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1. PHYLLIS Y BONNIE

Capítulo 1. Phyllis y Bonnie.

—Señorita Wright. —El profesor Hawks le entregó la hoja de su examen de literatura inglesa con un gran 10 estampado en una de las esquinas. —La mejor calificación de la clase, como es usual, espero que el próximo año siga ocupando el primer lugar del cuadro de honor.

La ojiazul sonrió satisfecha y guardó su examen en su carpeta, otra calificación perfecta para agregar a su boletín de notas.

—Fui muy generoso con este examen, y aún así solo una alumna obtuvo la calificación máxima. —Los ojos del maestro escudriñaron a todo el alumnado. —Para el próximo año no haré una evaluación tan fácil, por lo cuál espero que estudien durante sus vacaciones. —Dicho esto, el timbre del instituto de niñas sonó, indicando el fin de su último día de clases. —Tengan unas excelentes vacaciones, señoritas.

Violet se levantó con calma y tomando sus pertenencias se dirigió tranquilamente a la salida.

—Violet Wright, ¿podría quedarse por unos momentos? —El profesor le preguntó amablemente.

La chica asintió algo confundida y fue hacia el escritorio del señor Hawks.

—¿Hay algun problema, señor? —Violet se sentia nerviosa, ¿había hecho algo malo?

No, Violet, no hay ningún problema. —El profesor la calmó. —Solo la llamaba para entregarle esto.

El señor Hawks le entregó un sobre. La Compasiva lo miró confundida, para luego abrir el papel y ver una brillante insignia en conjunto con una carta.

Estimada señorita Wright.

Como rectora del internado St. Finbars, escuela para niñas número uno de Londres, Inglaterra, me complace anunciar que usted ha sido seleccionada como Presidenta del Cuerpo Estudiantil del instituto.

Junto al cuerpo docente, hemos visto su progreso desde que entró en nuestro apartado de primaria, y no podemos estar más emocionados de otorgarle tal honor, luego de que la señorita Victoria Roberts (Ex presidenta estudiantil) se graduará este año de la institución.

También estamos orgullosos de que a pesar de los disturbios que están ocurriendo en Inglaterra y en el mundo actualmente, usted no haya perdido su lugar en el cuadro de honor.

Esperamos con ansias su regreso al internado el siguiente año para ejercer su nueva labor, y que por consiguiente, pueda disfrutar de su último año como alumna de St. Finbars.

¡Felicitaciones, futura alumna de último año!

Atentamente: Mary Spencer, Directora del Internado de niñas St. Finbars y subsidiaria del internado para niños Hendon House.

—Wow, yo... —La chica estaba anonadada. —Muchas gracias por escogerme para esta tarea, prometo no decepcionarlos.

—Se que no lo hará señorita Wright. —El profesor le sonrió. —Puede retirarse, algo me dice que la señorita Pevensie debe de estar esperándola.

La Compasiva guardó el sobre en su bolso, se despidió del señor Hawks y se dirigió al segundo piso del establecimiento, donde estaba la clase de matemáticas de Susan. Al llegar al salón se encontró con las chicas saliendo, tal parece que la maestra les había dado una última charla general, todas ellas la vieron emocionadas, pues Violet ya sería una senior el siguiente año, además de ser bonita y popular en el establecimiento de chicos vecino.

—El peor día de mi vida. —Se quejó Susan al salir de su clase y entrelazo su brazo con el de Violet. —Obtuve un 8 en el examen final de química y la profesora de matemáticas no me dejó mostrar mis puntos extras para subir mi calificación final.

—Apuesto que cuando llegue el boletín de notas saldrás con un puesto alto, Su. —Le animó la Compasiva mientras ambas se dirigían a sus dormitorios para recoger sus maletas.

—Realmente lo espero, no creo soportar las burlas de Peter si repruebo alguna materia. —La Pevensie hizo un puchero al mismo tiempo en el que Violet entraba a su habitación compartida con otras chicas, las cuales ya se habían marchado. La Wright guardó sus libros y se aseguró de que ninguna de sus pertenencias se quedaban ahí.

—Peter no te molestara. —Aseguró la ojiazul. —Yo me encargaré de eso.

Ambas se miraron y soltaron una pequeña risa, para que luego Violet cerrará la puerta de su habitación y se encaminaron a la de Susan.

—Hablando de Peter. —dijo Violet. —¿Hoy teníamos que ir a buscar a Lucy nosotras o iría él y Edmund?

Violet y Susan, junto con Peter y Edmund, se turnaban para ir a buscar a la Valiente, pues aunque estudiara en el mismo lugar que Susan y Violet, el sector de primaria se encontraba al otro lado del establecimiento, por lo que cuando tenían permiso para salir se turnaban para ir a recoger a la pequeña, ya sea para almorzar juntos o para ir los fines de semana a sus hogares.

—Peter y Edmund la van a buscar hoy. —Explicó Susan mientras se encogía de hombros y tomaba su maleta. —Tenemos que encontrarlos en la estación de trenes, a propósito, ¿Cenaras con nosotros esta noche?

—Si a ustedes no les molesta, de todos modos tengo que darle tutorías de literatura inglesa a Peter. —La chica le sonrió burlonamente a la Benévola.

—Sabes que tu no molestas, mi mamá te adora, por cierto, ¿Ya escogiste tus materias para el próximo año? —preguntó la arquera menor mientras cerraba su puerta, y volviendo a entrelazar sus brazos, se encaminaron a la salida.

—Sí. —Afirmó Violet orgullosa. —Estaré en artes, historia universal, salud, literatura inglesa, formación ciudadana, matemáticas, inglés, historia del arte, francés, español y filosofía. Además, soy capitana del equipo de debate, seré presidenta del cuerpo estudiantil, estaré como voluntaria para el comité de...

—Aguarda, ¿presidenta estudiantil? —La Pevensie se asombró.

—Sí, ¿no es genial? el profesor Hawks me lo acaba de informar. —La Wright sonrió emocionada.

—¡Felicitaciones! —Exclamó Susan feliz por su cuñada y mejor amiga. —Aunque ¿no es mucho? digo, estás en once asignaturas y te entregaron un papel importante, ¿Estarás bien?

—Bueno, será mi último año, y realmente quiero anotarme en las materias que me va bien, así sacaré buenos puntos y puedo tener una buena hoja de vida para formar mi futuro. —Le explicó la mayor. —Además, si hago un buen papel como presidenta puedo obtener créditos extras.

—Extrañaré cuando te vayas... —Murmuró Susan. —Ya me acostumbré a pasar tiempo contigo.

—Bueno, siempre estoy a una carta de distancia. —Le sonrió Violet.

Saludaron al guardia de turno y tranquilamente comenzaron su trayecto hacia la estación, contando algunos chismes e historias en el camino.

—¡Oh! espera Lettie, déjame hecharle un vistazo a esta revista. —Susan paró repentinamente en un puesto de periódicos y arrastrando a Violet del brazo se acercó a la tan llamativa revista.

—¿Justo ahora, Su? —Se quejó la mayor. —El tren saldrá en treinta minutos, debemos de apurarnos. —Dijo mientras trataba de tirar del saco de su amiga.

—Estamos al frente de la estación. —Le respondió Susan al mismo tiempo que se saltaba a la otra página. —Llegaremos de inmediato, solo quiero saber la última entrevista que Rita Hayworth dió.

—Ni siquiera te interesa su trabajo. —dijo Violet rindiendose con su tarea de apurar a la ojigris.

—Lo cual hace más divertido el leer estas cosas. —La Benévola le guiñó un ojo al mismo tiempo que un chico con lentes se acercaba tímido al tener a las dos bellezas del instituto de chicas frente a él.

—Hola, ¿vas a Saint Finbar? —Le preguntó de la nada a Susan, tratando de ignorar a Violet en el intento. Cualquiera sabía que la encantadora Violet Wright era codiciada por Peter Pevensie, y no quería meterse en problemas con uno de los muchachos más populares del instituto de niños.

—Sí... —Respondió la chica incómoda mientras le sonreía al chico por cortesía y se volvía a enfocar en la revista, esperando a que el de lentes se marchara.

—Oh, yo voy al instituto de niños, Hendon House, está al frente del tuyo. —Explicó el chico tratando de volver a retomar la conversación.

—Vas al mismo colegio que unos conocidos. —Violet se metió a la conversación para salvar a su amiga mientras Susan dejaba la revista en su lugar al quedarse sin apetito de leer más.

El chico parecía querer explotar de lo rojo que se estaba colocando.

—Em, sí. —El chico volvió a tratar de ignorar a la ojiazul sin éxito alguno, así que simplemente siguió hablando. —Siempre las veo juntas en los recreos, nunca están con alguien más, lo sé por que la vista de mi patio da a los suyos.

Eso dió miedo.

—Si, nos gusta la soledad. —Susan remarcó la última palabra esperando a que el chico entendiera la pista.

—A mi igual. —Las mejillas del muchacho parecían colocarse aún más rojas al tener algo en común con Susan. —¿Cuáles son sus nombres?

Actuando tonto, por supuesto, ¿Quién no se sabía el nombre de Violet o Susan? Sin embargo, ninguna de las dos debería de saber que él ya se sabía hasta la dirección de ambas.

—Ella es Phyllis y yo soy Bonnie. —Violet le dijo, ya algo cansada de que el chico no entendiera que Susan no quería nada con el.

—¡Susan, Violet! —Gritó una vocecita al mismo tiempo que las dos mencionadas cerraban sus ojos derrotadas y de que el chico abriera su boca para decir algo más.

Ambas se dieron vuelta lentamente para encontrarse a Lucy respirando agitada, con su bolso colgando en su hombro y su maleta en mano.

—Tienen... que... venir.... rápido. —Explicó entre pausas y cuando se recuperó, tomó a sus mayores de las manos y corriendo las dirigió a la estación de trenes, dejando al chico atrás.

Esquivaron un par de autos y rápidamente entraron a la estación, pararon unos segundos para mostrar sus tarjetas estudiantiles a los guardias y cuando estos las dejaron pasar, siguieron su carrera hasta un tumulto de gente.

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Susan, aunque ya sabía la respuesta.

Al frente de ella, se encontraba su hermano mayor siendo golpeado por cuatro fortachones, mientras que la gente alrededor (en su mayoría alumnos) les animaban para que acabaran con el rubio.

—La última vez fueron dos contra uno. —Violet se quejó mientras le entregaba su bolso y maleta a Susan, la cual la miró aterrada. —Se que te enojaras por esto, y quizás tenga consecuencias, pero esa pelea no es justa. —dijo para luego meterse a la pelea.

—¡Violet! —Susan y Lucy gritaron tratando de hacerla volver, aunque ya era demasiado tarde.

La ojiazul no supo cómo, pero lo hizo. Empujó del camino a uno de los fortachones tan fuerte que este tropezó y se hizo una herida en la frente, lo cual causó que los gritos de apoyo a la pelea fueran más eufóricos.

—¡Debería darle vergüenza! —Exclamó la castaña, mientras que su víctima se retiraba de la pelea para ir a sentarse en uno de los bancos de la estación a esperar a que la sangre dejara de fluir.

—Pues miren a quien tenemos aquí... —Otro de los matones quien no estaba pegándole a Peter se acercó a ella con el morbo en su mirada. —¡Es el corazón de Pevensie! —Gritó burlón, logrando que los gritos aumentaran.

—Es realmente detestable ver como cuatro adultos se meten con alguien que ni siquiera les alcanza la edad. —La chica lo miró, intentando mantener el sereno tono de voz. —Por favor déjenlo en paz.

—Pero no queremos dejar al pequeño San Peter tranquilo. —Hizo un falso puchero lleno de burla. —Aunque, probablemente sepa de algo que le dolerá más que unos golpecitos. —Dijo para luego hacer chasquear sus dedos, sus amigos, obedientes al sonido, dejaron de pegarle al rubio para poder sujetarlo bien firme.

—Sal de aquí, Lettie. —Escupió Peter derrotado, sin querer mirarla.

—No, Peter Pan. —El que parecía ser el líder negó. —Lettie no se irá a ningún lado hasta que yo me divierta con ella y tú nos mires desde tu asquerosa posición. Quizás así aprendas la lección y dejes de meterte con nosotros.

Violet sintió ganas de vomitar, aunque aún así siguió mostrándose serena. Vió como los ojos de Peter se inundaban de terror y sintió como las pútridas manos del matón se posicionaron en sus hombros, para luego intentar besarla a la fuerza. Ahí fue cuando la reina Compasiva actuó, usando una de las técnicas que el fauno Brontë le había enseñado en Narnia, pellizco al matón en un punto específico y lo dejó inconsciente en el piso.

La estación se quedó en silencio cuando vieron que una niña había dejado sin sentido con una calma impresionante a un hombre que le doblaba la edad.

—Maldita perra. —Uno de los matones que tenía agarrado a Peter soltó al nombrado y se dirigió hacia la chica con intención de golpearla.

Ahí fue cuando Violet sintió pánico, pues el matón venía a toda velocidad hacia ella.

Llevó su mano hacia su espalda para poder encontrar su arco, cuando se dió una palmada mental al acordarse que no estaba en Narnia, y cuando el hombre estaba a punto de tocarla, un chico con una mata de cabello azabache se interpuso, golpeando al matón y causando que los gritos eufóricos volvieran.

—¡Edmund! —Escuchó el grito aterrado de Lucy, el cual se originó cuando la pequeña vio que su hermano se había metido en la pelea.

Sin perder el tiempo, Violet se acercó a su pareja con decepción y lo levantó del piso.

—Vete. —Le ordenó la ojiazul al matón que se había quedado paralizado, sin hacer nada.

El muchacho la miró y obedeció sin chistar.

—¡Eh, ya basta! —Uno de los guardias se había acercado a detener la pelea de Edmund y el matón que tenía la intención de atacar a Violet. —¡Ya son lo bastante grandecitos para andar peleando, sueltense o los llevaré a detención juvenil!

La Compasiva miró por última vez al Magnífico y se marchó lentamente donde se encontraba Edmund.

—¿Te alcanzó a hacer algo? —preguntó el Justo preocupado al mismo tiempo que se ordenaba el uniforme y recogía su maleta, la cual estaba tirada en el piso.

—No me tocó siquiera un pelo. —Dijo la ojiazul con una sonrisa triste. —Gracias por defenderme, realmente me había asustado.

—Te vi indefensa, lo cual es algo raro en tí. Quiero decir, en Narnia eras la primera en defender al pueblo. —Explicó el azabache mientras ambos caminaban hacia una de las bancas, donde Susan, Lucy y Peter los esperaban. —También te ví hacer el amago de sacar tu arco del carcaj.

La chica sonrió con tristeza.

—Supongo que mi mente aún piensa que estamos en Narnia.

Con esa última oración, ambos fueron a sentarse con los demás Pevensie.

—¿Qué fué esta vez? —preguntó Susan con un tono cansado, dirigiéndose a Peter.

—Me empujaron. —Contestó secamente el rubio.

—¿Por eso les pegaste? —La inocente voz de Lucy le preguntó a su hermano.

—No. —Peter contestó con sorna, mientras se levantaba de la banquita. —Después de que me empujaran, me obligaron a disculparme, ahí fue cuando les pegué.

—Enserio Peter, ¿Es tan difícil solo ignorarlos? —Susan lo miró decepcionada.

—No debería ignorarlos. —Le respondió mordaz el rubio. —Ya ha pasado un año y realmente, ¿no se cansan de que nos traten como niños?

—Uhm, nosotros somos niños. —Dijo Edmund con un tono obvio.

—Pero no siempre lo fuimos. —Peter rodó los ojos. —Yo solía ser un rey.

—Por la misma razón debes comportarte como uno. —La dura, decepcionada y fría voz de Violet se hizo oír. —Eres un rey, Peter, no un toro de pelea. ¿Honestamente crees que hubiéramos ganado todas esas batallas si habríamos reaccionado al más mínimo y estúpido detalle?

Los Pevensie se quedaron helados al oír el tono de voz que usó la Compasiva, pues desde que la conocieron hace dieciséis años en la casa del profesor Kirke, eran contados con los dedos las veces que ella les había levantado la voz.

—¿Qué es lo que te sucede? —Le preguntó Peter con un deje de pena en su voz, después de todo, Lettie solo lo enfrentaba cuando estaba realmente enojada.

—Desde que empezamos la escuela no has parado de quejarte sobre todo y meterte en peleas hasta por que te lanzan una mala mirada. —Bufó la chica mientras acomodaba su corbata. —Creo que ya deberías acostumbrarte al hecho de que no volveremos a Narnia en mucho tiempo. Ha pasado un año y Aslan aun no nos da señales para volver, ya va siendo hora de que veas que Inglaterra será tu hogar por el tiempo que no nos necesiten por allá.

La verdad era que la chica estaba dolida, después de todo había perdido a su hija y a un reino entero, y para ella la mejor manera de sanar un dolor era superando los hechos.

—¿Te estás escuchando? —Volvió a preguntar el rubio incrédulo mientras se acercaba a su mujer. —¿Es que acaso no quieres ver a Anna de nuevo?

—Ver a Anna es lo que más quiero y deseo en el mundo. —Respondió Violet perdiendo la paciencia al mismo tiempo que se levantaba de la banca y se colocaba al frente de su esposo. —Pero se que está tomando un excelente papel como reina de Narnia en nuestra ausencia, y que cuando Aslan nos llame de vuelta la veremos hecha la poderosa mujer que se que es.

A este punto, Susan, Edmund y Lucy parecían espectadores de un partido de tenis, pues cada vez que uno de los sumos monarcas hablaba, estos giraban su cabeza en su dirección.

—La criamos de la mejor manera que unos padres pueden criar a su hija. —Volvió a decir la ojiazul, ya más calmada. —Es una princesa, sabe que su deber es el país, como también sabe que su mamá, papá y tíos volverán algún día a su lado.

—Lettie tiene razón. —Apoyó Susan, para luego mirar a la entrada de la estación y observar que el mismo niño de la tienda de periódicos buscaba a alguien con la mirada. —Oh no, pretendan que están hablando conmigo.

—Estamos hablando contigo. —Edmund se burló de su hermana mayor.

Susan lo miró con sorna, y estaba a punto de decirle algo cuando Lucy la interrumpió.

—¡Auch! —Exclamó la Valiente con una mueca de dolor, mientras se levantaba del banquito y se sobaba la pierna.

—Cállate, Lu. —Murmuró Susan avergonzada cuando se dió cuenta que algunas personas miraron a su hermana con curiosidad.

—¡Edmund me pellizcó! —Acusó la menor sin hacerle caso a Susan.

—Yo no te he... —El azabache comenzó a decir confundido, para luego pararse de un salto de la banca, mientras sujetaba su brazo con fuerza. —¡Susan, para de molestar!

—Ni siquiera te he tocado. —Se defendió la Benévola mientras se paraba indignada.

Violet y Peter se miraron confusos, para luego sentir como una ventisca terrible atacaba la estación de trenes, causando que los ladrillos de las paredes comenzaran a despegarse.

—¿Qué en el nombre de Aslan está sucediendo? —preguntó la arquera mayor al darse cuenta que la gente caminaba normal, como si la estación no estuviera siendo atacada por un torbellino de viento.

—Rápido, todos agárrense de las manos. —ordenó Susan cuando notó lo mismo que su amiga.

—¡No agarraré su mano! —Exclamó Edmund con una mueca de asco y enojo mientras veía la mano izquierda de Peter.

—¡Solo haz lo que te dicen! —El rubio gritó enojado mientras agarraba la mano de su hermano a la fuerza.

—¡Parece magia! —Lucy sonrió feliz al mismo tiempo que juntaba su mano con la de Violet.

Tal era la conmoción, que los reyes y reinas no podían mantener sus ojos abiertos, así que mientras se agarraban aún más fuerte de las manos, se apretujaban entre ellos para no soltarse.

Hasta que la ventisca paró, y ahí fue cuando los niños se dieron cuenta que ya no estaban en la estación, si no en la entrada de una cueva.

Capítulo editado.

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