8h 28m 35s
No hay tiempo aquí. No sé cuántos días han pasado. No hay sol que pueda morir por el horizonte. De repente. De repente pienso que no ha pasado ni uno solo. Me viene el pensamiento cuando estoy con los cuervos y les miro los ojos. Y no sé si para ellos es igual. A veces les platico de las cosas allá arriba. De lo mucho que volarían. De lo bello que les parecería el cielo. Azul. Azul. ¿Por qué me parecía tan muerto?
Los gritos. No me acostumbro a los gritos. El sonido de las entrañas desprendiéndose de sus dueños no me molesta tanto como los gritos. No dejo de escucharlos. Intento cerrar los ojos, someterme a un sueño, no puedo. Ahí están. Siempre.
Entonces lo entendí: El demonio nunca soñaba.
No podía.
Ahora que me tiene
¿Tú crees que sueñe?
Lo siento. También te escribí en aquel entonces. Todos los días. Pero nunca llegaron a ti. Lo siento, Nina.
-Lautaro.
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