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4. DÍA DE CELEBRACIÓN

Capítulo 4. Día de celebración.

Las campanas de los hogares sonaban con alegría, los lugareños cantaban con júbilo y emoción canciones típicas y muchos de ellos vestían sus mejores ropas mientras decoraban las calles del país. Narnia estaba de celebración, y el motivo era que la princesa Anna cumplía nueve años.

Habían pasado doce años desde que la edad dorada había comenzado y de que Narnia había estado viviendo en paz gracias a los sumos monarcas y los demás reyes.

Ahora los narnianos estaban montando una gran fiesta en la playa que estaba al frente del palacio, para su princesa del pueblo (como ellos le apodaron) la pequeña Anna había crecido como una delicada flor, su hermoso cabello rubio el cual le encantaba llevar con trenzas y joyas, sus brillantes ojos azules, herencia de su madre y por supuesto, el título que ostentaba como heredera narniana; su alteza real, Anna Irene de Pevensie y Wright, princesa de la corona de Narnia por nacimiento y derecho.

La princesa se encontraba en su habitación, siendo ayudada por su dama de compañía para arreglarse.

—¿Va a haber pastel, ¿no es así? —preguntó la rubia con un tono inocente mientras su ayudante le arreglaba su vestido. —De arándanos y con crema.

—Será gigante. —Le confirmó la fauna.

—¿Y todos mis amigos estarán ahí? —Volvió a preguntar con su vocecita, recordando lo divertido que fue celebrar su cumpleaños anteriormente con todos los narnianos de su edad.

—No faltará nadie, princesa. —Nuru, la fauna, terminó de arreglar a la pequeña al mismo tiempo de que los reyes supremos entraban a la habitación de su hija.

—¡Mami, papi! —Anna los miró con sus ojitos casi cerrados, producto de su sonrisa.

—Gracias por todo, Nuru. Puedes retirarte. —Le dijo Peter a la dama de compañía de su hija.

—Sus majestades. —La fauna se reverenció y posteriormente se retiró del aposento.

—Feliz cumpleaños, Annie. —Violet abrazó a su hija. —Aún no me puedo creer que este ya sea tu noveno cumpleaños.

—Has crecido tan rápido. —Peter le dió un beso en la mejilla a la rubia —Recuerdo como si fuera ayer cuando dimos la noticia de que tu madre estaba embarazada.

Violet sonrió ante el recuerdo.

—¿Donde están los tíos Ed, Susan y Lucy? —preguntó la pequeña algo confundida que sus tíos no la hayan ido a visitar a su habitación como cada vez que ella cumplía años.

—Están en el salón del trono, tenemos un regalo especial para tí, cariño. —La reina Violet le sonrió a su hija.

—¿Un regalo especial? —Annie, que es como su familia le había apodado, ya estaba emocionada por la mención de la palabra "especial".

—Así es princesita. —Peter jugueteó con la niña, admirando su bonito peinado trenzado y con perlas.

—¿Qué estamos esperando entonces? —La rubia agarró las manos de sus padres y con felicidad los guió fuera de su habitación.

Iban riendo por los pasillos mientras que los sirvientes los miraban embelesados, siempre era bueno que reinará la felicidad. Cuando ya estaban fuera de las puertas del salón de los cinco tronos, él Magnífico y la Compasiva detuvieron a su hija.

—Anna, cariño. —Violet comenzó a explicar. —Sabemos que te encanta Narnia, ya que es tu hogar, y desde que te enteraste de tu influencia como princesa heredera has querido formar parte de las decisiones que afectarán de una forma u otra a tu país.

—Y también sabemos que a pesar de tu corta edad posees la inteligencia y la madurez para tomar importantes decisiones, y que te entristece no tener una posición en la corte real de la orden del león para ayudar a Narnia. —Le siguió Peter. —Por lo mismo, hemos preparado esto para tí.

Luego de esas palabras, los tres entraron al salón, siendo honrados con la guardia real haciendo lo que parecía ser un camino para que madre, padre e hija caminaron hasta llegar a los tronos.

Violet y Peter tomaron asiento en sus respectivos tronos, mientras que Anna quedó frente a la real corte junto a los guardias y detrás de los reyes. Lucy, al asegurarse de que su sobrina no la estaba mirando, le sonrio cómplice a su cuñada y hermanos.

—Estamos reunidos hoy en ocación especial celebrando el cumpleaños número nueve de su alteza real la princesa Anna. —El señor Tumnus, vocero real, dió inicio a la reunión.

Los narnianos celebraron con alegría mientras que Anna los observaba con felicidad pura.

—Leeré entonces, el proclamo real de sus majestades, los reyes Peter, Violet, Susan, Edmund y Lucy. —El fauno se aclaró la garganta y comenzó a leer del pergamino. —En honor a su noveno cumpleaños se le hace la imposición del collar de la insigne orden del león de oro a su alteza real, la princesa de la corona Anna Irene de Pevensie y Wright. Esto indica, que desde ahora en adelante, la princesa acepta su lugar oficial como heredera al trono en la corte real. Además, se le hace entrega el título de duquesa de los Bosques Tiernos, dando origen al amor de la princesa por dicho lugar. Firmado por sus majestades: Peter el Magnífico, Violet la Compasiva, Susan la Benévola, Edmund el Justo y Lucy la Valiente.

Anna quedó petrificada de la emoción en su lugar viendo como su amigo el zorro le hacía entrega de un broche de un león dorado decorado con cintas rojas y amarillas, al mismo tiempo que Oreius el centauro cargaba un pequeño trono para ella y lo colocaba en medio de los tronos de sus padres.

—Es mi honor anunciar entonces que el título oficial de la princesa queda como: su alteza real, Anna Irene de Pevensie y Wright, princesa de la corona de Narnia por nacimiento y derecho, duquesa de los Bosques Tiernos y miembro honoraria de la real orden del león. —El señor Tumnus cerró la pequeña sesión luego de que Anna tomara asiento en su trono.

—Felicidades, Annie. —Susan se levantó y felicitó a su sobrina.

—Gracias, tía Susu. —Anna sonrió mostrando sus dientes, señal de que estaba muy feliz y agradecida.

—Ahora, no hagamos a la gente esperar. —Edmund colocó su mano en el hombro de la niña, hasta ahora le parecía curioso y casi imposible que su sobrina sea tan especial para él. —Los narnianos prepararon una fiesta en la playa en tu honor.

Los ojos de Anna se achicaron por su sonrisa.

—¡Vamos entonces! —Exclamó con felicidad para luego echarse a correr junto a su tía Lucy.

—¡Eh! ¡esperenme! —Gritó Edmund para luego seguir a las muchachas.

El Magnífico, la Compasiva y la Benévola se miraron y soltaron una risita al mismo tiempo que comenzaban a caminar por detrás de los demás.

—Adoro los momentos así. —Reconoció Susan mientras salían del castillo en dirección a la playa.

—Todos lo hacemos. —Le apoyó Violet, quien llevaba su mano derecha entrelazada con Peter y su brazo izquierdo enlazado con el de Susan.

Que lindos tiempos estaban teniendo.

Lástima que no duraran por mucho.

Capítulo editado.

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