♡ Capítulo IV ♡
—¡Tachan! —dijo Rika, alegre, extendiéndole a Momoe el último examen que había presentado—. ¡Ya puedes felicitarme, Momo!
En la parte superior derecha de la hoja podía apreciarse, enorme y vistoso por estar hecho con bolígrafo rojo, un legible noventa y seis. La expresión de satisfacción en el rostro de la rubia estaba más que fundamentada.
Al ver la nota en el examen de su amiga, Momoe también sonrió. Ella se había esforzado mucho y evolucionaba sin parar. Ésa nota era la prueba de ello.
—Felicidades —expresó Momoe—. Te lo merecías, Rika. Has estudiado mucho y ésta calificación es el fruto que has podido cosechar después de tanto esfuerzo...
—¿Eh? —Rika ladeó la cabeza—. ¿De qué hablas? Si fue gracias a ti, a tus lecciones y a tu paciencia que yo pude aprender —sonrió, eufórica—. ¡Todo es gracias a ti, Momo!
A medida que Rika hablaba, Momoe fue experimentando una sensación de "Deja Vu". Tras meditarlo unos segundos, entendió el por qué: Rika ya le había comunicado otras tres calificaciones más de sus últimos exámenes. Todos oscilaban entre los ochenta y los noventa puntos. Éste era el primero de ésa semana.
—Doce días... —murmuró la pelirroja para sí misma.
Desde que Rika le diera aquel masaje, pasando por la ocasión en la que no pudo saber que tenía que decirle, había transcurrido un mes entero. Sí, cuatro semanas exactas.
Las tardes de estudio fluyeron con mucha normalidad desde aquello. Llevaban el mismo ritmo y rutina. Rika seguía llegando a las tres y treinta minutos y ambas se dedicaban a estudiar. La tranquilidad y el silencio se veían rotos sólo cuando Rika formulaba una pregunta con respecto al tema de estudio. Nada diferente a lo acostumbrado, exteriormente hablando, claro.
Sin embargo, no podían afirmar que todo era igual que antes; algo si había trocado entre ellas.
—¿Me estás escuchando? —preguntó Rika, curiosa. En el acto, Momoe despertó de sus cavilaciones, regresando al mundo real. No había escuchado nada de lo que su amiga decía.
—¿Cómo dices?
—Que si estabas escuchando —repitió, extrañada y con el ceño fruncido—. No estabas prestando atención ¿cverdad?
Momoe intentó recordar algo de lo comentado por Rika en los últimos cinco minutos, pero fue inútil. No había prestado atención alguna por andar pensando en cosas de un mes de antigüedad. Excelente.
—Por lo que veo, es un no. —prosiguió Rika.
—Yo...lo siento. —suspiró y un pequeño mechón rojizo cayó en su frente—. Tenía la mente en otra parte.
—Je,je, no importa —dijo Rika y sonrió para tranquilizarla—. Te lo repetiré de nuevo, no hay problema.
—Ahora sí. Soy toda oídos.
Rika tomó asiento a su lado, cruzó las piernas y se aclaró la garganta.
—Primero que nada, hoy es domingo, Momo. Llevo buenas notas gracias a tí. Así que estaba pensando que podríamos celebrarlo de alguna forma, ya sabes...
—Rika —la interrumpió Momoe—. No es que no quiera celebrar tus logros, que bien merecidos te los tienes, pero, ésta semana es muy complicada para mi clase —suspiró y jugueteó con un bolígrafo que estaba en la mesa—. Dentro de poco empezarán los exámenes finales y yo...
—¡Ey! —cortó la rubia—. Tranquila, Momo. Estoy enterada de todo eso. Pero no me dejaste acabar lo que estaba diciendo.
Apenada, Momoe pareció encogerse y retroceder un poco, alejándose de la rubia.
—Siento haberte interrumpido. No volverá a pasar.
—Oye, no es para tanto —le palmeó el hombro, expresándose con jovialidad—. Bien, digamos que su extensión no será de más de dos horas, que es lo que debería durar un descanso normal. Pero, ajam. Lo hacemos, volvemos a la habitación y seguimos estudiando.
—Un descanso... —murmuró la pelirroja con aire pensativo.
—Sí, algo así —sonrió de nuevo—. Entonces, ¿qué me dices? ¿Salimos un rato?
Momoe continuó meditándolo por casi dos minutos que a Rika se le hicieron interminables.
—Está bien —se encogió de hombros—. No parece una mala idea.
—¡Ésa es la actitud!
—Sí, sí. Lo que digas. —Se estiró un poco hacia atrás, apoyando las palmas en el suelo para no caer—. Y dime, Rika, ¿qué haremos entonces?
—Iremos al parque, ese que está a unas cuantas calles de aquí, más o menos, a unos veinte minutos si se va corriendo y media hora si llegamos caminando.
—¿Tan lejos? —cuestionó, elevando una ceja—. Ahora que lo pienso, ¿ése parque del que hablas no es...?
—Sí, así es. —afirmó, sonriendo ampliamente— ¡Es el lugar donde nos conocimos!
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Al pasar frente a una tienda de conveniencia que estaba de camino a ése dichoso lugar, Rika le pidió a Momoe que esperara afuera, debía comprar algunas cosas. La pelirroja sólo asintió y obedeció.
Rika emergió del bien iluminado establecimiento unos diez minutos más tarde. Portaba una bolsa de plástico en cada mano. Llevaba el ceño fruncido y bufaba con molestia.
—Tuve problemas con el encargado —masculló la rubia—. No quería venderme cierta cosa porque, el muy hijo de... su madre, creía que yo era menor de edad —hizo un puchero mientras fruncía la boca—. ¡Incluso me obligó a enseñarle mi identificación! ¿Puedes creerlo?
Momoe intentaba parecer impasible y neutral frente a esa situación cuando lo que deseaba era soltar una muy buena y estridente carcajada desde lo más profundo de su ser. De haberlo hecho, la irritación de su amiga habría crecido hasta límites insospechados.
—No lo entiendo —prosiguió Rika—. ¿Es que acaso parezco menor de edad? —Extendió ambos brazos hacia los lados—. Mírame, Momo, ¿no doy la impresión de ser una mujer hecha y derecha?
Rika siempre fue, por mucho, la más baja de las cuatro y esto no cambió para nada con el paso de los años.
Actualmente, su poca estatura, aunado a su inmadura actitud y su forma de ser tan despreocupada daban la impresión de poseer menos edad de la que tenía realmente.
Momoe observó, tal vez con mucho detalle y frío detenimiento, la figura de su amiga. Estudió la esbeltez de su porte, la estrechez de su cintura, su busto de tamaño regular, sus caderas que, a su parecer, tenían el ancho perfecto y sus bien formadas piernas. El escrutinio se extendió por más tiempo del que ambas hubiesen podido calcular.
Después de unos cinco minutos de silencio y minuciosa observación, Rika se dijo que, por muy avergonzada que se sintiera en ése momento frente a la intensidad de la mirada que le dedicaba Momoe, lo disfrutaba de alguna forma.
El bocinazo de un auto que pasaba por la carretera fue lo que rompió la concentración de la más alta. Tras disculparse una y otra vez con su amiga, alegando a que no sabía en qué estaba pensando, Rika le aseguró que no había problema alguno. Sólo había hecho lo que le había pedido y que no debía preocuparse por algo así.
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Con disimulo, Momoe dio un rápido vistazo la chica que caminaba junto a ella. Su cabello rubio parecía brillar más de lo normal debido a la luz naranja del ocaso. Sintió el impulso de querer tocarlo...y hasta olerlo. Pero no llevó a cabo ninguno de las anteriores.
Apartó la mirada con rapidez y se esforzó por mantenerse concentrada en el camino que tenía delante. Debía aparentar calma, tranquilidad, normalidad... y que no estaba pasando nada raro por su mente.
—¿Ocurre algo, Momo? —Ante la pregunta, Momoe tuvo un ligero sobresalto—. Te ves distraída, ¿hay algo que deba saber?
—¿Eh? ¡N-No pasa nada! —Intentó parecer natural, más no lo estaba logrando. Debía encontrar una forma de escapar, y rápido—. Etto, ¿qué fue lo que compraste? —indagó, como último recurso.
—Oh, cierto, no te lo dije —se detuvo, introdujo la mano en una de las bolsas y, con cuidado, extrajo una botella de vino de aproximadamente un litro.
Al verla, Momoe frunció el ceño con recelo. No esperaba algo como éso.
—Rika no podemos beber —sacudió las manos—. Estamos en época de exámenes y...
—Linda, por favor —volvió a guardar el recipiente—. ¡No seas aburrida! Esto no es algo que hacemos todo el tiempo.
—Sí, sí —chasqueó la lengua—. No hace falta que me convenzas. Ya estoy aquí y prometí que haríamos lo que tú quisieras.
—Jo, ¿lo que yo quiera? —preguntó Rika con voz pícara y Momoe se sintió repentinamente intimidada—. ¿Enserio? ¿Todo lo que yo quiera?
Por enésima vez en lo que iba de día, Momoe sufrió un repentino aumento de temperatura en sus lindas mejillas. Otra vez Rika la estaba avergonzando.
—P-Por supuesto —se apresuró a decir Momoe—, d-depende de lo que sea...
—¡Sólo estoy bromeando, Momo! —Rió ella, con ganas—. Obviamente haremos algo que ambas queramos, ¿no?
Momoe pareció quitarse un gran peso de encima y hasta dio la impresión de que se desinflaba por el alivio.
Tras otros minutos de caminata, llegaron al parque.
De inmediato notaron que el lugar estaba desierto. Aparte de ellas, el popular parque se encontraba vacío. Buscaron con la mirada entre los tantos bancos desocupados que habían en el lugar. Eligieron uno y tomaron asiento.
—Bien, ya estamos aquí —anunció Rika y sonrió ampliamente con ligera euforia—. Las dos horas de descanso empiezan a correr a partir de ahora.
—¿Si sabes que eso es trampa? —Bromeó la pelirroja—. Media hora caminando, eso también debería ser tomado en cuenta.
—Nop, olvídalo. —rió.
Rika abrió las bolsas y sacó el contenido de éstas. Había un tarro de helado de un litro, sabor a fresa. A éste le siguieron un par de vasos de plástico desechables y la dichosa botella de vino.
A pesar de la reprobatoria mirada que Momoe le dedicaba a la botella, no opuso resistencia alguna cuando su amiga le sirvió una buena cantidad del rojizo licor en uno de los vasos. Ella agradeció, tomó el vaso que le ofrecía su amiga y observó que esta se preparaba uno para ella también.
A diferencia de Momoe, que aún no probaba la bebida, Rika no lo pensó demasiado para darle un buen trago a su vaso. Suspiró con placer cuando el frío líquido descendió por su garganta.
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