8. PROMESA
Capítulo 8. Promesa.
Incluso cuando habían encontrado un clima cálido, que sus ropas ya estuvieran secas y cómodos no dejaron de caminar. Hasta que un par de horas después llegaron a su destino.
Era un campamento que a simple vista se veía magnífico, cada carpa estaba decorada con un color rojo real y un amarillo oro, poniendo en el medio del escudo a un impotente león.
Todos iban embelesados mirando a su alrededor, hasta que se dieron cuenta que la gente se daba vuelta curiosamente para ver a los recién llegados.
—¿Por qué nos miran tanto? —preguntó Susan algo incómoda, llegando a pensar que algo estaba mal con su apariencia.
—Probablemente piensen que te ves graciosa. —Le respondió Lucy en un tono burlón, logrando que los demás rían.
—Esto es precioso. —susurró la ojiazul, encantada con el nuevo paisaje el cual no ofrecía nieve y que estaba lleno de gente que a pesar de todo se veían felices y pacíficos.
—Lo es. —El rubio estuvo de acuerdo, observando detenidamente los rasgos que Violet portaba. —Realmente lo es.
Se sonrieron y continuaron su camino hacía la que parecía ser la carpa más grande y majestuosa.
—Venimos a ver a Aslan. —Alzó la voz Peter cuando llegaron al lado de un centauro, mientras desenvaina su espada, mostrando a su vez las inscripciones de la profecía las cuales estaban delicadamente talladas en la hoja filosa.
Inmediatamente se escuchó el sonido del metal golpearse entre sí, los soldados que antes se les habían quedado mirando, ahora estaban arrodillados. No entendían el porqué, hasta que vieron una enorme pata salir de la gran carpa.
Entonces se arrodillaron también, se arrodillaron frente al majestuoso león.
—Bienvenido Peter, hijo de Adán. —Comenzó a hablar el león con una cálida voz. —Bienvenidas Violet, Susan y Lucy, hijas de Eva. Y bienvenidos castores, les doy las gracias. —El animal sonrió gentil. —¿Pero dónde está el quinto hijo de Adán?
—Vinimos a verlo por eso, señor. —Violet deshizo la reverencia para luego mirar al león con preocupación.
—Fué secuestrado por la bruja blanca. —explicó Peter, acercándose aún más a la calidez que emanaba Violet, gesto que no pasó desapercibido por el majestuoso animal.
—Él los traicionó, mi señor. —Dijo el castor provocando suspiros de sorpresa por parte de los narnianos.
—¡Entonces nos traicionó a todos! —El centauro que los había recibido en un principio, se había vuelto loco.
—Paz, Oreius. —Ordenó el león. —Estoy seguro de que hay una explicación.
—En realidad, es todo mi culpa. —Peter guardó su espada en el cinto. —Fui muy duro con él.
—Todos lo fuimos. —Susan habló para apoyar a su hermano.
—Señor. —La valiente Lucy se acercó al gran animal, con un puchero. —Él es mi hermano.
—Lo sé, pero eso solo hace que la traición sea peor. —Aslan le respondió suavemente. —Ya veremos qué es lo que podemos hacer. Por mientras, mi gente les dará ropa limpia y comodidad. —Dijo para que luego tres faunas y un fauno se acercaran a los recién llegados.
—Bienvenidos, sus altezas reales. —El fauno comenzó a presentarse. —Mi nombre es Aticus, ellas son Peia, Lyanne e Ister, estamos para servirles. —Él y sus compañeras hicieron una reverencia. —Por favor síganme, los guiaremos hacia sus aposentos.
—Peter y Violet. —La potente voz del león interrumpió su ida a las carpas. —Me gustaría verlos mañana luego de que descansen, necesito hablar con ustedes de un tema importante.
Los muchachos asintieron a la orden del león y se encaminaron a los aposentos.
—Para las princesas Violet, Susan y Lucy. —La fauna Lyanne las guió a una carpa grande, aunque no tanto como la de Aslan. —Estos serán sus aposentos, Ister, Peia y yo estamos para servirles.
—Y el príncipe Peter, compartirá carpa con el príncipe Edmund, cuando este llegue. —Aticus guió al rubio a la carpa.
Las chicas se despidieron de Peter para luego entrar a la tremenda carpa.
—Santo Dios. —Dijo Lucy con admiración, al ver el interior del lugar.
Y es que no era para menos, realmente parecían los aposentos de unas reinas. Habían tres cómodas camas con un baúl en el final de cada una y lo que parecían ser tres biombos, con una bañera detrás.
—Princesa Violet. —Lyanne se acercó a la ojiazul. —Permítame ayudarla a escoger su vestido y ayudar a su limpieza.
Violet le sonrió asintiendo y juntas se encaminaron al baúl de la cama de la derecha.
La castaña se dió cuenta de que cada baúl tenía vestidos de colores diferentes. El de Lucy estaba lleno de prendas color amarillo, el de Susan tenía vestidos color azul y en el baúl de Violet predominaba el color morado.
La fauna le escogió un lindo vestido color lavanda junto con una capa a juego, además sacó dos toallas y unas sandalias blancas que se veían de lo más cómodas. La guió hacia la bañera que estaba detrás del biombo, se tomó un tiempo para temperar el agua y le agregó sales aromáticas.
Violet se desvistió y se metió a la cálida bañera, estuvo ahí unos quince minutos, hasta que decidió salir, secarse el cuerpo y que Lyanne le ayudará a ponerle el raramente cómodo corsé y el vestido.
—Muchas gracias, Lyanne. He quedado muy bien. —Dijo luego de que la fauna le secara el cabello y le hiciera un bonito peinado con trenzas y pequeñas flores blancas simulando una tiara.
—No hay de qué, su alteza. —Lyanne se reverenció para luego salir del lugar.
—Te ves muy bonita, Lettie. —Mencionó Lucy mientras salía de su respectivo biombo.
—Tu no te quedas atrás, Lu. —La ojiazul le sonrió. —¿Dónde está Susan? —Preguntó al ver que la pecosa no estaba cerca.
—Ya se habían tardado. —Dijo la recién nombrada mientras entraba a la carpa. —Estoy lista desde hace unos minutos, las estaba esperando afuera junto con Pete.
—Vamos entonces. —Violet tomo la mano de la pequeña Lucy para luego salir las tres juntas de la gran carpa.
—Vaya. —Susurró Peter maravillado mientras veía a las niñas. —Tendré que ponerme más bravo, así ningún muchacho con otras intenciones se acercará a mis hermanitas. Y por supuesto no se queda atrás, Violet Wright.
—Pues muchas gracias. Lamento que usted no llegue a la altura de estos hermosos trajes de época, señor Pevensie. —El tono burlón empleado por Violet le sacó a los humanos una sincera carcajada.
—Muy chistosa. —Murmuró el chico con una mueca divertida, haciendo reír a las demás.
—Sus altezas reales. —Peia interrumpió las risas. —La cena ya está servida, por favor síganme.
Los niños siguieron a la fauna hasta una mesa donde había todo tipo de manjares y jugos.
—Por María. —Murmuró Lucy con admiración al ver la comida. —Estoy realmente hambrienta, no he comido nada desde el desayuno.
—Disfruten de su cena. —Dijo Peia para luego hacer una reverencia y retirarse.
Los cuatro se sentaron y luego de dar las gracias por los alimentos, comenzaron a comer.
—Esto estaba realmente bueno. —Susan dijo luego de terminar la gustosa cena. —Probablemente estar aquí no es tan malo como creía.
—Sin embargo tenemos que recordar que estamos aquí para salvar a Edmund. —Recordó Violet con sutileza.
—Lettie tiene razón. Edmund es nuestra prioridad por ahora. —Peter apoyó a la muchacha.
—Pero no podemos decepcionar a los narnianos. —La tierna voz de Lucy se hizo presente. —Ellos confían en nosotros.
—Ese es el problema, Lucy. —Susan le sonrió con pena. —Ellos creen que podemos salvar a su país de la malvada bruja, pero no tienen en mente la idea de que solo somos niños, no héroes.
—Aún hay tiempo para pensar que podemos hacer. —Dijo Violet. —Pero primero encontremos a Edmund, luego veremos si somos lo suficientemente capaces para ayudar a Narnia.
Lucy asintió de acuerdo, para luego levantarse e irse a la carpa, alegando que quería dormir. Susan la siguió por detrás, dejando a los mayores solos.
—No quiero que se queden. —Violet le comentó su preocupación al muchacho. —Solo llevamos dos días aquí y ya nos dimos cuenta de que es muy peligroso, además el señor zorro y el señor castor mencionaron que tú y yo somos suficientes para ayudar ¿no es así?
—Podemos enviarlas de vuelta a Inglaterra, ya sabes, por el armario. —Peter dió su idea. —Nosotros nos quedamos hasta encontrar a Edmund y luego mandarlo con ellas.
—Me temo que en eso no estoy de acuerdo. —Mencionó Violet. —Prefiero que encontremos a Edmund, y enviarlos a los tres juntos
Peter estuvo de acuerdo, y siguiendo los pasos de las Pevensie, se fueron a acostar.
•••
—Buenas tardes, Aslan. —Saludó Violet en cuanto llegaron a donde estaba el gran animal. Habían entrenado toda la mañana y junto con el rubio recordaron la charla pendiente con Aslan.
—Buenas tardes, Peter y Violet. —El león les sonrió con bondad. —Vamos a aquella colina, lo que les tengo que decir es algo de suma importancia.
Los tres se dirigieron a la cima de la colina, viendo la hermosa vista que la ya no tan nevada Narnia les entregaba.
—¿Ven aquel castillo de allá? —Preguntó Aslan luego de un rato en silencio.
Ambos muchachos asintieron.
—Ese es Cair Paravel, el castillo de los cinco tronos, en dos de los cuales se sentaran ustedes como reyes supremos. —Dijo el león con orgullo al hablar de tan majestuosa propiedad.
—Aslan, nosotros no... —Violet trató de decir que no tenían planeado quedarse por mucho, sin embargo el gran león le interrumpió.
—¿Dudan de la profecía, hijos de Adán?
—Si. —Se atrevió a decir Peter. —Ése es el problema Aslan, no somos lo que crees que somos.
—Peter Pevensie y Violet Wright, oriundos de Finchley. —El león les sonrió. —Castor también mencionó que planeaban convertirlo en sombrero. —Les dijo y ambos adolescentes rieron.
—Hay una gran magia, más poderosa que nosotros, que gobierna a Narnia. —El león se puso serio. —Distingue al bien del mal, y maneja todos nuestros destinos, los suyos y el mío.
—Pero no puedo ni proteger a mi familia. —Le dijo Peter preocupado, mientras que la ojiazul le acariciaba su hombro, apoyándolo.
—Los trajiste a salvo hasta acá. —El león sonrió enternecido por el gesto de la castaña.
—No a todos... —El rubio miró hacia la entrada del campamento, con la esperanza de ver a su hermano ahí.
—Peter y Violet, haré lo que pueda para ayudar a Edmund, pero consideren lo que les pido... Yo también quiero proteger a mi familia. —Aslan observó a los narnianos practicar con las armas.
Ambos le iban a responder, hasta que escucharon un sonoro ruido a la distancia.
—Es el cuerno de Susan. —Aslan miró hacía el lugar donde se escuchó el sonido.
—¡Vamos! —Exclamó Violet con temor a que algo le haya pasado a las niñas.
Corrieron como nunca, evitando caerse, mientras eran seguidos por Aslan y un pequeño grupo de narnianos.
Al llegar al lago, vieron como Susan y Lucy estaban en la cima de un árbol mediano, mientras que en el suelo habían dos lobos tratando de alcanzarlas.
—Quédate aquí Violet, no te acerques. —Le ordenó el chico al ver que Violet había venido desarmada, mientras que él sacaba su arma del cinto. —¡Atrás! —Gritó Peter con valentía mientras apuntaba a los lobos con su espada.
—Creo recordar una escena parecida antes. —Maugrim se dirigió al chico con sorna.
—Aléjate de mis hermanas. —Dijo Peter con valor, mientras los lobos comenzaron a rodearlo.
Violet era testigo de cómo un lobo trató de abalanzarse hacia el rubio por la espalda.
—No te atrevas, cobarde. —La chica le gruñó al lobo mientras que Peter se encargaba del líder.
Por un momento, Violet juró ver al lobo arrepentirse de su acto, hasta que el animal negó con la cabeza y trató de atacar a la indefensa chica. Pero por suerte, Aslan lo impidió, poniendo su gran pata en el cuerpo del lobo, dejándolo inmovilizado.
—Deberías de escuchar a Peter de vez en cuando. La magia que habita en tu interior no será suficiente si ellos deciden que serás su cena. —Le regañó el león, para después fijar su vista en los narnianos, que estaban por ir a ayudar a matar al líder. —Bajen las armas, esta es la batalla de Peter.
Violet no entendió del todo aquella primera oración. Y luego todo pasó tan rápido, Maugrim se abalanzó con furia hacia Peter y ambos cayeron al césped.
—¡No! —Las hermanas gritaban aterrorizadas.
Violet ayudó a las chicas a bajar del árbol y rápidamente trataron de sacar al lobo del cuerpo de Peter, dejándolas con sorpresa.
Estaba muerto.
Maugrim, claro. Peter estaba sorprendido de que alcanzó a clavar la espada en el pecho del lobo.
Automáticamente, todos soltaron un suspiro y, las tres chicas abrazaron a Peter con fuerza.
—Síganlo, él les mostrará el camino hacia Edmund. —Le ordenó Aslan a la tropa luego de dejar libre al sobreviviente lobo. —Y limpia tu espada, hijo de Adán.
Haciendo lo que le ordenó el león, Peter limpió la sangre de su arma en el lago para luego arrodillarse frente a Aslan.
—Levántate muchacho. —Le ordenó el animal. —Yo te nombro Sir Peter, terror de los lobos, caballero de Narnia.
Violet, Susan y Lucy no pudieron evitar sentir un toque de orgullo.
—Vamos de vuelta al campamento, la noche está cayendo y mañana será un largo día. —Dijo Aslan y los niños asintieron.
—Creí haberte dicho que te quedaras atrás. —Le dijo Peter a Violet mientras caminaban en dirección al campamento.
—Lo siento. —Murmuró la ojiazul con una mezcla de emociones. —Solo quería ayudar.
—Casi te cuesta la vida. —Peter paró de andar, obligando a Violet hacer lo mismo.
—Pero estoy bien. —Violet colocó su mano en el hombro del rubio en un intento de tranquilizarlo. —No me sucedió nada.
—Prométeme que no harás otra locura como esa hasta que por lo menos sepas manejar el arco.
—Lo prometo, señor Pevensie. —Susurró la chica con una pequeña sonrisa, para luego golpear juguetonamente el hombro de Peter, quien sonrió al escuchar el formal apodo. —Ahora vamos, los demás ya se adelantaron.
Y entrelazando las miradas, siguieron su camino hasta el campamento.
Capítulo editado.
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