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⚠️ Nivel 9: Manosear ⚠️

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Después de aquel día, sus vidas volvieron a la relativa normalidad. Los meses seguían y seguían pasando, y las discusiones eran el pan de cada día, lo único que variaba era la duración de cada una y el tiempo que alguno de los dos tardaba en pedir perdón.

Varias cosas pasaron, cómo el nacimiento de los hijos de Asmita y Defteros, que eran un par de copias del padre. Saga, cómo nombraron al mayor, y Kanon, el menor, ambos Alphas. Aunque por ser un embarazo múltiple, cómo solía ocurrir con cierta frecuencia en ese tipo de casos, los cachorros nacieron prematuros por casi un mes, y aunque no había problemas demasiado graves en ellos más allá de ser más pequeños y estar ligeramente por debajo del peso promedios de un recién nacido a término, por precaución tuvieron que pasar el tiempo restante de gestación en una incubadora.

Todo eso ocasionó que la tradicional y esperada fiesta en honor a los recién nacidos se pospusiera hasta que su salud fuera completamente estable, y tanto los bebés como la madre estuvieran fuera de cualquier peligro.

Ese día llegó cuando los gemelos tenían poco más de tres meses fuera del vientre de su madre. Y como era de esperarse, Minos y Albafica recibieron una invitación.

Asistieron a la fiesta, dónde los gemelos fueron presentados oficialmente a la familia, siendo el centro de atención a todos los invitados.

- Pero mira qué linduras.- Dijo Minos, mirando a los cachorros.- Dos Alphas fuertes y sanos. Felicidades, Defteros.

- Gracias, pero esto fue posible gracias al esfuerzo de Asmita.- Respondió el moreno.- Él fue quién soportó cargarlos por ocho meses, aguantar horas de labor de parto y la cesárea de emergencia.- Añadió, meciendo al bebé que cargaba en uno de sus brazos, y dándole un beso en la frente a Asmita, quién sostenía al otro bebé.

Asmita solo sonrió, meciendo con cariño al cachorro en sus brazos.

Albafica solo miraba a Asmita sosteniendo a los bebés. Nunca había querido tener hijos, nunca le había llamado la atención ser madre, al menos no antes de los 30, y simplemente no lograba imaginarse en el lugar de Asmita, cuidando de un recién nacido. Pero sabía que no tenía alternativa, y algún día, quizás no tan lejano como le gustaría, tendría que hacerlo.

- Vaya, Asmita, Defteros, felicidades por sus cachorros.- Se acercó el padre de Minos a felicitar a su sobrino.- Dos Alphas varones de una sola vez. Eso sí que es tener excelente suerte.

- Gracias, tío Itia.- Respondió Asmita, abrazando a su cachorro contra su pecho.- Un año antes de comenzar a intentar tenerlos, planeamos todo, tomando en cuenta que había una posibilidad muy grande de que vinieran dos en uno. Eso hizo todo mucho más fácil.

Itia sonrió, viendo a ambos bebés Alphas, y luego volteó a ver a Minos y Albafica.

- ¿Y ustedes para cuando, Minos?- Cuestionó el Alpha mayor.- Tienen casi tres años de casados y aún no tienen ni un cachorro, ¿no creen que ya es tiempo de que un bebé llegue a alegrar la casa?

Albafica no respondió nada y solo agachó la cabeza, desviando la vista. No quería hablar de eso por lo incómodo que le resultaba tener que dar una respuesta.

- Sí, algún día.- Respondió Minos de mala manera a su padre, cómo era típico entre ellos.- Pronto.

- Eso espero, Minos.- Siguió Itia.- Quiero nietos fuertes y sanos que puedan seguir con el legado familiar.

- Lamento mucho interrumpirlos, caballeros, pero ya es hora del brindis.- Apareció el hermano de Defteros con una copa en mano, evitando una riña entre padre e hijo.- Por favor tomen una copa y reúnanse frente al escenario.

Itia sonrió y se retiró al lado de Gateguard. Minos solo gruñó bajo y respiró para calmarse, y siguió el ejemplo de sus padres, yendo a buscar una copa de vino. Albafica se quedó con la pareja, para lograr calmar su nerviosismo.

- Me debes una.- Le dijo Aspros a su gemelo.- A la próxima no voy a salvarte de tu familia política. Solo intervine porque Chris me lo pidió.

La mujer Omega apareció con sus dos hijas, yendo al lado de su esposo.

- ¿Están bien?- Preguntó Chris, con su hija más pequeña en brazos y sosteniendo de la mano a la mayor.

- Sí, Chris, nada importante o que no viéramos venir.- Sonrió Asmita.- No te preocupes.

La Omega peli-plateada volteó a ver a Albafica, y le hizo la misma pregunta.

- Sí. Estoy bien, gracias.- Respondió, intentando sonar tranquilo.

- ¿Seguro?, estás algo pálido.- Insistió la Omega, meciendo a la niña de apenas once meses que sostenía en brazos.- ¿No quieres agua o algo?

- No, muchas gracias. Estoy bien.- Repitió el peli-celeste.- Con permiso.

Después de eso, Albafica se alejó de la familia para ir a buscar una copa de vino. En la mesa se encontró con Minos, quién le ofreció una copa y él la tomó, para después dar media vuelta, dispuesto a ir hacia el lugar que Aspros había indicado, cuando inesperadamente, sintió una fuerte palmada en los glúteos.

- ¿Qué mierda te pasa?- Le reclamó molesto a Minos.

- No seas tan delicado.- Rodó los ojos el albino.- Ya vamos.- Añadió, tomándolo de la cintura, forzándolo a caminar.

Albafica solo gruñó bajo, pero no quería armar un escándalo y sin más opciones, caminó.

El brindis transcurría con aparente normalidad, todos los invitados decían algunas palabras para los padres, felicitándolos y dando sus buenos deseos en esa nueva etapa de sus vidas, tan hipócritas como siempre... Nada fuera de lo común, a excepción de que Minos no dejaba de tocarle los muslos y los glúteos, a pesar de que le quitó la mano y le pidió que parase más de una vez.

Cuando finalmente fue el turno de Minos para subir al escenario y decir algo, Albafica agradeció mentalmente, suspirando aliviado.

Pero el alivio le duró poco, porque Minos terminó su discurso y volvió a su lado, retomando aquellos toques que lo incomodaban.

- Ya basta.- Murmuró, apartándole la mano por enésima vez.

- Cómo si nunca te hubiera tocado así.- Le respondió el albino, volviendo a sujetarlo de la cintura.- No te hagas el puritano ahora.

- La diferencia es que fue en la habitación y no en público, idiota.- Replicó Albafica, intentando soltarse, pero solo consiguió que Minos apretara el agarre y lo bajara hasta su cadera.- Ya suéltame.

- Eres mi Omega, Albafica.- Dijo Minos, mirándolo a los ojos.- No olvides eso.

- Cómo si pudiera...

- Perfecto. Entonces sabes perfectamente que no debes quejarte ni hacer un berrinche por algo tan inocente como esto.- Le interrumpió, apretando uno de los glúteos de Albafica, logrando incomodarlo aún más al percatarse de algunas miradas encima de él.- ¿Entendiste?

Albafica solo gruñó enfadado, y siguió intentando soltarse, pero Minos parecía divertirse con su incomodidad y nerviosismo, apretando aún más su agarre.

- ¡Hilda, cuidado!

La hija primogénita de Aspros tropezándose, derramando un vaso de agua demasiado cerca de ambos, salpicándoles la ropa con unas gotas. Y el padre yendo a auxiliarla, lograron que Minos finalmente lo soltara.

- Te dije que tuvieras cuidado.- Regañó el peli-azul a su hija, levantándola en brazos.- Lo lamento. ¿Están bien?

- Por supuesto, no hay ningún problema.- Respondió Minos con una sonrisa.- Los Alphas son inquietos, ¿verdad, pequeña?

La niña solo asintió y se abrazó a su padre. Albafica aprovechó ese incidente para excusarse con ir a secarse al baño y huir de Minos, mientras el Alpha se quedó hablando con Aspros.

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Esa fiesta ya lo tenía harto. Sabía de sobra que los comentarios del maldito vejestorio entrometido de Itia sobre cuándo le daría un estúpido heredero no iban a faltar, pero eso no lo hacía sentir menos irritado con la sola presencia de ese desgraciado.

No le interesaba en absoluto tener hijos, jamás le habían gustado los niños, le parecían odiosos, insufribles y fastidiosos. Pero ya se había hecho a la idea de qué no tenía opción.

- ¿Hasta cuándo vas a esperar para tener un heredero?- Le cuestionó su padre en la mesa de copas con vino.- Ya consumaron el matrimonio. Dos años después de casarse, pero lo hicieron, ¿cuál es el impedimento ahora?

- ¿Tú qué crees?- Respondió, tratando de ignorarlo.- El caprichoso de Albafica no quiere hacer nada sin protección, ¿qué quieres que haga?

- Ay, Minos. Sigues siendo un polluelo.- Rió el Alpha mayor.- Los Omegas nunca saben lo que quieren, por eso tienes que ponerles mano dura. Recordarles su lugar y su función en la sociedad, que es ser buenas esposas y madres.

- ¿Y qué sugieres, oh, gran gurú del sexo?- Replicó más irritado.

- Que dejes de ser tan estúpido y tan blando.- Respondió el mayor.- ¿Crees que estarías aquí si le hubiera permitido tantas libertades a tu madre?, claro que no.- Añadió, tomando una copa.- Ese es mi consejo, querido hijo.

Después de eso, Itia se fue al lado de Gateguard. Minos alcanzó a observar como le tocaba la cintura y después la cadera al pelirojo. Vió como su madre dió un pequeño respingo, pero no opuso ninguna resistencia, permitiéndole a su esposo tocarlo de la forma que quisiera.

Recuerdos de su infancia volvieron a invadir su mente. Ahora que lo pensaba mejor, la relación de sus padres siempre había sido así. Itia, entre tantas cosas, solía darle una nalgada o agarrar por las caderas a Gateguard, importandole poco si había otras personas presentes, y nunca alguien decía algo.

Solo negó con la cabeza, tomó un par de copas y al ver a Albafica llegar, le entregó una.

En su mente fue buena idea darle una palmada en el trasero a Albafica, por eso era su Omega después de todo. Pero al parecer, ese Omega, cómo siempre, empezó con sus berrinches.

No iba a permitir que un Omega le dijera qué hacer y qué no, y menos con tantas miradas encima de ellos, así que menos iba a soltarlo. Por eso no dudó en recordarle su posición, como su Omega. No iba a permitir que lo pusiera en ridículo frente a todos.

De no ser por la sobrina de Asmita, no lo habría soltado, pero no tuvo más opción. Por esa vez se había salvado.

▪️▪️▪️

Albafica salió corriendo al baño, buscando resguardarse. No podría quedarse ahí todo el tiempo restante, pero sentía que si Minos insistía en lo mismo, no dudaría en darle una bofetada... Luego recordaba su posición de Omega, y que no podía hacer eso.

Frustrado, se recargó en el lavamanos, cuando vió la puerta abrirse y a dos figuras entrar.

- ¿Estás bien, Albafica?

- Sí, Asmita.- Respondió, intentando tranquilizarse.- Solo algo de agua, nada grave.

- Sabes bien que no pregunté por el agua.- Replicó el rubio, cruzandose de brazos.- Chris, Aspros y Defteros vieron como Minos no dejaba de tocarte de forma indebida, y lo incómodo que estabas.

- Eso no-

- ¿Vas a decir que intentabas soltarte y apartarle la mano porque te gustaba que te tocara así en público?

Ante las palabras de Asmita, Albafica bajó la mirada y se mordió el labio inferior de la frustración.

- Sé que no nos conocemos, y quizás no me correspondía intervenir.- Habló Chris.- Pero Aspros se dió cuenta de lo que te hizo desde que te dió la copa de vino.- Albafica estuvo por decir que fue solo una broma para excusarse, pero la peli-plateada siguió hablando.- No dijo nada porque pensó que quizás era un simple juego entre ustedes, pero después, nos dimos cuenta de todo lo que pasaba en el brindis. Incluso mi hija se dió cuenta, y por eso decidimos intervenir.

El tropiezo de Hilda no había sido un accidente, sino un intento de ayudar a alguien en apuros.

La niña de apenas 3 años de edad, se dió cuenta de la incomodidad de Albafica y la pequeña discusión de ambos adultos, y no dudó en decirle a sus padres. Aspros ya lo había notado, así que decidieron hacer algo para ayudar, y eso fue fingir una caída accidental.

De esa forma, consiguieron desviar la atención de Minos para darle a Albafica tiempo de huir. Y también que Chris y Asmita consiguieran interceptar al Omega y preguntar si estaba bien.

- Todo fue un malentendido. Lamento las molestias.- Respondió Albafica.

Asmita no tardó en hacer un gesto inconforme, y Albafica de inmediato lo notó.

- Esa es la verdad, Asmita. Aquí no pasó nada malo, ni tampoco hay ninguna víctima a quien salvar.- Añadió el peli-celeste.- Lamento los inconvenientes.

Después de eso, Albafica salió, dejando atrás a ambos Omegas, con las palabras en la boca.

Asmita solo suspiró cansado, Albafica parecía simplemente negarse a ver las cosas, y temía que eso le saliera demasiado caro a largo plazo.

- ¿Cuánto tiempo tiene con él?- Preguntó Chris.

- Casi tres años.- Respondió Asmita.- Casi tres años en los que ya le ha sido infiel, le ha faltado al respeto y lo ha hecho menos en varias formas. Y Albafica parece que le gusta que lo pisoteen.

- No seas tan duro, Mita.- Aconsejó Chris.- Sabes que si realmente está siendo víctima de abuso por parte de su esposo, no va a aceptarlo fácilmente, y menos si aún no ha llegado a la violencia física.

- ¿Y qué debo hacer entonces?, ¿esperar a que lo mate para tratar de hacerlo entrar en razón?

- Mita...

- Lo siento.- Suspiró el rubio, tallandose el puente de la nariz.- Es solo que es exasperante. Desde que conocí a Asmita, supe que era una presa perfecta para tipos cómo Minos. Viene de una familia conservadora, mucho peor que la mía. Finge ser fuerte por fuera, pero por dentro es fácil de manipular y chantajear, y está tan desesperado por aprobación, que es capaz de aguantar lo que sea por obtenerla... Cómo yo hace años.

Chris le palmeó el hombro a Asmita, tratando de reconfortarlo. Todos hablaban de Asmita, pero pocos sabían o se interesaban por conocer todo lo que había pasado.

- Sé que quizás debería simplemente dejar de insistir y de gastar mi tiempo y energía en alguien que simplemente no quiere escuchar, pero... No lo sé, Chris. De alguna forma me siento reflejado en él...- Suspiró de nuevo el Omega.- Recuerdo que toda mi vida la pasé buscando encajar en el molde de mis padres, de ser lo mejor posible... Recuerdo cómo me decían que lo único que tenía a mi favor era ser físicamente atractivo, porque nadie querría a un Omega ciego como pareja y debía conformarme con lo que sea.- Añadió.- Recuerdo lo doloroso que era, que sin importar cuánto me esforzara en demostrar que ser ciego no era sinónimo de inútil, a nadie parecía importarle y me veían como una muñeca que dar al mejor postor...

- Lo sé, Mita. Pero eso ya quedó atrás.

- Sí. Pero sé lo que es estar en el pellejo de Albafica, la única diferencia, es que yo tuve la suerte de toparme con personas que poco a poco me mostraron una realidad diferente, y es lo que Albafica no tiene.- Añadió el rubio.- Kardia me enseñó que tener una enfermedad o una condición diferente al resto no te hace menos. Hasgard me enseñó que el amor no duele, y que perder mi virginidad no me quitaba nada de valor. Degel me enseñó que nadie merece ser agredido, y que la violencia no tiene casta ni género, y que sí es posible salir de ese bache... Todos ellos me enseñaron algo que me hizo cambiar totalmente.- Suspiró.- Gracias a todos ellos, para cuando conocí a Defteros, no quedaba ni la sombra de ese Asmita desolado y desesperado por migajas de amor. Pero sé que Albafica no tuvo la misma suerte que yo, ni de conocer a personas que lograran mostrarle una realidad diferente a la que le enseñaron desde niño, ni tampoco de que lo casaran con alguien bueno.

- Tranquilo, sé que encontrarás la forma de ayudarlo.- Le alentó la Omega.

- Eso espero, Chris.

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