🚧 Nivel 3: Ignorar 🚧
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Pasaron dos semanas desde que Minos lo descubriera. Dos semanas en las que el Alpha lo ignoraba completamente, hacía como si no existiera.
Albafica sentía que la culpa se lo comía vivo. Gracias a un estúpido deseo de venganza, terminó lastimando y quedándose sin el que era quizás su único amigo sincero. Pero además, ¿y si realmente había malentendido todo y Minos decía la verdad de jamás haberle sido infiel?
Realmente no tenía ninguna prueba más que la ropa con el aroma de Lune aquella vez, fue la única, y el aroma era muchísimo más tenue que el que se le quedó impregnado a él después de haberse acostado con Shion, aún después de bañarse y lavar la ropa varias veces.
En esas dos semanas no había salido de casa, ni siquiera para ir a hacer las compras, prefería usar un servicio a domicilio. Aún tenía algunas marcas de besos y mordidas en el cuello, y otras más en los muslos, que no terminaban de desaparecer, y que definitivamente todos iban a notar. No habría demasiados problemas si se las hubiera hecho su Alpha, de seguro que sus suegros y sus padres darían saltos de felicidad al recibir la noticia de que al fin habían consumado el matrimonio, pero no era así. Y si descubrían que esas marcas se las había hecho otro Omega, iban a casi matarlo ahí mismo.
A diario temía que Minos se quisiera desquitar de él, yendo a contarle a sus familias. Después de todo, Albafica al final terminó admitiendo que sí le fue infiel con un Omega.
Afortunadamente, el albino no les había dicho nada, quizás por la vergüenza que significaría para él que su esposo lo engañara con otro Omega.
Albafica intentaba arreglar las cosas. Intentó llamar a Shion para disculparse por todo, pero el peli-verde no respondía sus mensajes ni sus llamadas.
También trataba de llamar la atención de Minos, pero el albino seguía firme aplicándole la ley del hielo.
Se sentía sólo, sucio, idiota, ya no sabía qué hacer para aliviar su culpa.
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Habían pasado dos semanas desde que volvió a casa y descubrió la infidelidad de Albafica.
Al enterarse, todo fue demasiado confuso para él. Sí, una parte de él estaba furioso por la osadía de ese Omega para faltarle al respeto de esa forma, pero otra parte de él le decía que él mismo se lo había buscado y bien merecido se lo tenía.
Aún así, su enojo era mayor, y por eso pasó todo ese tiempo ignorando a su cónyuge. No quería verlo, le daba asco percibir el aroma del otro Omega impregnado en él. Era un maldito recordatorio de que había recibido una de las peores ofensas para un Alpha, que su Omega se metiera con otro Omega.
Si alguien se enteraba de eso, su reputación, su vida entera estaba acabada. Qué un Omega fuera infiel con un Alpha, un Beta o un Delta era humillante, pero que fuera con un Omega...
Su padre solía decirle que un Omega casado que se acuesta con otro Omega, era porque el Alpha era un impotente que no era capaz de satisfacerlo.
No sentía absolutamente nada por Albafica, no sentía deseo por él, y por más que lo había intentado, simplemente no lograba consumar el acto y desvirgarlo... Aunque al parecer, alguien ya se le había adelantado y lo había logrado, un estúpido Omega.
Pasó días y días dándole vueltas a ese asunto en su cabeza, hasta que, con la frialdad y leve sadismo que lo caracterizaba, una idea cruzó por su mente.
Quizás esa infidelidad no había sido tan mala después de todo. Al menos ahora tenía algo con qué mantener a raya a Albafica. Sabía que si los padres de su "amado" esposo se enteraban de lo que su perfecto hijo primogénito hizo, estarían horrorizados.
Pensó que quizás hasta podría usarlo para obtener la disolución del matrimonio, pero sus padres no tardarían en buscar un reemplazo. Viéndolo con ojos críticos, ¿dónde iba a encontrar a otro esposo heredero de una fortuna, sumiso, obediente y abnegado cómo Albafica?, ¿de dónde iba a sacar a otro Omega que por impulso cometiera un error que podría arruinar su reputación, y que estuviera arrepentido y buscando compensarlo de todo corazón, cómo Albafica?. En ningún lado, simple y sencillo. Albafica era la tapadera perfecta.
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Minos volvió de su trabajo, inusualmente temprano. Durante las últimas dos semanas, solía llegar bastante tarde, cuando Albafica ya estaba durmiendo.
- La cena ya está lista.- Murmuró Albafica, agachando la cabeza, al ver llegar a Minos.- No te preocupes por mí. Come lo que quieras, yo me voy a la habitación de huéspedes para que puedas cenar tranquilo.
El Omega estaba por irse, cuando Minos lo alcanzó, tomándolo de la mano, sorprendiéndolo.
- Tenemos que hablar.- Dijo el peli-blanco, y Albafica sintió un fuerte escalofrío.- Tranquilo. Creo que ambos actuamos mal ante esta situación.
Albafica asintió, y aún con miedo, se sentó a la mesa, frente a frente con Minos. El silencio se adueñó por completo de todo el lugar, Albafica estaba casi temblando de miedo, realmente temía que Minos le exigiera el divorcio. Sabía que si eso pasaba, para que sus familias aceptaran, Minos tendría que decirles lo que había pasado, solo así los dejarían anular su matrimonio.
- Para empezar, ¿puedes explicarme qué fue lo que pasó?- Dijo Minos, con un tono tranquilo y algo comprensivo en su voz, mirándolo a los ojos.- Y esta vez quiero la verdad.
Albafica no logró sostenerle la mirada, y agachó la cabeza.- Yo...
- Tómate tu tiempo.- Añadió Minos, manteniendo la serenidad en su voz.- La noche es larga.
Albafica tuvo que tomar una profunda bocanada de aire para calmarse, antes de hablar y confesar todo. Ya había tocado fondo, ya no tenía nada qué perder, y simplemente dijo todo. Desde la ropa que encontró con el aroma de Lune, sus sospechas de infidelidad, su enojo, sus deseos de vengarse... Hasta llegar al incidente de ese día. Sabía que Shion podría salir demasiado perjudicado si era completamente sincero. Ya suficiente daño le había hecho como para permitir que ahora Minos fuera tras él, así que eligió mentir para protegerlo. Contó que Shion no tenía culpa alguna, él se encargó de emborracharlo para seducirlo, y al despertar, Shion no recordaba absolutamente nada de lo que había pasado.
Al terminar de contar todo, rompió en llanto, cubriéndose el rostro. Se sentía indefenso, estúpido, sucio... Solo quería desaparecer de ahí.
Escuchó que Minos se puso de pie y se acercó a él. Sintió que le tomaba de las manos, haciéndolo descubrirse la cara.
- Jamás te fuí infiel.- Le dijo Minos, manteniendo su papel como había planeado toda la tarde.- Lune cambió de supresores, y sabes que a veces provocan efectos secundarios, cómo provocar la secreciones de feromonas involuntariamente. Es mi asistente y tiene que estar cerca de mí casi todo el día, así que quizás eso fue lo que pasó. Pero yo no lo he tocado siquiera desde que terminamos nuestra relación.
Albafica tembló y sollozó nuevamente. Entonces sí había malinterpretado todo, y sí había sido él quién fue infiel y no Minos.
- Sé que ninguno de los dos quería ésto, y sé que no te he cumplido del todo como Alpha y esposo.- Siguió hablando Minos, acariciándole la mejilla, limpiandole las lágrimas.- Haz pasado todos estos meses sin tratamiento de supresores, y no debe ser nada fácil, ¿verdad?
Albafica solo asintió, llorando en silencio. La reacción de Minos había sido completamente diferente a la que esperaba.
- Lo lamento. Supongo que esto fue en parte mi culpa también por descuidarte tanto.- Le dijo el peli-blanco, terminando de limpiarle las mejillas.- Si así lo deseas, podemos empezar de nuevo. Nadie tiene porqué enterarse de lo que pasó, podemos fingir que eso nunca pasó y hacer que esto funcione. ¿Aceptas?
Albafica asintió.
- Bien. Entonces ahora sonríe, y nada de llorar.- Le sonrió Minos, dándole un pequeño beso en la mejilla.- Que ésta sea nuestra primera cita, hermoso.
Albafica sonrió suavemente de forma inconsciente. Era la primera vez que actuaban como una pareja, que Minos le hablaba de esa forma y le mostraba algo de amor sincero.
Bebieron algo de vino, y terminaron de cenar, juntos, como un matrimonial ideal haría.
Al terminar, cuando Albafica se puso de pie para levantar los platos, Minos le dió un beso en los labios. Esa acción lo tomó por sorpresa pero no le molestó, y le correspondió.
Después de eso, Minos lo dejó seguir con lo que hacía, y se adelantó a la habitación, yéndose a dormir con una sonrisa victoriosa en los labios.
Su plan había salido a la perfección. Albafica se había creído completamente ese cuento. Ya tenía a ese Omega dónde quería, ahora nada podría frustrar sus planes.
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