14. Sorpresa
Cierra los ojos y rie mostrando sus dientes al salir de la oficina de la discográfica. Se muerde el labio inferior al darse cuenta de la gran puerta que se abría en su camino.
Expulsa todo el aire contenido sintiendo la mirada de su abogada y de Agoney puesta en él.
Por fin lo que había soñado tantas veces, se cumplía.
Después de hablar por horas con aquellas personas de traje y leer esas hojas que desfilaban delante de él, sintió un gran peso salir de su cuerpo. A la hora de firmar aquellos papeles luego de varios encuentros en esas oficinas, la sonrisa de Agoney y el pequeño roce de su dedo menique con el de él, lo impulsó a escribir su sello en la línea final.
Cerrando todo.
Sale de ese edificio con los ojos empapados de alegría. Sonrie al notar los brazos del moreno rodeando sus hombros y juntando sus cuerpos. Cierra los ojos y se perdie en ese espacio entre el cuello y el hombro. Rodea la cadera de Agoney con sus brazos y llena sus pulmones del perfume de su representante.
Sólo fueron segundos que se sintieron eternos.
- Raoul – la voz contaría hace vibrar su pecho, separándose al instante del calor corporal canario.
» ¿Te llevo a tu casa? – pregunta dejando el fantasma de sus brazos en sus hombros.
Asiente y se dirige al coche negro de su representante con una energía nueva, propia de alguien que lleva mucho tiempo soñando hasta que un día se despierta y ve que lo que tanto imagino y pensó, lo tiene delante de sus ojos.
Agoney lo acompaña en silencio y mirando su móvil en varias ocasiones. Llegan al coche y ponen rumbo hasta su edificio.
El atardecer se asoma entre las ventanas llenando todo el ambiente de sombras rojas y violetas. Mira el perfil de Agoney dibujado con el Sol de fondo y algunas nubes lejanas en sus pupilas.
Se fija en el lunar de su rostro. Ahí donde empieza su nariz y terminan las infinitas pestañas. Esas que parecen que acarician y hacen cosquillas a esa mancha diminuta y elegante.
- ¿Tengo algo en la cara Raoulito? – la voz de Agoney lo saca de su trance.
Abre demasiado los ojos y mira nuevamente hacia el exterior, viendo a las personas saliendo de sus trabajos y caminando hasta sus casas.
Niega y quiere que lo trague la tierra.
Escucha la risa pequeña del moreno y sus mejillas ya están del mismo color que el cielo.
» Tranquilo, no muerdo.
Raoul lo duda.
Llegan hasta su edificio y suben por el ascensor en un silencio cómodo, solo interrumpido por el sonido de nuevos mensajes en el celular de Agoney.
Las puertas del ascensor se abren en el piso 4 y salen entre sonrisas asomadas en sus rostros. Agoney llega a su lado en cuestión de segundos.
Lo nota raro, un poco distraído. Pero desde aquel día en el que el moreno desapareció por un tiempo, aprendió a darle su tiempo. A dejar que hable, sólo si quiere.
Introduce la llave en la cerradura y le da vuelta. El ruido de la madera gastada lo recibe y se adentra en la oscuridad de su piso.
Suspira y en el momento en el que iba a dejar las llaves en la mesita de su derecha, la luz se prende y un grito lo sorprende.
Lleva las manos en forma de puños a su pecho por impulso. Se relaja al instante al ver a todos sus amigos saliendo de sus lugares ocultos.
Agoney está a su espalda y le susurra un delicado “sorpresa" en su oído, enviando corrientes eléctricas por sus vías sanguíneas. Desde los pies hasta su cabeza.
- Nadie te va a pegar rubio – Roi se acerca riendo a su lado tomando sus manos y dejándolas a cada costado de su cuerpo.
De un instante a otro, todos sus amigos estaban a su alrededor felicitandolo y llenandolo de abrazos y besos. No podía sentir más cariño hacia esas personas.
Las horas pasan y las pizzas y cervezas ya se están acabando.
Se sienta en el sillón con la cabeza de Belén en su hombro izquierdo y el cuerpo de un Ricky cansado a su derecha. Repasa con la mirada las personas que estaban allí.
Sonrie, se siente en paz.
- Fue idea de él – la voz un poco grave del mallorquín interrumpe sus pensamientos.
- ¿Qué?
- Fue idea de él – hace un ademán con su cabeza.
Raoul mira a donde se dirige la mirada de Ricky. Agoney estaba apoyado en una de las paredes hablando animadamente con Amaia y Mimi. Las chicas rien ampliamente mientras el canario estaba entusiasmado contando alguna anécdota.
» Agoney me contó que hoy irían a firmar con la discografica y tuvo la idea.
No podía ser posible.
Mira a Ricky buscando más respuestas a las preguntas que se acumulaban en su mente.
- Nunca lo vi venir – confiesa.
- Él lo va a negar – sonrie su amigo – pero me pareció bueno que lo sepas.
Asiente y vuelve a mirar a su representante. Sonrie y se percata del brillo que tiene en su mirada. Diferente a todos, reluciendo en esa noche fria.
Agoney le devuelve la mirada y sonríe mostrando sus paletas separadas.
» Es un buen representante – Belén habla haciéndole cosquillas en su hombro.
Sigue mirando al moreno mientras la sonrisa no se despega de su rostro. Ve como el contrario achina sus ojos y como de repente todo el ambiente se vuelve más luminoso.
- Si, lo es – confirma.
Le devuelve la sonrisa de ojos achinados. Las voces de su alrededor de pronto se vuelven murmullos. Sólo son segundos hasta que cada uno vuelve a sumergirse en las conversaciones de su alrededor.
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