⚠️ Nivel 8: Destruir artículos personales ⚠️
🥀
Los días siguieron pasando. Albafica intentaba no pensar en las palabras de Asmita, pero por alguna razón, no podía sacárselas de la cabeza.
« Hoy es la ropa que te pones, y mañana será si te deja herido o te remata de una vez. »
Por todos los cielos, ¿cómo se le podía siquiera ocurrir algo así de su propio primo a Asmita?
Discusiones tenían todas las parejas, pero no era razón suficiente para asegurar algo como eso. Minos solo estaba preocupado por lo que las personas pudieran decir, solo trataba de cuidarlo a él y su reputación, ¿qué tenía eso de malo? Nada. Asmita solo estaba exagerando las cosas.
Minos a veces llegaba con mejor humor, otras veces algo molesto y era inevitable que discutieran, pero al otro día lo olvidaban y seguían con su vida.
Ese día, después de que Minos se fuera al trabajo, siguió su rutina de siempre, pero al mirar su armario mientras guardaba la ropa recién lavada y planchada, le fue imposible no posar su vista en varias prendas.
Aquel crop top no fue lo único que Minos le prohibió volver a usar, en esa lista también figuraban otras prendas, algunas camisas con escote en v "demasiado pronunciado", camisetas sin mangas, otras más con los hombros descubiertos, camisas con escote en la espalda, shorts, y pantalones "demasiado ajustados" o a la cadera.
Minos le dijo que no quería que los usara por ser "muy reveladores", "muy vulgares" o "muy inapropiados", y que se deshiciera de ellos.
Albafica no quería simplemente botar todo eso. Varias de esas prendas, como ese crop top, habían sido regalos que su hermano le había dado en un cumpleaños, después de haber aprobado algún examen, o en su graduación.
A ese crop top en particular le tenía un aprecio enorme, fue un regalo de Afrodita. Su hermano siempre tuvo un enorme amor por el diseño y la costura, y era lo que actualmente estudiaba: diseño de modas. Ese crop top era único en el mundo, Afrodita lo hizo a sus medidas, especialmente para él, como regalo de despedida, antes de que fuera forzado a casarse.
No era solo una prenda de ropa, era como sentir a su hermano acompañándolo en sus peores momentos, era todo el esfuerzo que puso su hermano en él, todas las noches que pasó en vela cosiendo y cortando tela, solo para darle un lindo detalle.
No, ese no. Aún si no podía usarlo en público, ese crop top se iba a quedar con él, no importaba si era guardado, escondido en el armario.
Guardó toda esa ropa en cajas, para llevársela a su hermano. No quería deshacerse de esas prendas tirándolas a la basura, si debía deshacerse de ella, prefería que se la quedara Afrodita, él las cuidaría. Cuando terminó de guardar todo, y solo quedaba aquel crop top, suspiró triste. Era su favorito.
Un par de días atrás había llamado a su hermano, esa misma tarde pasaría por las cajas. Así que simplemente le quedaba esperar.
Entonces recibió un mensaje en su teléfono, y se dió cuenta de que era de Asmita. Dudó en responder, no quería problemas con Minos, pero se le hacía grosero no responder, además de que Asmita estaba en sus últimos meses de embarazo ¿qué tal si se trataba de una emergencia?
Afortunadamente no era nada grave, solo Asmita preguntándole cómo estaba, y también diciéndole que iría con Afrodita a verlo más tarde.
No dijo demasiado, solo le respondió que estaba bien y que los veía más tarde. Asmita siempre lograba descolocarlo y hacerlo pensar cosas que no eran, y no quería darle más armas.
Un par de horas después de despedirse de Asmita, sus invitados llegaron. Afrodita y Shaka se habían hecho amigos muy cercanos, y sus padres confiaban plenamente en ese Beta de cabellos rubios, tanto que le dejaban que pasara horas con él. Afrodita le había dicho que Shaka, Defteros y Asmita lo acompañaran a recoger lo que le había pedido, así que no le quedaba nada más que aceptar.
Abrazó a su hermano y le indicó dónde estaban las cajas. Eran solo dos, no demasiado pesadas, pero aún así, Defteros se ofreció a cargarlas.
Asmita se sentó en la sala, después de todo, no era mucho lo que podía hacer en su estado. Pero Albafica no podía evitar mirarlo de reojo y cuestionarse mil cosas en la cabeza.
- ¿Tengo algo en la cara, Albafica?
La voz de Asmita lo hizo dar un respingo. A veces le asustaba un poco cómo Asmita a pesar de ser ciego, se daba cuenta de muchísimas cosas, cómo cuando alguien lo miraba demasiado.
- Llevas varios minutos mirándome, ¿pasa algo?
- Nada.- Respondió, tratando de ocultar lo que pasaba.- Solo iba a preguntar si querías agua o algo.
- Ahora que lo mencionas, traje algo de flor de azahar para hacer té.- Respondió el rubio, levantándose.
Albafica solo se reprochó mentalmente haber abierto la boca, pero no le quedó más remedio que aceptar que Asmita lo acompañara a la cocina a preparar el dichoso té.
Se limitó a seguir las indicaciones de Asmita, sobre la cantidad de agua, la cantidad de concentrado, y la temperatura, tratando de ignorar sus pensamientos, pero al final no pudo quedarse callado.
- ¿A tu esposo no le molesta que te vistas así?
- ¿"Así" cómo?- Le cuestionó el rubio.
- Lamento tener que ser yo quién te lo diga, pero esa camisa es demasiado reveladora.- Respondió, tratando de ser directo pero tener algo de tacto.- Quizás no te diste cuenta, pero también el short está demasiado corto.
- Uy, qué revelador enseñar los hombros. Y qué atractivo debe ser un short que llega tres dedos arriba de la rodilla.- Rió Asmita.- Sé perfectamente lo que traigo puesto, Albafica. Que sea ciego no significa que no conozca mi propio cuerpo ni tampoco que sea incapaz de identificar qué ropa llevo puesta.
- ¿Y a tu Alpha no le molesta?
- No. Muchas veces él me ayuda a buscar alguna ropa que no encuentro, y ahora que éste par está a nada de nacer, también a vestirme.- Respondió el rubio, acariciando su hinchado vientre.- Lo único que me dice todo el tiempo es que me veo hermoso con todo lo que me ponga.
Nuevamente, Asmita le mostraba una realidad completamente diferente a la suya, y que parecía tan fantasiosa a sus ojos...
- A propósito, y ya que andamos con preguntas, ¿por qué le diste toda esa ropa a tu hermano?
- No tengo espacio en el armario.- Mintió para tratar de evitar un sermón por parte de Asmita.
- ¿Es por eso?, ¿o es por qué Minos te dijo que no le parecía "apropiada"?
Tal y como temía, Asmita no le creyó. Pero no iba a ceder, no esta vez.
- Ahí vas otra vez...- Rodó los ojos.- Mi vida no gira en torno a tu primo, ¿sabes? Ya te dije la última vez, lo hago porque quiero.
- Espero que sea así, Albafica. Al final el único a quien no puedes engañar, es a tí mismo.- Respondió Asmita.- Solo recuerda que lo que permites una vez, volverá a pasar, e irá empeorando cada vez más.
Después de eso, Asmita salió de la cocina. Albafica se quedó pensando en aquellas palabras un momento, pero de inmediato negó con la cabeza. Su vida no giraba en torno a Minos.
Sacó el té del fuego y colocó la tetera en una bandeja, junto a cinco tazas de porcelana, la tomó en las manos y salió de la cocina para ir a la sala.
Al llegar, vió a Defteros ayudando a Asmita a sentarse. Observó a la distancia en silencio, Defteros estaba sonriendo, se veía genuinamente felíz y nada incómodo de que Asmita se pusiera ese tipo de ropa, incluso vió como le dió un pequeño beso en el vientre y después en la mejilla y escucho como le dijo que se veía precioso.
- Fica, ¿estás bien?
Al oír la voz de su hermano, de inmediato negó con la cabeza, forzándose a salir de sus pensamientos.
- Sí, sí, no es nada.- Respondió.- Solo sentí que olvidaba algo, y sí, se me olvidó la miel. ¿Puedes llevar ésto mientras voy a buscarla, por favor?
- Claro.- Asintió Afrodita, mirándolo algo extrañado.
Afrodita tomó la bandeja en sus manos y la llevó hasta la mesa de centro en sala de estar.
Albafica volvió a la cocina para buscar la miel y de paso, sacarse las palabras de Asmita de la cabeza. ¿Cómo era que su Alpha lo dejaba tener tantas libertades?
Su madre siempre solía decirle que si su padre no le permitía ciertas cosas, era por su bien, porque le quería y no deseaba que algo malo le ocurriera... Minos había cometido errores, sí, pero ahora demostraba preocuparse por él. Entonces, solo lo estaba cuidando, ¿verdad?
Sí, seguro era eso. Seguro Defteros no le tenía tanto amor a Asmita cómo decía, y le daba todas esas libertades porque no le preocupaba su bienestar.
Con ese pensamiento en mente, para calmar su inquietud, volvió a la sala con la miel, y evitó a toda costa tocar cualquier tema que tuviera algo que ver con su matrimonio, hasta que finalmente los invitados se fueron.
Ahora solo quedaba esperar a que Minos volviera...
🦅
Volvió a casa después de un largo día de trabajo. Ya le había dicho a Albafica que se deshiciera de varias prendas de ropa que sin duda alguna, sus padres y familiares verían demasiado inapropiadas, pero aún así, iba a cerciorarse de que se hubiera deshecho de absolutamente todas.
- Ya te dije que toda se la dí a mi hermano.- Seguía repitiendo Albafica, mientras él revisaba el armario de arriba a abajo.
El nerviosismo del Omega era evidente. Algo le estaba ocultando e iba a averiguar qué.
- Si no ocultas nada, no tienes nada qué temer, Albafica.- Respondió, siguiendo con su actividad.
Albafica caminaba de un lado a otro en la habitación, mordiéndose los nudillos. Ese desgraciado Omega le estaba ocultando algo, y definitivamente se las iba a pagar.
Rebuscó y rebuscó, sacando todo, hasta que, en el fondo del último cajón, encontró esa maldita camiseta corta.
- ¿Qué tienes que decir, Albafica?- Cuestionó, sosteniendo esa prenda.
- Dámelo.- Pidió Albafica, intentando quitársela.
- ¡¿Qué te dije, especialmente de este?!
- ¡Todo lo demás no está, ¿en qué te afecta si lo tengo guardado?!
Albafica intentó quitárselo de nuevo, pero él lo esquivó, provocando que el peli-celeste perdiera el equilibrio, sosteniéndose a duras penas del armario.
- ¡Te dije que este en especial se iba!
- ¡Ya dámelo!
- ¡Yo te lo advertí, idiota!
Ese maldito Omega otra vez había intentado burlarse de él, pero ya estaba harto. Fue demasiado paciente, pero no ésta vez.
Había unas tijeras en un cajón del buró al lado de la cama, y enfrente de Albafica, hizo trizas esa camiseta.
Albafica no tardó en protestar, y comenzaron un forcejeo por esa camiseta, hasta que finalmente terminó hecha jirones.
- Yo te lo advertí. Así que ahora no vengas con lloriqueos.
- ¡Ya cállate!- Respondió el peli-celeste, tomando lo que quedaba de aquella prenda, para después salir de la habitación, azotando la puerta.
Minos no dijo nada, no fue tras él. Ese Omega se lo había buscado por tratar de burlarse de él, solo le había dado la lección que tanta falta le hacía. Después se le pasaría el enojo.
Pero le fue imposible no sentir algo de remordimiento al verlo llorar de esa forma. Nuevamente, recuerdos de su pasado le habían jugado una mala pasada...
▪️▪️▪️
Esa noche, Albafica se fue a la habitación de huéspedes, cómo ya se le había hecho costumbre hacer de vez en cuando.
Se lanzó a la cama, abrazando los retazos de tela, llorando hasta quedarse dormido.
Le había perdonado mil cosas a Minos, pero esto había sido demasiado. Quizás para Minos y para todos, era una tontería que llorara por una prenda de ropa, pero para él era mucho más que eso, y verla ahora destruida completamente, le había dolido demasiado.
No era el valor monetario, que bien sabía que no era ni una centésima parte de cualquiera de otra en su armario. Era lo que representa, el esfuerzo, el cariño, el amor y el apoyo incondicional de su hermano.
A la mañana siguiente, despertó al sentir que alguien le acariciaba el hombro.
- Albafica...
No quería ni verlo. Solo se encogió aún más, abrazándose a sí mismo.
- Albafica, lo siento.- Suspiró Minos.- No sabía que eso era tan importante para ti.
- Ya déjalo.- Murmuró, sintiendo las lágrimas escorcerle los ojos.- Déjame en paz.
- Albafica, sabes que solo quiero lo mejor para ti. No quiero que termines igual que Asmita, siendo el tema de conversación favorito de mi familia en todas las reuniones.- Insistió el peli-blanco, tomándolo de las mejillas para que lo mirara a los ojos.- Lamento si dime algo que te lastimó, pero solo lo hago por tu bien.
- Ese crop top era un regalo de mi hermano.- Murmuró en un débil sollozo.- No era cualquiera cosa...
- No lo sabía.- Suspiró el Alpha.
Albafica intentó girarse, pero Minos lo abrazó.
- Ya déjame en paz.- Sollozó, intentando apartarlo, pero al final terminó llorando en su pecho.
- De verdad lo siento, Albafica.- Repitió, acariciándole el cabello y la espalda.- Te prometo que te lo compensaré de la forma que quieras.- Añadió, acariciándole las mejillas.- ¿Qué quieres?, ¿ropa nueva, flores, dulces, un collar nuevo, un brazalete, una pulsera, un anillo...? Tú solo pídelo y será tuyo.
Albafica sollozó, mientras Minos le limpiaba las lágrimas, y después sintió que le besaba suavemente los labios.
- Pídeme lo que quieras. Te prometo que esto no va a volver a pasar nunca, pero quiero disculparme y que olvidemos esto.
- Solo abrázame.- Sollozó, aferrándose a Minos.- Solo abrázame.
Minos lo abrazó, dejándolo llorar en su pecho, acariciándole la espalda y el cabello para calmarlo. Aunque jamás lo admitiría, sentía algo de remordimiento por verlo tan triste y realmente quería compensarlo.
- Minos...
- ¿Qué pasa?
- ¿Sientes algo por mí?- Preguntó Albafica, y Minos sintió un leve nudo en la garganta.- Solo dime la verdad... No voy a molestarme, solo quiero saber la verdad, no me importaba cuál sea.
- Eres mi Omega, Albafica.- Respondió Minos, sujetándolo suavemente de las mejillas.- Te amo. Eso es lo que siento por tí, y por eso quiero lo mejor para tí.- Añadió, besando su frente.- ¿Qué es lo que sientes tú?
Albafica agachó la mirada para limpiarse las lágrimas. No estaba seguro de la respuesta, pero decidió responder.- También te amo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro