🚧 Nivel 5: Ofender 🚧
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El tiempo siguió su curso, y las cosas siguieron no tan distintas después de aquella cena fallida.
Al otro día, Minos le envió un enorme arreglo de flores con una tarjeta de disculpas, y al volver a casa, le llevó también una caja de chocolates.
Albafica dijo que no había ningún problema, y aceptó las disculpas. Después de todo, no había sido algo tan grave. O al menos eso pensó en esa ocasión.
De vez en cuando, Minos llegaba de mal humor del trabajo a almorzar o a cenar, y Albafica a veces cometía pequeños errores como derramar algo o la comida tardaba un poco más de lo previsto.
Al inicio eran cosas demasiado sutiles, cómo que debía organizar mejor su tiempo, o qué hacía en todo el día que no tenía tiempo de tener la cena lista a tiempo. Pero poco a poco iban escalando de intensidad.
- ¿Fuiste a pescar la cena o qué mierda?- Le cuestionó irritado el peli-blanco.
Albafica al inicio se mordía la lengua para evitar responder como quería, pero su paciencia se agotaba cada vez más, y en esa ocasión llegó a su límite. No había sido un buen día, y el humor de Minos terminó por hartarlo.
- ¿Y a tí te pesan demasiado las manos para tender la cama cuando te levantas?, ¿o para secar el baño después de ducharte?, ¿o lavar un maldito plato después de comer?- Respondió el Omega, golpeando el plato contra la mesa.- ¡Casi dos malditos años de casados, y ni una maldita vez haz sido capaz de mover un solo dedo en casa!
- ¡Cómo si trabajaras un carajo, ¿olvidas que vives aquí gratis?!- Replicó el Alpha, levantándose de su asiento.
- ¡¿Tengo que recordarte quién me hizo dejar mi empleo?!- Contraatacó Albafica.- ¡¿Y tanto para qué?!, ¡para pasar todo el maldito día encerrado en esta estúpida casa. Limpiando, cocinando y lavando la ropa de un inútil que no sabe siquiera cocinar un huevo frito!- Añadió.- ¡Pasé toda la maldita tarde en el supermercado, buscando un salmón de buena calidad, y después cocinándolo, para un estúpido holgazán ingrato que no puede siquiera lavar un miserable plato!
- ¡Pero no fuera que tu "amigo" te pidiera abrir las piernas y revolvarte con él, con otro Omega, porque en eso no pones peros, ¿verdad, perra?!
- ¡Y no fuera el estúpido de tu asistente el que te pidiera que despegaras el culo de la silla, porque entonces sí limpias toda la maldita manzana con la lengua!
- ¡Creo que Lune me trata mil veces mejor de lo que haces tú, inútil!- Le respondió Minos, y Albafica por un momento creyó que lo golpearía, pero no lo hizo.- ¡¿Y te digo la verdad?!, ¡está más bueno que tú!
- ¡Si tanto te gusta, pues perfecto!, ¡que venga aquí y limpie toda tu mierda, porque yo ya me harté!
- ¡Si por mí fuera, lo traería aquí y a tí te mandaría a la mierda, maldita zorra!- Siguió el albino.- ¡Sería un Omega perfecto!, ¡y solo para que lo sepas y no te queden dudas, él sí es capaz de darme lo que tú no has podido en dos malditos años!
Albafica se quedó paralizado por unos segundos.
- ¿Qué quieres decir?
- ¡¿Tan estúpido eres para no entender?!- Volvió a insultarlo.- ¡Tanto sospechabas que me metía con él, pues para darte gusto lo hice la semana pasada!, ¡en la oficina, en el escritorio, él hizo lo que tú no eres capaz de hacer, y lo disfruté como no tienes ni puta ida!
Albafica no dijo nada, solo se llevó una mano al pecho. No sabía cómo debía sentirse, creía que iban progresando, ¿y de pronto Minos le soltaba esa bomba?
- ¡Maldito idiota!- Dijo entre sollozos Albafica.- ¡¿Cómo pudiste hacer eso?!
- ¡En todo caso ya estamos a mano. Así que ni se ocurra meter a tus padres ni a los míos en ésto, a menos que quieras que sepan lo que hiciste!- Respondió con un descaro total el peli-blanco.- ¡Si tú les dices algo, yo les digo la zorra que eres!, ¡Y quizás debería hacerlo, decirles a tus padres que te metiste con otro Omega, y que eres una puta!
Albafica se contuvo de darle una bofetada, y simplemente salió corriendo de ahí, para esconderse en la habitación de huéspedes.
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Hasta después de ver a Albafica huir entre sollozos, Minos se dió cuenta de lo que acababa de hacer.
Frustrado, volvió a sentarse, para tratar de poner en orden sus ideas y reorganizar su plan. Debía pensar en algo para contentar a ese estúpido Omega o todo su plan se iría al diablo.
No era la primera discusión que tenían, pero sí había sido la más fuerte hasta el momento.
Hace tiempo que había tomado ya la costumbre de que Albafica fuera su saco de boxeo para liberar el estrés. La presión de ese estúpido trabajo que jamás le gustó y solo había estudiado y tomado por sus padres, los berrinches que Lune le hacía de vez en cuando, exigiéndole que le pidiera el divorcio a Albafica e irse juntos a otro lugar, y sus padres y sus suegros jodiendo todo el día, insistiendo en cuándo llegaría el heredero... A veces todo se le juntaba, y lo más fácil era desquitarse con ese estúpido Omega, el único al que podía manejar fácilmente. El muy idiota siempre se conformaba con un ramo de flores, una tarjeta o unos dulces al día siguiente. Pero ésta vez temía que eso no fuera a ser suficiente.
Pero aún así, tenía a Albafica en sus manos. A él en ese punto de su matrimonio no le afectaría demasiado si su infidelidad salía a la luz, después de todo, aún no había consumado su matrimonio con Albafica. Fácilmente podía defenderse, alegando que su Omega no era capaz de cumplir como esposo, orillándolo a buscar calor en otro Omega.
Sin embargo, Albafica quedaría en una pésima posición al no solo no cumplir como Omega a su Alpha, sino también al haberle sido infiel, y la guinda del pastel: con otro Omega.
Pasó varios minutos pensando y meditando eso. Después de todo, él ya tenía a Albafica atado de manos, ¿qué más daba si seguía molesto con él o no?, no había nada qué ese Omega pudiera hacer en su contra.
Decidió dejarlo hacer su berrinche en la habitación de huéspedes, y él se fue a dormir. Ya estaba harto de fingir que lo quería.
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Al día siguiente, Albafica se levantó a la hora de siempre, pero no quiso salir de su habitación, no quería ver a Minos después de lo que había pasado la noche anterior.
Salió hasta que vió desde la ventana el auto de Minos irse. Esta vez no hubo la típica nota de disculpa de siempre, aún así Siguió con su rutina, con la esperanza de que el regalo de disculpas llegara en el transcurso del día, pero nada.
Cerca de la hora del almuerzo, el timbre de la puerta sonó, y fue a abrir, topándose con dos visitas inesperadas.
- Fica.- Exclamó su hermano, abrazándolo.
- Dita, Shaka, ¿qué hacen aquí?- Preguntó, al ver a su hermano y al primo de Minos en la puerta.
- Yo venía a dejarles una invitación.- Respondió el rubio.- Mi hermano me pidió que la trajera, y la entregara a cualquiera de los dos. Afrodita solo quería venir a visitarlos.
- ¿Asmita?- Cuestionó Albafica, tomando el sobre rojo, con un sello y detalles dorados.- ¿Qué el cumpleaños de Defteros no es en junio, y el Asmita fue en septiembre?
- No es por un cumpleaños. Ni tampoco tiene nada que ver con Navidad, nosotros no celebramos esa fecha.- Respondió el Beta.- Mi hermano me pidió que no dijera nada, así que no puedo dar más detalles.
- Bien, gracias por tomarte la molestia. Le diré a tu primo.- Suspiró Albafica.
Por cortesía, invitó a ambos jóvenes a pasar por una taza de té y algunas galletas. Afrodita y Shaka recientemente habían entrado a la universidad, así que Albafica decidió aprovechar ese tema para desviar la atención de ambos chicos y evitar que le hicieran preguntas sobre su matrimonio. Aunque, ellos eran los que menos sacaban ese tema.
- ¿Se quedan a comer?- Preguntó Albafica, mirando el reloj, dándose cuenta de que Minos quizás no llegaría.
- No quiesiera ser una molestia.- Respondió Shaka.
- No te preocupes. Después de todo, ahora eres mi primo o algo así.- Respondió Albafica con una leve sonrisa.- Enseguida vuelvo, pondré más verduras y arroz a cocer.
- Gracias, hermano.- Le sonrió Afrodita, haciéndole una seña discreta a Shaka.- Claro que nos quedamos.
Cuando Albafica se fue a la cocina, y Afrodita se aseguró de que no los escuchaba, le habló a Shaka.
- ¿Soy yo, o Fica está actuando algo raro?
- La verdad, sí está actuando un poco extraño.- Respondió el Beta.- Y sus ojos están algo hinchados.
- ¿Habrá discutido con Minos otra vez?
- Es lo más probable.
Afrodita suspiró y agachó la cabeza. Él sabía que su hermano no quería casarse, y menos con ese Alpha, pero Albafica siempre siguió ciegamente las órdenes y deseos de sus padres, y aceptó esa condena.
Shaka sabía que su primo estaba enamorado y tenía una relación con otro Omega, Lune era su nombre si mal no recordaba, y que lo obligaron a casarse con el hermano de Afrodita.
Así se habían conocido hace dos años, en la boda de sus parientes, dónde Shaka fue padrino de anillos, y Afrodita parte del cortejo nupcial de Albafica, algo así como "líder" de las damas de honor.
Después de eso, siguieron en contacto, y se hicieron "buenos amigos". Ambos estaban enterados de que la relación de Albafica y Minos no era del todo agradable para ambos, y de vez en cuando discutían, y era Albafica quién se llevaba la peor parte.
Mientras hablaban, escucharon la puerta abrirse, y al voltear vieron a Minos.
- Shaka, no sabía que venías.- Saludó el albino con una sonrisa a su primo.
- Lamento haber llegado sin avisar. Asmita me pidió que les trajera a Albafica y a tí una invitación, y Afrodita se ofreció a acompañarme.- Respondió el rubio, levantándose para abrazar a su primo, cómo era habitual saludarse entre ellos.- Cómo no estabas, le dí la invitación a Albafica.
- No hay problema.- Sonrió el Alpha.- ¿Se quedan a comer?
- Claro. Albafica nos ofreció lo mismo.
El Omega salió de la cocina, ya con algunos platos en las manos, y al ver a Minos, tuvo que tragarse todo su enojo, y saludarlo con la mejor sonrisa que podía fingir. No podía permitir que Shaka y Afrodita se dieran cuenta de que algo había pasado.
Afrodita se sentía incómodo con la presencia de Minos, y prefirió ir a ayudar a su hermano a llevar los platos, cubiertos y vasos faltantes. Shaka se quedó en el comedor, acomodando los platos y demás utensilios que Afrodita y Albafica dejaban.
- Shaka, siéntate y espera.- Dijo Minos en un tono algo intimidante a su primo.- No hagas el trabajo de las mujeres y los Omegas.
Afrodita alcanzó a escuchar eso, y sintió un pequeño ardor en la boca del estómago tan solo por la rabia que escuchar semejante estupidez le provocó. Nunca había estado de acuerdo con esa forma de pensar y por eso todos en su familia lo tachaban de caprichoso y maleducado, y por un tiempo se lo creyó y su autoestima y amor propio se fueron por los suelos, al menos hasta que conoció a Shaka y a Asmita.
- Sabes que soy muy especial para comer, y me gusta colocar mis cubiertos a mi manera.- Respondió Shaka, intentando mantener la calma.- Así que, si no te molesta, prefiero que nadie toque los cubiertos, vaso y platos que voy a usar.
- Bien, tú ganas. Pero solo los tuyos.- Cedió el Alpha peli-blanco.- A los Omegas tienes que mantenerlos en su lugar, sino luego se descarrilan si les dan demasiada libertad, solo mira a Asmita.- Siguió Minos, y Shaka tuvo que apretar los dientes para no responderle cómo se lo merecía.- Fue una verdadera suerte que Defteros aceptara quedárselo.
- Es problema de ellos, no mío.- Respondió Shaka.- ¿Cómo están las cosas en el trabajo?, ¿algún caso difícil?
Afortunadamente, lo que Minos tenía de inteligente, lo tenía de egocéntrico. Bastaba con preguntar algo que pusiera en duda su perfección, para que centrara toda su atención en ese tema. Así Shaka logró que dejara de hablar mal de Asmita y de los Omegas en general, y empezara a hablar de cómo había ido su semana laboral, cuántos casos había ganado, cómo había humillado a otros en la corte, y mil autoalabanzas más.
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