ojos a un ya aparentemente relajado Sanemi. Hasta la serpiente de nombre Kaburamaru había ido a "regañarlo" por exponer al azabache. Una risa por parte del beta no se hizo esperar.

"—¿Qué van a ordenar?".

Y por fin la interrupción que tanto necesitaba y por supuesto que esperaba desde que llegaron allí. Principalmente su estómago.

"—Dos platos de ramen de cerdo, por favor". —pidió con una sonrisa. Como la carne de cerdo es lo que más llenaba el apetito de Akaza, sería lo más adecuado para él. Aunque ahora que lo piensa, ya mañana puede ir a la carnicería para conseguirle más.

"—A la orden".

Ahora solamente tocaba esperar y ver cómo se desenvolvía el, por suerte, ya no muy tenso ambiente. Quizás una parte de él extrañaba eso si tenía que ser honesto. A pesar de los conflictos sigue apreciando a sus compañeros.

"—Vaya, se nota que tienes hambre". —y nuevamente otro comentario por parte del albino. Está más conversador de lo que pudo esperarse luego de la reunión.

"—Oh, no mucha. El otro es para Akaza". —aclaró mirando por un segundo al mencionado, quien agitando un poco la mano les recordó con gusto que efectivamente seguía presente para fortuna del rubio y aparente desgracia de los amargados.

"—¿Ah, sí? Interesante".

De acuerdo. Fue un simple comentario dicho con un tono tranquilo, relajado, incluso juguetón, acompañado de una sonrisa que lograba transmitir a la perfección aquella esencia; pero hay algo que no le gusta.

"—¿Qué tiene de interesante?". —interrogó llegando a la pura neutralidad tanto en su voz como en su rostro. Quería tener todo claro antes de saber reaccionar.

El albino, dejando sus manos en el mesa, apoyando su cabeza sobre una de estas para mirarlo todavía con mirada juguetona simplemente le respondió:

"—Te lo digo luego".

Con el mismo tono de antes. Y sigue sin gustarle. Shinazugawa Sanemi no es así si no está solamente con gente de confianza.

"—No eres de guardarte las cosas, Shinazugawa".

Lo sabe desde el primer momento que cruzó palabra con él. No hay ni palabra, ni acción que ese hombre se guarde para él solamente, y si lo hay, pues nada más él sabrá de qué se trata hasta que elija contarlo y dejar en claro que al que abra la boca sobre dicho asunto, se la cerrará a golpes. Como ejemplo tiene la reunión amistosa en las que comentó sobre su primer amor, un alfa que lo enamoró a pesar de su odio por la gran mayoría de estos. Es un asunto aparte, pero tiempo después supo que su nombre era Kumeno Masachika.

"—¿Y qué si lo quiero hacer una vez?".

Otra vez esa voz. Y ahora incluso le muestra los dientes al momento de sonreírle. ¿Estará exagerando con su desconfianza o Sanemi se estará divirtiendo al ver se había puesto más alerta con sus comentarios?

"—Mientras que no causes desastres". —interrumpió ahora Obanai mientras acariciaba la cabeza de su querida serpiente. Él parece conocerlo más como para decir eso de una forma tan aparentemente tranquila.

"—Las peleas las puedo llevar afuera en ese caso".

Si antes solamente era su voz y expresiones, aparte de sus comentarios, ya la simplemente mención de "pelea" terminaba por dejarle aquella mala  espina más clavada profundamente en el pecho. Definitivamente le desagrada la situación, y eso que todavía no ocurría "nada" para que se alterara. Y mejor que siguiera así porque no piensa tolerar que le hagan o digan algo a su Akaza.

"—Aquí tienen". —y acompañado de su voz, los dos platos de sopa llegaron a él y a su acompañante.

Un no muy animado "Gracias" fue lo que terminó por salir del rubio mientras tomaba palillos para él y para Akaza. Sorprendentemente terminó observando el caldo frente a él por más tiempo del que normalmente lo haría. Terminó hasta ganándose una muy intrigada mirada de Obanai cuando este observó que hasta el demonio había empezado acomer antes que él, empezando por la carne de cerdo.

Un suspiro salió de él antes de tomar primero los fideos para remojarlos en el caldo y ya luego llevarlos a su boca. Estaba delicioso.

"—Entonces, aparte de hacerte el bueno ¿También fingirás ser humano?".

Y allí el comentario que le arruinó los animos y casi el sabor de la comida cuando se había puesto a sorber los fideos, al contrario de Akaza que seguía masticando la carne en su boca. Ambos terminaron por verlo, observado que en su rostro todavía permanecía esa faceta juguetona, aunque claramente no dudó en acompañarlo con un tono despectivo.

"—Ya me preguntaba cuándo dirías algo así". —comentó con voz grave mientras fruncia el ceño. Terminó por darle toda su atención y Sanemi parecía disfrutarlo por el inusual brillo de burla en sus ojos.

"—¿Qué? Es pura curiosidad. Si tuvo que hacerse el bueno para convencerte de darle una oportunidad, tiene sentido que finja ser humano en todo sentido para salir ¿O no?" —preguntó con una muy mala actuación de inocencia. Aunque en realidad Sanemi ni siquiera necesita parecer inocente para dejar ir sus opiniones, que utilizara ese tono nada más es para molestarlos a los dos y Kyōjurō lo sabe.

"—Y aquí vamos de nuevo..." —suspiró el de ojos hetecromaticos mientras colocaba una mano en su frente. Hasta Kaburamaru parecía cansada por ver esa actitud en este momento.

Kyōjurō también está cansado y está simplemente harto de fingir que aún tiene paciencia que mostrar. Sabía que iba a ser difícil y que tendría que aguantarlo, pero de todos modos no lo soporta. No puede evitar empatizar aún más con el joven Kamado.

"—Vaya, qué descuidado de mi parte no verlo venir antes. Pero bueno, se esperaba de todos modos, Shinazugawa". —comentó con amargura dejando los palillos dentro del plato.

"—¿Tiene algo de malo que quiera cuestionarlo más de lo que tú pudiste, Rengoku? Tómalo como precaución, cumplo con nuestro deber como cazadores para proteger a la gente, tal y como tú". —y ahora se atreve a intentar usar palabras suyas en su contra. Él también cumple su deber como cazador, como pilar. Y no solo como eso.

"—Como hombre también es mi deber cuidar a quienes quiero". —respondió sin temor a recalcar lo importante que se hizo Akaza para él. Si no cuida a quienes ama entonces estaría fallando horriblemente.

"—Cierto, como es tu querido 'amiguito', tiene sentido. Pero de todos modos hay que vigilarlo aunque trate de hacerse el santo".

Esas palabras otra vez.

"—Shinazugawa".

Hasta él quiere callarlo de alguna manera. Su paciencia con las personas ya se está poniendo muy aprueba últimamente, y esta claramente no es infinita. Es imposible que lo sea para un humano.

"—Kyōjurō, tranquilo. Yo me encargo de esto. Ya me cuidas lo suficiente". —interrumpió el demonio junto a él, logrando calmarlo en el acto. Pudo ver que él seguía masticando su comida tranquilamente. Debió estar más preparado que él para esta situación al no demostrar sorpresa alguna.

Y solo una mirada bastó para hacerle saber qué hacer.

"—Entonces todo tuyo". —simplemente lo dejará en sus manos. Confía en él. Todo estará bien.

"—Hasta que al fin abres la boca. Ya creía que dejarías que Kyōjurō te defendiera como la otra vez". —dijo mientras Akaza también dejaba los palillos en el cuenco e imitaba su postura relajada.

Esa "otra vez" sigue presente tanto en sus palmas, como en la mente de ambos. Y por eso hasta el demonio cada que puede revisa sus manos a pesar de que las heridas ya estaban sanadas.

"—En caso de que no me escucharas, dije que Kyōjurō ya me cuidó mucho" —tomó la palabra mientras tronaba sus muñecas más por habito que por amenaza—. "Además, sería una pena que fueran los únicos hablando, más de un tema como este. Créeme que estoy sumamente feliz de que lo sacaran".

"—¿Impaciente por mostrar tu verdadera cara? Ya era hora de terminar ese cuento".

"—Dicho cuento jamás empezó, en primer lugar. Puedo garantizarte que nunca traté de hacerme el bueno ni con Kyōjurō, ni con tu jefe y mucho menos contigo. Jamás negué ni justifiqué mis acciones cuando servía a 'esa persona'. No tengo idea de dónde sacaste eso, pero con gusto te digo que no puedes estar más equivocado".

Sanemi parece extrañamente imperturbable ante sus palabras.

"—Sorprendente escuchar eso de alguien como tú, pero lamentablemente para ti, no puedo creerle a un demonio. Mucho menos si es un patético alfa".

Parece que cada que pueda recalcará el odio por ese subgénero. Ya es la segunda vez que deja en claro que su desagrado por Akaza florece naturalmente por ello y no necesariamente por ser de especies diferentes. No puede evitar pensar que si Akaza fuera un beta o un omega, entonces Sanemi lo trataría con menos asco, pero es inútil imaginar eso, ya que siendo realistas no le garantiza nada. Akaza seguiría siendo Akaza, también seguiría siendo demonio. Igualmente habrían asperezas que no podrían quitarse tan fácilmente. Así que Kyōjurō no puede evitar pensar que fue algo tonto de su parte pensar en algo que obviamente no importaba para nada.

"—Intenta verme como hombre o incluso como demonio, no como alfa. Parece que vas a echar espuma por la boca de la rabia que aparentemente te genera. Ya debo aguantar oírte ladrar, perrito".

Hasta él comparte su punto de lo molesto que es que le recuerde ese odio. Y tocando temas más irrelevantes para calmar su propia tensión, parece ser que efectivamente no es el único en comparar a Sanemi con un canino. Se hubiera reído de no ser porque no era el momento apropiado.

Y Shinazugawa le dejó muy claro su desagrado por el apodo. Aunque afortunadamente solo se limitó a fruncir el ceño mientras sonreía de una forma un tanto agresiva, mientras Obanai le daba una que otra mirada de aparente advertencia de que no se atreviera a explotar. Parece ser que era por eso que no había tratado de golpear a Akaza luego del "apodo".

Iguro Obanai, gracias por llevarte tan bien con Sanemi. Quién sabe cuán destrozado estaría el lugar si no fuera por ello.

"—Entonces, de hombre a hombre ¿Qué me garantiza que no trataste de manipular a todos? ¿Cómo lo demostrarás, demonio?".

"—De la manera que tú prefieras, humano. ¿Qué es lo que tienes en mente?".

Retar a la gente no es necesariamente buena idea en la mayoría de ocasiones. Menos cuando sabes que alguien está completamente en tu contra. Sabe que es producto de la imprudencia de Akaza, y también está listo para ayudarlo si la situación lo requiere. Lo habrá dejado en sus manos, pero nunca prometió dejarlo solo en esto.

Menos cuando vio la ahora claramente inusual tranquilidad de Sanemi volviendo a entrar en escena. Él puede actuar como una persona perfectamente razonable cuando se le pega la gana. Pero Kyōjurō estaba muy lejos de tomar eso como una buena señal.

"—Entonces, solo te pediré que me contestes un par de cosas. Como ya dijiste estar de acuerdo con eso, no habrá problema ¿Verdad?".

El rubio sintió como la tensión hizo presencia en el ambiente. Esto no es propio de Shinazugawa. Lo sabe. Obanai también debería saberlo al ser un amigo tan cercano del albino... por no decir que incluso era su mejor amigo.

"—¿Crees que me echaré para atrás o algo así?".

"—No lo creo, pero nunca falta precaución con gente de tu tipo".

"—Mejor empecemos con esto. Ve al punto de una vez".

Y ya no hubo demora para ir en camino a lo que el beta quería. Al rubio y al alfa de las vendas no les quedó más que mantenerse al margen, quizás estando ambos pensando en intervenir en el hipotético, pero perfectamente posible, escenario donde entren en escena algo más fuerte y letal que las palabras.

"—¿Cuál dices que fue tu motivo para unirte a los cazadores?".

La tanto típica como hasta predecible pregunta que no sabría si esa era una verdadera duda o si simplemente busca molestar a Akaza, pero lo que parece ser una muy leve pizca de malicia en su voz no lo hace sentir tranquilo. Incluso se le llegó a revolver el estómago. Una sensación muy desagradable que nada más le hizo pensar que se encontraba frente a una víbora... y eso que era Obanai quien realmente tenía una serpiente.

"—Kyōjurō. Él fue lo principal".

Y allí la respuesta que el mencionado ya estaba listo para escuchar, y que quizás otros ya estén cansados de oír. No importa cuánto fastidio cause, Akaza sonreriá y lo dirá de nuevo, tanto por gusto como para seguir molestando a los posibles aburridos.

"—¿Quires recordarme por qué él fue lo principal para eso? De alguna forma se siente como si no me quedara claro". —comentó dando pacientemente suaves golpecitos en la mesa con sus dedos, llevabando un ritmo apacible desde el impacto del meñique hasta el índice.

Si la aparente pizca de irritación o hasta impaciencia, o incluso sarcasmo, de Shinazugawa no hubiera hecho presencia en ese momento, probablemente sí lo hubiera tomado como verdadera intriga luego de escuchar tantas veces las motivaciones de Akaza. Pero viniendo de un cazador como Sanemi, el verdadero interés no es algo que realmente pudiera suceder.

"—Me enamoré".

"—Lo repites mucho, ahora que lo veo".

La nueva amargura que agraba su voz, la señal de hartazgo que cualquier ser humano presentaría luego de un tema que efectivamente puede dejar de último lugar en una lista de prioridades. El interés de Sanemi efectivamente no está en lo que pueda decirle Akaza.

"—No me molestará hacerlo las veces que sean necesarias".

"—Como digas".

Y luego de esos pequeños diálogos, simplemente pensó en que Akaza acababa de confirmar su primer punto con respecto a sus motivaciones y el aparente placer de causar fastidio. ¿Es importante mencionar esto? No, en absoluto, pero de alguna forma era que el rubio tenía que mantener sus todavía presentes nervios bajo control, distrayendose con alguna cosa por más mínima que sea. Además como estos son sus recuerdos, destacará todas las cosas que se le den en gana, pues aún sentía la tensión de esa noche aunque ya fuera una vivencia relativamente lejana.

Pero como en este momento sigue comprometiendo a terminar ese recuerdo, hay que ponerle fin a esa probablemente también innecesaria pausa.

"—¿Quieres mejor ir al punto y decir cuáles son tus otras preguntas? No eres el tipo de persona que le da muchas vueltas a las cosas ¿O me equivoco?". —apenas era su segunda conversación con el albino y aparentemente ya le había hecho un análisis. Aunque de todos modos no fuera algo difícil de inferir, era mejor seguir colocándole atención.

"—Bueno, es solo algo que, creo yo, cualquiera pensaría luego de saber que ustedes son tan cercanos, porque, eso son ¿Verdad? Independiente de cómo le llamen a lo suyo". —nuevamente se percibió un aumento en la tensión con cada palabra que salía del beta. Un intento de tono amigable, casi dulzón, nuevamente una falsa ingenuidad para hacer introducción a seguramente palabras malintencionadas.

El rubio no pudo evitar colocar sus codos en la mesa para escuchar atentamente, enlazando los dedos de sus manos frente para encontrar una manera de contener sus emociones, junto la finalidad de esconder su ahora serio rostro. Sanemi ya debió haber notado la mirada que Kyōjurō quería dirigirle, una de advertencia que probablemente no haría más que divertir al albino incluso más de lo que ya aparentaba.

"—Sí, somos cercanos". —respondió el demonio con una simpleza muy impropia de sí. Ya debió notar el sutil cambio en el ambiente.

El rubio no pudo evitar mirar de reojo al pilar del viento, completamente atento a cualquier cosa que pudiera salir de él. Sintiendo inquietud en el pecho y un no muy agradable sabor en la boca.

Sanemi simplemente tarareó, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para llegar al punto que tan ansioso parece estar de tocar.

"—Y ustdes, tengan lo que tengan, relación de pareja o aunque sea una simple amistad, dime... ¿Te crees digno de lo que tienes con él, aún siendo un asesino? ¿A cuántas personas has matado para luego enamorarte de quién pudo ser tu víctima? ¿Te sientes orgulloso de tu actuación de santo para acercarse a él y luego hasta 'unirte' a la organización?".

Kyōjurō no sabría si decir que lo más irritante fue cómo Sanemi dejó caer esa lluvia de preguntas para ver si podría sacar alguna reacción por parte de Akaza, o si incluso fue la apacible sonrisa que el albino elegió mostrarle al demonio y a él para hacerse pasar por una persona tranquila.

En el momentáneo silencio solo pudo ver como Obanai, que estaba sentado justo a su lado derecho, se tomaba el puente de la nariz mientras negaba con la cabeza. Kyōjurō no pudo evitar compadecerlo, seguramente el alfa de las vendas solo quería pasar a comer tranquilamente con él, y Sanemi le llegaba con su habitual agresividad, dejándolo tanto a él como al rubio literalmente en medio de la conversación, por la forma en la que estaban sentados. Solo tocaba aguantar esto.

"—Definitivamente estabas impaciente por decir todo eso ¿No? Te aplaudo por disimularlo tan bien, perrito". —comentó el demonio juntando sus palmas, sin dejarse afectar y colocando la misma sonrisa juguetona que lo carcteriza. Seguirle el juego a Sanemi hasta ver quién se altera primero, parece ser su mejor plan. O quizás ya se adaptó a su actitud.

"—¿Y bien? ¿Ya me vas a responder, o vas a evitar el tema? Pensé que eras buen conversador, por no llamarte boca suelta".

"—Ya que estás tan impaciente, no te hago esperar más" —dijo el demonio todavía tranquilo—. "Tengo las manos mamchadas con más sangre de la que podrías ver en tu vida, no me apena, ni me enorgullece; tampoco me justifico, ni me exculpo del porqué lo hice; creo que ya te lo había dicho. Hm, ¿Actuación de santo, solo para 'acecarme' a Kyōjurō y 'unirme' a la cofradía? ¿Qué podría ganar con eso? Tendría que limitarme a fingir que lo que hagan me interesa. Estoy con Kyōjurō, es cierto, pero sinceramente no me importa nada más, no tengo razones para buscar otra cosa; tampoco traté de hacerme el santo con él, mucho menos con tus compañeros, tu jefe y contigo evidentemente no lo intenté ni antes ni mucho menos ahora, otra cosa que dije anteriormente. Oh, y antes de que se me olvidé, "¿Si creo que soy digno de lo que tengo con Kyōjurō?" Lo más probable es que no, pero tampoco me interesa, después de todo él está aquí, conmigo; siendo consciente de mis intenciones, mis facetas, mis acciones, y eligiendo quedarse a pesar de saber lo que claramente soy. ¿Satisfecho? ¿O esperabas una actuación de inocente, como tú habías dicho antes?".

El silencio que llegó luego de sus palabras, dejó tanto al rubio, como probablemente al otro azabache, pendientes del todavía sonriente albino. El único detalle a destacar de Sanemi, a perspectiva de Kyōjurō, sería el como los párpados de Shinazugawa dejaron más descubiertos sus ojos. Podría ser una señal de sorpresa que Sanemi había tratado de controlar para no quedarse demasiado expuesto ante los presentes.

A interpretación de Kyōjurō, probablemente Shinazugawa estaba esperando que Akaza con su "actuación de inocente" tratara de hablar de su cambio de bando, quizás viniéndole con palabras como que con la oportunidad que Kyōjurō "le dio", él había elegido "mejorar", y que haría cualquier cosa para demostrarlo. Si Sanemi realmente esperaba eso, no podría estar más equivocado.

Kyōjurō no le "dio" la oportunidad a propósito, para que Akaza eligiera su bando. Los buenos ratos que pasaron, las coincidencias y que Akaza le mostrara una faceta diferente fue lo que hizo que Kyōjurō le mostrara confianza sin querer. Akaza, ese demonio no pidió, ni le dieron nada, se lo ganó.

Akaza no había "elegido mejorar", por esa "oportunidad". No, para nada, Akaza eligió hacer lo que quisiera para sencillamente acompañarlo sin que nadie los moslestara, no para demostrarle nada a nadie que no le importe. Él nunca intentó "demostrar" que quería hacer el bien para dejar su sangriento pasado atrás. El querer "hacerse el bueno" de esa manera, a perspectiva de Akaza, serían las excusas de un cobarde que quiere lavarse la mugre de sus manos para que lo "perdonen". Y Akaza no es ningún cobarde que negaría sus acciones anteriores, ya se lo demostró hace rato, y se lo acaba de decir a Sanemi.

Luego de su pequeño análisis, solo pudo escuchar el intento de una risa por parte del beta mientras que este cerraba momentáneamente sus ojos, quizás para darse un momento de nuevamente buscar palabras qué palabras decirle y ver si se daba la conversación por terminada o si aún estaba insatisfecho con las respuestas de Akaza.

"—De acuerdo, con eso supongo que todavía no tendré que cortar tu cabeza. Solo no te pases de problemático".

"El burro hablando de orejas", pudo pensar y casi, nada más casi, pudo haber dicho tanto Kyōjurō como Obanai. Su único consuelo

"—En primera, digo lo mismo, mi buen hipócrita; en seguda, ese deber no te corresponde en primer lugar" —comentó recordándole a cada presente lo que pasaría realmente, y qué él en realidad no sería el único afectado, ya que terminaría arrastrando al rubio consigo—. "Kyōjurō, termina tus fideos, se van a enfriar a este paso". —le recordó ahora colocando una mano en el hombro del rubio.

Ahora no solo la paz había vuelto a su cuerpo, el apetito también. Sus fideos afortunadamente estaban tibios, si no, probablemente ya se le hubiera amargado la noche más de lo que ya estaba. Ahora que lo piensa, ojalá que Akaza también tenga la temperatura apropiada en su plato, pues no lo había invitado a comer para que se la pasara mal. ¿Quién haría eso? A su perspectiva, un simple idiota.

"—La próxima vez que me invites a comer, más te vale no volver a hacer estas cosas. Te acepto una salida ¿Y te pones a pelear? ¿Es en serio, Sanemi?". —habló con amargura, hartazgo y una notable indignación el azabache de las vendas, y no solo él, hasta Kaburamaru se estaba moviendo con cierta agresividad hacia el albino.

"—Lo siento, ya, fue cosa de una sola vez. No volveré hacerlo". —se disculpó con su amigo mientras que sorprendentemente desviaba la mirada y hasta rascaba su cabeza por aparente señal de nerviosismo.

"—Más te vale cumplir eso, Sanemi. Si no, no vulevo a comer contigo, y además, no te disculpes solo conmigo por tu escándalo, Kyōjurō también está aquí". —ay, Obanai tan considerado con sus amistades. Definitivamente no puede apreciarlo más. Incluso le sacó una gran sonrisa mientras el sorbía sus fideos.

"—Ah, santo cielo..." —murmuró el albino lo suficientemente audible hasta para él. Rodando los ojos mientras enderezaba su postura y tomaba la faceta de lo se asemejaba a un niño regañado— "Lamento haberte incomodado de esta manera, espero que podamos estar en mejores terminos y dejar esta situación de lado lo más pronto posible".

¿Por qué de alguna manera se le hizo tierno verlo fastidiado por todavía tener la mirada de Obanai y Kaburamaru sobre él, en cada palabra de su disculpa?

"—No te preocupes. Espero que no tengamos más asperezas a partir de aquí" —respondió el rubio luego de tanto tiempo en silencio. Podrá desagradarle la impulsividad de su compañero, pero tampoco quiere tomarlo como algo muy personal, menos luego de ver el regaño que su querido amigo le brindó por impulsivo. Quizás por esa satisfacción también era que eligió perdonarlo rápido—. "Por cierto, gracias, Obanai".

"—Ni lo menciones". —habló el alfa de las vendas mientras suspiraba.

Relativamente poco tiempo después se le puso un final a esa salida, pero no a la noche. Luego de la despedida lo único que hicieron Akaza y él fue ir de regreso a la finca, esta vez sin tomarse de la mano como en el inicio de su velada. El silencio entre los dos no rozaba la incomodidad a su parecer, pero de alguna manera no pudo evitar sentir que tenía algo que comentarle al demonio.

"—¿Sucede algo, Kyōjurō?" —preguntó rompiendo el silencio del camino.

"—Creo que me atrevo a decir que sí".

"—¿Es por lo que dijo tu compañero antes? No te preocupes, me lo veía venir desde hace rato. No importa".

Cualquiera se lo hubiera visto venir, ententiende sí a él no le importa ni importará en algún momento, pero de alguna manera el rubio siente que debe, tiene que decirle algo relacionado a eso.

"—Te importe o no, de alguna manera hasta yo me siento raro. Quizás sea por el tema de que creía que tú estabas actuando".

Sí, aparentemente esa era la espina clavada que tanta molestia le estana causando molestias. No quiere creer que son demasiadas como para irritarlo tanto, pero ver a Akaza suspirar le hace sentir que quizás está transmitiendo más de lo que esperaba.

"—Pues ahora sabe que no lo hago y nunca lo hice, tú también lo sabes desde el inicio. Hacerme el bueno no tendría sentido para mí, no soy 'bueno', y no creo que me interese ser bueno si solo es para que gente que no me importa, me mire".

Está perfecto si esa es su postura, según lo que Kyōjurō puede entender, pero escucharlo hablar así solo hace que le den ganas de hacer lo siguiente: Ir, tomar su mano, enlazar sus dedos mientras caminan y decirle lo siguiente:

"—Akaza, si se trata de gente que no te importa, entonces está bien, pero te diré esto para dejar unas cosas en claro..." —dejó su frase inconclusa mientras detenía el caminar del demonio para luego llevar la mano de este cerca de su rostro— "Tú eres bueno a mis ojos por todo lo que me has mostrado. Una parte de mí no quiere que te creas tus propias palabras luego de todo lo que pasamos, ¿Entiendes?" —finalizó dejando un beso en el dorso de la mano de Akaza. La mano que aunque estuviera manchada de sangre en el pasado, es la misma que toma cada noche, la misma que lo protege y que él quiere proteger tanto en cuerpo y alma.

"—Yo... entiendo". —respondió con algo de sorpresa por la repentina acción.

"—Me alegra que lo hagas. Amo lo que eres desde que tengo la oportunidad de verlo, y esa imagen, yo siempre la consideraré buena, incluso si ya sabemos que no puede serlo en su totalidad".

Ambos están consientes de esa parte.

"—Con serlo para ti me basta y sobra, ya no te preocupes tanto. Te estoy haciendo caso con esto". —dijo aferrándose a la mano del ya más tranquilo cazador.

"—Me alegro que así sea".

Ya luego de eso, perfectamente siguieron el camino a su casa. Ahora sí, perfectamente había llegado la paz que necesitaba desde hace semanas. Paz que efectivamente aprovechó para pasar más tiempo con Akaza.

Será agradable recordar esos momentos con él. No puede evitar dejar ir una sonrisa al saber lo especial que sería su siguiente memoria.

_________________________

¡Por fin pude traer la actuacióooon! Estoy más tranquila de ver que pude traerles el capítulo aunque tomara tanto rato. Trataré de mejorar el ritmo para ponerme a escribir y quitarme los bloqueos más seguido.

Fuera de eso, espero que les haya gustado el capítulo.

Como siempre, les diré:

¿Qué les pareció?

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