Lautaro, 

¡Las cosas van muy bien por acá!

El pez sigue vivo, pronto iremos al examen de la universidad. Tu madre sigue hablando con los pájaros. Tu padre sobrevivió al ataque del cuervo falso. Aura está feliz de que yo vaya a sus partidos de tenis. A Jonás no le ha agradado que le diera su número de teléfono a la amiga de Nina, pero no es algo que me preocupe.

Y Nina. Sonríe más. Habla más.

Me sonríe más. Me habla más.

A veces, entre las clases, gira hacia atrás, solo para verte. Verme.

Verme a mí, Lautaro.

Tú huiste de esto. 

A veces me gustaría que el reloj se detuviera así como en el infierno. Podría hacer unos arreglos para ello. ¿Por cuánto tiempo era nuestro trato? ¿Un año? Lautaro, voy entendiendo la expresión de que el tiempo vuela. No es, precisamente, un reloj con alas.

Si me quedara aquí. Si me quedara aquí para siempre, amigo mío, me temo que nunca te darías cuenta.

Allá abajo, en la oscuridad, un minuto nunca acaba.

De seguro sientes como si hubieras llegado solo ayer.

Pero está bien porque tú huiste de esto. 

Y ahora yo alimentaré tu pez y viviré por ti. Miraré a tu madre hablarle a los cuervos falsos que yo le traiga. Escucharé el silencio de tu padre que yo le provocaré. Comeré emparedados de mermelada con Aura. Jonás seguirá abrazándome como si fuéramos hermanos. Nina me escribirá a mí y nunca más a ti. 

¿Todavía confías en mí, Lautaro?

No huyas de los cuervos.

-Atentamente, Lautaro falso.