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13. REYES Y REINAS DE NARNIA

Capítulo 13. Reyes y reinas de Narnia.

Finalmente era el día de la coronación. Peter, Violet, Susan, Edmund y Lucy se encontraban cada uno en sus respectivas habitaciones arreglándose para el gran momento. Los cinco estaban vestidos en las mejores galas que las faunas pudieron confeccionar. Violet, Susan y Lucy llevaban unos preciosos pero a la vez simples peinados, al igual que unas brillantes y minimalistas joyas.

—Estoy nerviosa. —Susurró la Wright mirándose al espejo de su habitación mientras Lyanne terminaba de darle los últimos retoques.

—Todo saldrá perfecto, su alteza. —La fauna parecía mucho más emocionada que Violet. —No puedo esperar a que la nombren reina de Narnia, hemos estado tanto tiempo esperando su llegada y que nos salvarán de aquel martirio de invierno.

La muchacha le sonrió a su acompañante.

—No pudimos haber hecho nada sin su propia ayuda. —Reconoció la princesa.

Lyanne soltó una risita risueña y se reverenció hacia Violet, dejando la habitación e indicando a la ojiazul que ya era tiempo de ir al salón de los cinco tronos. La chica volvió a mirarse en el espejo, y sonriéndole a su reflejo se encaminó fuera de sus aposentos, encontrando a Aslan al final del pasillo, con Peter a su lado.

—Violet, querida. —Saludó el león. —Te ves deslumbrante.

—Gracias, Aslan. —Agradeció la chica mientras miraba de reojo a Peter y sentía como algo le cortaba momentáneamente el aire, el rubio se veía asombroso.

—Lettie... —Susurró el Pevensie algo anonadado por lo hermosa que se veía la muchacha.

Y no exageraba, pues Violet llevaba un vestido de terciopelo color amatista, con unas mangas largas que le llegaban hasta los tobillos, un cinturón dorado que hacía resaltar su adolescente cuerpo y una capa color lila con los bordes decorados con hilo dorado. Su cabello estaba decorado con suaves ondas que caían por su espalda, ya que llevaba dos trenzas que se juntaban por detrás como si fuera una media coleta, y su flequillo estaba perfectamente arreglado.

Y por supuesto no faltaba su dije del león, el cual Peter también llevaba.

—Peter... —Repitió la chica con una sonrisa al mismo tiempo que Edmund se acercaba con Lucy y Susan.

—Todos se ven maravillosos. —Habló el león, luciendo orgulloso. —Ahora vengan conmigo, la coronación ya va a empezar.

Los hijos de Adán y Eva se colocaron a los lados de Aslan, y con gracia comenzaron a caminar hasta el salón de los tronos.

—Tengo muchos nervios. —Lucy le susurró a Violet cuando estaban a centímetros de las puertas del salón donde la ceremonia se sostendría.

—Estoy contigo, ¿lo recuerdas? —La mayor le sonrió bondadosa. —Siempre estaré aquí, Lu.

Lucy asintió, ahora segura de sí misma. Y en conjunto a Aslan y a los demás Pevensie, entraron al salón de los cinco tronos.

Centauros, faunos, dríades y muchas otras criaturas vestían orgullosamente el emblema narniano, mientras portaban sus armas y se colocaban en fila para recibir a los príncipes, princesas y al gran león.

Violet pudo observar a algunos de sus amigos, como el señor zorro, Peia, Lyanne, Istér, Brontë y muchos otros animales, pero no había rastro del señor Tumnus o de los castores. Probablemente estaban por ahí y ella no los vió.

Sin preocuparse mucho, siguió caminando junto a Peter, Susan, Edmund, Lucy y Aslan hasta que llegaron a los tronos.

Con una flor de emoción creciendo dentro de sus pechos, los cinco niños se ubicaron en su trono correspondiente, los cuales no eran tan difíciles de reconocer, por un lado por los ensayos anteriores y por otro por que cada respaldo tenía un dibujo que les representaba. Peter tenía una espada, Violet una flecha apuntando hacia el cielo, Susan un arco, en el trono de Edmund se apreciaba la imagen de una espada destrozando una vara y en la de Lucy se hallaba su frasquito curativo. Cuando ya los cinco se posicionaron, Aslan comenzó a hablar.

—Al claro océano del oriente, le entrego a la reina Lucy, la Valiente. —Dictaminó el león y al mismo tiempo, los castores y el señor Tumnus se acercaron para hacerle entrega de una hermosa corona plateada floral con citrino.

Así que por eso Violet no los vio, estaban esperando la señal para entregar las diademas.

—Al gran bosque del occidente, le entrego al rey Edmund, el Justo. —Ordenó Aslan y el fauno le colocó una corona plateada con unas hermosas hojas y esmeraldas adornándola.

Lettie y Peter se sonrieron emocionados, esto aun parecía un sueño.

—Al radiante sol del sur, le entrego a la reina Susan, la Benévola. —Tal y como pasó con los otros dos, el señor Tumnus le entregó a Susan una corona dorada con un bonito diseño floral y adornada con pequeños zafiros.

Susan levantó su cabeza orgullosa de que le hubieran otorgado aquella distinción.

—A la brillante constelación del norte, le entrego a la gran reina Violet, la Compasiva. —Lettie se puso algo nerviosa al ver que el señor Tumnus se acercaba a ella con una inmensa corona dorada, con amatistas y acabado de flores, las cuales Violet juraba que estaban diseñadas para parecer pequeñas lavandas. La chica bajó su cabeza para que el fauno le colocara la tiara, y cuando estuvo lista, levantó su cabeza y observó a todos con una de sus admirables sonrisas.

—Al brillante cielo del norte, le entrego al gran rey Peter, el Magnífico. —Los castores le pasaron una inmensa corona, con rubíes, dorada y con el emblema de la flor de lis, al señor Tumnus, quien se la colocó a Peter en su cabeza.

Luego de que los cinco niños hubieran sido coronados, siguieron al pie de la letra lo que habían aprendido los días anteriores y se sentaron en la suavidad de sus tronos.

—Una vez rey o reina de Narnia, siempre será rey o reina de Narnia. Que su sabiduría nos guíe hasta que las estrellas caigan del cielo. —Aslan los miró melancólico, pero a la misma vez orgulloso.

—¡Larga vida al rey Peter! ¡larga vida a la reina Violet! ¡larga vida a la reina Susan! ¡larga vida al rey Edmund! ¡larga vida a la reina Lucy! —Gritaron los Narnianos con júbilo.

•••

—Entonces, ¿la Compasiva, eh? —Peter se acercó al balcón donde Violet observaba la maravillosa vista del mar, era de noche y Aslan ya se había marchado. La muchacha solo quería tomar un descanso de la ardua celebración que aún tomaba lugar en el castillo.

—¿El Magnífico? —preguntó la ojiazul con burla, aunque por dentro miles de mariposas hacían cosquillas en su estómago. Peter le siguió la burla y se con calma se posicionó al lado de la ahora reina.

—Se que por dentro lo adoras. —Se mofó el rubio mientras la miraba a los ojos, aquellos hermosos ojos color zafiro que contrastaba con sus claros ojos aguamarinos.

—Lo hago, realmente lo hago. —admitió devolviéndole la intensa mirada, para luego seguir observando el calmado océano. —A propósito, Enrique VI no fue el más joven.

El rey le miró confundido.

—¿A qué te refieres?

—En nuestra charla de aquel día, donde nos contaste tu miedo de reinar Narnia, colocaste a Enrique VI de ejemplo al rey más joven, pero te equivocaste. —Le sonrió con autosuficiencia. —La persona más joven en acceder al trono, hasta la fecha es Alfonso XIII, el obtuvo el título de rey de España el día que nació, por no mencionar a la reina más joven, María reina de los Escoceses, ella se convirtió en reina a sus cortos seis días de vida.

Peter la miró sorprendido, ¿cómo es que la chica sabía tanto? Es decir, él solo sabía de la existencia de Enrique VI por la única mención en aquel pequeño párrafo de su libro de historia.

—Pues, claro que lo sabía. —El rubio trató de responder con obviedad, pero demostró su pequeña ignorancia al trabarse en la primera palabra.

—Obviamente que lo sabes, así como debes saber que Escocia e Inglaterra se unieron ya que el hijo de la reina María era el único heredero de ambas naciones. Fue denominado James el I y VI, ya que era el primer rey llamado así en Inglaterra, pero el sexto en Escocia. —Los ojos de Violet destellaban malicia.

El rubio quedó atónito. Se quedó un rato más mirando a la nada, pensando en el dato que la castaña de la había dado, hasta que salió de su burbuja al escuchar la risa de Violet. El chico quería callarla, no porque no soportaba su risa, pero si conocen a Peter, a él no le gusta perder en nada, y tampoco le gustaba que las demás personas le mostraran su éxito en la cara.

Así que hizo lo que toda persona normal haría.

La besó, besó a su reina. Ahora era su turno, y aprovecho cada momento, mientras escuchaban las melodías que aún sonaban dentro del salón y el exquisito aroma que emanaba de la ventana de las cocinas un par de pisos más abajo.

Cualquier persona que viera cómo se miraban podía darse cuenta, ellos ya no eran amigos. ¿La forma en la que Peter acunaba su mejilla con su mano? Los amigos no hacen eso. ¿La forma en la que la voz de Violet se volvía sorpresivamente más oscura cuando decía el nombre del rubio? Los amigos no actúan así. Entonces mientras compartían los últimos momentos de su beso, los narnianos y los reyes rogaban que ya no fueran amigos, que se convirtieran en algo mucho mejor.

Dios salve a los grandes reyes.

Capítulo editado.

 Alfonso, Rey de España: El rey español Alfonso XIII se convirtió en soberano desde el mismo momento en que nació. Al cumplir los 16 años fue declarada su mayoría de edad y entonces asumió todas las funciones que conlleva el cargo de rey.

Mary, Queen of Scots: María Estuardo (en inglés: Mary Stuart) sucedió en el trono escocés a la muerte de su padre apenas con seis días de vida.

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