Eran cerca de las 8PM, Fyodor y Nikolái habían sido invitados a una cena con cierta amiga británica. Había pasado mucho desde que no veían a Christie, pero también era cierto que sus viajes a Japón no eran tan recurrentes como alguna vez lo fueron.
La elegancia y clase de la mujer eran distinguibles hasta para el menos avivado de una familia de trogloditas. Era el tipo de persona que generaría envidia en otras mujeres, y que haría que el orgullo masculino cállese por los suelos. Podrías amarla u odiarla, pero no solía haber intermedios.

Hoy, como tal, y dada la persona con quién planeaban cenar, vestirse con su habitual vestimenta ni siquiera se cruzaba por sus mentes.
Fyodor, sentado en la cama, observada en silencio a Nikolai arreglarse el cabello, quien siquiera se había percatado de la mirada en su espalda, parecía concentrado.
El ruso se paró de dónde estaba y tomó la mano que trenzaba entre la suya con delicadeza, y con la otra tomo la trenza en cuestión.

—"¿Me permites?."
Primero un mechón, por encima otro, finalmente entre ambos va el tercero; Dostoevsky realmente era el hombre más delicado del mundo, aunque solo se tratase de una trenza, pensaba Gogol.
—"Ya esta. Date la vuelta."
Nikolái, haciendo caso queda a escasos centímetros de la cara del hombre más bajo.

—"¿Qué tal? ¿Eres bueno trenzando cabello rubio?."
Preguntó pasando sus brazos por los hombros ajenos mientras jugaba con un mechón propio.

—"Ah... Eso parece."
Sostuvo su cadera con una mano, y con la otra su cuello desde atrás acercándolo con, quizás, un poco demasiada fuerza.
Gogol naturalmente, gimió por el repentino jalón, y Fyodor parecía apretar cada vez más los dientes, si seguía así podría romperlos.
—"Aún casados, no creo que entiendas lo mucho que te adoro."
Confesó apretando más ambas manos y acorralando contra el espejo a su espalda.
—"Haría literalmente lo que sea por ti. Solo necesitaría que me lo pidas."

Nikolai le generaba muchas cosas, no por nada le había pedido su mano en matrimonio un año y medio atrás.
Le generaba querer protegerlo a toda costa, que nadie fuese capaz de ponerle un dedo encima, nadie más que el.
Le generaba calor, odiaba admitir que él no era el único que miraba lujuriosamente a su pareja, pero tampoco le extrañaba, después de todo, era particularmente bello.

—"Aunque a veces pueda ser malhumorado... Tu sabes que te amo, ¿No es así?."

—"Lo sé."

Le generaba amor, afecto, cariño, y todo sinónimo que encontrase, simplemente lo adoraba y anhelaba, y ahora lo tenía entre sus brazos, para él y nadie más.

—"También sabes que eres mío, y de ningún otro hombre, ¿Verdad?."

—"Lo sé. Soy tuyo y tú eres mío."

—"Eso es... Te pertenezco."

Se colgó un poco de su cadera apretando su pecho contra Nikolai mientras le susurraba al oído y vaciaba su oxígeno.

Pero también le generaba violencia, quería apretarlo, magullarlo y llegar a límites que nadie podría entender, nadie más que Nikolái. ¿Se estaba volviendo loco?.
Quería apretar más y más, que Nikolái gimiera de dolor y aún así, que el no fuera a detenerse, sonaba a pura fantasía a decir verdad, ¿Pero que más podía hacer?.
Quizás un día se terminaría arrepintiendo, el día donde se manifieste realmente, y enserio haga algo, ese día posiblemente se arrepentiría, pero aún faltaba un poco para eso, ¿Pero que culpa tenía él de sus deseos carnales por su esposo?.

—"Quien fuera que te tocara, yo... No podría soportarlo, posiblemente lo mataría con mis propias manos, ¿Vas a dejarme?"
Sus mejillas se enrojecían del pensamiento: que Gogol lo viese todo,mientras el hacía un desastre de papelería y sangre.

—"Fyo...dor... No respiro.."
Intentó manifestar mientras buscaba aire.

Y aunque quería golpear a Nikolai por todas las estupideces e imbecilidades que podía hacer, y que enserio lo sacaban de sus casillas, lo amaba, y si su hombre rubio fuese visto con quién fuera que no fuera él, posiblemente no terminaría bien para nadie ahí, ni el hombre, ni Nikolái.
Deseaba demostrarle su amor al ucraniano de alguna forma, y los regalos y palabras bonitas a veces tenían sabor a poco, él mataría por Nikolái.

Saliendo de su trance, se dió cuenta de la hora, no faltaba mucho para que tuvieran que salir. Mejor terminar de prepararse.
Abrazó esta vez con más cuidado y calma a su esposo y lo beso gentilmente.

A Nikolai no le asustaba, sabía con quién se había metido, sabía que era alguien brusco, pero que nunca le haría daño, que todas esas palabras tenían algo de cierto, pero que nunca lastimaria a alguien de consecuencia mortal, y eso por el momento era suficiente.

N/A:
El amor viene de varias formas supongo.