Gracias a la visita de Matthew había logrado aclarar mi mente, me moría de ganas por volverlo a ver. Pensé en pasar por la pastelería, pero no se me ocurría ninguna excusa para hacerlo. Visitar a Cloe en el trabajo no me parecía suficiente, ¿qué le diría una vez que lo tuviera frente a mí? No quería ni imaginarme ese momento.
Hacía ya varias horas que se había marchado y mi mente no acababa de comprender que no volvería. Mi corazón se aceleraba cada vez que oía que alguien entraba a la tienda, en todas las ocasiones tuve que disimular mi cara de decepción al ver que no se trataba de él, sobretodo cuando Stephen pasó a saludar.
-Hola, Zoe. -salí de detrás del mostrador y me acerqué para recibirlo con gran entusiasmo.
-Hola, me alegra verte por aquí. -me regaló un beso en la mejilla, y le indiqué que se sentará en una de las butacas de la entrada.
-Tengo la tarde libre antes del programa, y decidí salir a caminar un rato por la ciudad. -miraba con gran detenimiento cada detalle de la tienda, la primera vez que había venido no había tenido tiempo para ello.
-Estoy muy feliz de que estés aquí, de hecho quería verte. Mi abuela y mi hermana están algo desesperadas por conocerte, ¿tienes algún día libre para que pases por casa? Invitaremos a algunos amigos también.
-Mañana en la noche estaría bien por mí. - esbozó una gran sonrisa, y supe que estaba tan contento como yo de asistir a la cena.
-No sabes la alegría que les darás. ¿Quieres un poco de té? Puedo prepararlo en un momento. -le ofrecí para que se sintiera más a gusto. Pocas veces había tenido tal conexión con una persona, al punto de que me parecía que lo conocía de toda la vida. Cuando conocí a Betty en la universidad había sentido lo mismo.
-Sí, estaría bien. ¿Escucharán el programa esta noche? -me preguntó con gran soltura.
-Siempre lo escuchan, nunca se lo pierden.
-Hoy las saludaré, no se lo cuentes, quiero que sea una sorpresa. -me encantó que pensara así en mi familia, Stephen era alguien especial sin duda.
-Eres encantador, no me sorprende que tengas a todo Quebec enamorado. -grité mientras ponía la tetera a calentar en la cocina improvisada de detrás del almacén.
-Sí bueno, pero aún no aparece la chica ideal. -sentí algo de nostalgia en su voz. La soledad ya había estado acompañándonos por mucho tiempo.
-Ya aparecerá, estoy segura, y esperemos que le gusten los Rangers. -lo escuché reír y me pregunté si a Matthew le gustaba el hockey. Esa era una de las preguntas que me moría por hacerle.
Estuvimos charlando gran parte de la tarde y agradecí su compañía. Volví a casa casi al anochecer con una gran sonrisa, el programa de hoy sería especial para todos.
Ayudé a la abuela a preparar la cena, así no llegaríamos tarde para prender la radio. Ni Cloe ni ella se imaginaban la sorpresa que les esperaba. Aún no les había contado que su aclamado Mr. Stephen, había prometido cenar con nosotros mañana.
A las 8: 30 pm ya nos encontrábamos en el salón esperando la señal de la emisora.
(...) Radio
/-Bienvenidos todos en esta hermosa noche, espero que estén bien y me acompañen durante 15 minutos por el maravilloso mundo de la música. Yo soy Mr. Stephen y los saludo desde Quebec, Canadá. La ciudad que guarda millones de historias de amor en secreto. /
-No puedo creer que lo conozcas. -se llevó Cloe las manos al corazón.
-Es increíble, lo sé. -me estaba conteniendo para no contarle sobre la sorpresa.
(...) Radio
/-Hola, soy Charlie Smith. -era la voz de un niño pequeño.
/-Hola Charlie ¿Qué edad tienes?
/-9 años.
/-Oh y ¿Qué podemos hacer por ti, campeón?
/-Es el cumple de mi madre y no tengo dinero para comprarle nada bonito, pero le gusta mucho este programa y quería dedicarle una canción. -fue muy tierno escucharlo decir eso, los niños siempre otorgan los mejores regalos.
/-Charlie, me alegra mucho que hayas llamado. Sin dudas los presentes más bonitos se dan con el corazón. Muchas felicidades a tu mamá, ¿Qué canción quieres dedicarle?
/-Chasing cars, es su favorita.
/-Pues no se diga más, esperamos que a tu madre le guste tu regalo. Hasta luego, campeón.
(Música en la radio)
La canción la conocía muy bien, también era la favorita de mi padre, decía que hablaba de un amor inalcanzable, y que aunque un día lograra tenerlo no sabría que hacer con él. Olvidar el mundo, lo que dicen los demás y perder el tiempo persiguiendo coches, es parte también de enamorarse, volverse tontos por amor, era el mejor capítulo de la vida.
/-Muy bella canción amigos, espero que la hayan disfrutado. Ahora quiero enviar un saludo a unas encantadoras chicas que sé que me están escuchando, Jane y Cloe, tengo una amiga que me ha hablado mucho de ustedes y estoy ansioso por conocerlas. Un beso grande desde la emisora.
-¡Abuela, que habla de nosotras! ¡que nos ha saludado! ¡Oh, qué emoción! -Cloe saltó de su asiento con gran alegría, estaba feliz al igual que la abuela que incluso se había sonrojado con el saludo.
-Todo Quebec ha escuchado que nos ha saludado, ¡Oh, deja que se lo diga a Vicky y a Edith!-La abuela tomó el teléfono y comenzó a llamar a sus amigas.
-Gracias, Zoe, por decirle que nos salude. -me abrazó mi hermana.
-Ha sido su idea. Además, mañana viene a cenar. -la abuela colgó el teléfono del tirón y me abrazó con fuerza.
-Mañana vendrá una celebridad a la casa. Oh, Zoe que bonita sorpresa.
Habíamos terminado la noche haciendo planes para la pequeña fiesta que prepararíamos, aunque Cloe y la abuela ya lo tenían todo bajo control, pero según ellas faltaban algunos detalles.
Llamé a Betty para invitarla y no tardó en responder que sí, decía que tenía gran curiosidad en conocer al misterioso Mr. Stephen en persona y que le alegraba que al final quedáramos como amigos.
Cloe se encargó en avisar a las gemelas y a Jenna, pidiéndole a esta última que convenciera a su hermano para que nos honrara con su presencia.
Pensé en Matthew, esperaba por fin verle y hablarle, quería explicarle lo que de verdad había pasado entre Stephen y yo.
Al día siguiente había despertado con los nervios a flor de piel. Tendría que prepararme para la gran cena. Abrí la tienda más temprano que nunca y como mismo el día anterior, esperaba que Matthew me hiciera la visita, pero para mi mala suerte no fue así.
En la tarde casi a la hora de cerrar, Betty apareció para irnos juntas a casa. La hora acordada para la cena había sido a las 8 pm, pero hoy tenía la intención de decirle a Matthew lo que estaba sintiendo y mi amiga era la única que podía arreglarme para tal ocasión.
-Entonces, ya te diste cuanta que te gusta. -comentó Betty mientras terminaba de trenzarme el cabello frente al espejo de mi habitación.
-Creo que sí. -me sonrojé con la confesión.
-Me alegro mucho. El pobre, lo ha intentado todo contigo, y tú ni caso le hacías. -tenía toda la razón.
-Veremos qué tal me va. Estoy muy nerviosa.
-Tú también le gustas, así que no tienes de que preocuparte. -Quería de verdad creer eso, pero tenía un mal presentimiento y temí que todo se arruinara.
Sentimos en timbre de la puerta y no pude evitar tensarme. Escuché la voz de Stephen en el salón y el chillido de la abuela me indicó que ya se había presentado.
Betty y yo salimos de mi habitación a toda prisa, debíamos recibir al invitado. Las gemelas ya estaban en casa, por lo que después escuchamos unas risas nerviosas seguido de la bienvenida de la abuela.
-Bueno te presento a la familia. -dije entre risas por la reacción de las chicas. -Esta encantadora dama, graciosa y perfecta es la abuela Jane. -La saludó con un beso en la mejilla al igual que a todas mientras las iba presentando.
-La chica linda de la esquina que le brillan los ojitos es Cloe, mi hermana. -nunca la había visto tan sonrojada. -Estas chicas guapas e idénticas son las gemelas Lil y Lisa, unas increíbles bailarinas. -ambas le regalaron una sonrisa. -y la chica más divertida de la fiesta es Betty, mi mejor amiga.
Poco después de terminar con las presentaciones el timbre volvió a sonar y esta vez solo podría tratarse de Jenna y de Matthew.
La abuela fue la que se apresuró a abrir la puerta, y por un momento quise salir corriendo del salón. Tenía ganas de verle, pero me moría de vergüenza a la vez.
Jenna fue la primera en entrar y su rostro no indicaba gran felicidad. Parecía que había llorado y me asusté al pensar de que algo le había ocurrido a Matthew, pero cuando entró en el salón cargando un pastel que si más no me equivoco era de vainilla, respiré con mayor tranquilidad. Estaba convencida de que Stephen que era el que se encontraba a mi lado, podía escuchar los latidos de mi corazón.
Busqué sus ojos, pero su atención no se centró en mí. Pude ver como su rostro se tensó al ver a Stephen y sentí que era el momento de aclarar las cosas de una vez, pero me detuve al escuchar la charla de Cloe con Jenna.
-¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?
-Matthew se marcha mañana a Vancouver. Lo contrataron para ser jurado en un programa de cocina, y no volverá hasta dentro de seis meses.
Perdí aquel impulso de hablarle y mi corazón perdió su pulso... quizá Matthew no era para mí después de todo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro