Once
-Tae... Estúpido animal despierta cariño -agitó con suavidad el brazo del chico. Este se encontraba en pose fetal junto a la cama, aferrado a su propio cuerpo como si el entorno le hiciera daño. Minho lo observó, entonces tomó las dos cabezas decapitadas del cabello y las metió en la bolsa, no antes de reírse unos minutos por las expresiones que mantenían. Dejó la bolsa de caza a un lado y tomó al chico entre brazos-. Parece que a alguien se le subieron las larvas a su pierna. Enserio Cachorro, no iré corriendo hasta el pueblo para comprar talco contra bichos. Ni siquiera tengo dinero.
Lo miró al rostro, Taemin estaba tan dormido que Minho creyó que estaba muerto. Su cuerpo flácido y escuálido era fácil de cargar, lo llevó al baño, con un poco de agua tibia del lago se levantaría en un santiamén. Lo posicionó en sus brazos y luego lo dejó caer en la tina que tanto le costó llenar.
-Tae, ya déjate, ¿Qué los cachorros no tenían siete vidas?
Se arrodilló justo en el instante donde el chico emergía del agua tosiendo a cántaros. Taemin agarró su garganta y empezó a escupir con fuerza el agua que tragó, la ropa que traía puesta estaba empapada y los vendajes se hincharon por la humedad excesiva. Minho ladeó la cabeza, sonriendo feliz por que su pomposo y bonito animal había despertado.
-¿E-en qué mier... ?-gritó de repente, Taemin miró a Minho y recordó lo ocurrido la noche anterior. No podía gritarle, le advirtió que su descanso había terminado, y ahora su cuerpo entero temblaba por las nuevas heridas que se abrirían en su piel. Se abrazó por completo, mirando a Minho tan sonriente, incluso con medio rostro cubierto de una cicatriz horripilante no borraba lo simpático que se veía cuando lo hacía.
Y eso no le daba buena espina.
-Te preparé el desayuno cachorro.
Taemin se centró en los ojos oscuros de Minho, tenían un brillo en ellos que le heló la sangre de las venas, bajó la mirada a sus manos, cubiertas de sangre seca y nueva. La ropa que traía estaba empapada. Tan manchada de aquél líquido que condenaba a Taemin a un miedo infinito. Minho tomó su mano y apoyó la mejilla en esta, con los ojos centrados en él.
-Mi animal.
Su animal. ¿Animal? Verdaderamente jamás entendería por qué razón Minho trataba a todo su entorno de esa manera.
A veces se preguntaba si al mirarse al espejo, se vería a él o estaría frente a una bestia como su alma lo condenaba a actuar.
-¿Por qué? -preguntó.
-Eres todo lo que detesto en la vida Cachorro -susurró, besó sus dedos con lentitud. Taemin sintió como toda su espina dorsal se enderezaba-. Un animal.
Taemin lo miró. Y después sus ojos irritados y cansados cayeron a su propia anatomía delgada, se observó de pies a cabeza, lastimado y herido por completo a causa de aquél hombre.
Y él era el animal.
-¿Soy un animal?
-Un cachorrito.
-Si eso soy yo. ¿Tú qué eres?
-Minho.
Se calló, apartó la mirada confundido, frustrado y enojado al no entender. Hablar con Minho implicaba entender su extraña manera de expresarse, incluso parecía que a veces se perdía. Además era salvaje e incoherente.
-Tú eres animal -sentenció Taemin. Minho entre cerró los ojos.
-Yo soy libre.
Arrugó el entrecejo-. ¿A qué te refieres?
-No lo soy. Nunca más.
¿Nunca más? ¿Era aquella una confirmación? Taemin observó a Minho a los ojos oscuros, su aspecto era tan terrorífico que no entraba en su cabeza que aquél hombre fue animal de alguien una vez. Un animal, Taemin lo miró horrorizado. ¿Qué clase de juego psicológico era este? ¿Acaso fue tratado alguna vez? Si Minho fue animal de alguien no pudo imaginar las cosas que le hicieron para que él terminara de aquella manera.
Decirle Animal, tratarlo como a uno y lastimarlo sin piedad. Era prácticamente el proceso para llegar a ser alguien como Minho.
-¿T-tú... ?-susurró, encogiéndose-. ¿Recuerdas cómo... Te llamabas antes de serlo?
Minho lo observó por mucho tiempo, sus ojos no reflejaban nada y su rostro era tan inexpresivo que aterraba. Taemin tragó saliva cuando Minho sonrió, negando con la cabeza.
-Te llaman de muchas formas, Cachorro. Te llaman de tantas formas que olvidas quién eres un día. Y sólo quien tiene el poder de llamarte animal decide qué será de ti.
Taemin se quedó callado. Bajó la mirada, sintiendo las lágrimas quemar sus párpados, no podía hacerle esto. Minho no podía, no tenía derecho y no era quién. Taemin juró, prometió nunca, desde ese instante, que Minho tomaría posesión de su identidad.
-Te tengo un regalo -susurró Minho apretando su mano. Taemin se horrorizó-. Te lo había hecho hace unos días y pensaba dártelo ayer.
Apartó la mirada, esperando que no sean las tripas de los hombres asquerosos de la otra vez, se sentía tan asqueado que las arcadas crecían en su garganta.
Sin embargo, Taemin sintió los dedos ásperos de Minho colocar algo en sus manos, su tacto húmedo notó el objeto pequeño y su rostro se volvió curioso cuando quiso verlo. Apenas fue un soslayo cuando el hombre a su lado lo tomó de la barbilla y fundió sus labios en un ardiente beso desesperado. La cabeza de Taemin se estrelló contra el borde de la tina y un gemido de dolor salió de su boca, la lengua intrusa se movía contra él y apenas sabía responder a los toques. Taemin se agarró con fuerza para no resbalar y caer por completo bajo el agua cuando Minho se subió sobre él, sus grandes manos rodearon su cintura y lo levantaron, obligando a que se acomodara alrededor de él. El más chico posó sus manos en los hombros ajenos y empujó con fuerza para poder respirar. Al separarse se encontró con esos ojos negros brillantes, cegados, tanto caos en su expresión que no pudo decir palabra alguna.
-Eres horroroso -murmuró Minho llevando una mano al rostro de ajeno. Taemin lo miró, sintiendo su áspera piel contra sus mejillas, tocando sus pómulos, su barbilla, sus labios. La mirada oscura lo recorrió por completo cuando sus dedos acariciaron el interior de la boca de Taemin, húmeda, tan caliente-. Eres tan feo... Tan...
Taemin lo miró perdido, no podía descifrar la expresión de Minho. Sentía uno de sus dedos dentro de su boca, su otra mano acariciando su espalda baja. Los ojos del más chico recorrieron su rostro, su cuello cicatrizado, sus grandes hombros. Estaban tan cerca que sentía la entrepierna de Minho incluso sobre la tela de sus pantalones, rápidamente su mirada se cristalizó, jadeando. La intimidad que le daba a entender lo estaba mareando, Taemin cerró los ojos y dejó que lo besara nuevamente, fuerte, rápido, se envolvió sobre su cintura con más intensidad. Recorriendo su espalda, sus brazos. Su corazón se aceleró con rapidez y gimió bajo cuando sintió la primera mordida sobre su cuello. Se aferró con más fuerza y sus manos se hundieron en el cabello oscuro, apretando, jalando, las mordidas de Minho se volvieron más fuertes, sus toques, lo tomaba con tanta firmeza que Taemin jadeó de dolor al no poder moverse.
La sangre rojiza se resbalaba con lentitud por su piel pálida, por su clavícula, las heridas en su pecho volvieron a abrirse cuando Taemin intentó moverse. Minho lo tomó con más firmeza y lo miró a los ojos, respirando serenamente a su lado mientras el más chico se desesperaba. La sangre sobre su boca mancharon las mejillas de Taemin, su barbilla y finalmente sus labios cuando volvió a besarlo. La fricción entre sus cuerpos empezó a calentar la situación, Taemin jadeó y tomó con fuerza el cabello negro de Minho. Lo alejó de sus labios mientras su cuerpo delgado y mordido se movía contra la tina, mientras sentía la entrepierna ajena crecer sobre la fricción contra la suya. La mirada de Taemin se cubrió de lágrimas y lo miró con intensidad, Minho empezaba a tener la respiración pesada y sus manos tocaban suavemente los glúteos del más chico. Acarició su rostro. Su piel dañada y quemada contrarrestaba con la belleza que poseía la otra mitad de su rostro. Taemin lo miró, y finalmente se acercó a su mejilla, a su cuello. Lentamente aspiró el aroma a ropa limpia, al lago frío, los árboles altos y su propia sangre. Jamás había estado con un hombre de esta forma, a decir verdad, se hubiera ofendido mucho incluso en su más alto grado de alcoholemia al solo escuchar la propuesta de manosearse entre sí. Y sin embargo, no hizo nada cuando Minho metió la mano dentro de sus pantalones y tomó su miembro para tocarlo. La fricción entre sus partes íntimas se volvió intensa y Minho se volcó contra sus clavículas, sus dientes filosos rompieron la piel y Taemin gimió de dolor. Las sensaciones mezcladas lo enloquecieron, se acomodó como pudo y sé sintió extraño cuando se frotó contra él con más rapidez. Taemin abrió la boca para protestar y sin embargo dos dedos se metieron dentro de su cavidad y lo empujaron contra la tina. El chico gimió adolorido cuando Minho mordió su mejilla, su barbilla, el hilo de sangre chorreó por su cuello cuando el de ojos negros lo alzó y lo sentó sobre el borde de la tina.
Taemin se sintió desorientado cuando la mano que estaba sobre su boca acarició su cuello, los labios de Minho bajaron por su pecho, mordiendo y cubriendo de cardenales toda su piel. Su cuerpo vibró entero cuando mordió la piel sobre una de sus costillas, la sangre, las heridas, las cicatrices que decoraban su cuerpo fueron besadas y acariciadas. Taemin gimió y sus mejillas se tiñeron de un suave carmín cuando los ojos de Minho lo miraron con intensidad. El hombre se subió tal cual una pantera, trepando su cuerpo y quedando a su altura.
-Animal... -murmuró y Taemin levantó la camiseta desgastada que traía, rápidamente se la quitó. Minho se alejó y lo miró a los ojos, se acercó con rapidez a sus labios y se adentró en aquella cavidad cubriendo su interior con la sangre de Taemin. El más chico lo rodeó con sus piernas y se colgó de su cuello cuando Minho empezó a tocarlo.
Taemin quiso observar el regalo de Minho. Mientras este mordía sus labios, cortando la piel y dejando que la sangre brotara roja e intensa. Cuando se separaron el más chico descansó su cabeza contra el hombro ajeno, cerrando los ojos cubiertos de lágrimas, gimiendo, jadeando. Lentamente mordió la piel, su mano izquierda se hundió en el cabello negro y mojado, mientras levantaba la otra mano. La mirada avellana de Taemin miró lo que Minho le había dado.
Era madera, tallada a la perfección, con detalles tan pequeños que no pudo ver por los ojos cubiertos de lágrimas, estaba pulido y lo apretaba tan fuerte que marcó sus uñas en su superficie.
Taemin cerró los ojos y las lágrimas resbalaron por sus mejillas.
Era... Era la figura de un animal.
De un cachorro.
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