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♢Veinte♢


Esto debe ser una broma. El jodido corpiño era una talla menos y me quedaba realmente apretado. Quizá esto había sido idea de Jos. Suspiré profundamente acomodándolo una vez más y soltando un espacio del broche para que no me cortara la circulación.

El miércoles había llegado jodidamente rápido y con Sara aún no nos hablábamos, y necesitaba su ayuda para llegar al departamento de Jos, era más que obvio que ella sabía donde él vivía.

Deslice mi dedo pulgar por la pantalla del celular y suspiré. Pasando una y otra vez el dedo por el nombre de Sara, ambas éramos orgullosas y se enojaría aún más al saber que solo quería algo de ella.

—¿Qué quieres? —escuche su voz, estaba disgustada. Asustada miré el teléfono. De tanto pasar la mano sobre el, la opción de llamada se había accionado sola.

—Sara, hola —tartamudee, llevando el teléfono hacia mi oído, pensando bien las palabras que le diría—

—Hola, ¿qué quieres? —pregunto de nuevo y suspiré.

—Bueno yo... em, bueno... —oí sus uñas golpear una superficie plana, quizá madera y eso significaba dos cosas.

O estaba impaciente o se moría por arreglar las cosas. Así que opte por la segunda y se me ocurrió una buena idea.

—Sabes que no me gusta estar enojada contigo y me gustaría que vinieras para que arreglemos las cosas. Sé que me porte mal y quería pedirte una disculpa —mentí, bueno, en parte. De verdad quería arreglas las cosas con ella aunque aun me doliera que me haya ocultado una cosa tan importante como la de que paso por la cama de Jos.

Suspiro a través del teléfono, cruce mis dedos, esperanzada a que accediera —Vale, estaré allí en diez minutos.

—Gracias —murmure, cortando la llamada y sonriendo.

Me senté y puse la caja sobre mis piernas, tomando las cosas que había allí además de la ropa que usaría para esta noche.

Veinte minutos después, Sara estaba frente a mí. Así que la abrace fuertemente, jamás me había gustado que nos peleáramos y menos que durásemos tanto tiempo sin hablarnos. Siempre necesitaría a mi mejor amiga y más en momentos como estos.

—Lamento de verdad no habértelo dicho, pero, prometimos que jamás hablaríamos de eso o le diríamos a alguien más.

—¿Ni siquiera me dirías a mi? —pregunté y ella negó con la cabeza mirándome arrepentida.

—Quería decírtelo, de verdad, pero lo prometimos y no sé porque él abrió la boca. Si debías enterarte, me hubiese gustado que hubiera sido por mí —vi la honestidad en sus ojos y solo la abrace una vez más.

Ningún hombre podría sobre nuestra amistad. Ni siquiera un sexy, caliente y perfecto sexólogo que traería loca a quien se cruzará en su camino.

Jugué con los dedos de mis manos, habían pasado diez minutos desde nuestra reconciliación y no sabía como preguntarle si sabía la dirección de Jos. Aunque claramente lo hacia.

—¿Y esa caja? —pregunto levantándose para mirarla. Abrí los ojos rápidamente y la seguí, arrebatándola de sus manos.

—Nada, solo, un vestido que compre hace tiempo —murmure nerviosa y ella me miró con desconfianza.

—Un vestido —murmuro y asentí— ¿Puedo verlo?

—Claro, pero esta en mi habitación, deje la caja aquí porque iba a botarla —dije rápido, intentando aparentar que realmente era eso.

Para que no dudará de mi, tiré la caja en el basurero de la cocina, procurando que las cosas que había dentro, no emitieran ningún ruido. Ella dejo de fruncir el ceño y tomo una patata frita del plato y se la llevó a la boca.

—Y, ¿cómo vas con Jos? —pregunto temerosa, le sonreí.

—Pues bien, hemos hecho un par de cosas para, ya sabes, ver que haremos cuando el momento llegue —ella sonrió y siguió comiendo. Bueno, era el momento perfecto. — Hablando de Jos, de casualidad ¿sabes dónde él vive?

—¿Dónde él vive? —pregunto, atragantándose con la comida.

—Si, me dijo que quería que lo visitará algún día y bueno, no me dio su dirección — Ella frunció el ceño y busco algo nuevamente en su teléfono.

—Primero que nada ¿para qué querría él que tú fueras a su departamento?

—No lo sé —me encogí de hombros. Ella me descubriría. —Solo, dijo que sería bueno tomar algo algún día.

Suspiró. —Esta es —me ofreció su teléfono celular y lo tome. La dirección estaba justamente debajo de su número telefónico.

Sonreí anotándola en el mío.

Charlie la había llamado, al parecer, lo habían ascendido por fin de puesto y quería celebrar, así que la invito a un lujoso restaurant. Agradecí mentalmente a Charlie y fui a mi habitación para vestirme rápido. Eran las siete y media y debía estar allí temprano, así que tome mi auto y conduje hacia su departamento.

Con los nervios impidiéndome siquiera conducir bien.

El edificio era sorprendente. Los vidrios que lo rodeaban tenían aspecto de espejo, la entrada adornada por una alfombra color caoba y un toldo del mismo color. Pase por recepción, los cuales inmediatamente me dejaron pasar, diciéndome que él me esperaba en su piso.

Acomodé una vez más el corpiño. Al fin y al cabo, había decidido usarlo de todas maneras, aunque me molestará un montón, él lo había comprado por algo. El ascensor marco el piso veinte en menos de cinco minutos.

Mis labios se secaron y mis dedos y manos comenzaron a temblar con nerviosismo. Toque la puerta número doscientos treinta y esta se abrió enseguida. Dejando ver a un despreocupado y a la vez sensual y caliente Jos Canela.

—Hola —saludo y sonrió pasando la mano por su cabello, apartándose del camino para dejarme entrar.

—Hola —conteste admirando el lugar. El cual era cinco veces más grande y lujoso que el mío.

—Llegaste temprano.

—Si, es que no me dijiste la hora y pensé que esta sería la más adecuada —sonreí mirándolo, avergonzada.

—Pues, si, es la más adecuada. ¿Un trago? —pregunto y el olor a vodka inundó mis fosas nasales. Asentí tímidamente y él sirvió un pequeño vaso.

Luego de un rato de conversaciones y de un poco de vasos de tragos, me extraño que ningún chico aparte de él saliera de alguna de las habitaciones o estuviera con nosotros.

—¿Y él chico misterioso?

Él sonrió y me hizo estremecer.

—No hay ningún chico misterioso, _____.

—¿Y entonces? ¿Con quién... —me atragante y bote toda la bebida alcohólica de mi boca en su alfombra al darme cuenta de sus palabras.

—Conmigo.

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