Soberbia
Louis observa pasmado al rubio de larguísima melena, ese que porta toda clase de joyas y hasta una corona de rey, pero su blanquecino y bien definido cuerpo va completamente expuesto sin ningún tipo de pudor. Camina con la frente en alto, destila arrogancia, luego de apropiarse de nuevas preseas.
La belleza innata de Stéfanos acapara las miradas y él sonríe con suficiencia «Sí, lo sé, soy hermoso», es el único pensamiento que le nubla la mente mientras continúa su recorrido para saciar la inefable sed de oro que le ataña, pero la miel de su mirada se cruza con el asombro del gris y una nueva molestia se apodera de su ser, esta vez, al ver a su amado caminar de la mano con ese miserable ser tan repugnante e inferior.
¿Cómo se atreve Louis a dejarle, solo, por irse con un mísero humano? Stéfanos se acerca a ellos cual vendaval embravecido, pasa en medio de ambos, tumba a Chad al suelo y lleva consigo a un confundido Louis.
Se suponía que Stéfanos era presa de un misterioso letargo, entonces, ¿Qué está hace aquí? O más importante ¿por qué se comporta de esa extraña forma? Son las preguntas que surcan la mente de Louis, porque sí, el rubio es un lujurioso y amante de la buena vida, pero eso no explica la ausencia de vestidura ni mucho menos que lleve encima un montón de joyas o esa antigua corona monarca que empieza a provocarle gracia.
—Stéfanos, ¿dónde está tu ropa? —inquiere entre risas Louis, lo que causa aún más molestia en el rubio.
—¿Qué? ¿Ahora no te gusta lo que ves? —pregunta con arrogancia, posa su mano izquierda en la cadera y la derecha en su cabeza, mantiene un gesto provocativo en todo momento. Parece un modelo de revista.
—Stéfanos, ¿te sientes mal o qué? —La ironía en la pregunta de Louis vuelve a molestar a su pareja y la respuesta de este es estamparlo con vehemencia contra el muro, mientras le aprisiona el cuello.
—A ver si así se te baja lo burlesco, Louis —espeta amenazante muy cerca del rostro ajeno—. Estoy por encima de ti, que no se te olvide. ¿Cómo te atreves a dejarme por un asqueroso ser?
—Stéfanos —se queja Louis por la presión—. Te equivo…
Las palabras del castaño son interrumpidas por un fuerte impacto que obliga a Stéfanos a trastabillar, la corona cae al suelo y el metal repiquetea en el hormigón del callejón consigue lastimarle los oídos. Sin embargo, Louis logra girarse veloz e interceder el momento justo en que su amado atenta contra el mortal, quien no sabe en qué líos se acaba de meter.
—¡Stéfanos, detente!
—¡El miserable humano se atrevió a tocarme! ¡A mí, con sus asquerosas manos y tú... ¿quieres frenar su merecido castigo?!
Chasquea los dedos y luego de un gesto con su mano, el pobre Chad empieza retorcerse, parece ser exprimido por algún ente invisible ante su atenta y desquiciada mirada.
—¡Stéfanos! —Una vez más, Louis intercede y el humano es liberado de su psíquica prisión, cae de rodillas al suelo e intenta respirar—. Te comportas demasiado extraño, ven, te llevaré a casa. —Louis habla despacio, con cuidado, posa la diestra en el rostro de su amado y la izquierda en el pectoral ajeno, trata de calmarlo, de razonar con él—. Algo me dice que esto es efecto del virus.
—¿Virus? —replica aún más molesto, golpeándole las manos para apartarlo— ¿A quién te atreves a llamar enfermo? ¿Crees que un bicho invisible podría afectarme? ¡Soy el gran Stéfanos!
Louis voltea los ojos con tedio y suspira cansino. Sin embargo, no tiene oportunidad de hacer o decir nada más, un misterioso grupo desciende desde helicópteros y tan pronto tocan el suelo comienzan a atacar y represar a los vampiros que siembran el caos.
Todos portan trajes especiales color negro que los cubre de pies a cabeza, máscaras ocultan sus identidades, así como armas cuelgan en sus espaldas y vástagos de madera en el bandolier sobre su pecho. Louis siente el pánico crecer ante los gritos y maldiciones vociferadas, pero más al ver cómo aquellos que intentan luchar son atravesados por las estacas y neutralizados en el acto, mismo destino que podría correr aquel a quien ama.
—¡Stéfanos, ven conmigo, volvamos a casa!
—¿Qué diablos está ocurriendo? —inquiere un confundido, pero enojado Stéfanos al ver cómo esos misteriosos cazadores neutralizan a los suyos— Louis, estas escorias no van a amedrentarme, por siglos hemos sobrevivido a los embates de estos cazadores de mala muerte.
Cada vez son más los sujetos qué aparecen en escena, para Louis no resultan simples cazadores —a menos que hayan evolucionado—, se mueven con gran agilidad y destreza, reducen y encierran a cada vampiro alborotador, en cuestión de minutos, aquellos que osan pelear llevan peor suerte.
Los humanos, que aún no han huido despavoridos, contemplan con terror y asombro el extraño acontecer; el miedo puede percibirse en el ambiente y la confusión es todavía más evidente en los ojos de Chad, quien tiembla sin entender por qué esos hombres aprisionan a los otros de la manera en que lo hacen o por qué ese chico, Louis, intenta llevarse al rubio desnudo quien una y otra vez se zafa de su agarre para ir hacia donde están esos extraños policías.
Porque eso son, ¿cierto? Policías qué intentan controlar un extraño disturbio provocado por un montón de sexis criminales en busca de oro y piedras preciosas «debo estar soñando», no deja de repetirse el pobre humano incauto sin comprender aún la magnitud del lío en el cual está metido.
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Holis de nuevo🤗 vean el dibujo que me hizo DereckGaark muchas gracias💖🌹 me encanta🤗 adoro la censura😆
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