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🚧 Nivel 7: Controlar 🚧

🥀

El tiempo siguió pasando, y las cosas parecían estar mucho mejor en su relación.

Minos había vuelto a ser un esposo cariñoso y atento. Aunque había ciertas cosas que a Albafica no le gustaban.

Al inicio no les dió demasiada importancia, después de todo, habían acordado que ambos pondrían de su parte para que la relación funcionara, y eso implicaba ceder de vez en cuando.

Primero fue que no hablara ni saliera con Asmita sin decirle a Minos, después que no recibiera visitas de nadie sin previo aviso, incluído su hermano. Y ahora hasta los días que tenían intimidad controlaba.

Albafica no quería repetir después de la primera mala experiencia, pero quiso darle el beneficio de la duda, quizás solo era cuestión de adaptarse. Así que cedió varias veces, pero cada una le desagradaba más que la anterior.

Minos era demasiado brusco, nunca tenía el más mínimo tacto con él, el único punto que podía darle a favor era que usaba preservativos para no embarazarlo. Pero por más que intentó acostumbrarse a su brusquedad, no lo logró, y terminó negandose.

- No estoy de humor.- Dijo, esquivando al Alpha.- Me duele la cabeza.

- ¿Estás seguro de eso?- Cuestionó Minos, algo molesto.

- No quiero hacerlo, ¿felíz?- Respondió el Omega, ya comenzando a enfadarse.- Me duele todo al terminar.

- Bien.- Gruñó enfadado el peli-blanco.- Se me olvidaba que eres un llorón.

- ¡Y tú un bruto!- Respondió Albafica al insulto, incorporándose.

- Ahí vas otra vez...- Rodó los ojos el Alpha.- ¿Sabes qué?, ya duérmete y déjame dormir. Siempre te quejas de todo.

- ¡Mira quién lo dice!- Replicó el peli-celeste.- ¡El que hace una pataleta si el maldito desayuno no está servido a las 7 en punto. O si no me siento con él a comer. O si la estúpida cena no está lista cuando llega del trabajo. O si llega alguien de visita sin avisar!

- ¡Creí que ya habia quedado claro!, ¡mi casa, mis reglas!

- ¡¿Tu casa?!, ¡¿no querrás decir: "la casa que tu padre te está prestando, y que será tuya hasta que él se muera?!

- ¡Vete al diablo, maldito idiota!- Gruñó Minos, levantándose de la cama.

- ¡¿A dónde vas?!

- ¡Cualquier lugar es mejor que a tu lado, estúpido!

Minos salió de la habitación, dando un fuerte portazo, dejando sólo a Albafica.

El peli-celeste solo gruñó y se enredó en las sábanas para tratar de dormir.

🦅

Después de ese desplante por parte de Albafica, se marchó de la habitación. Estaba furioso, había dejado varias cosas por ese desgraciado, y así le pagaba...

Al final, su ira fue más grande, así que salió de casa, llevando con él las llaves de su auto. Sin darle más vueltas, arrancó y condujo hasta el único lugar donde soportaría lo que fuera.

Llegó a casa de Lune después de unos minutos. Llamó a su asistente personal, por quién no tardó en ser recibido.

- ¿Se le ofrece algo?- Preguntó Lune, manteniendo un tono serio y algo severo en su voz.

- Lune, sé que no debí actuar así, yo...

- ¿Tú qué, Minos?- Le reprochó el Omega.- Ya todo quedó claro para mí. Solo fuí un experimento fallido, una aventura para tí. Y tú ya elegiste a tu esposo, ¿no?

Minos solo suspiró, tallandose el puente de la nariz. Desde ese día, Lune y él habían terminado su relación furtiva, y se limitaban a tener únicamente una relación profesional. Mucho más fría y distante.

- Si no hay ningún asunto laboral de por medio, retírate por favor.- Volvió a hablar Lune.- Buenas noches.

Minos tomó de la muñeca a Lune y lo hizo girarse para besarlo. El Omega al inicio se resistió, pero al final término cediendo, abrazándose al cuello del Alpha.

- Fuí un imbécil por dejarte. Pero el inútil de Albafica no te llega ni a los talones, amor.- Dijo Minos, abrazándolo.- No puedo dejarlo. Él me suplica que no lo haga, y Lune, por favor, entiéndelo. Si yo lo dejo, va a ser el házmerreír de todos.

- No lo sé, Minos.- Suspiró Lune.- No sé si puedo soportar vivir así.

- Por favor, Lune.- Insistió Minos.- Por eso vine a buscarte. Ahora que él duerme y no puede delatarnos.

Lune no dijo nada, solo desvió la mirada, mientras Minos lo abrazaba.

- Vamos adentro. Por favor, hablemos.

- Está bien.- Accedió finalmente Lune.

▪️▪️▪️

Al día siguiente, Albafica se dió cuenta de que Minos no estaba en casa. Su enfado era evidente, pero ¿qué podía hacer?

Solo bufó y siguió su rutina de siempre. Probablemente Minos se había ido a casa de sus padres o al trabajo... O eso era lo que quería creer.

Llegó la hora del almuerzo, y Minos no apareció. Albafica solo suspiró resignado y se sentó a comer sólo. Se encargó de limpiar todo al terminar, y siguió con sus deberes diarios, hasta que terminó y tenía unas horas libres. No era día de ir al supermercado, ni tampoco de lavar ropa, Afrodita estaba hasta el cuello de tareas y proyectos de la universidad, no quería hablar con sus padres, ni tampoco tenía ganas de salir a ningún lado, así que solo se sentó a mirar la televisión para tratar de encontrar algo entretenido.

Pasó varios minutos cambiando de canales, hasta que se hartó.y decidió tomar su teléfono para tratar de matar el tiempo.

Miraba tranquilamente sus redes sociales, cuando le llegó un mensaje de Asmita, un simple "Hola, ¿Cómo estás?"

No tenía nada mejor qué hacer, así que decidió responderle. No debía recibir visitas sin previo aviso, ni tampoco dejar que alguien lo viera hablando con Asmita, pero ¿quién iba a saber con quién hablaba por mensajes?

Le dijo a Asmita que todo estaba bien, solo que había estado algo ocupado con las labores domésticas y esas cosas, pero quizás algún día irían a visitarlos.

Asmita le dijo que justamente para eso le hablaba. La fiesta de nacimiento de sus cachorros sería en dos semanas, y esperaban contar con su presencia. Albafica accedió y de paso lo felicitó por estar a solo unos meses de ser madre.

Asmita le agradeció los buenos deseos, y le envió la invitación digital, prometiendo enviarla en físico en el transcurso de la semana.

Hablaron por unos minutos más, hasta que el tiempo libre de Albafica se terminó y debía ponerse a preparar la cena. Le explicó a Asmita y se despidió de él, pero un mensaje de Asmita lo hizo cuestionarse algunas cosas.

"¿Por qué tienes que hacerlo todo tú? Él puede cocinar su propia comida de vez en cuando, no se va a morir por despegar el culo de la silla unos minutos."

Albafica tuvo que reír para no llorar. Asmita hacía ver ese tipo de cosas tan fáciles, que le daba algo de rabia.

"Sí, claro. Tu primo va a hacer eso obviamente."

Envió ese mensaje a Asmita, y segundos después recibió una respuesta.

"Pensándolo mejor, cocina tú. Minos no sabe ni siquiera servir cereal con leche sin incendiar la casa."

Albafica no pudo evitar reírse un poco por aquella broma. Lejos de la realidad no estaba.

Después de un par de mensajes más, se despidió de Asmita, y fue a preparar la cena, que como siempre, estuvo lista para cuando Minos por fin se dignó a aparecer.

El albino no le dirigió la palabra en absoluto, solo se sentó. Albafica bufó molesto y le dejó la comida enfrente.

- ¿A dónde vas, estúpido?

- Al baño, imbécil.- Respondió el peli-celeste, siguiendo su camino.

Minos solo gruñó y lo dejó ir, tragandose su coraje. Albafica había dejado su teléfono encima de la mesa, y sin pensarlo mucho, lo tomó. Intentó desbloquearlo, pero tenía contraseña.

Cuando Albafica volvió y lo vió con su teléfono, se molestó demasiado y no Dudo en confrontarlo.

- Desbloquea esto.- Le exigió Minos.

- ¡¿Quién te dió permiso de tomar eso, idiota?!- Respondió Albafica.

- ¿Ocultas algo acaso, Albafica?- Cuestiono Minos.- ¿Un amante?, ¿es eso?

- ¡Por supuesto que no, imbécil!

- Pues entonces no deberías tener problema en demostrarlo.

- ¡Dame eso!- Gruñó el peli-celeste, tomando el teléfono y desbloqueandolo.- ¡¿Ves, idiota?!

Minos tomó el teléfono, y como si fuera suyo, empezó a revisar todo. Aplicaciones, redes sociales, contactos, registros de llamadas, mensajes...

- ¿Qué te dije de Asmita?

- ¡Por favor!, ¡¿quién diablos va a saber con quién habla por mensajes?!

Minos ignoró aquel argumento, y empezó a leer toda la conversación, aún con la mirada furibunda de Albafica sobre él.

- ¡Ja!, mira con qué huevos dice eso cuando él no puede siquiera usar un horno de microondas.

- ¡Ya dame eso!- Exigió Albafica, intentando recuperar el teléfono.

- Ten. Ya deja de lloriquear.- Respondió el albino, casi arrojándole el teléfono.- Y más te vale quitarle la contraseña... Más bien, házlo ahora.

- Vete al diablo.

- No fue una pregunta, Albafica.- Amenazó Minos, sujetándolo de la muñeca.- Si no tienes nada qué ocultar, no tienes porqué tener una contraseña. ¿O acaso es que estás haciendo algo?, buscando algún amante, por ejemplo...

Albafica se molestó tanto, que estuvo a punto de darle una bofetada, pero de inmediato se contuvo. No iba a ganarle a Minos en un enfrentamiento físico.

Se mordió la lengua, bufó con enfado e hizo lo que Minos le dijo.

- ¡¿Felíz, idiota?!- Gruñó, mostrando la pantalla de bloqueo del teléfono.

- Demasiado, imbécil.

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