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9. UNA GOTA DE SANGRE

Capítulo 9. Una gota de sangre.

Decir que la Compasiva estaba decepcionada, era poco.

Se la pasó todo el viaje de regreso alejada de todos, menos de Reepicheep. El pequeño ratón estaba sentado en su hombro, tratando de hacerla sentir mejor. Pero no había nada que hiciera sentir mejor a Violet Wright.

—¿Cómo le diremos a Glynda que la mayoría de sus hijos murieron? —Murmuró la muchacha con pesar. —¿Y cómo le veré la cara a Lucy? ella confiaba en mí, todo esto es mi culpa...

—No es su culpa, reina Violet. —Reepicheep le acarició el cabello lentamente. —A veces los planes fallan, y no hay nada que podamos hacer.

La Compasiva suspiró decaída.

—Lamento lo de tu suboficial. —Dijo la reina después de un rato, recordando que el ratón le había dicho antes que uno de sus ratones había muerto. —Se que mi Annie cuidará de él donde sea que estén.

Reepicheep agradeció.

Caspian observaba a la reina arrepentido, se recriminaba el no haber seguido el plan, pero al final todo estaba hecho y él no podía cambiar el pasado.

—La he decepcionado. —El muchacho le comentó a su profesor. —En el camino hacia el castillo ella me pidió seguir el plan y lo primero que hice fue romperlo.

—Las reglas están hechas para seguirlas, querido Caspian. —Le dijo el profesor. —Cometiste un error, desde luego, pero ahora más que nada debes de tener en cuenta que ellos son siglos más viejos y sabios que tú y yo. Debes de pedirles perdón, a todos ellos.

—Lo haré al llegar. —Afirmó el príncipe.

•••

La Valiente se encontraba en la mesa de piedra, observando la imagen del gran león. Pensando en qué pasaría si Aslan estuviera con ellos ahora, quizás la guerra hubiese terminado, o el león hubiera tomado el lado de Peter y marchado a pelear al castillo telmarino.

—¡Reina Lucy, reina Lucy! —Exclamó una de las faunas que estaba cuidando de ella.

Lucy la observó preocupada, hasta que se dio cuenta de lo que pasaba. Los demás habían vuelto.

Así que se levantó rápidamente y se dispuso a salir del fuerte, encontrando una terrible imagen en frente de ella. Peter tenía una cara de enfado, Caspian hablaba con un viejo de blanca barba, Susan tenía una mirada de derrota y Violet usaba una mueca seria, con Reepicheep sentado en su hombro.

Y lo peor, la mayoría de los narnianos no venían con ellos.

—¿Qué es lo que pasó? —preguntó la de cabellos cobrizos.

—Pregúntale a él. —Murmuró Peter, señalando a Caspian.

—No, mejor pregúntale a ambos, y a Susan que es lo que sucedió. —Violet observó a su esposo, cuñada y al príncipe con decepción. Luego se adelantó, yendo con Glynda y sus hijas, a darles la terrible noticia y su pésame. Y mientras la Compasiva consolaba a las centauras, una pelea se desataba entre Peter y Caspian, cada uno echándole la culpa al otro.

—¡¿Mi culpa?! —El telmarino soltó una risa cínica. —Admite que todo fue tu culpa, pudiste haber llamado retirada, había tiempo.

—Claro que no había tiempo, gracias a ti. Si hubieras seguido el plan como Violet había ordenado esos soldados aún estarían vivos. —Contraatacó Peter con rabia.

—Tuve el permiso de la reina Susan ¡Y para que quede claro, de habernos quedado aquí ellos seguramente lo estarían! —Caspian comenzaba a alzar su tono de voz.

—Bueno, tú nos llamaste ¿recuerdas?

—Ese fue mi primer error.

—No. —Peter negó con su cabeza. —Tu primer error fue pensar que podías ser un líder para esta gente.

—¡Hey! —El telmarino perdió la paciencia. —¡Yo no fui quien abandonó Narnia!

—¡Ustedes invadieron Narnia y mataron a mi hija! —Los ojos de Peter destellaban de enojo. —¡No tienes derecho a gobernarla! ni tú, ni Miraz, ni tu padre. ¡Narnia estaría mejor sin ustedes!

Caspian exclamó con rabia y empuñó su espada al mismo tiempo que el Magnífico.

—¡Basta los dos! —Los ojos de Violet se volvieron de un azul intenso, potenciados por las lágrimas y los vasos sanguíneos dilatados que le daban un aspecto deplorable, e inmediatamente ambos hombres detuvieron sus acciones. —No tienen vergüenza, nuestros soldados han muerto y no sienten ni una pizca de remordimiento, sino que además se atreven a buscar a un culpable mientras la gente llora sus pérdidas.

Y otorgándoles otra mirada, se adentró al fuerte con Edmund, Lucy, Reepicheep y Glynda a su lado.

—Necesito ir a ver a Annie. —Les dijo cuando estaban a pocos pasos de la tumba de la rubia.

—Le prepararé un baño caliente, debe de estar exhausta. —Glynda acarició su cabello castaño, aun con pena en su mirada.

—No te preocupes, mereces estar con tus hijas y llorar el tiempo que necesites. —Violet despidió a la centaura, quien había vuelto a llorar, para luego salir del fuerte a encontrarse con sus queridas hijas.

—Yo iré a ver que Peter no asesine a nadie, y por nadie me refiero a Caspian. —Le siguió Edmund.

Así que Lucy se quedó a solas con su hermana en ley, y ambas caminaron con lentitud hasta sentarse en frente del retrato de Anna.

—Lo siento, Lu. —Lettie comenzó a soltar las lágrimas que venía conteniendo. —Realmente tenía la esperanza de que el plan funcionara, yo...

—No es tu culpa, deja de actuar como si lo fuera. —La pequeña le abrazó. —Oh, Violet, has aguantado tantas cosas desde que volvimos... estoy totalmente segura de que Annie está observándote orgullosa.

—Ella estaba enamorada. —Soltó la Compasiva, sorbiendo la nariz.

Lucy se sorprendió.

—¿Enamorada?

—Sí, lo dijo en una de las cartas que dejó. —Confirmó Violet, de pronto sintió algo de felicidad al saber que su hija sí disfrutó de las deidades de la vida, incluso por un breve momento. —No creerás de quien.

La Valiente la miraba, invitándole a que siguiera contando.

—Nuestro pequeño rayo de luz se enamoró del príncipe Adrian de Boithati.

Lucy no lo podía creer.

—¿El hijo del rey Basil y la reina Ariadna? Recuerdo que tu y Peter casi le declaran la guerra a Boithati porque Basil quería comprometer a Annie con Adrian para que fuéramos solo una nación. —Comenzó a recordar Lucy. —Pete estaba como loco, decía que no quería que su única hija se casara con el hijo de un ambicioso, con nadie de hecho, y tú decías que si Anna quería casarse, ella debería de decidir con quién.

Violet sonrió ante el recuerdo.

—¿Y se casaron o...? —La pregunta de Lucy quedó en el olvido cuando los gritos del que parecía ser Caspian con otras personas comenzaron a escucharse en la tumba de al lado.

Lucy. —Murmuró la ojiazul y agradeció aún tener su arco con ella. —¿Tienes tu daga contigo? quizá debas usarla.

La Valiente asintió y desenvainó su pequeña arma al mismo tiempo que la Compasiva colocaba una flecha en su arco y lo tensaba. Con cuidado se acercaron a la abertura de la tumba de Aslan, y se quedaron congeladas cuando vieron que ocurría.

Dentro de un círculo en el piso estaba Caspian, el enano Nikabrik se encontraba por detrás admirando a dos horribles criaturas mientras estas observaban como una pared de hielo comenzaba a crecer dentro de dos pilares de piedra que sostenían el fuerte. Observaron confundidas la imagen que estaba formándose dentro de la pared de hielo, hasta que lo descubrieron, era Jadis. Una cosa era verla a través de sus pesadillas, pero no creían que iban a volver a ver la frívola cara de la bruja por el resto de sus vidas.

—Esperen. —Caspian trató de retroceder. —Esto no es lo que yo quería.

—¿Él la llamó? —preguntó Lucy en un susurro, muy decepcionada.

—Desde ahora cualquier cosa que él haga ya no me sorprende. —Susurró Violet, preparada para atacar.

—Una gota de la sangre de Adán o Eva me puede liberar. Y entonces seré tuya, mi rey. —Habló la bruja, mientras que una de las bestias que estaba al lado de Nikabrik sostenía a Caspian, para que su compañera le hiciera un corte en la mano.

—¡No! —Exclamó el telmarino, pero ya era tarde, la bruja lo tenía bajo su hechizo.

—Los voy a distraer, necesito que vayas por los demás. —La mayor le ordenó a su cuñada, para luego disparar una flecha en dirección a la pierna de la arpía, en modo de advertencia, y cuando la atención se volvió hacia ella, Lucy aprovechó de escapar e ir a buscar a sus hermanos.

—Violet, querida. —La reina blanca la miró sorprendida. —Ha pasado tanto tiempo, veo que ahora si eres capaz de disparar una flecha a uno de mis súbditos, supongo que la pérdida de tu primogénita y los años pasados te han hecho maravillas.

La reina no dudó en volver a tensar su arco, pero la bestia lobo le atacó por la espalda, tirándola al suelo. Mientras ella forcejeaba con la bestia y Jadis seguía persuadiendo a Caspian, Lucy llegó con sus hermanos y Trumpkin, y una pequeña guerra comenzó dentro de la tumba. Peter llegó rápidamente a su rescate, la levantó del suelo y ambos se colocaron espalda con espalda, dejando un pequeño espacio para que Violet pueda estirar su brazo y poder disparar su arco.

—¡Nikabrik nos ha traicionado! ¡está del lado de Jadis! —Exclamó la Compasiva para que su voz se escuchara a pesar del tumulto y que los demás supieran que el enano ya no era de fiar.

Violet rápidamente se dio cuenta que ya no podía disparar con su arco, pues las bestias y Nikabrik atacaban demasiado rápido y no le daba tiempo de preparar una flecha. Así que con su esposo cubriendo su espalda, guardó su arco en el carcaj y sacó la daga del cinturón de su muslo, junto con una flecha en mano para enterrarla en alguna de las bestias. Y lo hizo, le enterró la flecha en el pecho a la arpía mientras que Peter le cortaba la garganta. Al mismo tiempo que Susan y Edmund se deshacían del lobo. La única que parecía tener problemas era Lucy, quien estaba chillando de dolor puesto que Nikabrik le estaba doblado el brazo.

Aunque su agonía no duró demasiado, pronto Trumpkin asesinó al otro enano por la espalda, salvando a la de cabellos cobrizos.

—Lucy. —La castaña corrió y abrazó a la pequeña preocupada, agradeciéndole al enano por salvarla.

—Vamos, Caspian. —Por otro lado, murmuraba la bruja con desesperación.

—¡Aléjate de él! —Exclamó Peter y empujó al príncipe hacía un lado, provocando que el rubio y la de blanco quedaran frente a frente.

La bruja lo miró sorprendido, pero luego sus facciones cambiaron a unas más cariñosas.

—Peter, corazón. —Le saludó la reina blanca. —Te he extrañado, ven, solo necesito una gota de tu sangre, sabes que no puedes hacer esto solo.

Por un momento Violet, Susan, Lucy y Trumpkin pensaron que Peter se iba a entregar. Hasta que una espada atravesó el pecho de la bruja por detrás.

Y mientras todos observaban como el hielo caía a pedazos y Jadis desaparecía, Edmund miró a su hermano desilusionado.

—Lo sé, lo tenías controlado. —Murmuró el azabache, para luego guardar su espada y salir de la tumba.

Capítulo editado.

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