26. ¿Es esta una respuesta?
Es la primera vez que escribo algo así. Por lo tanto, no me tengan en cuenta los errores o algo por el estilo. Sin más, espero que disfruten. Los leo <3
*.*
We found each other
I helped you out of a broken place
You gave me comfort
But falling for you was my mistake
I put you on top, I put you on top
I claimed you so proud and openly
And when times were rough
When times were rough
I made sure I held you close to me
*
Ni bien cerrar la puerta de su piso, se arrepintió de no quedarse un tiempo más con Miriam. Allí, sobre el sofá, descansaba una caja dorada con el símbolo de La Academia. Mismo símbolo que llevaba en su cadena.
Mordió su labio inferior y con las piernas temblándole, se sentó al lado de aquel envío. Se llevó los dedos a su boca, arrancando la piel seca de sus labios, pensando en si debía ver lo que contenía esa simple caja.
Ni una nota. Nada. Solo su nombre en letras delicadas y ese símbolo en blanco.
Respiro profundamente. Solo el sonido de los pájaros afuera decoraba aquella escena.
Negó y en un arrebato llevó sus manos temblorosas sacando la tapa que no dejaba ver el contenido.
Miles de frascos diminutos se hacían notar delante de su mirada, con una hoja de letras impresas esperando ser vista.
"Las indicaciones están en cada pote. Esperamos tu decisión.
La Asamblea"
Decisión. Una risa salió de sus labios. ¿Decisión de qué? ¿Decisión de matar a una persona? ¿Decisión de permanecer en La Academia?
Negó sin entender el punto de aquellos miembros. Todavía no lograba comprender que eran todos esos frascos con líquidos de diferentes colores. Parecían esas pociones que vio en Harry Potter una noche de películas con Raoul.
Tomó uno de esos frascos con el líquido transparente. A simple vista parecía agua, pero no. Porque al leer esas indicaciones y el verdadero fin de esos potes, entendió todo.
"Enfermedad terminal" se podía leer con letras claras e inocentes. Debajo todas las instrucciones para un uso más eficaz.
Apretó su mandíbula al leer las demás.
"Sobredosis"
"Depresión"
"Veneno"
Cada liquido con su correspondiente etiqueta e indicaciones. Colores azules, amarillos, rosas, negros desfilaban delante de sus ojos.
No pudo aguantar más. De un salto se puso de pie llevándose las manos a la cabeza mirando esa caja dorada que La Asamblea le había otorgado.
La angustia instalándose en su garganta y pecho. Los frascos delante dándole a entender que los meses se iban acortando y octubre iba a llegar pronto.
Con la furia y los dientes apretados, cerró esa caja llevándola a su dormitorio para dejarla en su placard, oculta junto a la carpeta y las cosas de La Academia, al igual que la cadena que decoraba su cuello desde su llegada a la ciudad.
-.-
No sabía qué hacer. Ya era finales de junio y su cabeza no le daba respuestas.
Su cabeza le decía una cosa, pero su corazón otra. Una dicotomía que nunca pensó que iba a pasarle. Allí, con Raoul delante mostrándole los nuevos acordes de su próximo single, no podía dejar de lado la voz de Victoria en su cabeza.
El rubio no deja de mirarlo mientras sus dedos danzan en las cuerdas de la guitarra. Disimula una sonrisa subiendo su vista para mirar los ojos mieles.
Ve como el rubio lanza un suspiro dejando la guitarra de lado y acercándose, aún más, a su lado.
Siente como las manos catalanas buscan las suyas, y sin defensa entrelaza sus dedos. Vuelve a sentir esa sensación recorriéndole la espina dorsal, ese cosquilleo que viaja desde los mechones chocolate hasta los dedos del pie.
Quiere besarlo. Quiere acortar la distancia y juntar sus labios. Desea volver a experimentar la calidez y las ganas de que no termine nunca ese momento.
Lo hace. Con la mano libre deja pequeñas caricias en la nuca contraria sintiendo la respiración profunda de Raoul. Esa respiración propia de alguien que lleva esperando demasiado ese encuentro.
No mantiene la distancia de sus labios mucho tiempo, porque no puede hacerlo. Es imposible sostener la distancia cuando son sus dedos los que acarician la piel catalana.
Presiona la nuca de Raoul hasta que sus narices se rozan suavemente. Las miradas viajan directo a los labios contrarios. El menor lame su propio labio inferior y él ya no puede seguir disimulando. No pretender prolongar la agonía y, finalmente, acaricia sus labios.
Vuelve a sentir los labios del rubio jugar con los suyos mientras es la mano de Raoul la que viaja a las mejillas de Agoney, apretando suavemente para contrastar que no es un sueño. Que Agoney lo está besando luego de la distancia y las semanas sin hablar.
Siente el hormigueo aumentar en su estómago y profundiza ese encuentro, entrando en juego su lengua siendo bien recibida por la ajena. Sonríe en medio del beso. No puede evitarlo sintiendo la risa pequeña nacer en su boca haciendo que inevitablemente sus dientes choquen.
Las pequeñas risas inundan el ambiente, al igual que el sonido de los labios juntándose luego.
Se separa con el fantasma de los labios del rubio en los suyos y de las sonrisas compartidas.
- Hola – el aliento de Raoul golpea sus labios.
La cercanía se mantiene. Sus frentes siguen juntas.
Sonríe de lado, se quedó sin palabras.
» Teníamos que disfrutar ¿verdad? - vuelve a preguntar.
Asiente dejando un pico en los labios rosas y suaves como el algodón. Se muerde la sonrisa y vuelve a juntar sus labios. Ya se volvió una necesidad la cercanía. Ya era adicto a las caricias y labios de Raoul.
La lengua del rubio, es la primera en invadir la boca contraria. Deja que su cuerpo actúe llevando sus manos a cada lado del rostro del rubio. Necesita aire, pero no quiere dejar de sentir la suavidad y calidez ajena.
Las respiraciones se vuelven mas agitadas y el calor en su cuerpo más notable. Las lenguas se encuentran y juegan por los días en los que no lo hicieron.
Las manos de Raoul viajan hacia la cadera contraria al sentir como el moreno aprisiona su cuerpo entre sus piernas, sentándose a horcadas de él. Los dedos de Agoney dejan un camino hasta subir hacia los mechones dorados y tirar de ellos al sentir las manos del rubio intensificar el agarre y juntando, aún más, sus cuerpos, haciendo que las respiraciones se vuelvan más agitadas.
El menor sonríe en medio del beso para bajar hasta el cuello justo delante de sus ojos. Nota como el moreno deja caer su cabeza a un lado para darle más acceso a la boca contraria y a la lengua que ya se recrea en los lunares que se dibujan en la piel.
Escucha sus pequeños suspiros y cómo se muerde el labio para ocultarlos. Se acerca al oído mordiendo a su paso el lóbulo haciendo que las caderas de Agoney busquen más cercanía.
- Joder Ago – susurra al sentir las caderas moverse encima suyo.
Y esta vez escucha el gemido bajito, que sale involuntario al escuchar la voz grave de Raoul en su oído y cómo su aliento le eriza la piel antes besada y mordida.
Las manos catalanas no pueden permitirse un segundo más sin tocar el culo que esta encima de él. Dejando besos en su clavícula, sus manos siguen con caricias el camino hasta rodear esa parte del cuerpo contrario que lo volvió loco desde el primer día. Siente los jadeos ajenos golpear sus mechones rubios.
El moreno coloca su mano en la nuca y presiona haciendo que Raoul levante la vista y le mire, mientras sus entrepiernas piden atención. Los ojos mieles prendidos en llamas parecen que le atraen desde abajo mientras sus labios, rojos e hinchados, parecen imanes a los cuales no puede negarse.
Se muerde el labio inferior en una sonrisa y choca nuevamente sus caderas generando que el rubio cuele sus dedos por debajo de la camisa y acaricie sus caderas. Se mueve sintiendo la entrepierna de Raoul chocar con la suya.
Las miradas conectadas, y los labios a punto de estallar por un roce.
Baja la mirada hacia los labios hinchados del catalán siendo testigo de cómo el contrario muerde su labio inferior mientras los movimientos de caderas y caricias debajo de la camisa se vuelven insoportables. Vuelve a subir la mirada encontrándose con una miel más oscura, una miel que pide a gritos acortar la distancia.
Y le da lo que quiere, porque es lo único que puede hacer.
Une sus labios sintiendo ese vacío completándose. Los dedos curiosos de Raoul suben hasta rozar con sus pezones. Gime en la boca contraria al sentir aquellos dedos catalanes jugar en aquella zona, alterando todo su organismo. Toma como prisionero el labio inferior del rubio entre sus dientes, en un intento de transmitir que necesitaba más.
Y Raoul sabe codificar aquello al instante.
Esas caricias en sus pezones se unen al choque de caderas. El dedo índice rodea esa parte de su pecho y, en el momento en el que Agoney necesita que las ropas desaparezcan, aprieta su pezón al mismo tiempo que eleva sus caderas chocando ambas entrepiernas.
Agoney cree estar en el puto cielo. O en el infierno. Le da lo mismo mientras Raoul le toque de esa manera.
Aquel movimiento se vuelve a repetir. Las caderas del menor se mueven al ritmo de la fuerza del dedo indice.
- Raoul – dice entre respiraciones agitadas.
- Mmmh – escucha aquel sonido de garganta al mismo tiempo que un nuevo choque de caderas se hace sentir.
- Necesito... - no puede ordenar una oración cuando la boca del menor juega de esa manera en el lóbulo de su oído.
- Dime – siente la sonrisa en su cuello, y sabe que el rubio está tratando de desquiciarlo.
Y lo logra. Porque su cabeza no es capaz de razonar.
- Vamos a la habitación – tira de esos mechones para conectar las miradas y volver a respirar.
- ¿A qué? - sonríe de lado y ataca sus labios en un beso con sabor a poco.
- No me jodas ahora Raoul – susurra entre sus labios.
Su entrepierna a punto de estallar y el rubio queriendo jugar. La risa del catalán inunda el ambiente y él no le ve lo gracioso a ese momento.
- A que extrañabas esto – vuelve a acercarse para terminar en un susurro muy cerca de su rostro.
- No sabes cuánto – lleva sus manos a los brazos de Raoul para dejar caricias a su paso y besa aquellos labios por última vez antes de ponerse de pie y dirigir al contrario a la habitación.
En el camino, sus brazos rodean la cadera del rubio pegando su erección al culo del menor. Escucha los pequeños gemidos contrarios afianzando ese agarre. Una vez dentro, Raoul da la vuelta y enfrenta la mirada de pantera al mismo tiempo que camina hasta que Agoney logra sentarse en la cama.
Cree estar soñando al ver a Raoul sacarse la camisa y los pantalones dejando ver la erección por debajo de la tela fina del bóxer. Sonríe alargando su brazo para atraer al cuerpo catalán hasta sentirlo sentarse sobre él.
Los labios vuelven a unirse en un beso necesitado sintiendo las manos del rubio viajando hasta su pecho para quitarle esa sudadera. Suspira al notar aquellos dedos hábiles bajar hasta la hebilla de su pantalón.
En medio del beso y la necesidad, el contrario tira de la prenda dejándolo a igual de condiciones.
La lengua de Raoul baja, lamiendo y tocando los tatuajes que recuerda.
Las erecciones separadas por solo telas, se rozan haciendo que los gemidos se vuelvan la base instrumental de ese momento. Ahora es Agoney el que posa sus manos y aprieta ese culo infernal sintiendo al contrario suspirar en su boca.
- Dios Agoney – apenas puede escuchar ese susurro.
No reprime que sus manos se cuelen por debajo de la fina tela haciendo que ese toque solo sea entre la yema de sus dedos y la piel catalana.
Ya no hay un milímetro de distancia entre ellos porque fue el rubio el responsable de pegar sus pechos al sentir las manos ajenas en su culo.
Deja de mimar los labios un segundo para morder y besar esa mandíbula que podía cortar. Su espalda choca contra las sábanas blancas en un movimiento rápido. Desde abajo, ve como Raoul se mueve en sus caderas generando más fricción en sus erecciones. Se muerde la sonrisa al ver el pelo rubio pegado en su frente y las mejillas rojas de la excitación. Desde esa perspectiva, Raoul era más hermoso y más libre.
Necesita que las telas se desvanezcan en ese encuentro. Como si le leyera la mente, el rubio se encarga de hacer desaparecer la ropa interior de ambos, produciendo que sus erecciones se encuentren sin ningún obstáculo.
Raoul baja su rostro haciendo chocar sus frentes al mismo tiempo que las caderas se mueven con desesperación.
- Me vas a matar – susurra.
- No aguanto más Ago – besa los labios ajenos – te necesito ahora.
En un movimiento rápido, invierte las posiciones, quedando el rubio debajo de su cuerpo. Se acerca a su cuello delineando con su lengua la vena que sobresalta. Muerde, besa y lame desde la mandíbula hasta la clavícula, escuchando los jadeos de Raoul de fondo. Son sus manos, las que vuelven a viajar hasta la zona que altera al contrario y no reprime que los dedos curiosos se recreen en su entrada.
Podría morir con solo sentir el gemido ahogado del catalán tan cerca de su oído. Sonríe mientras deja besos inocentes en sus pezones y vuelve a estimularle.
- Jo..joder - murmura mientras sus manos tironean los mechones oscuros.
Sus dedos dejan por un segundo de jugar con el culo del catalán y suben hasta buscar el lubricante en la mesa a un lado de ellos. Siente la mano de Raoul en la suya, ayudándole a verter liquido en los dedos canarios.
Vuelve a estimular esa zona que había abandonado segundos antes clavando la mirada en los ojos mieles. Las piernas catalanas se posan en sus caderas haciendo que su erección golpee la entrada ya estimulada.
Necesitaba demasiado ese reencuentro.
Raoul se remueve debajo de él. No puede callar los gemidos al solo verlo en ese estado. Mete un dedo y las palabras sin sentido salen de la boca ajena. Juega un poco hasta meter un segundo dedo y Raoul ya cree estar en el cielo.
Ahora es el rubio el que toma el protagonismo volviendo a quedar encima del moreno. Sintiendo el vacío en su interior.
Con la mano libre mima la erección de Agoney debajo de él viendo como el contrario cierra los ojos con fuerza y tira la cabeza hacia atrás haciendo que la almohada se haga más fina.
Le mira con los rizos desordenados por sus dedos y cómo muerde su labio inferior.
- Dios - escucha su voz bajita de dientes apretados.
Aumenta el movimiento de su mano, produciendo que los gemidos que antes intentaban no hacerse notar, ahora sean escuchados sin censura alguna.
Los ojos azabaches vuelven a conectarse con los suyos. Asienten al mismo tiempo generando que las risas reemplacen por un segundo las respiraciones agitadas. Agoney se incorpora besando los labios hinchados al mismo tiempo que se introduce en el cuerpo del rubio.
Los gritos pidiendo más cercanía y los gemidos ahogados son lo único que se escucha en esa habitación. Son las paredes las testigos de darle un lugar seguro y libre a esos dos cuerpos que se retuercen del placer, con el orgasmo a flor de piel.
El atardecer esta vez, los encuentra abrazados y con marcas en la piel por las sensaciones vividas hace minutos.
Raoul se deja caer a su lado con una sonrisa más grande que su rostro. Los ojos mieles tienen un brillo especial y aquel lunar encima de los labios resalta más que de costumbre. Ve las gotas de sudor y las mejillas de tono carmesí mientras la risa pequeña del rubio sigue iluminando el ambiente.
Deja que sus dedos se posen en el rostro catalán. Las yemas de sus dedos viajan hacia los mechones rubios apartándolos de la frente. Raoul cierra los ojos al sentir los dedos jugar en su piel, y él aprovecha este momento para rozar las pestañas rubias.
Necesita guardar en su memoria los gestos y detalles de Raoul en cada oportunidad que tiene. Por eso sus dedos acarician el entrecejo bajando por la línea de la nariz para doblar hacia las mejillas que van perdiendo su color. Se muerde la sonrisa al encontrarse con los labios hinchados y rojos. Aquellos labios que, con solo un toque, logran borrar todo sentimiento de culpabilidad y angustia.
Delinea el labio inferior y superior hasta terminar en el lunar que tantas veces besó. No puede detener sus dedos que vuelven a los labios catalanes. Raoul sonríe de lado y abre su boca para tomar como prisionero el dedo índice del moreno. Lo muerde escuchando el quejido de Agoney a su lado.
- Auch – dice una vez que su dedo es liberado de la boca contraria viajando hasta la mandíbula.
Raoul vuelve a abrir los ojos y le mira. Las palabras están en su boca, a punto de salir a la luz. Desea quedarse a vivir en ese momento. En ese estado en donde el atardecer asomándose por la ventana junto a los ojos mieles con un hilo de placer, le miran como si fuera lo único que importa. Quiere parar el tiempo viviendo por siempre con el cuerpo retorciéndose de placer y con las caricias que vienen después.
Se acerca aún más a su rostro hasta hacer rosar sus narices. No puede evitarlo, aunque las ordenes de La Asamblea aparecen como un flash en su cabeza, prefiere decirlo. El otoño esta tan cerca generando un miedo de que el rubio nunca se entere de ese sentimiento en el pecho cada vez que lo ve.
- Te quiero – cierra los ojos ante la estupidez que acaba de hacer.
Raoul llena de aire sus pulmones y se muerde la sonrisa que está a punto de hacerse visible. Por un segundo cree que sus oídos le traicionaron y que Agoney no podía hacer dicho esas dos palabras. Pero lo confirma cuando escucha la risa nerviosa del moreno y cómo niega con su cabeza haciendo que sus narices choquen.
- ¿Fue el momento? - pregunta con miedo de recibir la respuesta menos deseada.
Niega al mismo tiempo que se separa para conectar sus miradas. Sus dedos ya dejan de acariciar el rostro contrario para solo posarse en el cuello.
- Te quiero - le repite dejando un beso en los labios que antes gemían de placer - no fue el momento.
Raoul cree que va a llorar al recibir ese beso tan delicado y esas palabras susurradas como si tuviera miedo de que alguien escuche cuando son solo dos en ese piso.
Frunce la nariz y los labios al escuchar la confesión de Agoney.
- Yo también te quiero - la vergüenza se apodera de sus mejillas - y tampoco fue el momento.
Agoney intenta ocultar la sonrisa mordiendo sus labios. Es imposible. Al final, esa risa nerviosa termina saliendo a la luz. Sabe que todas esas confesiones, al final, harían todo mas difícil. Pero en ese momento, con el cuerpo catalán a su lado y sus dedos dejando huella en su piel, no le importa.
Tal vez, la decisión que tanto estaba esperando La Asamblea, la había decidido en los labios de Raoul y con la noche asomándose por la ventana.
Tal vez y solo tal vez, podría crear sus propios planes.
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