ocho
Lautaro, hoy llegó Jonás.
Estoy seguro de que te lo había mencionado en otra carta.
Supe que llegó porque todos lo repetían.
Llegó Jonás.
En alguna de esas repeticiones encontré a Nina observándome. Como si esperara una respuesta. Yo solo estaba harto de que repitieran su nombre como si fuera una especie de salvador.
Jonás volvió. Jonás salió en la televisión. Jonás ganó. Jonás irá a las nacionales. Jonás es grande.
¿Eso decían de ti también, Lautaro?
¿Repetían y repetían tu nombre hasta que se sentía vacío?
Cuando menos lo esperé, Jonás estaba frente a mí. Supuse que era él porque nadie más se había presentado de tal manera y porque no era un rostro que hubiera visto antes.
Es diferente a ti. Jonás causa una impresión de ser alguien... Bueno.
Tú luces extraño y corrupto. (Lo escribo para no dejarte con la duda).
Pero Jonás también es peligroso.
Al siguiente segundo de su aparición me tenía atrapado entre sus brazos. Sentí que me estrangulaba y tu cuerpo no reaccionaba. Este parecía tenerle confianza. Muy mala decisión si me dejas comentar, Jonás podría estrangularte si se lo propone.
Lo peor no fue eso.
¿Cómo estás?
Lautaro, a ti nunca nadie te pregunta eso.
Y aunque no tuviera sentido. Le contesté en el infierno, porque parece un buen chico y tengo la impresión de que, si pudieras, le dirías que estás allá.
No dejes que te abracen los cuervos.
-Atentamente: Lautaro falso.
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