7. LA DISPUTA ENTRE EL REY Y LA REINA
Capítulo 7. La disputa entre el rey y la reina.
—Solo tienen que colocarse de manera vertical, si son zurdos agarran el arco con la mano derecha, y si son diestros lo agarran con la izquierda. —Comenzó a explicar Susan, mientras que Violet ayudaba a los narnianos a colocarse en posición.
Estaban afuera del fuerte de Aslan, 20 arqueros estaban siendo ayudados por la Compasiva y la Benévola, así tendrían más oportunidades para ganar la pelea que se avecinaba.
—Tejón estará entre los arbustos con un muñeco disfrazado de un soldado telmarino, su misión es disparar al muñeco en la marca roja del pecho. —Les recordó Violet luego de que ya todos tenían bien preparado su arco y flecha.
Los narnianos asintieron y se prepararon para buscar el objetivo, entonces cuando el tejón dejó ver al muñeco entre los arbustos, todos comenzaron a disparar. Lástima que ninguna flecha le dió a la marca roja, o a ninguna parte del muñeco.
Violet y Susan se miraron por un milisegundo, sabían que esto no iba a ser fácil.
—Está todo bien, es su primer intento. —Susan trató de animarlos.
—Exacto, Roma no se hizo en un día. —La gran reina estuvo de acuerdo con su amiga, repartiendo nuevas flechas entre los aprendices.
—¿Cuánto llevó hacerla? —preguntó un enano, bajando su arco y sonando curioso.
—¿Qué es Roma? —Le siguió un fauno.
—Es solo un dicho. —Susan sonrió divertida, hasta que un tiro perfecto acabó en la marca roja del peluche, causando sorpresa por parte de las reinas e irritación por parte del tejón.
—¡Oye, pudiste haberme arrancado una pata! —El amigo de pelaje blanco y negro se retiró indignado hasta el fuerte, murmurando cosas como que era aún muy joven para morir.
—Buen tiro, ¿cuál de ustedes...? —preguntó Violet sorprendida, hasta que su pregunta se respondió cuando vió a Caspian acercarse con una ballesta en las manos.
—Buenas tardes, sus majestades. —Saludó el príncipe telmarino, acercándose a Susan y a Violet. —Pensé que necesitan ayuda.
Esa frase golpeó en el orgullo de las reinas del arco y flecha.
—Están aprendiendo por buenas manos, gracias. —Murmuró Susan, de manera seria, girándose levemente para poder seguir con la clase.
—No quise sugerir lo contrario. —Caspian se apresuró a corregir su error.
—Entonces supongo que puedes hacerlo mejor. —Violet miró al príncipe de manera retadora, disfrazada con su sonrisa dulce.
El muchacho le respondió con una sonrisa y de manera ladina le pidió a las reinas que escogieran un blanco, mientras el recargaba la ballesta.
—¿Ves esa piña de pino? —Le preguntó la Benévola luego de que junto a Violet decidieron a qué objeto le dispararía el príncipe.
—No hay problema. —Caspian puso una cara de superioridad y le apuntó al blanco.
—Eh, esa no. —Violet le dijo cuando el príncipe apuntaba su ballesta a una piña de pino que estaba mucho más abajo de la que ella y Susan eligieron. —Es esa, la que está en la punta.
—¿Están seguras de que eso no es una nuez? —preguntó con miedo al ver lo pequeño e inalcanzable que era el estróbilo.
—¿Es muy lejos para tí? —Susan le preguntó con burla.
El telmarino la miró con su orgullo dañado, así que con valentía apuntó y disparó su ballesta.
Sin embargo la flecha solo rozó la piña de pino.
—No estuvo mal. —Le dijo Susan.
—Bueno, me entrenó el mejor del ejército telmarino. —El muchacho alardeó.
—Si eso es lo mejor que tienen, quizá tengamos una oportunidad después de todo. —Violet sonrió con autosuficiencia, para luego hacerle una seña a su cuñada. Ambas se miraron divertidas, mientras tensaron sus arcos y le apuntaban a la piña de pino que Caspian no pudo alcanzar.
Violet tomó el primer paso y le disparó a la piña, obviamente le dió en el blanco.
Y mientras la piña caía a toda velocidad, Susan le disparó su flecha a mitad de camino.
Al final, la piña de pino quedó con dos flechas en su centro, una roja y otra amarilla. No eran llamadas las reinas del arco y flecha por nada.
Caspian quedó asombrado, pero las dos reinas estaban en estado de preocupación, cuando la piña cayó al piso, observaron a un telmarino espiandolos, el cuál al notar que lo habían pillado salió cabalgando en su caballo.
—Maldición. —Susan murmuró preocupada. —¡Todos entren al fuerte!
Los narnianos y Caspian no lo dudaron ni un segundo, y siguiendo a la Compasiva y a la Benévola, todos entraron al fuerte de Aslan.
—¡Edmund! —Exclamó Violet, su voz hacía eco dentro del fuerte, por lo que rápidamente su hermano en ley hizo acto de presencia, preocupado por el grito que su cuñada lanzó. —Están aquí, nos encontraron. —Le explicó, y nadie necesitó otra palabra.
•••
—Es solo cuestión de tiempo. —dijo Peter cuando ya todos estaban reunidos alrededor de la mesa de piedra. —Los hombres de Miraz deben venir en camino, lo que significa que no hay nadie protegiendo ese castillo.
—¿Qué propone que hagamos, su majestad? —preguntó Reepicheep, quien estaba sentado entre medio de la Valiente y Compasiva en la rota mesa de piedra.
—Necesitamos prepararnos... —Comenzó a ordenar Peter, al mismo tiempo que Caspian decía que tenían que comenzar un plan.
Todos observaron con incomodidad las miradas de odio que se dedicaron los muchachos, menos Violet y Lucy, ambas se susurraban cosas, tratando de descifrar entre ellas cuál era la opción correcta.
—Nuestra única esperanza es atacarlos primero. —Peter propuso su idea luego de la pelea de miradas con Caspian.
—Nadie ha podido tomar ese castillo. —El príncipe se acercó, se notaba que pensaba que la idea del Magnífico era ridícula. —La reina Anna lo intentó y miren cómo acabó.
—Caspian. —La molesta voz de Violet se hizo presente, ganando por poco a Peter, quien ya se estaba preparando para defender a su familia. —¿Quién eres tú para esparcir mentiras sobre mi hija?
—Lamento ofenderla, reina Violet. —Caspian se disculpó avergonzado. —Lo que quería decir es que el castillo real de Telmar es impenetrable, nadie ha podido entrar a la fuerza.
—Siempre hay una primera vez. —Él rubio sonrió con autosuficiencia y molestia, sin olvidarse de la ofensa del telmarino.
—Sí. —Trumpkin estuvo de acuerdo con el rey Peter. —Y los sorprenderemos.
—Pero aquí en el fuerte tenemos ventaja. —Caspian insistió.
—También tenemos armas y municiones, creo que aquí seremos más fuertes. —Susan apoyó al príncipe Telmarino. —Y si entramos al castillo probablemente nos vamos a defender por un tiempo muy limitado.
Peter se sintió traicionado por su hermana.
—Yo me siento mucho más seguro aquí, bajo tierra. —Él tejón se posicionó al lado de Caspian, mostrando su apoyo.
—Caspian, de verdad aprecio lo que has hecho aquí. —Peter se acercó al príncipe, tratando de suavizar sus expresiones. —Pero esto no es un fuerte, es una tumba.
—Exacto, y si son listos, los telmarinos esperarán y nos mataran de hambre. —Edmund apoyó a su hermano mayor por primera vez desde que volvieron a Narnia, aunque miraba de reojo a su cuñada, esperando a que esta tomara un lado de la discusión.
Edmund siempre apoyaba las decisiones de Violet, usualmente eran las más inteligentes y de todas maneras ella era quien solía ser la mente maestra de todos los planes que solían hacer cuando Narnia aún no era invadida.
—¡Podemos juntar nueces! —Una ardilla exclamó.
—¡Claro, una fantástica idea! —Reepicheep aplaudió con sarcasmo. —Y de paso se las lanzamos a los telmarinos.
La ardilla se encogió de hombros, avergonzada.
—Creo que usted ya conoce mi posición, rey Peter. —Él ratoncito volvió a hablar. —Apoyaré todo lo que usted y la reina Violet decidan, son los grandes reyes después de todo.
Peter le agradeció con la mirada, para luego dirigirse al centauro Glenstorm.
—Si logro hacer que tus tropas entren, ¿podrán con los guardias? —Le preguntó el rubio esperanzado.
—O moriré intentando, mi señor. —El centauro inclinó su cabeza.
—Eso es preocupante. —Lucy dijo por primera vez desde que la reunión comenzó.
—¿Disculpa? —Peter le preguntó confundido, usualmente Lucy no tomaba decisiones sobre guerras, ella se quedaba en el castillo y era la delegada para manejar y mantener el orden en el palacio.
La pequeña observó a su cuñada y le pidió que continuara.
—Con Lu hemos estado conversando, y llegamos a la conclusión que se comportan como si sólo hubiera dos opciones. —Lettie miró a los demás decepcionada. —Morir aquí...
—O morir allá. —Lucy concluyó la oración.
—¿Han estado escuchando? —Peter preguntó cansado.
—Tú eres el que no está escuchando, ¿es que acaso olvidaste quien fue el que asesinó a la bruja blanca? —Lucy miró a su hermano con esperanzas de que cambiara de opinión.
Pero las facciones de Peter se endurecieron, no soportaba que su hermana creyera que sus ideas no eran buenas solo porque Aslan no estaba con ellos. ¿Cuando se daría cuenta que el león los había traicionado desde hace tiempo?
—Creo que hemos esperado a Aslan lo suficiente, debe haberse olvidado de nosotros así como se olvidó de Anna.
—Sabes que esa no es la razón por la cual Aslan no ha venido. —Violet le dijo con su característico suave tono de voz. —Deja que por lo menos Lu y yo vamos a buscarlo, pero se que si no lo encontramos podemos idear una estrategia diferente...
—Violet, eres mi esposa y te amo. Pero he liderado más batallas que tú, se lo que estoy haciendo. —Peter gruñó por lo bajo. —Atacaremos ese castillo mañana al anochecer.
Y se dió la vuelta, dándole la espalda a su mujer.
—¡Peter! —Violet se levantó de la mesa de piedra exclamando con furia y cólera. —No te atrevas a darme la espalda, soy más que tu esposa, soy tu reina.
Los narnianos, Susan, Edmund Lucy y Caspian observaron a la Compasiva con los ojos abiertos. Hubo testigos que incluso dieron un par de pasos hacia atrás, sorprendidos e incluso estremecidos por el aura de poder e ira que emanaba de la gran reina.
—¿Qué está pasando contigo, mi rey? Olvidas que yo también tengo voz y voto, y si pienso que un plan es lo suficientemente suicida entonces ese plan automáticamente se desecha y se crea uno nuevo. Cuando nos casamos prometí apoyarte en lo bueno y en lo malo, obedecerte y respetarte, pero tu igual prometiste lo mismo. —La reina se acercó a su esposo, haciendo de la conversación un poco más privada, aunque era inútil, la sala se había quedado en un silencio tan sepulcral que incluso las respiraciones de Reepicheep se escuchaban. —Así que si quieres que esté de acuerdo con tu decisión, tú también debes de estar de acuerdo con las mías, las de Edmund, Susan y Lucy. Y si no, pues mala suerte para todos.
Peter la observaba inaudito. Y a viva voz, Violet comenzó a explicar y mejorar el plan (el cual, a decir verdad, era mucho mejor que el de Caspian y Peter combinados)
—¿Están todos de acuerdo? —La Compasiva le preguntó a todos los presentes, y absolutamente todos se colocaron del lado de la reina.
—Bueno, si su majestad quiere mi opinión ... —Comenzó a decir Caspian, y Peter tuvo el amago de hacerlo callar.
—Si no es sobre el plan, entonces no la quiero, muchas gracias. —Le cortó Violet. —Tengo la propia.
Entonces Peter con su cara malhumorada y Caspian con su puchero de derrota porque su plan fracasó, asintieron.
—Entonces comiencen a prepararse, saldremos esta noche.
Y con esas últimas palabras, todos salieron de la mazmorra.
Excepto Peter.
—Fuí un necio. —Dijo el rubio después de un rato.
—Lo sé.
—Hablamos sobre esto ayer, y aún así me comporté horrible de nuevo, pero aquí estás, conmigo.
—Siempre estaré aquí. No creas ni por un minuto que algún día te dejaré por alguna discusión, hemos sobrevivido a cada demonio que Dios ha enviado a nuestras vidas como para arruinarlo todo por no conversar las cosas.
—Te amo, y eso ni el tiempo, ni los celos, ni las peleas, ni nadie lo va a cambiar. —Peter observó su cosa favorita en todo el mundo; los brillantes ojos zafiro de Violet, susurrando aquellas palabras. —Perdóname.
Violet no respondió nada, solo se acercó y depositó un pequeño beso en la comisura de su boca, para luego besarlo con cariño en los labios. Había olvidado brevemente la última vez que ella lo había besado, y el sentimiento de miles de mariposas volando alrededor cuando sucedía.
—Saldremos de esto juntos, mi amor.
Capítulo editado.
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