diez
Lautaro, has dejado mucho aquí.
Sensaciones que no reconozco me golpean inesperadamente. Te he mencionado la de querer correr a todas partes. Pero hay otras más curiosas. Te las enumero:
1 - Náusea ante los mangos.
2 - Fascinación hacia los árboles.
3 - Miedo a tu padre.
4 - (Guardo esta para después).
Hoy Aura no fue a la escuela, así que tocó estar a solas con tu padre en el auto. Tu cuerpo estaba tieso. Cada movimiento dolía.
¿Qué quieres hacer?
Fui honesto. Le dije que no sabía. Empezó a hablar de cirugías y terapias. Doctores. Rehabilitaciones. Exámenes. Becas. Universidades (por supuesto, recordé mi segundo encargo). Trabajos.
Con cada palabra de él sentía un vacío extraño en el estómago. La manija de la puerta del asiento del auto se veía tan apetitosa. Pero no sé si tengo tu permiso de saltar de un auto a toda velocidad. Tampoco soy muy consciente de lo que le ocurra a tu cuerpo después de eso...
También habló de Nina.
No entrará en el equipo.
Perdón, Lautaro, no soporto escuchar a tu padre.
Me encargaré de que su vida sea un infierno.
Y sonreí porque tú ya estás ahí.
¿Cómo te va?
No te olvides de cerrar las jaulas de los cuervos, Lautaro. Son como tú. De repente quieren escaparse.
-Atentamente: Lautaro falso.
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