🚧 Nivel 6.5: Amenazar 🚧
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La visita de sus suegros había sido un verdadero calvario. Desde soportar todas las palabras de Itia, hasta las mil preguntas incómodas. La gota que colmó el vaso fue cuando les preguntaron cuándo planeaban consumar su matrimonio.
Albafica no dijo nada, no quería siquiera pensar en ese tema. Minos dijo que pronto, solo para quitarse a su padre de encima.
Pero Itia siguió presionando, probablemente sabiendo que Minos solo quería quitárselo de encima y por eso fingía darle importancia.
Al final, todo terminó en una discusión entre ambos Alphas. Albafica se asustó un poco, pero Gateguard le dijo que se tranquilizara, y se lo llevó a la cocina.
Ahí, su suegro le dijo que no se metiera en discusiones de Alphas, y le dió cómo consejo, que no molestara ni hiciera enojar a Minos. Que tratara de mantenerlo complacido, hasta que el enojo se le pasara.
Albafica estaba demasiado estresado como para protestar. Así que solo asintió y obedeció lo que Gateguard dijo.
Pasaron varios minutos hasta que finalmente dejaron de gritarse. Gateguard le dijo que no saliera, y él simplemente obedeció.
Pasaron varios minutos más, hasta que Itia llamó a su Omega a gritos, diciendo que era hora de irse.
Sus suegros se despidieron, y finalmente se retiraron, dejándolos sólos de nuevo.
Ninguno quiso hablar. Minos ni siquiera comió su desayuno, simplemente tomó sus cosas y se fue al trabajo, dejando a Albafica sólo.
El Omega suspiró, no quiso ni siquiera comer, esa visita le había ahuyentado el apetito. Así que siguió su rutina de siempre, hasta que la noche cayó, y Minos llegó a tiempo para la hora de la cena.
Albafica sirvió la comida, y fue a recibirlo, no quería otra discusión, no tenía energía para soportarla. Pero se sorprendió de ver qué Minos llevaba un enorme ramo de rosas rojas.
- Lamento todo lo que ha pasado.- Murmuró, agachando la vista.- Yo... Lo siento, sé que te prometí muchas cosas y fallé en todo.
Albafica no dijo nada, solo desvió la mirada, pero Minos le sujetó suavemente de la mejilla.
- Albafica, lo digo en serio. He sido un perfecto idiota, no debí hacer todo lo que hice. Juré no ser como mi padre, y he hecho todo lo contrario.- Añadió, logrando captar la atención de Albafica.- Por favor, dame otra oportunidad.- Pidió, arrodillando frente a él.
- ¿Qué...?
- Por favor. Te prometo que nada de ésto volverá a pasar. Lo de Lune fue un desliz de una vez, una verdadera estupidez, y no sabes cuánto me arrepiento.- Insistió, formando su mano.- Lamento haberte hablado de esa manera en la mañana, sé que no debí hacerlo. Perdóname por favor.
Albafica no supo qué responder al instante. La mirada cristalizada de Minos, esas palabras, esas disculpas que tanto deseaba oír, le hacían querer perdonarlo y darle el beneficio de la duda... Pero los malos recuerdos y las palabras de Asmita lo hacían querer mandarlo al diablo y huir... Pero ¿a dónde?
No podía volver con sus padres, no sabía nada de Shion, no tenía amigos a quiénes recurrir... Minos era todo lo que tenía.
- Albafica...
- Sí.- Murmuró, con los ojos cerrados.
Sintió que Minos lo abrazaba y le daba un beso en la frente, y sin poder evitarlo, le correspondió aquel abrazo.
Minos le entregó aquel enorme ramo de rosas, y lo besó, de una forma bastante dulce y suave, haciéndolo olvidar todos los malos ratos que habían pasado.
Lo que inició como un suave e inofensivo beso, poco a poco fue tomando más y más fuerza, tornándose más apasionado y hambriento.
Dejaron el ramo de rosas sobre la barra, dónde Minos lo abrazó y alzó por la cintura, sentándolo sobre la superficie de mármol. Pronto dejó su boca, para deslizar sus labios a su cuello y comenzar a besarlo.
- Minos...- Suspiró Albafica, cerrando sus ojos, abrazándose a él.
Todo ese tiempo había seguido sin tratamiento de supresores, y aunque con el correr de los meses había aprendido a sobrellevar sus celos, su cuerpo quedaba demasiado sensible cuando la fecha de su celo estaba cerca, y el menor contacto como ese lo hacía perder el control.
- Ah...- Gimió en el oído de Minos.
Minos se separó de su cuello, y sus miradas chocaron. Los dos estaban sudando y con la respiración agitada, y el aroma a rosas silvestres de Albafica llenaba todo el aire.
Volvieron a besarse, mientras Minos logró alzarlo en brazos y llevarlo hasta la habitación, dónde lo dejó sobre la cama y continuaron besandose.
La ropa desapareció en segundos, y todo parecía ir bien, hasta que llegó el momento, y Albafica sintió algo de miedo. Aún recordaba bien la vez con Shion, pero definitivamente no debía ser igual con un Omega que con un Alpha.
Le fue imposible no temblar de miedo, pero aún así, decidió aguantar y no arruinar el momento.
Minos comenzó a entrar, y a él le fue imposible no arquear la espalda y chillar por el dolor.
- Es normal que duela. Tranquilo.- Le susurró el albino cuando se removió incómodo.- Cuando un Omega es tomado por primera vez por un Alpha, es normal que duela y sangre. Solo un Alpha puede romper el himen de un Omega.
En ese momento, las palabras de Shion aquella vez llegaron a su mente: "Si es consensuado no tiene porqué doler, ni tampoco porqué sangrar."
Prefirió no pensar en eso y solo asentir, dejandolo continuar.
La intromisión fue algo brusca y le dolió bastante, al punto de derramar unas cuantas lágrimas y soltar un pequeño chillido.
A pesar de todo, intentó relajarse y tratar de buscar el placer en aquel acto, pero simplemente no lo logró. Era doloroso y demasiado incómodo, por más que lo intentó, simplemente no logró encontrar la menor pizca de disfrute. Y cuando escuchó a Minos gruñir, y sintió un líquido caliente llenar su interior, solo pudo agradecer en su mente.
Minos salió de su interior, y cuando eso pasó, sintió como fluidos salían de su cuerpo... Era incómodo, y no quería ni siquiera ver aquello, sólo cerró sus piernas, abrazó sus rodillas y se cubrió con una sábana.
- Con esto puedes confirmar que no te acostaste con ningún Alpha antes.- Le susurró Minos, acariciándole el hombro.- Tu himen seguía intacto, hasta hoy.
- Duele.- Murmuró en un débil susurro.
- Es normal, para mañana se te pasará.
Albafica solo asintió, aguantando las ganas de llorar. Afortunadamente, no tardó mucho en quedarse dormido, prefería hacer como si eso no hubiera ocurrido. Había sido de todo menos agradable.
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La presencia de su padre siempre era una verdadera molestia. Ese vejestorio desgraciado le había dado un ultimátum, o desvirgaba a ese Omega a la de ya, o las consecuencias no serían agradables.
Pero como si eso no fuera suficiente, en el trabajo, Lune no dejó de joderlo a cada minuto que podía.
- ¡¿Hasta cuándo vas a seguir con ésto?!
- ¡Carajo, idiota!- Gritó, después de que Lune lo sacara de sus casillas.- ¡Tengo mil putos problemas en la cabeza, cómo para que tú estés jodiendo con una estupidez como esa!
- ¡Maldita sea, Minos!, ¡llevas dos putos años así, ¿hasta cuándo van a firmar el divorcio?!
- ¡Ya te dije que las familias no dejan de jodernos, no es el momento!
- ¡¿Y cuándo lo será entonces?!
- ¡No lo sé, y cómo sigas jodiendo con lo mismo, puedes irte despidiéndose de tu trabajo!
Todo el día en el trabajo fueron discusiones así, hasta que Lune colmó su paciencia, y lo mandó al demonio.
Perfecto, ¡simplemente perfecto!, había perdido a Lune, años de su vida a la basura. Pero aún tenía algo pendiente.
¿Qué mejor forma de vengarse de Lune, que consumando su matrimonio al fin? Albafica no era un Omega feo, además de que últimamente, Lune se ponía demasiado quisquilloso.
Sí, sería matar una parbada de pájaros de un solo tiro. Vengarse de Lune, quitarse a sus padres de encima, y de paso tener un momento de diversión.
Fue a una florería por el ramo de rosas más grande que encontró al salir del trabajo, y en el camino a casa planeó el discurso que le diría a Albafica.
Planeaba usar palabras dulces y tiernas, pero si no funcionaba, no tenía problema en recurrir a las amenazas. Afortunadamente, la primera opción fue más que suficiente para engañar a Albafica y llevárselo a la cama.
El cuerpo de ese Omega aún era tierno, prácticamente nuevo y todo para él. Podía aprovechar para desahogar sus frustraciones, y de paso vengarse de Albafica por haberlo engañado con otro Omega.
Por eso no le importó que se pusiera a llorar en silencio. Sabía que Albafica no iba a oponer resistencia aunque le doliera como el infierno.
Con todas esas perversas ideas en su mente, logró finalmente consumar el matrimonio, y afortunadamente, Albafica se había metido con otro Omega y no con un Alpha, así que su himen fue roto y la sangre manchó la sábana blanca. Con eso finalmente podía quitarse a esos buitres viejos de encima.
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Los días siguientes, Albafica seguía sintiendo algunas molestias. Ardor, irritación, algo de comezón... No estaba seguro de qué podría tratarse, pero ya comenzaba a asustarse.
Después de que Minos se fuera al trabajo, llamó al único Omega que no lo delataría, y que podría ayudarlo.
- Entonces, ¿para qué me pediste que viniera?- Preguntó Asmita, sentado frente a él.
- Yo...- No sabía cómo explicarle lo que pasaba, ni las dudas que tenía, pero debía encontrar el modo.- Asmita... ¿Como fue tu primera vez?
El rubio pareció sorprenderse un poco por esa pregunta, ya que arqueó una ceja, pero aún así respondió.
- Agradable, ¿por qué?
- ¿No te dolió?... ¿Fue con un Omega?... ¿O fue con un Alpha?, ¿O-
- A ver, Albafica, vamos por partes.- Lo interrumpió Asmita al notar su nerviosismo.- Fue con un Alpha, un novio que tuve a los 15 años. Y no, no me dolió, y tampoco sangré, pero sí fue algo incómodo al inicio.
Albafica se quedó callado por unos segundos, sin saber bien cómo preguntar su otra duda, temeroso de la reacción de Asmita.
- Y después... ¿Tuviste algún malestar?
- Una ligera molestia en la cadera, por un par de días, pero nada insoportable.- Respondió tranquilo el Omega.- Albafica, ¿Minos y tú lo hicieron?
- Sí.- Murmuró avergonzado.- Pero... Me dolió, y... Fue muy incómodo, y ahora... No sé qué pasó, pero... He tenido algunas molestias.
- ¿Qué molestias?
- Ardor, irritación, algo de comezón...
- ¿Has ido a que un médico te revise?
- No.
Asmita tomó un profundo respiro antes de hablar. Lo que diría no era nada fácil de decir ni mucho menos de digerir, pero Albafica debía saberlo.
- No quiero alarmarte, Albafica, pero esos pueden ser síntomas de una infección.- Soltó Asmita, y Albafica sintió un escalofrío.- Si no usaron protección, puede que Minos te haya contagiado algo. O en el mejor de los casos, que por ser tu primera vez, tu cuerpo no tenía los mecanismos de defensa necesarios para protegerte de los de otra persona.
Albafica se preocupó más de lo que ya estaba. Sabía que las infecciones de transmisión sexual no eran algo para tomarse a la ligera, y por eso accedió a ir con el ginecólogo de Asmita a hacerse un chequeo esa misma tarde.
Nunca antes en su vida había ido a un ginecólogo, y estaba muy nervioso, por eso terminó pidiéndole a Asmita que entrara con él. El Alpha de Asmita fue quién los había llevado, y les dijo que los esperaría en el auto, en el estacionamiento de la clínica.
El médico le hizo llenar un formulario con algunas preguntas, algo incómodas pero necesarias de responder. Cuando al fin terminó, entregó en formulario y el médico lo revisó, junto a sus antecedente médicos.
- Todo apunta a qué es una infección por hongos, pero nada grave. Te voy a dar unos óvulos y unas pastillas y en dos semanas deberías estar como si nada.- Informó el médico, haciendo la respectiva receta.- Vuelve en 14 días, si las molestias persisten, entonces tendremos que hacer más exámenes para determinar la causa.
- Gracias.- Murmuró Albafica, más tranquilo por saber que no era nada grave.
- Gracias por hacernos un espacio, Hasgard.- Agradeció Asmita con una sonrisa al doctor.
- No hay problema, Asmita. Y no olvides guardar reposo, comer bien, tomar tus vitaminas y venir a tu revisión la próxima semana.- Le respondió el peli-blanco, acompañándolos a la salida.- Ese par tiene que quedarse ahí dentro todo el tiempo posible.
- Lo sé, lo sé. Prometo seguir las indicaciones.- Rió Asmita.
- Bien, confió en tí entonces. Saluda a Defteros de mi parte.
- Por supuesto, él también te manda saludos.
Después de despedirse, ambos Omegas siguieron su camino hasta el estacionamiento de la clínica, dónde los esperaba Defteros.
- ¿De dónde dijiste que conoces al doctor?
- Fue mi novio.- Respondió Asmita con una sonrisa, sorprendiendo a Albafica.- Con él fue mi primera vez. Es un gran hombre, muy dulce, amable, cariñoso, paciente y amoroso, pero no es para mí. Demasiada miel para mi gusto. Éramos como azúcar y jugo de limón.
- ¿Y uno de tus ex es tu ginecólogo y ahora atiende tu embarazo?- Cuestionó Albafica, algo shockeado. Asmita solo asintió.- ¿Tu esposo lo sabe?
- Sí. De hecho, de vez en cuando va a beber un par de cervezas con varios de mis ex.- Rió Asmita.- Me llevo bien con las actuales parejas de ellos, y sinceramente, Defteros y yo nos sentimos mucho más a gusto y tranquilos con ellos que con nuestras familias.
Antes de llevarlo de vuelta a casa, Defteros y Asmita acompañaron a Albafica a una farmacia para comprar los medicamentos que le habían recetado, y después retomarlo el camino.
De alguna manera, la compañía de Asmita y Defteros era agradable. Al menos ellos no se la pasaban preguntando sobre cómo iba su matrimonio, si ya había un cachorro en camino, o cosas así.
Para Albafica era algo difícil comprender la forma de vida de Asmita y Defteros, rompían con varias normas que desde niño le enseñaron, y parecía irles bien. Por unos minutos podía sentirse tranquilo, escuchado, sin ser criticado ni juzgado hasta por su forma de sentarse... Pero se vió forzado a salir de esa pequeña burbuja de tranquilidad cuando llegaron a su casa.
- Cualquier cosa que necesites, no dudes en llamar.- Le dijo Asmita cuando bajos del auto.
- Gracias.- Asintió Albafica.- Pero creo que las cosas estarán mucho mejor de ahora en adelante.
Asmita no respondió al instante. En el fondo sabía que eso era demasiado bello para ser verdad, nadie cambia de la noche a la mañana. Pero no quería hacer que Albafica desconfiara de él.
- Eso espero.- Dijo finalmente Asmita.- Bueno, nos vemos.
Albafica se despidió del matrimonio, y entró a casa. Minos no tardaría en llegar, así que después de tomarse el medicamento, se puso a preparar la cena.
Para cuando Minos llegó, la cena ya estaba lista y servida, así que ambos se sentaron a cenar. En esos días las cosas parecían haber mejorado, y que Minos realmente estaba dispuesto a poner de su parte para que la relación funcionara, y Albafica estaba felíz con eso.
Mientras comían, a Albafica se le escapó el asunto de las molestias, y terminó por tener que contarle a Minos todo. Desde las molestias, hasta que Asmita lo había acomodando al médico.
No pensó que hubiera algo de malo, pero cuando la expresión de Minos se tornó seria, supo que no era así.
- Albafica, sabes la historia y los antecedentes de Asmita, ¿verdad?
- Sí.- Murmuró, encogiéndose en su lugar.
- No vuelvas a salir con él a ningún lado. ¿Tienes idea de lo que la gente puede pensar si te ven con alguien como él?- Dijo Minos, mirándolo fijamente.- Que sea la última vez que haces algo así, Albafica. No quiero volver a discutir contigo. Por favor evita malos entendidos.
- Lo siento.- Susurró el peli-celeste, agachando la mirada. No quería arruinar las cosas.- No volverá a pasar.
- Eso espero, Albafica.- Advirtió el albino.- Sobre aviso no hay engaño. Advertido estás, si vuelves a hablar o salir con Asmita sin decirme, no voy a ser tan piadoso.
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