Capítulo 7
El día siete Lauren despertó con un terrible malhumor, lo cual me hizo saber que ella también había recibido la odiada visita.
Digamos que ser dos chicas de mal humor era terrible, así que discutíamos por todo y nos disculpábamos de forma muy estúpida.
En el momento era irritante. Ahora que lo recuerdo me parece gracioso.
— ¡¿Por qué me miras?! —Pregunté con alteración. Me parecía bastante molesto que me observara detenidamente mientras intentaba comer aquella fea papilla que nos sirvieron esa mañana.
— ¡¿Acaso ya no puedo hacerlo, Camila?! —Ella estaba mucho más alterada que yo.
— ¡Claro que sí! ¡Pero no cuando me como esta horrible papilla! ¡Me intimidas!
— ¡¿Qué quieres que mire?! ¡¿Los pechos de Dinah?!
Ese había sido un golpe bajo.
— Si quieres —Accedí con total seriedad—, pero, en cuanto lo hagas, te olvidas de tener sexo conmigo.
Ella jugaba sucio. Yo era peor.
— ¿Pueden dejar de discutir? —Preguntó Ally pacíficamente. Era la única que parecía disfrutar de aquella papilla con olor a pies y sabor a tierra—... Es incómodo.
— No te metas en esto —Pidió Lauren con total seriedad.
— No le hables así a la enana —Esa fue Dinah—, o juro que te las verás con mis manos...
— A ella le encantaría vérsela con tus manos —Murmuré mientras me cruzaba de brazos. Puede que suene estúpido ahora mismo, pero en ese momento estaba increíblemente enojada con ella—... Claro, como mis dedos son del tamaño normal...
— ¿Pueden dejar de...? —De nuevo era Ally.
— ¡Cállate! —Dijimos las dos.
— Te odio —Recuerdo haberle dicho a Lauren.
Pero la verdad es que la amaba tanto que mi corazón amenazaba con estallar cada vez que la miraba.
— No quiero que vuelvas a hablarme —Murmuró antes de levantarse junto con su plato y marcharse a la habitación vacía.
— Bien —Acepté.
— Bien.
— Bien.
— Bien.
— Bien.
— ¡Lárgate ya!
— ¡No! —Se negó mientras regresaba, dejaba su plato en el suelo y se abrazaba a mi cintura con tantas fuerzas como podía—. Perdón, Camz. Te amo —Susurró mientras escondía su rostro en mi vientre para luego suspirar.
— Yo también te amo —Correspondí con una sonrisa mientras reacomodaba su cabello.
— Eso ha sido tan raro que le han quitado el habla a Normani —Su burló Dinah.
Puede que fuera un comentario bastante cruel, pero incluso Mani rio ante esto.
— Este desayuno es horrible —Se quejó Lauren.
— Puedes dármelo si quieres —Ofreció Ally.
Yo estaba loca, pero Ally era demente.
— ¡¿Estás loca?! ¡¿No quieres que desayune?! —Exclamó Lauren con indignación.
— Era solo una sugerencia —Murmuró encogiéndose en hombros.
— Está bien, lo acepto. Comete lo que queda.
De inmediato me sentí mal al ver que ella le daba su comida a alguien más. Puede que no fuera muy grave, pues terminarían alimentándonos de nuevo a la hora del almuerzo, pero que lo hiciera me recordó a una terrible época que jamás habría deseado volver a vivir.
Fue tres meses después de que el Virus Letal apareciera.
El gobierno ya había hecho un plan de acción para evitar la propagación, y todos debían cumplirlo al pie de la letra.
Decretaron toque de queda luego de las cinco y media de la tarde, nos asignaron trabajos, bloquearon las fronteras y nos dieron tarjetas de alimentación.
Todo era un completo caos.
Lauren y yo compartíamos departamento en ese momento, pues antes de que la plaga se esparciera íbamos a la universidad. Ella estudiaba Bellas Artes, y yo Literatura.
Al principio la comida que nos daban era increíblemente escaza, pero yo no lo noté hasta un mes después.
Recuerdo que en la mañana habíamos ido a buscar las provisiones, llegando al departamento con solo pan y agua embotellada. Lauren me pidió que fuera a dormir, pues nos habíamos levantado muy temprano para encontrar la mejor comida.
Yo siempre le hacía caso y no me despertaba hasta que ella me llevaba la comida a la cama. La mayoría del tiempo ya había comido o le quedaba solo una mitad.
Esa vez, no sé por qué, me desperté antes de que Lauren llegara a mi lado.
Fui a la cocina, pues mi estómago comenzara a gruñir, y me encontré con la escena más dolorosa del mundo.
Lauren estaba sacando las hogazas de pan de su bolsa para colocarlas en mi plato mientras bebía su agua embotellada con desesperación, y supe que aquello sería lo único que tendría su estómago por ese día, pues no la vi probar ni un poco de pan.
No le dije nada en ese momento, pero tuve un plan.
Volví a la habitación y fingí estar dormida hasta que ella llegó.
— Hora de despertar, Camz —Susurró recostándose a mi lado y dejando un tierno beso en mi cuello.
Yo suspiré e intenté fingir que acababa de levantarme mientras me daba vuelta y enterraba mi rostro en sus pechos.
— Estoy muy cómoda aquí —Recuerdo haber murmurado con una sonrisa.
— Amor, tienes que comer...
"Tú también" Deseé decirle, pero me mordí al lengua.
Me senté lentamente y apoyé mi cabeza en su hombro, suspirando.
— Nos han dado panes —Me comentó mientras me acercaba el plato.
Incluso con las dos raciones juntas podía notar que aquello era muy poco.
— Encontré algo de queso en el refrigerador —Me notificó, y casi podía escucharla apenada. Era como si quisiera darme más de lo que podía. Era como si quisiera darme la mejor de las vidas y se entristeciera porque se le hacía completamente imposible—. No es mucho, pero...
No la dejé terminar.
Simplemente abracé su cuello y besé su mejilla con los ojos humedecidos, pensando en cuantas veces habría dejado de comer para darme un poco más, en cuantas veces habría sentido hambre y no me había dicho, en cuantas veces su estómago solo se había llenado con menos de medio litro de agua.
— Tú eres todo lo que necesito —Le susurré antes de dejar un suave beso en su cuello, seguido por uno en su mejilla.
Ella simplemente rodeó mis hombros con su brazo y acarició mi mejilla.
Supe que estaba sonriendo.
— Ahora come... —Murmuró a mi oído.
Yo solo tomé mi trozo de pan y lo mordí lentamente, sintiendo a Lauren suspirar en mi cuello.
Jamás supe si lo hizo por alivio o por hambre.
Fue entonces, justo cuando terminé la mitad del trozo de pan que realmente era mío, que dije:
— No tengo hambre. Tal vez comí mucho en la cena —La verdad es que mi estómago aun rugía, pues no había dado más de cinco mordiscos, pero valía la pena—. Cómelo tú...
— Pero... —Intentó protestar ella.
— Por favor. Si lo guardamos se dañará y... Realmente no creo poder comer más.
Ella solamente suspiró y tomó la mitad de mi trozo de pan. Se la di porque pensé que regalarle un poco de mi ración en ese momento era una buena forma de empezar a pagar mi deuda con ella.
Supe que se estaba conteniendo al llevarse el pan a la boca con tanta lentitud, y en cuanto dio la primera mordida un enorme suspiró escapó de sus labios.
Intentó controlarse, pude darme cuenta, pero se comió aquellas rebanadas de pan con tanta rapidez que pensé que los había arrojado por la ventana.
Pasaron varios días así.
Yo dejaba una parte de mi comida y ella se comía lo que quedaba. A veces no podía soportarlo y me comía mi ración entera, pero jamás tocaba la de Lauren.
A veces ella intentaba persuadirme para que diera algunas mordidas a su comida, pero yo me negaba.
Y, un día, me lo preguntó:
— Lo sabes ¿Cierto?
Ese día estábamos desayunando cereales y medio vaso de leche.
No era mucho, pero si lo suficiente.
— ¿Qué cosa? —No lo comprendía.
— Que coloco mi comida en tu plato...
Pensé que me reclamaría o gritaría, pero en cuanto asentí ella solo me abrazó.
— ¿Desde hace cuánto lo sabías?
No lo recordaba, pero le dije que dos semanas.
Era lo que estimaba.
— ¿Por qué no me lo dijiste en cuanto te diste cuenta?
— Porque pensé que te haría sentir mal, así que preferí aceptar tu sacrificio para sacrificarme yo también.
Ella suspiró contra mi cuello y besó mi mejilla antes de decir.
— Te mereces algo mejor que esto —Me dijo con tristeza.
Yo solo tomé sus mejillas entre mis manos y la obligué a mirarme con sus ojos verdes, en los cuales siempre lograba perderme.
— Deja de decir eso —Recuerdo haberle pedido—. Preferiría no tener nada pero estar a tu lado antes que tener todo y perderte.
— Pero...
— Nada de peros —La callé mientras le daba un corto beso en los labios, buscando reconfortarla—.Tu presencia es lo único que necesito, Jauregui, y si te atreves a contradecirme voy a hacerte el amor hasta que te quede claro.
— Eso solo me incita a contradecirte —Murmuró con picardía mientras dirigía sus labios a mi cuello y comenzaba a mordisquearlo.
Y nos olvidamos del desayuno, del virus y de los vecinos, e hicimos el amor tantas veces que no pudimos movernos hasta la mañana siguiente.
... Una leve voz me llevó de vuelta al presente.
— Mila... ¿Estás bien, Mila?
Parpadeé rápidamente, encontrándome con todas mis amigas y mi novia mirándome con preocupación.
Yo solo asentí, aun sintiéndome invadida por el recuerdo.
— Está algo tocada —Dijo Dinah después de un buen tiempo en el que me mantuve sin decir nada.
Todas reímos junto a ella, pero mi carcajada fue a medias.
— ¿Qué sucedió? —Preguntó Lauren a mi oído.
Ella podía notar mis cambios de humor a kilómetros de distancia.
Ella me conocía mejor de lo que yo lo hacía.
Le hablé del recuerdo que tuve, y, aunque intenté que las demás no me escucharan, lo hicieron.
— No voy a saltarme todas las comidas, Camz —Me tranquilizó—... ¿Recuerdas lo que dije ayer? ¿Eso sobre "vivir de verdad"?... Voy a hacerlo.
Yo solo me abracé a ella, pensando en que ella daría la vida por mí si yo lo necesitara.
— Comeré cuando quiera, y dormiré cuando quiera. Gritaré, lloraré y reiré... Seré libre en medio de este encierro.
Puede que me preocupara esa obsesión que Lauren tenía por darme lo mejor, pero yo era idéntica, pues en ese momento deseé regalarle una pradera infinita para que fuera tan libre y feliz como lo quisiera.
... Las siguientes horas fueron bastante divertidas.
Saltamos sobre el sofá, hicimos un karaoke improvisado, nos perseguimos por todo el lugar, fingimos ser una famosa banda de chicas a la que llamamos Fifth Harmony e incluso permitimos que Ally nos hablara sobre Dios y lo que esperaba encontrar más allá de la muerte.
Supongo que fue un poco alentador pensar que habría algo después de todo ese sufrimiento que estábamos viviendo.
Troy y Tyler fueron a visitar a Ally a las tres de la tarde.
Dinah, Normani, Lauren y yo la acompañamos porque no teníamos nada más que hacer, y, al seguir la filosofía de mi novia, éramos libres de estar donde quisiéramos.
— ¡Hola, Ty! —Dijo Lauren antes de acercar su mano al vidrio que nos separaba de los chicos y esperar a que el pequeño la chocara con una sonrisa.
— Lamento esto —Dijo Ally a su esposo con una enorme sonrisa—. Están algo locas hoy...
— ¡Tyler Ogletree! —Interrumpió Dinah más alto de lo normal— ¿Ya te aprendiste todos los nombres de la tía Dinah?
El pequeño simplemente asintió, mostrándonos una sonrisa idéntica a la de su madre.
— Dilo —Lo alentó mi mejor amiga.
— ¡Nina! —Gritó el pequeño mientras aplaudía y reía a carcajadas.
Mi mejor amiga solo se cruzó de brazos y le miró con una ceja alzada mientras intentaba contener su risa.
— No es suficiente. Papá necesita trabajar contigo —Concluyó.
La siguiente hora fue bastante entretenida.
Jugamos junto al pequeño Tyler a algo sin sentido, cantamos nuestras viejas canciones favoritas, bailamos, reímos e incluso discutí con Lauren un par de veces.
La primera fue porque ella estaba demasiado cerca de mí.
La segunda porque estaba demasiado lejos.
— Hoy me llegó una carta —Informó Troy a Ally mientras intentaba dormir a Tyler, quien se reía de las locuras que Dinah y Normani hacían—... Me han reubicado. Ahora trabajaré en el centro comercial, así que podré llevarme a Tyler... Y nos darán ración doble todos los días.
Mi pequeña amiga suspiró con tristeza.
— Eso quiere decir que ya me dan por muerta —Dijo con cierta melancolía mientras se abrazaba a sí misma.
Lauren de inmediato fue a darle consuelo con uno de esos abrazos que podían unir todas las piezas rotas de su alma.
— Tú aun no estás muerta —La reconfortó Troy mientras acariciaba el cristal justo en el lugar donde se reflejaba el rostro de su esposa—... Tyler y yo lo sabemos, y aún tenemos esperanzas... Él y yo rezamos por ustedes todas las noches.
Me pareció un gesto increíblemente tierno de su parte.
Me imaginé a Troy y al pequeño Tyler recostados en la pequeña cama del niño mientras hacían una oración. Me los imaginé con sus manos unidas y con el corazón lleno de esperanza. Me los imaginé soñando con un futuro junto a Ally.
Y deseé tener tan solo una pequeña cantidad de la esperanza que Troy y el pequeño Tylerposeían.
— Yo rezo por ustedes también —Murmuró Ally mientras mi novia aún se abrazaba a su cintura—. Y pido todo el tiempo para poder verlos un día más...
No pude resistirme y también abracé a mi pequeña amiga, no sé si para darle consuelo o para buscar el mío.
De inmediato sentí su respiración acelerada.
Supe de inmediato que se esforzaba por no llorar y, en cuando miré los verdes ojos de mi novia, supe que ella hacía lo mismo.
— Los amo... A ambos —Murmuró Ally.
— Yo también te amo —Correspondió Troy con una melancólica sonrisa.
Puede que aquel fuera un momento demasiado íntimo que las chicas y yo no debimos presenciar, pero estábamos viviendo, y vivir es hacer cosas incorrectas de vez en cuando.
— Dile a mami que la amas, Ty —Susurró Troy al oído de su hijo antes de besarlo.
— Te amo —Dijo con una enorme sonrisa.
Puede que fueran solo dos palabras, pero las escuché como las más sinceras, hermosas y conmovedoras del planeta.
Y todo comenzó a caerse...
Lauren, Ally y yo tosimos justo al mismo tiempo. Fue tan sincronizado que pareció una terrible broma planeada.
De inmediato Normani y Dinah, quienes habían estado conversando en una esquina, se voltearon a mirarnos.
Troy también nos miró, y en sus ojos vi más terror que nunca.
Lo primero en lo que me fijé fue en mi mano.
No había absolutamente nada... Ni una mancha de sangre ni otra cosa que pudiera ser sospechosa.
Aun así, no me relajé.
A la siguiente que miré fue a Lauren, quien me mostró su mano mientras suspiraba al yo enseñarle la mía.
Mi corazón se aceleró.
No había nada en la palma de su mano.
Fue entonces cuando escuché un sollozo y luego otro, y supe de quien se trataba antes de voltearme a mirarla.
Ally dio la vuelta a su mano, y en su palma vi una gota tan pequeña de sangre que podría haber sido la tinta de una lapicera.
Pero allí no había lapiceras.
La primera en correr a abrazarla fue Normani, luego Dinah, y finalmente Lauren y yo.
Ella lloró en nuestros brazos, y nosotras en los de ella.
Creo que Troy se fue en cuando se dio cuenta de lo que sucedía, pero no estoy segura.
Lo único que podía hacer en ese momento era sujetar a mi pequeña amiga en medio de mis brazos, como si de esta forma no fuera a perderla.
... Ese día empecé a decir adiós.
Historia escrita por: @LoreFtAlly
Recuerden que pueden dar su opinión de la historia en twitter usando #VirusLetalCamren.
Gracias por leer.
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