Capítulo 16
El día dieciséis fue de esos días en los que solo tienes un buen pequeño momento, pero ese te basta para hacerte sonreír hasta recostarte de nuevo y soñar con flores, dragones, unicornios y banderas gays.
Recuerdo que le dije a Lauren que no quería desayunar, así que me dejó dormir cinco minutos más.
Cinco minutos más que significaron cinco horas...
— Amor, creo que ya es suficiente... —Me dijo Lauren mientras interrumpía el hermoso sueño que había tenido de nosotras paseando por una pradera de dulces.
Recuerdo bien el sueño porque mi esposa estaba desnuda en él.
— Te odio —Murmuré. Solo quería seguir en esa pradera, y ella no me lo permitía.
— No. Tú me amas.
— Cierto, pero aun así estoy enojada contigo.
Me di media vuelta y me cubrí con las sabanas hasta la cabeza. Puede que ya no estuviera soñando, pero quería inventar un final bonito para él.
... Y con final bonito me refiero a Lauren y yo haciendo el amor sobre un árbol de algodón de azúcar.
— Amor, por favor... —Insistía ella al intentar quitarme las sábanas con una risita. Yo las sostenía en su lugar y me quejaba.
La cama era tan cómoda que no quería levantarme de allí hasta el día de mi muerte.
... Gracioso ¿No lo creen?
¿Quien pensaría que ese día estaba cerca?
— Está bien, Karla. Me rindo.
Ella solo me llamaba Karla cuando la frustraba, así que me reí bajo las sábanas.
—... Supongo que le diré a Dinah que se coma tu banana.
No me faltó escuchar más, pues antes de que Lauren pudiera darse cuenta había salido de la cama y estaba corriendo en dirección al salón.
De inmediato me senté en el sofá y observé el único almuerzo sin probar que allí estaba.
Nos habían dado carne con vegetales, y también frutas de distinto tipo para cada una. Es raro, pues no nos habían dado nada de eso hasta ese día.
— Y se dice plátano, idiota —Corregí a mi esposa, quien llegó al salón con una sonrisa en el rostro. Se sentó a mi lado y besó mi mejilla sin decir nada.
Es curioso, pero esta simple acción hizo que mi corazón latiera como loco.
— ¿Por qué nos han dado esto? —Logré preguntar mientras devoraba el almuerzo. Sabía que Lauren no me permitiría comer aquella banana hasta haberlo terminado todo, así que había puesto manos a la obra para lograrlo.
— No lo sé. Solo disfrútalo —Contestó Dinah—... Sabes que no suelen hacerlo.
Asentí y seguí comiendo.
Hablamos de cosas estúpidas mientras me alimentaba y, al terminar de comer mi banana, Lauren comenzó a buscar algo a su lado.
Me sorprendí al ver un tazón de fresas entre sus manos, y una tímida sonrisa en su rostro.
— No creí que pudiera comérmelas todas, así que decidí esperarte para que lo hiciéramos juntas.
De inmediato me abracé a su cuello.
Ella era tan tierna. Tan generosa... Me amaba tanto que me ofrecía la mitad de sus fresas sin yo haberle regalado ni un mordisco de mi banana.
Me amaba tanto que incluso yo me preguntaba si aquello que estaba viviendo era real.
— No tenías que...
— Ya te lo dije. No creo que pueda con todas.
Acepté el gesto, pues sabía que no había forma de que ella cambiara de opinión.
— Ustedes son tan tiernas que me hacen querer vomitar arcoíris —Murmuró Dinah mientras Lauren colocaba una fresa en mi boca con una tierna sonrisa.
— Cállate, Dinah Jane —Le ordenó mi esposa con molestia.
¿Por qué siempre tenían que arruinarnos los jodidos tiernos momentos?
— No tienes ninguna autoridad sobre mí, Laurenza Jauregay —Dijo mi mejor amiga con seriedad antes de cruzarse de brazos.
— Que no la llames Laurenza Jauregay... —Recordé a mi amiga con ira.
— ¡Awww! ¡Mira, Mani! ¡Mila está defendiendo a su mujer!
Giré el rostro para que nadie pudiera ver la sonrisa que había aparecido en mi rostro.
Lauren era mi mujer.
Mía.
De nadie más.
Solo pasaron algunos minutos para que mi mejor amiga volviera a hablar.
— ¿Necesitan espacio? Mani y yo podemos irnos. Sabemos que siguen en su "luna de miel" y que los gemidos de anoche no fueron suficiente...
Sin permitirnos negarnos ante su oferta de marcharse, Dinah y Normani se levantaron del sofá y se dirigieron a sus respectivas habitaciones, pero justo cuando iban a abrir las puertas la voz de Lauren se escuchó.
— Camila y yo no hicimos el amor anoche...
Tenía razón.
Cuando fuimos a la habitación habíamos estado tan agotadas que no nos había dado tiempo ni de intercambiar un último beso de buenas noches.
Dinah se detuvo en seco, pero Normani entró a la habitación como si aquello no le importara.
Luego de esto mi mejor amiga se dio media vuelta, y tenía una expresión de horror en el rostro.
— No puedo creerlo —Susurró con terror—... ¡Soñé con ustedes teniendo sexo! ¡Qué asco! —Exclamó antes de entrar a su habitación.
Pero una vez que entró a su habitación escuché sus risas, y eso solo me llevó a pensar que Dinah amaba soñar con nosotras teniendo sexo.
¿Quién no, en realidad?
Fue entonces cuando los sucesos de la noche anterior llegaron a mi mente de repente.
— ¿Pasa algo? —Me preguntó a Lauren.
Dirigí mi mirada a su rostro y acaricié sus mejillas.
No le conté lo sucedido con el hombre de blanco ese día. Tampoco los siguientes.
Quería creer que aquello era un pequeño secreto entre el hombre de blanco y yo.
— Nada. Es solo que —Suspiré y me llevé una fresa a la boca. Necesitaba tiempo para pensar en una buena excusa—... Estoy pensando en que deberíamos hacer realidad el sueño de Dinah.
Ella no esperó más, pues de inmediato tomó mis mejillas entre sus manos y unió nuestros labios.
Estábamos ya a mitad de nuestra segunda ronda cuando escuché la puerta de la habitación de Mani abrirse.
Ambas gruñimos en modo de frustración, y con brusquedad Lauren alejó su boca de la parte interior de mis muslos.
— Mani, te amo, pero ¿no pudiste encontrar mejor momento para interrumpir? —Esa fue Lauren, quien tenía la respiración agitada, el rostro enrojecido y el cabello despeinado.
Nuestra amiga tenía los ojos muy abiertos, y solo se encogió en hombros ante la pregunta de mi esposa.
Fue entonces cuando Dinah también salió de la habitación, y no pude sentirme más avergonzada.
Atraje el cuerpo de Lauren hacia el mío para que ambas nos cubriéramos, pues la ropa estaba demasiado lejos como para ir a buscarla. Lauren solo rió y besó mi cuello, lo que me hizo temblar.
¡¿Acaso la muy estúpida no entendía que aún continuaba increíblemente sensible a causa de lo que estábamos haciendo antes de que nos interrumpieran?!
¿Con que clase de idiota caliente me casé?
— ¿En qué posición estaban? —Fue lo primero que le preguntó Dinah a Mani con bastante interés, a lo que ella hizo un gesto con la mano que comprendí bien— ¡Vaya, Lauren! ¿Es esa la razón por la cual no te comiste tus fresas esta mañana? ¿Querías un postre distinto?
— Dinah, por favor... —Supliqué.
Ya tenía demasiado con un momento interrumpido, el cuerpo desnudo de Lauren presionado contra el mío y la humillación.
— Vale. Está bien —Aceptó con una sonrisa—... ¿Quieres venir a mi habitación, Mani? —Le preguntó a mi amiga, quien seguía completamente paralizada— Descubrí que puedo hacer una perfecta imitación de... ¡Mani! ¡¿Me estás escuchando?!
Ella negó.
— Además de muda la han idiotizado. Así se hace chicas...
Y con un enojo fingido sujetó la mano de Mani y la condujo hasta su habitación.
En cuanto la puerta se cerró comencé a escuchar risas, así que yo reí también.
Ese día no pasó nada más que deba ser contado a fondo. Solo hice el amor con Lauren, comí y dormí.
Pero hay algo en este día que, al recordarlo, hace que una sonrisa se dibuje en mi cara.
No lo sé. A veces pienso que las humillaciones, los errores, los fracasos y todas esas cosas negativas son las que más se recuerdan, pero solo por dos simples razones:
La primera razón es para aprender. La segunda es para reírse de ellas.
Tal vez necesiten ir a comprar pañuelos. Se aproxima algo grande...
Por cierto, deberían decirle al vendedor que están leyendo esta historia. ¿Quién sabe? Puede que los entienda y les venda las cajas al 2x1.
-Lore-
PD: Tengan un bonito día y ríanse de las cosas más estúpidas. No saben cuándo pueden dejar de hacerlo... Solo digo.
PD2: Lo que dije arriba también puede traducirse en que deben prepararse para los próximos capítulos.
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