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~ Encerrar - Aislar ~

Una  vez que la representación romana  se perdió en la distancia, hubo silencio.

Los soldados se miraban entre ellos y a la ahora terriblemente silenciosa casa con incertidumbre.

¿Que debían hacer ahora? Cuando les escogieron para custodiar el hogar de la Representación romana y la Representación egipcia nunca esperaron esto.

No sabían cómo actuar luego de tan bárbara demostración, ¿esto era algo normal en las relaciones de estos seres? Si lo fuera ¿estarían en problemas por revisar si la representación egipcia seguía respirando? ¿O lo harían por no hacerlo?

Unos minutos que se sintieron como horas pasaron antes de que alguien empezara a dirigirse a la casa, el novato que solo se había unido a la guardia unas semanas antes, Clemente*.

La subida en la pequeña colina se sintió más larga de lo que debería y el joven no podía evitar mirar hacia atrás de vez en cuando, como temiendo que la representación de su patria apareciera de repente a evitar su entrada a la casa.

Cuando por fin estuvo frente al portón no pudo evitar sentir una pesadez en el estómago, un terrible augurio empezando a formarse en todo su ser, creciendo hasta que su mano se encontró abriendo la puerta.

Se permitió un momento de sorpresa cuando la encontró abierta, aunque luego pensó que tenía sentido, nadie sería tan idiota y suicida como para entrar en el hogar de dos Representaciones.

Excepto Clemente al parecer, y con una ligera oración a cualquier deidad que le quisiera escuchar, entró en el lugar que hace solo sonaba como una casa de tortura.

Lo primero que llamó su atención al entrar fue una pluma manchada en sangre en el comienzo de un pasillo no muy lejos de la entrada.

El mal augurio en su ser solo incrementó al ver aquello, y sin más remedio siguió en débil pero casi aterradoramente constante rastro de sangre y plumas hasta un cuarto solamente iluminado por la luna fuera.

Lo que vio le hizo soltar su lanza y soltar un grito. Sus compañeros aún afuera del lugar le escucharon y se apresuraron a averiguar qué pudo causar aquel grito.

Encontrarse con aquel rastro de sangre y plumas era una cosa, encontrar a la Representación egipcia desangrándose en el medio de lo que parecía ser la cocina era algo completamente diferente.

El shock se convirtió en una fuerte ira y preocupación que se apoderó de los presentes, otros dos soldados, Nemesio* y Tito* se apresuraron a ayudar a herido egipcio.

Esto pareció poner a los demás en movimiento, las armas cayeron al suelo y se dejaron a un lado, uno de ellos, Ulises*, salió rápidamente de la casa de la casa para comunicar a los pocos que se quedaron afuera sobre lo que habían descubierto, Clemente se apresuró a buscar algo para ventar las sangrantes alas de la Representación egipcio, Christophe* se había unido con Nemesio y Tito para tratar de despertar a Egipto, que parecía haberse desmayado por falta de sangre.

Fue el último soldado dentro de la casa, Alair*, quien pregunto temblorosamente algo que los demás no se habían puesto a pensar entre todas las fuertes emociones que sentían.

¿Se había arrastrado Egipto todo el camino hacia la cocina? ¿Por qué? 

Y en ese momento de claridad, él y los demás lo vieron. Y por primera, pero realmente no última vez en sus vidas, tuvieron un fuerte impulso por asesinar a la Representación Romana.

Había trapos húmedos en el mostrador de la cocina y el suelo.

Los trapos estaban rebosando en la sangre de la Representación egipcia.

El egipcio se había arrastró a la cocina para limpiar sus propias heridas.

Egipto se había arrastrado, sangrando, a limpiar heridas que su llamada "pareja" le había infligido. 

Luego de aquella terrible conclusión sus esfuerzos sólo parecieron duplicarse y Alair se unió a Clemente para limpiar y vendar las heridas del egipcio, no pudo evitar estremecerse al ver el desastre que eran estas, parecía como si solo la fuerza de voluntad las mantuviera unidas al cuerpo del de piel pálida.

Mientras eso pasaba, Christophe había logrado despertar por un momento al egipcio para tratar de averiguar qué había poseído a Roma para hacerle algo tan terrible.

Por supuesto, la respuesta sólo logró aumentar la tensión en el lugar.

¿Averiguar que aparte de golpearlo brutalmente, Roma todavía esperaba que Egipto limpiara toda la sangre para cuando volviera? Más de uno empezó a sopesar seriamente las consecuencias de asesinar a la representación de su patria.

Ulises volvió para avisar que los demás decidieron quedarse afuera para aparentar normalidad en caso de que alguien pasara o advertirles si por alguna razón la Representación romana volvía.

Tito le contó rápidamente lo que habían descubierto mientras no estaba y la palabra indignación se quedaba corta con lo que sentía en esos momentos.

Nemesio y Tito lo llevaron con ellos para calmarse y ayudarlos a limpiar la sangre que seguía en el pasillo. Creían que lo menos que podían hacer era ahorrarle al egipcio la obligación de hacerlo.

Los tres soldados que quedaron en la cocina siguieron curando a Egipto lo mejor que podían, Clemente fue lo bastante valiente como para explorar más  la casa en busca de algo para los cada vez más visibles moretones en la piel de la representación.

Para cuando los seis terminaron la noche estaba terminando, algunos soldados más iban y venían para ayudar, uno de ellos incluso usó uno de los caballos para conseguir hierbas al pueblo más cercano en caso de que las heridas se infectaran.

No se sentía suficiente para ninguno de ellos. No podían evitar sentir que nada de lo que hicieron fue suficiente para todo lo que Egipto debió pasar (y pasaría) a manos  de Roma.

Lo último que los soldados hicieron antes de abandonar la casa fue poner a Egipto en una habitación vacía, sus brazos, piernas hasta donde se atrevieron, parte de su pecho y sus alas completamente vendados.

Luego de eso, se retiraron de ahí.

¿Y si antes de que Roma volviera alguno regreso para cambiar vendajes y tal vez conversar un poco con el herido? Nadie lo mencionó.

.

.

.

Para cuando la Representación romana regreso, todos los soldados habían llegado a un acuerdo, sabían que tomar represalias ahora no les haría ningún bien ni a ellos ni Egipto a la larga.

Algunos de ellos debían volver a la capital para informar sobre las cosas aquí, y si bien era una orden táctica no dar malas a sus superiores, nada les evitaba soltar "accidentalmente" información a otras personas en su camino.

No era un plan perfecto, pero era lo que podían hacer por ahora.

Era más de  lo que habían estado haciendo hasta ahora.

Cuando horas después de su llegada Roma se acercó a Nemesio con nuevas órdenes, le tomo todo de  si mantener una cara seria.

Debían vigilar y reportar si alguien que no fuese Roma entraba o salía del lugar, si Egipto intentaba salir se debía detener de inmediato.

Tenían permiso completo de dañarlo si lo consideraban "necesario".

No podían ni siquiera mirarlo a la cara sin tener ganas de golpearlo luego de aquella orden.

Sobra decir que no iba a obedecer realmente aquella terrible orden, al menos, no completamente.




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Perdón por dejarlos todo un mes, me enferme y Wattpad no me funcionaba del todo bien :(

No me salia capítulo desde la perspectiva de Egipto, así que mejor la hice  desde los soldados que tienen que ver todo este quilombo desde fuera.

Por si a alguien le interesa el significado de sus nombres:

Clemente: el compasivo

Nemesio: el justiciero

Tito: el defensor

Ulises: el  indignado

Christophe: el que guía al resto en el buen camino.

Alair: aquel que tiene alas


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