Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🚧 Nivel 1: Chantajear 🚧

- ... Sí, acepto.

Esas palabras fueron las que firmaron su sentencia.

🥀

Llevaba ya un par de meses viviendo en el que era ahora su nuevo hogar. Jamás quiso casarse, jamás amó a ese Alpha, todo fue un matrimonio arreglado por sus familias con el único fin de obtener un beneficio económico.

Su familia arregló su matrimonio cuando él tenía tan solo dieciocho años, y se encontraba en su segundo año de la escuela de enfermería. Él no quería casarse, pero siendo un Omega, no tuvo más opción que callarse y aceptar.

Le dolía que fuera así, pero así había sido toda su vida, siempre hacía lo que sus padres le indicaran.

Si sus padres le decían que fuera un estudiante ejemplar, él lo hacía al costo que fuera.

Si sus padres le decían cómo vestir, él obedecía, sin importar si se sentía cómodo o no.

Si sus padres le decían que no podía hacer alguna actividad porque podría arruinar su belleza, él acataba la orden, sin importar si estaba de acuerdo o no.

Si sus padres le decían que no podía cortar, teñir, o siquiera peinar su propio cabello de una forma, él obedecía.

Si sus padres le decían que se casaría con el hijo de uno de sus socios en cuanto terminara la universidad, él se callaba y lo hacía...

Toda su vida fue prisionero de la voluntad de sus padres, y así había terminado en su situación actual.

🦅

Llevaba ya un par de meses viviendo bajo el mismo techo que ese Omega con el que lo obligaron a casarse. Él no lo amaba, y Albafica tampoco a él.

Era un Omega precioso, eso no había forma de negarlo, pero no era su Omega.

Sus padres arreglaron ese matrimonio cuando él tenía tan solo dieciocho años y se encontraba en su segundo año de universidad, estudiando la carrera que sus padres quisieron.

Toda su maldita vida les había dado gusto en absolutamente todo: vestirse como le dijeran, comportarse como se lo indicaran, ser el estudiante perfecto, estudiar la carrera que ellos decidieran... Toda su maldita vida se sintió como si fuera una estúpida marioneta, y la única cosa que les pidió fue poder casarse con el Omega que él quería... Y se lo negaron, todo por ser de distintas clases sociales.

No conformes con eso, y para prevenir que intentara alguna tontería, lo comprometieron con el hijo Omega de uno de sus socios, acordando que la boda se llevaría a cabo cuando ambos terminaran la universidad.

Nada pudo hacer para ir en contra de ellos, y no le quedó más remedio que dejar atrás al amor de su vida y casarse con ese Omega.

Así había llegado a su situación actual.

▪️▪️▪️

Albafica llevaba ya un par de meses casado, viviendo en la casa que sus suegros le habían heredado a su marido.

Sabía que Minos fue forzado a casarse con él y a dejar al Omega que quería. Sin embargo, el albino no le parecía una mala persona. Lo había dejado trabajar como enfermero, lo que siempre soñó, y Albafica pensaba que quizás no se amarían, pero al menos podrían llevarse bien.

Esos dos meses los había pasado trabajando en el hospital en dónde hizo sus prácticas en los últimos años de la escuela de enfermería, y no podía estar más felíz. Ignorando su matrimonio forzado, su vida era perfecta: tenía el título en enfermería por el que tantos años luchó, podía trabajar en algo que le encantaba y era bueno en lo que hacía, ¿qué más podía pedir?

- ¿Seguirás trabajando?

Escuchó la voz de Minos mientras preparaba su desayuno, y de inmediato apagó la parrilla y se giró a ver al albino.

- Así es.- Respondió, sin dirigirle la vista al Alpha, como un Omega sumiso, como lo habían educado.- ¿Ocurre algo?

- Nada importante.- Respondió el peli-blanco.- Solo que... Bueno, tus padres y los míos no dejan de insistir en que deberías dejarlo.

Albafica no replicó nada. Sabía que Minos no mentía, sus suegros y sus padres eran personas chapadas a la antigua, que creían firmemente que un Omega casado debía quedarse en casa a hacer las tareas domésticas y atender a su Alpha, quien trabajaría para proveer a su favor de todo lo necesario.

- No lo sé, quizás deberías considerarlo.- Añadió Minos, encogiéndose de hombros.- Comienzan a circular varios rumores.

- ¿Qué clase de rumores?

- Lo típico: que no soy capaz de proveer a mi Omega de lo que necesita, que si acaso las fortunas están escaseando tanto que hasta los Omegas tienen que trabajar, que si tienes un amante en ese hospital y por eso te empeñas en seguir ahí metido...

- ¿Qué?- Albafica no pudo evitar sobresaltarse al escuchar la última acusación.- ¿P-Por qué alguien pensaría eso?

- Porque eres un Omega, hijo de una familia adinerada, casado con un Alpha de su misma clase social, con una fortuna incalculable a su disposición, y aún así sigues aferrándote a trabajar en un hospital público en jornadas de a veces más de 12 horas, por un salario miserable.- Respondió Minos, mirándolo de arriba a abajo.- Cualquiera pensaría eso. Pero bueno, yo solo te advierto, después de todo, estamos casados y no quisiera que la reputación de mi esposo se viera manchada por todos esos rumores.

Las últimas palabras de Minos resonaron fuerte en la mente de Albafica. Su reputación... Era algo que sus padres le dijeron toda su vida que debía cuidar. La opinión de las demás personas tenía peso, y él debía ser lo que la gente esperaba... Debía ser el Omega perfecto.

- No te lo tomes tan a pecho.- Escuchó a Minos de nuevo.- Ya sabes cómo es la gente. Yo solo te comentaba.

Minos no dijo nada más, y se retiró, dejando sólo a Albafica.

El pobre Omega peli-celeste comió bastante intranquilo. ¿De verdad había todos esos rumores sobre él?, ¿qué les había hecho creer algo así sobre él?, ¿qué estaba haciendo mal?, ¿ya habían llegado a oídos de sus padres y sus suegros?... La última pregunta le aterró.

Si sus padres se enteraban de aquellos rumores, estarían furiosos con él, y de seguro sus suegros también... No quería decepcionar a sus padres, no quería fallarles...

Al terminar su desayuno tomó una decisión... Una de la que quizás se arrepentirá, y que sin duda alguna le iba a doler más que cualquier cosa.

Ese fue su último día de trabajo. Al finalizar su jornada, después de despedirse de los pacientes a los que había atendido un tiempo, de sus compañeros y de los doctores a los que apoyó durante esos meses— a algunos desde hace años, cuando aún era estudiante—, fue hasta la oficina del director del hospital para presentar su renuncia.

El director, tal y como se esperaba, le preguntó al respecto. Si algún miembro del personal lo había incomodado, o algo había pasado.

- No, señor, no es nada de eso.- Respondió con dificultad, manteniendo la vista en el suelo.- Al contrario, todos han sido muy buenos conmigo desde que era tan solo un practicante, y siempre me apoyaron en todo... Realmente los aprecio y no tengo palabras para agradecerles por todo lo que han hecho por mí.

- ¿Entonces por qué de repente presentas tu renuncia?

- Es algo difícil de explicar, doctor Ilías.- Respondió, intentando contener el nudo en su garganta.- Solo... No puedo continuar por algunos problemas personales... Lo lamento.

Albafica finalmente no pudo contenerse y terminó llorando enfrente de su superior.

Toda su vida había soñado con ser médico, ayudar a personas con pocos recursos, salvar vidas... Pero sus padres no se lo permitieron por ser una "carrera poco adecuada para un Omega", y tuvo que conformarse con ir al escuela de enfermería. No era lo que quería, pero al menos podía cumplir la vocación que deseaba.

Ese trabajo realmente le gustaba. Le encantaba auxiliar a los enfermos, ayudar a calmar a los bebés y niños, ayudar a los doctores en lo que hiciera falta... Pasar tiempo con los pacientes internados bajo su cargo era de los momentos más felices de su vida, porque ellos lo inspiraban a dar lo mejor de sí, y lo motivaban a no rendirse.

Ese trabajo realmente lo hacía felíz, y tener que dejar todo eso atrás le rompía el corazón en pedazos. Pero debía hacerlo, era necesario, por el bien de la familia.

- Comprendo.- Suspiró finalmente Ilías.- Si tomaste una decisión, nada puedo hacer yo para retenerte. Aunque debo admitir que va a ser difícil dejar ir a alguien como tú.

Albafica mantuvo baja su vista, intentando contener las lágrimas que no dejaban de brotar de sus ojos. Ni siquiera él sabía cómo iba a continuar su vida sin sus pacientes y sus compañeros.

- Entonces, gracias por tus servicios, y buena suerte.- Añadió Ilías.- Si en algún momento deseas volver, recuerda que las puertas de éste hospital siempre estarán abiertas para tí.

- Gracias.

Albafica recogió sus cosas y volvió a casa, conduciendo con los ojos llenos de lágrimas. Había renunciado al trabajo de sus sueños por unos rumores.

- ¿Y ahora qué te pasa?- Le cuestionó Minos al llegar a casa y verlo llorar, mientras preparaba la cena.

- Nada.- Respondió, limpiandose las lágrimas.

- ¿Dejaste el puesto en ese hospitalucho?

Albafica apretó los labios, y trató de continuar cortando los vegetales, e ignorar el nudo en su garganta.

- No seas exagerado.- Añadió Minos al verlo así.- Ve el lado amable. Ahora tendrás todo el tiempo libre del mundo para encargarte de las labores de la casa, como un buen Omega casado hace.

De nuevo, esas palabras resonaron en su mente. Ser un buen Omega, uno perfecto, eso es lo que debía ser. No respondió nada, y solo asintió.

- Perfecto. Ahora sé un buen Omega y apúrate con la cena, muero de hambre. Y nada de llorar.

Albafica volvió a asentir, limpiandose las lágrimas, forzándose a dejar de llorar, aunque sentía su alma desgarrada y su corazón hecho pedazos.

Debía ser una buena esposa, un Omega perfecto, llenar las expectativas sobre él... Debía hacerlo.

Al costo que fuera.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro