Capitulo 15 Dios del Sexo
Ese mismo día por la noche, Draco y Hermione estaban escondidos observando desde la distancia la puerta de la sala común de Slytherin, esperando que Blaise hiciera acto de presencia.
—Te advierto que si no funciona tu método, lo resolveremos a mi modo —dijo el joven con frialdad. Ella solo negó con la cabeza.
En eso estaban cuando Hermione fue la primera en ver venir al Slytherin.
—Escóndete, ahí viene —ordenó la chica dándole un golpe suave en la cabeza.
—¿Por qué siempre me pegas? —respondió sobándose la cabeza al mismo tiempo que le hacía caso y se escondía.
Al ver que Blaise estaba por entrar a la sala común, Hermione se acercó a pasos acelerados con varita en mano, acorralándolo contra la pared mientras le encajaba la varita en la mejilla.
Blaise, totalmente sorprendido, no entendía a qué se debía ese arranque de ira en su contra.
—¡Oye! ¿Qué te pasa?
—Escucha bien lo que te diré, Zabini, porque no pienso repetírtelo por segunda vez. —El joven pudo ver que hablaba muy en serio, así que asintió y ella continuó—. No quiero que hables del problema de Malfoy con nadie, a ninguna de tus conquistas, es más, ni siquiera a tu almohada, ¿entendiste?
—Granger, ¿no te lo has tirado, o sí?
Los ojos de la chica casi se salen de las órbitas al escuchar su atrevimiento y su varita se empuñó con mayor fuerza contra su mejilla.
—Eso significa que no —dedujo Blaise sin dejarse amedrentar.
Malfoy se acercó con su varita apuntándole.
—No vas a decir nada, grandísimo estúpido o si no….
—Oigan, dos contra uno, no es justo.
—Promete que no dirás nada y te dejaremos ir —intentó negociar la chica, pero el moreno sonrió.
—¿Y qué ganaría yo con eso?
—¡Te dije que era inútil llegar a un acuerdo con este imbécil! —dijo el joven a su novia.
Hermione bajó la varita solo unos segundos para después rápidamente lanzar un hechizo silenciador sobre Blaise, quién al instante abría y cerraba la boca intentando hablar, pero de él no salía ninguna palabra.
Pero después de unos instantes, a Blaise se le encendió el bombillo y sonrió divertido mientras hacía mímicas, dando a entender que si no podía hablar siempre podía escribirlo, y en ese instante ambos se miraron horrorizados. A la mente de Hermione vino la chismosa de Lavender y seguramente toda la situación terminaría como noticia de primera plana en el ejemplar de la revista Corazón de bruja.
—Hijo de….
—Draco —lo interrumpió Hermione—. Bien, tú lo has querido así. Si no quieres entender por las buenas, entenderás por las malas.
Zabini observó un brillo de malicia en los ojos de almendra de la joven y si hubiera podido hablar, hubiera dicho que estaba de acuerdo en todo lo que ella quisiera, pero por desgracia no pudo hacer nada cuando ella le apuntó nuevamente con la varita y poco a poco todo su alrededor se hizo más grande, incluso sus compañeros se veían gigantes y su visión era diferente.
La risa de Malfoy resonó en sus oídos y quiso hablar para maldecir, pero de su boca solo salían ruidos que nunca había escuchado, intentó hurgar en los bolsillos de su túnica pero se dio cuenta que no tenía brazos, es más ni siquiera tenía pantalones; su ropa estaba tirada a un lado suyo y con horror pudo deducir que lo habían transformado en algún animal rastrero.
—¡Quién es una linda comadreja! —habló la joven con burla en su voz.
—¡Una puta comadreja! —profirió la comadreja en chillidos que nadie pudo entender, pero que ellos pudieron interpretar a la perfección, pues el animalito brincaba de un lado a otro, chillando con una cara que denotaba enojo.
—¡Vamos, Blaise! Así te ves mucho mejor.
Al decir Draco estas palabras, el animalito se fue sobre ellos y Hermione no pudo evitar correr hacia el lado opuesto y soltar un grito.
Blaise, en su estado animal, sonrió y comenzó a perseguirlos por los pasillos del castillo, mientras los jóvenes le lanzaban hechizos que hábilmente la comadreja esquivaba, hasta que se detuvieron en el baño de mujeres.
—Ni de chiste voy a entrar ahí —renegó Draco, pero su novia le susurró algo al oído y muy a su pesar, él le siguió.
Había unas cuantas mujeres en el baño y otras cepillándose y lavándose las manos en el lavabo; todas miraron con mala cara a Malfoy y Hermione intentó excusarse.
—Lo siento, lugar equivocado —dijo mientras jalaba a su novio del brazo.
Al salir, se dieron cuenta que ya nadie los seguía. Y eso era porque el pequeño animalito se había quedado a disfrutar la vista que le brindaba las féminas que se cambiaban de ropa y se arreglaban en el baño, haciendo excepción a las que se encontraban sentadas en las tazas de baño; esa era una visión que no quería ver ni oler.
—¿Viste? ¡Problema solucionado! —exclamó la chica entre risas.
—Debo reconocer que esa fue una gran idea… Blaise incluso te deberá una grande.
Hermione negó con la cabeza al entender a qué se refería.
—¡No se atrevería! —pensó.
Él se acercó a ella quitando un rebelde mechón de cabello de su rostro y lo acomodó detrás de su oreja.
—A veces eres tan inocente, novia mía.
Hermione le apartó la mano de un manotazo fingiendo enojo, para acto seguido agarrarlo del brazo y tirar de él, conduciéndolo de vuelta a la torre de premios anuales.
Al cruzar la puerta de la torre, él se soltó de su agarre.
—¡Qué obsesión tienes por mangonearme! —renegó molesto, a lo que ella no le tomó importancia y nuevamente tiró de su brazo, dejándolo caer sobre el sillón.
Draco estaba listo para reclamarle esos modos bruscos de tratarlo pero al ella írsele encima en un beso pasional y posesivo, le hizo olvidar cualquier reclamo. Enterró su rostro en la hendidura de su cuello, los labios húmedos acariciaron su suave piel, inhaló su aliento y embriagándose en él, le preguntó:
—¿Me concederías el honor de —empezó la chica, besando el lóbulo de su oreja y bajando por su cuello— quitarte lo virgen?
Draco tragó saliva ruidosamente cuando la mano de ella se deslizó hacia debajo de su espalda, acariciando su cadera y su muslo, mandando escalofríos por todo su cuerpo.
—Sería un honor —respondió con voz ronca.
Los dedos de Hermione siguieron tocando su piel, Draco se estremeció. Un extraño calor llenó su cuerpo, y un débil gemido escapó de sus labios entreabiertos, haciendo que la chica respondiera con ímpetu, y apretara con fuerza su muslo.
—¿Estás seguro? —susurró contra su oído, haciendo que el vello del chico se erizara ante su contacto.
Draco buscó su rostro y clavó su mirada en ella. Su corazón golpeaba contra su pecho buscando una vía de escape y las palabras salieron de su boca atropellándose.
—Hermione… yo… —Ella sonrió.
—¿Puedo hacer algo por ti? —preguntó con diversión—. Me refiero a algo para hacer este momento inolvidable.
Draco se rió nervioso y negó con la cabeza.
—No necesito pétalos de rosas ni velas, ni nada de esas ridiculeces, si eso es lo que preguntas.
Después de eso subieron a la recámara de Draco y siguieron jugueteando un poco con sus labios hasta que se vieron en la necesidad de separarse.
—Todo estará bien, tranquilo —dijo Hermione entre risas quitándole la corbata.
Draco entonces pensó que su nerviosismo era muy evidente y en ese momento se percató que tenía los ojos muy abiertos y el pecho subía y bajaba con brusquedad.
—No estoy nervioso —mintió, pero ella no se lo creyó.
Hermione se sentó a horcajadas sobre él y con una amplia sonrisa deslizó sus manos hasta la hebilla de su cinturón, aflojándolo.
Mientras ella hacia eso, Draco desabotonaba con algo de torpeza la blusa de la joven, dejando a simple vista el sujetador negro de encaje. Un fuerte rubor se apoderó de él y su corazón latía aún más fuerte.
Hermione terminó su labor y pudo deshacerse de su blusa ella misma, quedando solo en sujetador y falda.
—No sabes cuánto esperé para esto —pronunció Draco, acariciando la suave piel de su cintura.
Hermione sonrió pícara y deslizó sus manos hacia el cierre de su pantalón. Draco cambió de posición colocándose sobre ella, se quitó los zapatos seguido de su pantalón y calcetines.
Sintiéndose preso de los nervios, el joven la atrajo para besarla, su lengua rápidamente se enredó en la suya y su mano se arrastró por detrás de su espalda, batallando para quitarle el sostén.
—Si quieres te ayudo —se ofreció ella entre risas.
Él dio un tirón brusco y finalmente el sujetador quedó suelto sobre los pechos de Hermione. Deseaba poder quitárselo finalmente, pero el temblor en sus manos no le estaba ayudando, así que bajó sus manos a la cintura de la chica, peleó con los botones laterales de la falda y con ayuda de Hermione consiguió quitársela.
Era malditamente hermosa a sus ojos y él no pudo evitar inclinarse de nuevo para besarla. Estuvieron así por varios minutos hasta que se separaron; Hermione lo miró fijamente para acto seguido desabotonarle la camisa. Él le devolvió la mirada y se quitó la camisa completamente. Ella extendió una mano trazando una larga línea sobre una cicatriz que se extendía en su pecho. El joven tragó grueso, sintiendo miles de cosquillas por su cuerpo.
—¿Fue Harry? —preguntó Hermione recordando aquel incidente en sexto año.
Él asintió.
—¿Podríamos no hablar de Potter? Eso no me inspira —dijo tratando de sonar divertido.
Hermione asintió con comprensión y Draco acercó una mano a uno de los senos aún confinado dentro del sostén y lo apretó suavemente mientras sus labios se encontraban nuevamente; los dientes de Hermione atraparon su labio inferior al tiempo que soltaba un gemido demasiado sensual para sus oídos.
Presionó de nueva cuenta, pero está vez quitó el sostén de su camino, con ambos pulgares masajeó sus pezones consiguiendo que ella gimiera de nuevo, lento y prolongado.
Draco soltó sus pechos y pasó a dejar una línea de besos a lo largo de su escote hasta sus labios.
—Hermione —dijo con voz ronca y ella lo silenció llevando un dedo a su boca. Alcanzó su varita y murmuró un hechizo anticonceptivo. Él se rió entre dientes ocultando sus nervios—. Me gusta que seas la primera —dijo pensativo—. ¿Quién lo diría? Hermione Jane Granger quitándole la virginidad a Draco Malfoy.
No sabía si lo que había dicho era gracioso, pero sí irónico y ella sonrió para después besarse de nuevo.
El joven continuó deslizando una línea de besos hasta su vientre. Le dio una mirada cálida a Hermione, que encerraba deseo pero también duda. Se armó de valor e intentando apartar el temblor de sus manos, le quitó las bragas. Abrió un poco sus piernas y se encontró con el aroma femenino de la chica, el cual le fascinó. Su sexo brillaba y no pudo evitar estirar la mano y dejar que su dedo jugará con sus pliegues exteriores. Vio que ella se tensaba un poco, pero no lo detuvo. Estaba intrigado por lo suave que se sentía mientras continuaba con su exploración, se sentía como un niño explorador.
Hermione tuvo que morderse el labio para no gemir. Nunca antes había tenido a nadie con su rostro entre las piernas, ni siquiera cuando sostuvo una relación con Ron.
Ron; no debía pensar en él o sus ganas se enfriarían.
Draco centró su atención en el clítoris. La protuberancia estaba hinchada y juraría que palpitaba ante su mirada. Siguiendo sus instintos, acercó dos dedos al lado de su clítoris, masajeándolo. Había escuchado a Blaise mencionar que eso le encantaba a las chicas y decidió probar.
Ella gimió y él sonrió al pensar que estaba haciéndolo bien; sin embargo, ella hizo algo que lo tomó por sorpresa y lo hizo jadear cuando sintió sus delicadas manos sobre su miembro semi-erecto. Cuando la miró a la cara, dándole una sonrisa, sintió ganas de besarla pero se contuvo y siguió masajeando su sexo.
Hermione apretó su miembro de una manera que lo hizo soltar un gemido de placer. De alguna manera la hizo sentir poderosa saber que podía hacer que él expresara sus emociones.
Draco se aventuró a ir más allá e introdujo sus dedos dentro de ella; se sentía apretada y húmeda. Empezó a meter y sacar los dedos tratando de tener un ritmo adecuado. Ella reprimió un gemido mientras él continuaba con su labor. El joven podía sentir que con cada segundo que pasaba, Hermione estaba cada vez más húmeda. Siguió metiendo y sacando sus dedos al mismo tiempo que con el pulgar dibujaba círculos en su clítoris, pues había descubierto que haciendo eso la hacía gemir más fuerte.
La joven de vez en cuando daba suaves apretones sobre su miembro ya que era incapaz de atenderle cuando estaba recibiendo esas atenciones.
En determinado momento Hermione lo jaló del cabello y lo acercó más hacia ella mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, disfrutando del placer recibido. Draco siguió jugueteando un rato más hasta que la sintió temblar y soltar un gemido particularmente alto; luego de eso, sus labios subieron poco a poco desde su sexo hasta su vientre, sin dejar de estimularla, después besó su escote y subió desde la clavícula hasta su cuello, haciéndola suspirar.
El contacto piel a piel lo estaba volviendo loco, su pecho estaba presionando sus senos, su erección presionaba contra su estómago y más lo estuvo cuando la chica con una sonrisa pícara, agarró su trasero acercándolo aún más contra su estómago.
Sus dedos seguían entrando y saliendo rápidamente y Draco sentía que estaba apunto de correrse; sin embargo, tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para contenerse un poco más. La miró debajo de él, ambos jadeando y sonrojados, pero con decisión en la mirada. Él capturó sus labios en un beso y ella entreabrió la boca, dejando que sus lenguas se entrelazaran en una danza de placer.
—Draco… —decía su nombre entre jadeos y él descubrió que le fascinaba el sonido de su voz cuando decía su nombre.
Cuándo sus labios finalmente se separaron, la observó implorante y con cierta duda puesto que no quería lastimarla, no obstante la seguridad y el amor plasmado en la mirada de Hermione lo hicieron reunir valor y sentirse seguro. Ella puso sus manos en su espalda con fuerza mientras él se empujaba dentro de ella, se deslizaba con facilidad y a cada instante se hundía más y más.
Draco sentía que no podía contenerse más, la sentía tan apretada, húmeda y caliente. Comenzó a entrar y salir de ella una y otra vez mientras Hermione envolvía sus piernas alrededor de su cintura.
Estremecimientos, jadeos y respiraciones acompasadas, era todo lo que se escuchaba en esa habitación.
A medida que el tiempo pasaba, las estocadas eran cada vez más rápidas y profundas. Sintió como su miembro se apretaba en ella y eran arrastrados hacia un orgasmo, parecía que la electricidad inundaba sus cuerpos, se estremecieron y se derrumbó sobre ella agotado e incapaz de moverse.
Hermione sonrió y lo escuchó jadear contra su cuello.
—¿Entonces? —instó y él levantó la cabeza y liberando el peso sobre ella, se recostó a su lado abrazándola por la cintura—. ¿Te sientes diferente?
Draco negó con la cabeza dedicándole una sonrisa ladeada.
—Para ser exactos, se siente mucho mejor.
—Ya no es un gran problema ahora, ¿verdad? —preguntó mordiendo su labio inferior—. ¿Estás dispuesto a comprobar si de verdad eres el dios del sexo?
Él ensanchó su sonrisa.
—Estoy más que dispuesto a comprobarlo —contestó con un rápido asentimiento.
Ella se rió ante sus palabras. Él la observó reír y supo que no había nada en el mundo mejor que eso.
Deslizó una caricia desde su cintura hasta sus mejillas sonrojadas y le habló con una seriedad poco habitual en él.
—Te amo —soltó sintiendo una punzada de vergüenza en su estómago ya que nunca había dicho esas palabras—. No sé si es demasiado pronto para decirlo… pero eso es lo que siento… Nunca pensé que alguna vez me sentiría así por alguien, pero creo que… ¡Vaya, esto es difícil! —dijo bajando la mirada, tratando de buscar las palabras o frases adecuadas; sin embargo, ella lo interrumpió.
—También te amo, Draco —le dijo en un susurro, sonriendo.
El corazón del joven dio un salto de alegría en su pecho y sonrió como un tonto enamorado, acercándola a él y besándola de nuevo.
—Dime, ¿qué tal lo hice? —preguntó y Hermione no pudo evitar reír.
—¿Qué? ¡No responderé eso!
Él frunció el ceño, decepcionado.
—¿Pero por qué no?
—¡Porque no quiero que presumas de eso! —respondió llevándose las manos a la boca inmediatamente. Draco sonrió triunfante.
—¡Eso quiere decir que sí soy el dios del sexo!
—¡Yo no dije eso!
—¿Ah no?
—¡No! —respondió enérgica tomando su varita y con un accio invocó una sábana y se cubrió con ella de pies a cabeza.
Draco trataba de hacerle cosquillas por encima de la sábana pero ella se escabullía.
—¡No! ¡Ya basta! —dijo tratando de sonar seria, pero falló miserablemente y en su lugar se escuchó como reprimía una risa.
—¡Soy el dios del sexo, admítelo!
—¡Nunca! —dijo asomando su cabeza por un segundo para sacarle la lengua.
—Hermione, no me detendré hasta que lo admitas —dijo sin dejar de hacer cosquillas haciendo que se retorciera en la cama.
—¡Basta! ¡Por favor, ya! —dijo conteniendo la risa para luego destaparse y con seriedad le advirtió—: Draco, te dije que ya basta. ¡Basta o… o… Te devolveré tu virginidad y no te gustará!
Draco rodó los ojos y resopló ante su débil amenaza.
—Eso no se puede, una vez que lo tienes ya no lo puedes devolver —contestó con simpleza.
—¡Ah, quieres probar! —dijo en actitud amenazante—. Solo es cuestión de usar un giratiempo y problema resuelto.
Él no pudo evitar reírse.
—Por favor, Hermione, eso es absurdo.
—Tan absurdo como pensar que de verdad eres el dios del sexo —contraatacó cruzándose de brazos con naturalidad; en ese instante él dejó de reír.
—¿Qué dijiste?
—Lo que oíste… Yo no creo que aguantar un solo round sea una proeza para el gran dios del sexo —dijo con sarcasmo la últimas cuatro palabras.
Él levantó una ceja.
—Acepto el reto.
Ella lo miró pícara y se escondió bajo la sábana, aunque esta vez también lo cubrió.
—¿Hermione? —inquirió intrigado por su cambio de actitud.
Sin embargo, pronto comprendió su acción al sentir su mano presionando su miembro. Fue un apretón doloroso y placentero a la vez.
—¿Quieres jugar? ¡Bien, juguemos! —dijo para acto seguido iniciar otra ronda de amor.
¡Hola de nuevo!
Hemos llegado al final de esta aventura dramionera,y parece que fue ayer cuando inicie este fanfic.
Gracias a todos los que estuvieron siguiendo la historia y a los nuevos que lleguen.
Gracias a Adrimazofeifa por ayudarme con la corrección del capitulo.
Me despido de ustedes deseando que se den una vuelta a mis otras historias,diganme cuál quieren que continúe primero.
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