Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. CINCO AÑOS DESPUÉS

Capítulo 15. Cinco años después.

—Eustace, primo. —Peter saludó al otro rubio con un fuerte apretón de mano cuando el menor abrió la puerta de su hogar. —Es un gusto verte, vaya, has crecido mucho desde la última vez que te vi. Cuéntame, ¿Cómo te pareció Narnia? ¿Cómo están Caspian y Anna?

—Sus majestades los reyes están perfectamente, Peter. —Eustace sonrió con emoción, recordando sus días en el maravilloso país. —De hecho, la reina Anna está esperando.

Violet y Susan, quienes estaban detrás de Peter esperando su turno para saludar, se agarraron de las manos y soltaron un chillido.

Peter no entendió lo que pasaba.

—¿Qué es lo que espera Annie?

—Un niño, bobo. —Lucy apareció por detrás de Eustace, mucho más sonriente de lo que estaba cuando la dejaron en la casa Scrubb ocho meses atrás. —O una niña... cuando nos fuimos aún le faltaban algunos meses.

—Sí, no llegamos a tiempo para la boda, pero al menos vimos a Annie con la adorable pancita. —Explicó Edmund, feliz por ver de nuevo a sus hermanos mayores y a su ahora oficial cuñada.

Peter y Violet habían contraído matrimonio en la iglesia hace un año, cuando Peter estaba en su segundo año de universidad antes del intercambio a Estados Unidos, y Violet comenzaba a trabajar como secretaria en Downey Street, el hogar y oficina del Primer Ministro del Reino Unido.

—No lo puedo creer. —Susurró el señor Pevensie con emoción, su pequeña hija ya estaba casada y encinta.

—Creo que quisiste decir "ese bastardo" —Apoyó Edmund, confundido con la reacción de su hermano. Pues cuando Edmund se enteró del embarazo, retó a Caspian a un duelo de espadas (que terminó en un empate, pero Edmund juraba que no había ganado porque no quería dejar a su sobrina sin un padre para su bebé).

Peter iba a contestar, quizá concordando con Edmund. Pero la figura de dos adultos apareciendo repentinamente en la puerta del número 8 de Avenida Oceanía le interrumpió.

—Eustace, ¿Dónde están tus modales? deja pasar a tus primos y ofréceles té. —Ordenó Harold Scrubb, el padre de Eustace.

—Dios mío, si la pobre de Jill Pole se enterara de tus modales... Es un milagro que la muchacha siga siendo tu amiga. —Alberta Scrubb negó decepcionada.

Peter, Violet y Susan Pevensie entraron a la casa con gusto, pues no era secreto que Inglaterra era un país muy frío y en especial cuando era diciembre.

—Tiene usted un hogar muy acogedor, señora Scrubb. —Felicitó Violet más que nada por cortesía, ahora entendía por qué Lucy se quejaba de la aburrida casa en sus cartas. Todas las paredes eran blancas y en el hogar parecía reinar la monotonía.

—Muchas gracias, querida. Ah, antes de que me olvide, ven conmigo. Tengo unos patrones para tejer que darte para que comiences a crear ropa para mi sobrino-nieto. Son los mismos que usé para mi pequeño Eustace, estoy segura que tu retoño se verá precioso en las ropas que le hagas.

Alberta Scrubb, tal como Lucy y Edmund lo habían dicho incontables veces en las cartas, estaba cien por ciento segura que Violet estaba embarazada. Y no solo eso, si no que podía jurarle a Dios que el bebé sería un hermoso niño con el cabello castaño y ojos aguamarinos. Violet quiso negarse y darle a entender a Alberta que solo pasaban a buscar a Ed y a Lu, pues ya era tiempo de que ambos salieran de Cambridge. Pero no quería ofender de más a la madre de Eustace, así que con su sonrisa más grande, y escondiendo su incomodidad, la siguió por las escaleras.

—¿Sigue con el tema? —Peter le preguntó a su tío con una risa, ocultando la leve preocupación por los sentimientos de su querida esposa.

—Ya la conoces, Pete. Ustedes se casaron hace ya un año. —Harold intentó defender a su esposa, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón, no queriendo mostrarse de acuerdo con su sobrino mayor. —Para ella ustedes deberían ya tener 2 hijos y quizás un perrito, bueno, a Violet le gustan más los gatos ¿cierto?

Los Pevensie y Eustace guardaron silencio, el tema de los hijos de Peter y Violet en este mundo era complicado. Por supuesto que ambos querían tener un niño o niña, pero estaban de acuerdo que no querían traer a una personita mientras hubiera guerra. Además, concebir a Anna fue difícil, años y años de lucha, pérdidas, y remedios naturales, y sinceramente aun no sabían si estaban listos para enfrentarse de nuevo a la ruleta de la vida.

Y era totalmente entendible.

—Padre, si nos disculpas. —Eustace tomó las riendas de la conversación. —Llevaré a los primos a la sala de estar, quizás quieras ayudar a Violet para que no esté incómoda, sabes como se pone madre con estos temas.

Harold asintió, él sabía más que nadie lo emocionada que se colocaba su señora con el tema de los bebés, y no quería que la primera vez de Violet Pevensie en su casa fuese incómoda.

—Gracias, señor dragón. —Le murmuró Lucy a su primo, luego de que su tío desapareció escaleras arriba.

Susan la observó confundida. —¿Señor dragón?

Edmund soltó una carcajada, mientras se sentaba junto a Peter y Eustace en el sillón de tres.

—Tenemos mucho que contarles sobre nuestra última aventura.

—Pongan atención; érase una vez, dos hermanos llamados Edmund y Lucy, quienes tuvieron la desdicha de pasar meses viviendo con su no tan querido primo Eustace...

•••

Resulta que Lucy era una buena narradora.

En diez minutos resumió días de búsqueda y pelea, con lujo de detalle y hasta cambiaba su tono de voz para cuando llegaba el turno de hablar como otro personaje.

—Sólo espero que Reepicheep tenga lo que merece y más en el país de Aslan. —dijo Violet, con melancolía y felicidad al recordar a su amigo el ratón.

La tía Berta dejó libre a Violet luego de que su esposo la convenciera de ir a pasear al parque, así que la casa Scrubb estaba disponible para los Pevensie y el mismo Eustace.

—Se veía en paz, el pobre tuvo una vida llena de guerra y odio. —Comentó Eustace, quien cómo Lu había explicado, no se llevaba nada bien con el ratón, pero al final ambos se volvieron muy buenos amigos.

—Fuiste muy valiente, Eustace. —Le felicitó Peter, un toque de nostalgia invadiendolo. —Estoy feliz y seguro de dejar las aventuras en Narnia en tus manos.

—Y en las de Jill Pole. —Edmund tosió para cubrir su comentario.

—Y en las de Jill Pole, estoy seguro que Aslan te dejará llevarla como tu compañera de viajes. —Repitió el Pevensie mayor.

—Estoy muy orgullosa de ustedes, Ed y Lu. —Dijo esta vez Susan, dejando de lado su taza de té. —Sobrevivieron a su última aventura en mucho tiempo.

—Así es, es difícil cerrar una historia como la que vivimos todos en Narnia, pero recuerden que Aslan dijo que volveríamos si de verdad nos necesitaban. —Les comento Violet, subiéndole a todos las esperanzas.

Siguieron tomando té con bizcochos de vainilla, hasta que dieron las tres de la tarde y debieron de irse. No querían perder el tren de vuelta a Finchley. Se despidieron de los tíos Harold y Alberta, quienes le explicaron que las puertas de la casa siempre estarían abiertas para ellos.

Pero sin duda la despedida más difícil fue la de Eustace, el muchacho le había tomado cariño a sus primos, sin mencionar la gran travesía que vivió con Edmund y Lucy. (Violet aseguró ver a Ed con ganas de llorar, pero decidió no decir nada). Y dos horas y media después, los Pevensie llegaron a la bonita casa de Peter y Violet. Donde la tía Lilibeth y el primo James de seis años la esperaban ansiosos con una sorpresa.

—¡Tío James! —Exclamó Violet, soltando su bolso al piso con felicidad y sorpresa extrema al ver a su tío, el teniente James Barnes, en su casa.

—¡Vi! Mi bella flor Violeta. —El militar de unos 40 años abrazó a su sobrina con fuerza. —Mi superior me dio una licencia de una semana, mientras tanto tengo al agente Chase entrenando a los nuevos reclutas.

Los ojos de Edmund se iluminaron ante lo último, si el tío de Violet era un teniente, le podía ayudar a entrar a la Milicia Real sin problemas.

—Ni siquiera lo pienses, rey Edmund. —Le susurró Lucy con una sonrisa algo malévola. —Pelear en Narnia era una cosa, pero aquí ni mamá, ni Peter, ni Violet te dejarán ir a la guerra aunque lo pidas de rodillas, incluso si tienes permiso de Jesús en persona.

Edmund se quejó bajo.

—Tengo diecisiete, Lu. Es injusto, Anthony Coulson tiene mi edad y fue reclutado el mes pasado. —Explicó el Justo con molestia, había conocido a Coulson en la escuela, era un muchacho inteligente y amigable. Tuvo la suerte de ser llamado antes de los dieciocho junto a otros tres compañeros de clase. Cómo le molestaba no haber sido reclutado.

—Anthony Coulson tiene la masa muscular de un hombre de treinta años. —Le interrumpió Susan, atenta a la conversación de sus hermanos y a la vez, escuchando a Violet hablar con su tío sobre su padre, quien no pudo venir pero le mandaba muchos saludos a su familia. —Si te presentas ahora serás rechazado porque parece que tienes once años aún.

Peter soltó una risa a lo dicho por su hermana, y fue escuchado por su pequeño primo en ley.

—¡Peter se enlistara el próximo año! —Exclamó el pequeño James con emoción, pero eso entristeció a Violet. Primero porque su esposo iría a la guerra, por primera vez alejado de ella. Y segundo porque su primo tenía solo seis añitos y en la escuela ya le enseñaban que debía ir a pelear por su país como única opción para abastecer a su familia y patria.

—Eso es genial, hijo. —El teniente le palmeó el hombro al rubio con fuerza paternal, sonriendo con orgullo. —Hacen falta más médicos en los campos, quizás te pueda conseguir tu desplazamiento en el campamento donde trabajo, así no preocuparemos a nuestra querida flor.

Violet odiaba la guerra, no le gustaba ni en Narnia ni en Reino Unido. Y mucho menos le gustaba cuando los hombres de su vida debían de responder un llamado de deber y desaparecer por años, quizá para nunca volver.

—Pero aún falta para eso. —dijo la tía Lilibeth, quien compartía el pensamiento de su sobrina. Ella perdió a su padre en la guerra, su hermano mayor y su esposo se fueron a enlistar y la dejaron a cargo de una Violet de quince años y de un pequeño James de 13 meses. —Vamos a comer, la cena nos está esperando en el comedor. Preparé una deliciosa tarta de fresas para el postre.

La Compasiva observó como Lucy tomaba al pequeño James en brazos y seguía a los tíos, Susan y Edmund al comedor principal.

—Sabes, estaba pensando... —Dudó al decir las próximas palabras, pero la suave mirada de Peter le pedía que continuara. —No nos estamos haciendo más jóvenes, y en un año te irás... Creo que, bueno, creo que deberíamos comenzar a intentarlo. Estamos juntos en esto, creo que podemos con lo que la vida nos quiera dar.

Peter la abrazó fuertemente, lágrimas de felicidad amenazando con caer de sus ojos aguamarina y besando repetidamente la frente de su esposa con amor y cariño.

Quizás, la vida en paz que Aslan les había prometido daría finalmente sus frutos.

Capítulo editado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro