♢Trece♢
Tome aire profundamente, y lo retuve en la garganta, para no sollozar. Sara se había levantado al instante en que mi cuerpo se debilito. Por suerte, no caí al piso ni me desmaye, pero no era conciente de mi alrededor.
Yo había matado a mi hermano, quien intentó abusar de mi ó abusaba de mí. Aquello solo quería decir una cosa. Yo no era virgen, había sido violada y además, era una asesina.
-_______ -escuche la voz distante de Sara desde mi lado derecho. A través de las lágrimas, la miré, incapaz de decir alguna cosa, el sollozo que antes tenía retenido, se escapo de mi garganta.
-Soy una asesina, soy una asesina -susurre desesperadamente. Volviendo a la realidad.-Yo mate a mi hermano, lo maté.
-No, ______, no lo eres, tú solo defendiste a tu padre, eras pequeña. Tranquilizate -sus delgados brazos me envolvieron en un apretado abrazo que me reconforto. Pero solo un poco.
En ese momento, el único contacto que quería. Era el de Jos Canela.
El Doctor Ben y Sara me dejaron desahogar. Estuvimos media hora más allí, Ben, canceló la cita siguiente por mí y yo lo agradeci, necesitaba mucha más explicación sobre lo que sucedió.
-No eres una asesina, ____ -comenzó él. Seque mis mejillas con la palma de mi mano y suspiré.- Eso fue defensa personal. En este caso, defensa hacia tu padre.
-¿Qué sucedio con mi padre? ¿El fue a la cárcel? ¿Por qué nos dejo? -pregunte. Como una niña pequeña que quería saber más del mundo. Pero ahora, quería saber la razón de porqué yo había crecido sin el apoyo paterno que todos necesitamos.
Él suspiró. -Los cargos de asesinato fueron directamente hacia él...
-¿Esta en la cárcel? -interrumpí abruptamente. Él nego con la cabeza.
-El cuchillo no tenía sus huellas, solo las tuyas, además, tu padre tenía a favor la condición de tu hermano, pero solo un poco. Ellos juzgaron la razón de no haberlo internado, pero ustedes tenían puntos a favor. El caso cerro un mes después no teniendo ningún culpable.
-Pero yo lo mate.
-Eras solo una niña. Además tu madre confesó de los abusos. Tu hermano a pesar de su condición, habría tenido una pena grande, no en la cárcel, pero si en un Hospital Psiquiátrico.
-¿Él llego a violarme? -pregunte con la voz quebrada, con miedo de que aquella respuesta fuera sí. Pero él nego con la cabeza una vez más.
-Solo sacó tu pantalón y camiseta. Tu padre llegó en el momento preciso. Él solo te tocaba. He ahí el tema de tu fobia. Lo tratamos por un largo tiempo. Pensamos que todo había acabado, pero cuando tu padre te abrazo al terminar el tratamiento, te apartaste de él.
-¿Por qué? -pregunte en un susurro.
-Tu mente confundio las cosas desde esa noche. Mezclo el gran parecido de tu hermano con tu padre, cuando él quiso abrazarte, te apartaste de él como si pudiera hacerte daño. Él no lo soporto y penso que lo mejor para ti seria que él se alejara un tiempo, hasta que las cosas se calmaran.
-¿Me dejo?
-Él pensaba volver, pero las cosas duraron mucho más tiempo de lo estimado, tú aún tenías miedo al tacto de los hombres y fue una cosa difícil de afrontar para todos... él jamás volvio.
-¿Qué hay de mi falta de memoria? -pregunte, cambiando de tema, no quería saber más sobre que mi padre había huído y jamás había vuelto, siquiera para saludarme, además, eso era otra cosa que más me gustaría saber. Él psicólogo suspiro, sentándose mejor en el sillón, cruzando sus manos en su regazo.
-¿Conoces las llamadas terapias de hipnosis? -asentí.- Bueno, la hipnosis sirve para recordar cosas que pasaron en el pasado y que se han borrado completamente de nuestra cabeza. Aunque también, tienen el efecto contrario. Eso sucedió contigo, tu madre quería que dejaras de sufrir y atormentarte, así que pensamos que eso seria lo mejor, al menos hasta que llegara el momento de que supieras la verdad.
Exactamente veinticinco minutos después, estabamos en el auto de Sara conduciendo hacia mi departamento. Había querido guardar silencio por lo menos un rato ahora que sabia toda la verdad.
Cerré los ojos, descansando mi cabeza en el asiento. Suspiré al recordar una vez más aquella escena de mi hermano, tocándome, mientras mi madre le gritaba desesperada que no me hiciera daño, pero aun así, lo hizo.
La luz se filtro por la habitación la mañana siguiente. Gemí al sentir todo mi cuerpo estremecer y me senté en la cama lentamente. Me sentía realmente débil y con un pequeño dolor de cabeza, debía ser porque anoche me dormí llorando hasta tarde.
No podía arrancar de mi cabeza los recuerdos de aquella noche que cambió mi vida por completo. Ahora recordaba todo perfectamente. Sus manos tocándome. Mi madre gritando. Mi padre luchando desesperadamente con mi hermano. Yo con el cuchillo. Mi hermano en el suelo. Sangre corriendo a través de mis pies. La mirada de horror de mi padre y como me abrazo fuerte hasta que las sirenas de policías se escucharon de lejos.
Todo había pasado en cámara rápida en mi mente, una y otra vez. Sollocé acurrucándome una vez mas entre las sábanas y apartando cada pensamiento. Pero no resultó, así que apreté una vez mas los ojos fuertemente. Hasta que me dormí otra vez.
[...]
El teléfono de la sala sonaba desesperadamente. Eran las tres y media de la tarde y era un día viernes. El dolor de cabeza aún estaba y el chirriante sonido no me favorecía en mucho.
-¿Sí? -gemí, colocándolo mejor en mi oído.
-¡Hasta que contestas! -la voz aliviada de Sara sonó del otro lado del aparato. Solo sonreí débilmente colocando una mano en mi frente, para aliviar el dolor.
-Estaba durmiendo.
-¿Tan tarde?
-No me he sentido bien y estaba cansada, anoche no dormí mucho y bueno, aproveche que hoy es viernes para descansar.
-Oh, ¿te gustaría que fuera?
-Claro que sí, me gustaría mucho -contesté y escuche su risa divertida y como tomaba las llaves de su auto de la mesa de noche a un lado de su cama- Pero... aunque insistas, no saldré a beber ni a bailar hoy. Así que si querías invitarme a salir, es mejor que no vengas, porque te aburrirás como una ostra -le advertí.
Las improvisadas visitas de Sara siempre conducían a lo mismo. Ella me invitaba a un club, yo le decía que no y al final me terminaba convenciendo mientras yo terminaba bebiendo y bailando con un desconocido él cual se alejaba tan rápido de mi como nos conocimos, cuando sabía mi problema.
-Estoy bien ya con Charlie, así que no te preocupes, que no quiero salir -fingí un sonido de sorpresa al escuchar su respuesta.
-¿Estas tu, Sara Connor, hablando en serio? -pregunté incrédula.
-Si, ___ Bennet, estoy hablando en serio, ahora, colgaré que estoy conduciendo.
-Vale, te espero, no tardes -colgué colocando el teléfono en su lugar y caminando lentamente hacia el baño.
Realmente me sentía mal. Al parecer, estaba agarrando una fuerte gripe.
Tome un poco de mi piel y apreté despacio el extraño moretón que tenía bajo mi muslo. Me dolía demasiado y era tan grande como una pelota de tenis de mesa. Miré hacia arriba de inmediato cuando un nuevo dolor de cabeza me invadió. Inhale y exhale esperando que se calmara un poco, pero esto solo hizo que se intensificara aun más.
Gemí inclinándome para que mi cara quedara fuera del chorro de agua de la ducha y así poder respirar mejor. Me sentía tan débil y cansada y pensé que en cualquier momento me desmayaría. Respiré profundamente y cerré la llave cuando me sentí mejor. Y a duras penas salí de la tina.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro