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🚧 Nivel 4: Celar 🚧

🥀

El tiempo siguió pasando, hasta que transcurrieron los meses restantes para que la fecha de su primer aniversario de bodas llegara. Tal y como Minos prometió, hicieron como si aquel episodio no hubiera ocurrido jamás, y su convivencia parecía ser cada día mejor.

Seguían sin consumar su matrimonio, pero al menos ahora podían decir que estaban en la etapa de enamoramiento, o al menos así se sentía Albafica. Había llegado a la conclusión de que Minos al final, no era tan malo, y tenía sus cualidades. Quizás al final sí podría amarlo como esposo realmente, y serían una pareja perfecta.

Ese día siguió su rutina de siempre, y después del almuerzo, al que Minos no llegó por "tener demasiado trabajo", fue al supermercado por la tarde para comprar algunas cosas. Era su primer aniversario de bodas, y quería que fuera al menos un festejo agradable para ambos. Quién sabe, quizás ese sería el día en que finalmente lograran dar el siguiente paso.

Albafica se encontraba en el supermercado, caminando por los pasillos, cuando sin querer, chocó el carrito con el de alguien más.

- Lo lamento, no ví por dónde iba.- Se disculpó.

- ¿Albafica?

Alzó la vista al reconocer esa voz y ese peculiar aroma a arándanos silvestres.

- ¿Verónica?

- Cuánto tiempo sin verte.- Le sonrió el rubio.

Albafica le devolvió la sonrisa, y ambos se dieron un abrazo.

Se conocieron en la escuela de enfermería, e irónicamente, también estaban vinculados con Shion de una u otra forma, aunque lo supieron hasta después de tratarse por un semestre entero. Verónica era algo odioso de jóven, pero también era muy inteligente y dedicado a sus estudios, al igual que Albafica, así que entre ellos logró surgir una cordialidad y respeto mutuo por su desempeño en las clases y prácticas. Prácticamente pasaron de ser rivales a ser colegas en clase.

El rubio también provenía de una familia acomodada, y estaba relacionado con Shion por salir con un primo del peli-verde.

Ciertamente, Verónica fue el compañero de clases con el que mejor se llevaba, casi eran amigos, aunque perdieron el contacto hace más de cuatro años, cuando Verónica dejó la universidad para casarse con el primo de Shion. Lo último que había sabido, es que se mudaron a Italia, y de ahí no había vuelto a saber de él, hasta ahora.

- ¿Cómo has estado?- Preguntó Verónica.- Supe por Shion que te casaste, ¿cómo les va?

- Normal supongo.- Suspiros Albafica, intentando disimular su incomodidad al oír algo sobre Shion.- Altas y bajas, pero hoy cumplimos un año.- Añadió con su mejor sonrisa.

- En ese caso, felicidades.- Le sonrió de vuelta el otro Omega, aunque sentía que Albafica ocultaba algo.

- Y ¿cómo les ha ido?- Preguntó Albafica, intentando desviar la atención. Realmente no quería entrar en demasiados detalles de su relación.- ¿Cómo te va con Manigoldo?, tienen, ¿cuánto tiempo juntos?, ¿cuatro años?

- Bueno... De hecho...

- ¡Mamá!- Exclamó una dulce vocecita infantil, y al girar la vista, Albafica vió a un pequeño niño, de máximo 5 años, corriendo hacía Verónica, sosteniendo una bolsa de patatas fritas.- ¿Me las compras?

Albafica no pudo evitar quedarse mirando al pequeño, no le fue difícil intuir que era hijo de Verónica y Manigoldo, era el vivo retrato del primo de Shion. Pero aún así le resultaba increíble que se pareciera tanto.

- De acuerdo, pero ¿prometes comer todas tus verduras y portarte bien durante todo el fin de semana?

- Sí.

- Bien, entonces sí.- Le sonrió Verónica al pequeño, despeinandole el cabello con cariño.- Oh, Albafica, él es Angelo, mi hijo.- Añadió, el rubio, sacando a Albafica de sus pensamientos.- Angelo, él es Albafica, el amigo del que te hablé.

- Hola.- Dijo el niño, sin prestar mayor atención al asunto.

- Hola, Angelo.- Le sonrió Albafica.- Te pareces mucho a tu padre.

- Sí, todos dicen eso.- Respondió con una pequeña risa el pequeño.- Mami, ¿ya casi nos vamos?

- Sí, pequeño, ya casi. Aún tengo que comprar unas cosas, pero ve a ver los juguetes si quieres.- Le sonrió su madre.- Y nos vemos en la fuente de sodas, ¿de acuerdo?

El niño asintió felíz, y fue a dónde su madre le había sugerido hacer tiempo, dejando solos a ambos adultos nuevamente.

- Vaya, es idéntico a su padre en prácticamente todo.- Bromeó Albafica, mirando al pequeño irse, recordando cómo era Manigoldo.- Debe estar felíz.

- Sí, adora a Angelo. Desde que nació, es la luz de sus ojos.- Sonrió Verónica.- Apenas cumplió 4 años, y su padre no perdió la ocasión para hacerle una pequeña fiesta con todos sus amigos y compañeros de escuela.

Albafica por unos segundos no dijo nada. Si ese niño tenía 4 años, significaba que no había pasado ni un año cuando Verónica lo dió a luz... Le fue imposible no sentirse de nuevo presionado por ni siquiera haber intimado con su esposo, aunque otra parte de él jamás había deseado ser madre y le era imposible imaginarse en el lugar de Verónica.

- Creo que, es el sueño de todo Alpha, ¿no?- Dijo, algo incómodo, repitiendo las palabras que su madre le decía desde que era niño.- Tener un buen Omega como esposo, y todos los cachorros que pueda darle.

- Eh?- Exclamó Verónica, ahora siendo él quién estaba confundido, pero pronto se dió cuenta de su error, y le fue imposible contener una pequeña risa.- De hecho, Fica...

Estaba por explicarle, cuando de nuevo la voz de Angelo hizo acto de presencia, llamando a su madre.

- ¡Mami, mami, mami!- Repetía emocionado el niño.- ¡Adivina quién llegó!

- No es justo, Angelo.- Decía algo cansado un joven de cabellos castaños. No pasaría de los 20 años, y Albafica no entendía de quién podía tratarse.- Siempre me ganas.

El niño solo se rió, y se acercó al jóven, que lo alzó en brazos. Y después ambos se acercaron a Verónica. Entonces Albafica intuyó que quizás se trataba del niñero o algo así de Angelo, para que el niño y Verónica le tuvieran tanta confianza.

- ¿Qué tal el tráfico?- Preguntó con una sonrisa el rubio.

- Horrible.- Suspiró cansado el recién llegado.- Y ni siquiera menciones encontrar un lugar en el estacionamiento.

- Les dije que no era necesario que vinieran a recogernos, podían solo llegar a la casa a comer más tarde, y de ahí irse con Angelo.- Le sonrió Verónica, dándole un pañuelo para secarse el sudor.

Esas palabras de Verónica lograron sorprender a Albafica. ¿Ir a recogerlos?, ¿llevarse al niño?, ¿qué quería decir con eso?

- Sabes que no me molesta pasar tiempo con Angelo y ayudarte a cuidarlo. No quiero que me vea como la madrastra malvada.- Respondió con una sonrisa el castaño, y Albafica se extrañó aún más.- Además, si de todos modos vamos a ir al mismo lugar, mejor pasamos por ustedes y así no tienen que tomar un taxi.

- Algún día le perderé el miedo al volante, pero mientras tanto yo no manejo ni en sueños.- Bromeó Verónica, y ambos Omegas se rieron, hasta que el rubio recordó la presencia de Albafica.- Oh, Albafica. Mira, él es Regulus.- Dijo, señalando con la vista al castaño, quién mostró una sonrisa amable.- Regulus, él es Albafica, un amigo de la universidad.

- Es un placer.- Le sonrió el joven castaño.

Albafica no supo bien qué responder, y se limitó a decir un: "igualmente". No entendía bien qué relación tenían Verónica y ese jóven, pero ramo quería sacar conclusiones apresuradas.

Unos segundos después, apareció el padre del niño finalmente, saludando a Verónica, y después a Albafica al darse cuenta de su presencia.

- Sí, aún te recuerdo. El mejor amigo de Shion.- Lo saludó Manigoldo.- Mi primo dijo que te casaste.

- Sí, hace un año.

Albafica se extrañó aún más al ver que Manigoldo había abrazado por los hombros al tal Regulus, mientras que a Verónica solo lo saludó con la mano.

- Regulus, ¿vamos a ver los juguetes?- Preguntó el pequeño Alpha al Omega más joven.

- Vayan. Los vemos en la fuente de sodas como en veinte minutos.- Asintió la madre del cachorro.

Después de eso, ambos se retiraron, dejando únicamente a los tres conocidos.

- ¿Te sientes bien?- Le preguntó Manigoldo a Albafica.- Parece que viste un fantasma.

- Ese chico... Ustedes...

- Nos divorciamos hace casi dos años, Albafica.- Aclaró Verónica la situación.- Es lo que intentaba decirte. Regulus es novio de Manigoldo.

Albafica no podía dar crédito a lo que acababa de oír. En su mundo que la expareja y la pareja actual se llevaran bien, y que incluso la expareja le permitiera a la nueva estar cerca de su hijo, le parecía simplemente imposible.

- Déjame adivinar. Sigues viviendo en esa burbuja de estupidez.- Dijo Manigoldo, sacando a Albafica de sus pensamientos.

- ¿Qué quieres decir?

- ¿Hola?, ¿en qué siglo te quedaste trabado?- Replicó el Alpha.- A veces las relaciones simplemente no funcionan, y lo mejor es finalizarlas en buenos términos, que mantenerlas en horribles condiciones.

- Manigoldo...- Lo regañó Verónica, no queriendo una confrontación.

Verónica sabía que la familia de Manigoldo era más liberal con ese tipo de temas, y gracias a eso pudo alejarse de ese ambiente tan hostil en el que creció y ver el mundo de otra manera. Pero la familia de la que provenía Albafica era igual a la suya, y sabía que ver otras cosas que no fueran las que eran "socialmente aceptables", era algo difícil de asimilar y no sentir como un ataque directo a sus creencias y valores.

- ¿Qué edad tiene ese chico?- Cuestionó Albafica. Tal y como temía Verónica, Albafica sintió aquellas palabras como un ataque directo a él.- Porque hasta donde yo sé, eres cinco años mayor que yo, y yo tengo 24.

- Tiene 19.

- ¿Entonces dejaste a la madre de tu hijo para conseguirle un hermano mayor?- Siguió Albafica, dejándose llevar por sus emociones.- ¿También planeas casarte con ese chico, dejarlo con otro hijo, y repetir?

Manigoldo estaba por responderle a Albafica, pero Verónica intervino, antes de que la situación se saliera de control.

- Manigoldo, tranquilízate. Mejor ve con Regulus y Angelo, yo me encargo.

- Ahora entiendo porqué Shion dijo que no quería volver a tener nada que ver contigo, ni a saber nada de tí.- Le dijo Manigoldo a Albafica, antes de irse.- Te convertiste en la misma porquería que todos esos imbéciles. Así que suerte con tu "alegre y perfecta vida".

Albafica se paralizó por unos segundos, esas palabras lograron afectarlo más de lo que quería admitir. Hace meses que no sabía nada de Shion, y a veces realmente le hacía falta tener a su amigo, pero sabía que su error no tenía perdón.

- Albafica.- Lo llamó Verónica.- Lo lamento, creo que debí decirte antes. Sé que para tí todo esto es inconcebible.

- ¿Por qué permitiste eso?- Cuestionó Albafica.- Que se fuera con un Omega más jóven, que ahora intenten quitarte a tu hijo...

- No es así, Albafica.- Aclaró el rubio.- Nos divorciamos por acuerdo mutuo. Verás, la verdadera razón de casarnos fue porque descubrimos que estaba en cinta, y ya sabes cómo es mi familia, si descubrían que me había embarazado antes de casarme, podía darme por muerto.- Contó.- De todos modos estábamos comprometidos. Así que para evitar problemas, Manigoldo y yo decidimos decir que "adelantabamos voluntariamente" la boda, y por eso es que nos fuimos a Italia. Angelo nació y vivimos allá un tiempo, pero las cosas no funcionaron. Intentamos salvar la relación, pero simplemente fue imposible, y llegamos a la conclusión de que lo mejor era ir por caminos separados.- Añadió, sorprendiendo a Albafica por su tranquilidad al hablar del tema.- Así que nos divorciamos cuando Angelo tenía dos años, y volvimos a Grecia. Mi familia me repudió y ahora es como si estuviera muerto para ellos, pero la familia de Manigoldo no me juzgó, y de hecho, su padre, su tío y sus primos apoyaron nuestra decisión del divorcio.

Albafica se sorprendió. Shion no le había dicho absolutamente nada sobre eso, pero rápidamente intuyó que quizás temía que reaccionara mal o que le habían pedido que no hablara del tema.

- Hace un año Manigoldo conoció a Regulus y comenzaron a salir. Él siempre supo de Angelo y de mí, y para ser sincero, nos llevamos bien entre nosotros.- Siguió Verónica.- No espero que lo entiendas, sí que lo respetes. Sé que es difícil de comprender, viniendo de una familia tan conservadora, yo también estuve en esa posición, pero es de sabios cambiar de opinión.

- No te preocupes.- Fue lo único que pudo decir Albafica.- Ya tengo que irme. Me dió gusto saludarte.

Después de eso, ambos se despidieron, y Albafica prefirió volver a casa. Le era simplemente imposible entender cómo un matrimonio disuelto podía mantener una buena amistad, y aún peor, cómo la expareja podía ser amigo de la pareja actual. Así no debían ser las cosas...

Prefirió no dar más vueltas al asunto, y simplemente ignorar el tema hasta olvidarlo. Y centrarse en preparar una buena cena.

🦅

Los meses habían pasado, y las cosas habían salido tal y como las había planeado.

Había logrado mantener aquel matrimonio, y que Albafica no le cuestionara ni tampoco se quedara nunca por nada. Podía estar con el Omega que amaba, mantener su estatus y privilegios, y todo a cambio únicamente de darle algunas muestras de afecto a Albafica de vez en cuando.

Al terminar su jornada de trabajo, y después de despedirse de su amado, emprendió el camino a casa, dónde se sorprendió de encontrar todas las luces apagadas, y al entrar, ver que todo el sueño estaba cubierto con pétalos de rosas. En la mesa del comedor, había unas velas encendidas, una botella de vino lista para servirse, unas copas y una pasta de spaghetti con salsa de tomate. Y Albafica esperándolo, vistiendo una ropa mucho más elegante y algo provocativa.

- Fica, ¿qué...?

- Felíz primer aniversario.- Le sonrió el Omega.

Se le había olvidado por completo, era su primer aniversario de bodas.

- Ah, cierto.- Dijo, sonriendo para tratar de disimular.- Creí que lo habías olvidado.

- Claro que no.

- Te tenía preparado algo, pero surgieron imprevistos, y me pospusieron todo para mañana.- Añadió el Alpha, intentando crear una excusa convincente.- Espero que no te moleste tener que esperar un poco.

- No te preocupes.- Sonrió el peli-celeste.- Ven.

Albafica le tomó de la mano, y lo guió hasta la mesa, dónde le sirvió una porción de comida y vino en su copa, y comenzaron con la cena.

El ambiente para Minos no era del todo agradable, de hecho, se sentía algo incómodo, pero si quería mantener su teatro en pie, debía darle esos gustos a Albafica de vez en cuando y fingir que le agradaban.

Solo dejaba al Omega hablar y hablar, y solo le respondía si Albafica le preguntaba directamente algo. Albafica realmente nunca decía nada que capturara demasiado tiempo su atención, pero esa ocasión fue una excepción.

Albafica empezó a contarle que se había encontrado a un excompañero de la universidad en el supermercado, y que tenía un hijo y también lo había conocido... Nada interesante, y no le vió nada de raro, al menos hasta que Albafica contó el resto de la historia.

Cuando Albafica le contó que ese Omega se había divorciado y que tenía una buena amistad con su ex y el nuevo novio, algo dentro de él saltó de inmediato.

- ¿Y qué?, ¿planeas buscar el divorcio también?- Cuestionó.

- ¿Qué?- Exclamó Albafica.- No, claro que no, yo-

- ¿Tanto te gustó ese Omega, que quieres divorciarte para ir tras él?

- Minos, eso no-

- ¿Entonces qué?- Volvió a cuestionar, sintiéndose enfadado ante aquella posibilidad.- Ya fuiste infiel con un Omega una vez. Nada asegura que no vas a volver a hacerlo.

- Minos, no lo dije con ese propósito, yo-

El peli-blanco no lo dejó terminar de hablar, y tampoco dijo nada. Solo dejó los cubiertos sobre la mesa y se levantó, para después irse a la habitación, sin decir nada más.

▪️▪️▪️

Albafica se quedó en el comedor, atormentándose por haber arruinado todo. ¿Por qué demonios mencionó su encuentro con Verónica?

En su mente parecía un buen tema de conversación, algo interesante para intercambiar opiniones al respecto, quizás Minos compartía la opinión de Verónica, o quizás con él, pero...

- Bien hecho, Albafica.- Se reprendió a sí mismo, dándole un trago a su copa.- Lo arruinaste de nuevo. Cómo siempre. Buen trabajo, idiota.

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