quince
Lautaro, creo que tu cuerpo está enfermo.
No voy a ir a la universidad.
Y se atrevió a decirlo con una voz tranquila. No con la de siempre, donde me reclama. No. Nina estaba segura. Pese a ello, tomó las hojas que le había guardado con mucha delicadeza, como si fueran un tesoro curioso. No la entendí, porque yo deseché todas de inmediato.
Le dije que estudiarías artes.
Esperaba un par de reacciones. Triste, como la de tu madre. Burlona, como la de Aura. Enojada, como la de tu padre. Emocionada, como la de Jonas.
Nina me sonrió feliz.
Sentí como si me partieran por dentro.
Era claro. Nina ya lo sabía.
¿Habías decidido antes? ¿Lo habías hablado con ella? No lo creo. Odias a Nina. Imposible que tus labios se lo hubieran dicho.
Tenías razón, Nina es un monstruo. El de la peor clase. Me ha hecho algo. Dijo que no me espantara, lo cual, por supuesto, me espantó aún más. Mis entrañas comenzaron a sentirse curiosas, el aire dolía, el corazón estaba trepando por la garganta. Mientras yo me moría, Nina estaba tranquila.
¿Te digo un secreto?
Era como si el mundo desapareciera. No recuerdo la clase. No recuerdo las figuras de la pizarra. No recuerdo que hubiera ninguna otra voz mientras ella me hablaba. Tu cuerpo inútil dejó de moverse. Tuve miedo de que si se acercaba un poco más, solo un poco más, iba a poder robar tu corazón.
Se presumía tan lejos ella, pero la tenía tan cerca.
Y esperé.
Pero Nina no me dijo nada.
Volvió a sonreír y se giró de vuelta a su asiento. Como si no me hubiera roto por dentro. Como si no escuchara lo molesto que es tu palpitar. Como si no le importara nada de ello. Solo volvió a verme para regresarme tu cuaderno lleno con su caligrafía extraña.
Me siento mal. Cada que escribo su nombre la recuerdo, y cada que la recuerdo tengo ganas de sacarte el corazón para que deje de hacer tanto ruido.
Tanto sufrimiento y ningún secreto. Mejor así. Seguro que era una trampa. No podía ser otra cosa. Es que no hay otra explicación alguna para que tu cuerpo se haya espantado de esta manera.
Si llego a morirme, será tu culpa. Me has dejado tareas sumamente complicadas. La universidad, tu escuela, tu familia... El pez. ¿Le pasa algo si no le doy de comer un día? Por un par de días no creo que pase nada.
Y Nina.
Tengo miedo de que estas sensaciones te pertenezcan solo a ti y a tu cuerpo.
Porque quiero que sean mías.
¿Ya comió de ti el cuervo que se hace el muerto?
-Atentamente: Lautaro falso.
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