Doce
Los adolescente somos seres llenos de energía y capaces de hacer muchísimas cosas y salir ilesos de culpas en su gran caso. Es una etapa llena de aventuras pero que muchas veces nos hace sufrir todo con tal para construirnos como personas.
Pero era muy extraño la sensación que ellos estaban experimentando; desde que se conocen rara era la ocasión que intercambiaban palabras y los pensamientos hacia el otro era casi nulos y ahora se encontraban juntos físicamente y gracias a ello sus corazones bombeaban más rápido de lo inusual.
Ella no hace mucho termino con su novio y era bastante obvio pensar que estaba con él por puro despecho y quizás por culpa del alcohol pero su corazón era bastante necio y sabiendo el riesgo que estaba corriendo de enamorarse de ella aún seguía ahí, no quería irse, no quería que lo deje.
- Bakugou.
- ¿Si?
- ¿Te preocupa algo?
Aún estaba encima de él pero con un rostro bastante preocupado.
- ¿Por qué? ¿No logras saber, bruja?
- Tus ojos me dicen que estás con miedo y dudas mucho, ¿aún piensas que me iré con Izuku?
Saca un suspiro bastante pesado liberando un poco del estrés que estaba acumulando.
- Estás un poco ebria aún y tu corazón destrozado, y yo me estoy aprovechando de eso, de tu confusión.
Cuando sube la mirada se topa con la expresión de enojo de la castaña.
- Oi, ¿qué tengo que hacer para que de una vez me creas lo que siento? -cruza sus brazos por debajo de sus pechos- Soy yo la que se está aprovechando de ti, tu eres el único bueno de la historia que trataba de cuidarme y protegerme de la mala gente. Yo debería de sentirme mal.
- Pero es entendible, habías tomado.
- ¡Ugh! ¿Tu no quieres estar conmigo, Katsuki?
Su mirada era demasiado amenazante.
- Quiero estar contigo.
- ¿Y entonces?
- No lo entenderías.
- Dímelo porque tu duda me está matando lentamente.
- Ochako, tu dulzura y tu piel es lo que me está matando a mi y temo por mi, porque tu no te das cuenta pero estás provocando en mi un remolino terrible.
Parpadea un par de veces. Silencio.
- ¿Tienes miedo de enamorarte de mi?
Tsk, no lo negaba.
- ¿Tan mal chica soy que tienes miedo de estar conmigo?
- No, yo soy el mal chico que no te merece. Tu eres completamente opuesta a mi y si alguien sale herido lo más probable es que seas tu, y lastimarte es lo último que quiero en este mundo.
Su corazón de la castaña se estremecía y hacía que muera de tanto amor. Se acuesta sobre su pecho y lo abraza sintiéndose lo suficientemente segura a su lado.
- No puedo asegurarte que no suframos después de esto o que no nos confundamos pero si puedo asegurarte que haré todo lo posible por permanecer a tu lado, soy consiente de que no eres un mal chico, no somos tan diferentes.
Te estás convirtiendo en mi debilidad, cara redonda, pero no me atrevo a decírtelo aún.
- Solo no me abandones. -la abraza.
Si no estuviera con él no creería que fuera Bakugou, su cariño era muy cálido y tierno.
- Soy tuya, ¿no es así?
Se miran fijamente y ella sonríe, choca sus narices y juega un rato moviendo la cabeza de un lado a otro.
- Completamente tuya.
Mueve sus caderas de adelante hacia atrás causando una pequeña fricción entre ambas intimidades excitándolo al muchacho que estaba debajo de ella.
- O-Ochako, por favor, móntame.
- ¿Me estás suplicando?
Tsk. Gruñe. Agarra con poca delicadeza su cadera.
- No me provoques, cara de ángel.
- Me encanta verte pidiéndome por favor. -sonríe de lado.
Verse dominado no era su estilo pero verla a ella toda orgullosa y soberbia le encantaba.
Uraraka sube sus caderas, con la ayuda de su mano derecha endereza el miembro del rubio en la entrada de su intimidad. Jadea un poco. Respira profundo y lo va introduciendo lentamente hasta parar de golpe.
- ¿Estás bien? -pregunta preocupado.
- Si, es solo que desde esta posición se siente más grueso tu miembro y creo que mi intimidad no está muy acostumbrada a ello.
- Si quieres sácalo, no quiero que te duela.
- No, no. -cierta los ojos con fuerza para luego abrirlos un poco llorosos, ríe gentil- Te quiero.
Los ojos del rubio demostraron toda la sorpresa que se había llevado en ese momento. Uraraka sonreía aún con los ojos un poco llorosos y las mejillas bastante rojas, agarra sus manos y las coloca en su cadera.
- Somos uno solo, ¿verdad?
Bakugou aún estaba anonadado. Parpadea un par de veces.
- Somos uno, cara de ángel.
- Por favor, sujeta mis caderas con fuerza y profundiza en mi sexo.
- Te lastimare.
- Por favor. -sus ojos se lo rogaban.
Katsuki hace caso un poco dudoso, agarra con fuerza sus caderas y con un movimiento la asienta completamente en su miembro sintiendo lo húmeda que se encontraba y lo estrecha que estaba. Jadea.
- Ahhh-ahhh... K-Katsuki. -gime.
Sus ojos estaba en blanco, era un poco doloroso pero demasiado placentero, sus paredes abrazaban el miembro de Bakugou sintiendo cada centímetro suyo e incluso las venas que sobresalía de este. Su respiración se volvió demasiado agitada.
- Mierda, cara de ángel.
Aún aferrándose de su cadera la coloca sobre la cama ubicándose él arriba.
- Dilo otra vez. Mi nombre.
Saca un poco su miembro y lo vuelve a introducir de golpe recibiendo gemidos.
- K-Katsuki... ¡ahhhh! -tira la cabeza hacia atrás y arquea un poco la espalda- Más profundo.
- Maldita sea. -apretaba sus dientes.
Devora su pecho izquierdo por unos segundos. Observa su rostro dócil, ella agarra sus mejillas y lo acerca para poder besarlo ahogando de esta manera sus gemidos incontrolables.
- B-Bakugou, se siente demasiado bien que estés dentro mío.
- Tsk, no digas esas cosas maldita sea.
- Es que... ahhh... me gusta demasiado.
Con cada estocada que daba los pechos de la dulce castaña rebotaban robándose la mirada del rubio de ves en cuando, los toca suavemente para luego apretar esa suave masa.
- A mi me gustas tu, cara de ángel, cada centímetro de ti.
- Más profundo, Katsuki.
Realiza una estocada lo suficientemente profunda en donde todo su miembro pudo ingresar sin problema, pero por el contrario Uraraka al sentirlo clava sus uñas en el hombro de este. Gruñe.
- L-lo siento. -deja su agarre pero Bakugou vuelve a colocar sus manos en su hombro y espalda.
- Quiero que dejes tu marca en mi espalda.
- Pero te va a doler.
- Será un lindo recuerdo de tus gemidos y de como te enloquece que yo te penetre profundamente.
Dios, no podía ser más perfecto.
Con todas las intenciones realiza otra estocada profunda. Uraraka gime fuerte y araña sin medir el dolor de la espalda bien formada de Bakugou.
- Eres mía, ¿oíste? No me cansaré de repetírtelo.
- S-soy t-tuya.
Sus chupetones estaban muy bien adornados en su cuerpo. Era bastante satisfactorio ante los ojos del rubio.
Enreda las caderas de Katsuki con sus piernas buscando más placer en ello pero le tapa la boca con su mano al escuchar que alguien tocaba su puerta.
- ¿Uraraka? ¿Estás bien? ¿Estás enferma?
¿Esa era la voz de Momo? ¿Qué demonios andaba haciendo ahí?
- Shhh.
Al parecer la privacidad en la academia era muy poca para los estudiantes, lo ideal en estos momentos era no contestar, la castaña no estaba en condiciones de hablar normal con su amiga.
- P-por favor sigue. -le pide en susurros al darse cuenta que había parado.
Empieza a realizar su vaivén lento pero bien marcado en cada movimiento, sus gemidos eran ahogados por su mano pero por su desesperación mete sus dedos a la boca paseando su lengua entre la punta de los mismos transmitiéndole sensaciones excitables.
Acelera sus movimientos sin apartar la mirada del bello rostro de la castaña.
- ¿Uraraka? Al parecer creo que fue mi imaginación. -había para si misma.
- Tsk, ¿a casi todos acostumbran venir a ver cómo estás en tu habitación?
- Entiéndelas, estaba tomando demasiado en la fiesta.
Se escuchan los pasos alejarse de Momo quitándole un peso de encima a ambos.
Con una sonrisa de lado se acerca a su cuello deteniendo sus movimientos, su respiración chocaba contra su piel erizándola.
- Dime si el otro te hace sentir como yo te hago sentir.
Jadea. No iba a mentir, ver a Katsuki celoso y posesivo de cierta manera le excitaba demasiado.
- Dime si existe alguien más dueño de tu cuerpo.
Y dueño de mi corazón, piensa.
Introduce todo su miembro de un solo movimiento provocado un gemido sonoro.
- Dímelo, cara de ángel. -sonríe de lado.
- No existe nadie que me haya hecho tocar el cielo como tu, que me haya hecho gemir tan alto.
- ¿A quien le perteneces ahora? -otra estocada.
- A K-Katsuki. -tira la cabeza para atrás.
- Buena chica.
Acelera sus movimientos drásticamente, la humedad de su intimidad incrementaba cada vez más y sentía sus paredes estrechas alrededor de su miembro. Tenía demasiada ganas.
- M-más rápido.
Sus órdenes eran ley.
La habitación se lleno de gemidos que ante el rubio era una música encantadora, su espalda estaba demasiado roja y un poco hinchada a causa de los rasguños salvajes de la castaña, le realiza un último chupeton en el cuello sin medir las consecuencias más tarde.
- Estás demasiado apretada.
- Es que me excita saber que eres tú quien me está cogiendo.
Tsk, más caliente no podía estar.
- B-Bakugou, si sigues así me vendré.
- ¿Y esas no son mis intenciones?
Si antes tenía ganas ahora habían incrementado, sus respiraciones se entremezclaban al tenerse cerca y al cabo de unos segundos se escuchó el grito de placer más fuerte en toda la habitación.
- ¡K-KATSUKI! -arque la espalda.
Su interior se había llenado de todo el semen del rubio, se sentía caliente y un poco espeso, se sentía bien. Estaban jadeando al por fin tener su deseado orgasmo ambos. El agarre de su cintura con sus piernas se fue deshaciendo hasta dejarlo en libertad, se había agotado.
- Oi...
Sus miradas se cruzan.
- Te quiero.
Los ojos de Ochako se iluminaron al escucharlo, sonríe sinceramente. Por poco y se estaba preocupando por haberle dicho antes que lo quería.
- Yo también te quiero.
Con toda la delicadeza del mundo saca su miembro de su intimidad y de esta misma salió un poco de su esperma esparcido, se acuesta a su lado tumbándose.
- Bakugou. -se voltea hacia él.
- ¿Si?
La observa, sus ojos eran suplicante y aunque no le decía nada sabía exactamente qué era lo que quería.
- Tsk. Ven acá, tonta cara de ángel.
Sonríe de par en par y se acerca más a él y sentir como sus brazos la rodeaban sintiéndose protegida por el contrario Bakugou no tenía expresión pero su ser se encontraba relajado.
- Tengo mucha hambre y sueño.
- ¿Cómo no? Lo único que has tomado en toda la noche fue vino y esos chocolates con alcohol de la limosina, y aparte es demasiado tarde.
- Pero no me regañes. -frunce el ceño.
- Ugh, ¿qué quieres comer?
Uraraka sube la mirada levemente sorprendida, él se capta de ello.
- ¿Me lo dirás? ¿O prefieres morirte de hambre?
- ¿Me harás algo de comer? -sonríe de par en par.
- No hagas que me arrepienta, cara de ángel.
Da un grito interno y se aferra mas a él demasiado cariñosa y emocionada por sus detalles, se sentía una niña mimada pero no le molestaba en lo absoluto.
- ¿Me das un beso? -se le acerca.
- Pero quiero que conste que te lo doy porque yo quiero, no porque me lo pidas tu.
Rueda los ojos y menea la cabeza divertida.
- Solo bésame.
Agarra su mejilla y la acerca a su rostro logrando besarla de la manera más tierna posible y comprensible transmitiéndole de esta manera que no estaba jugando, que sus sentimientos hacia ella se iban intensificando inesperadamente algo que lo preocupaba pero que al mismo tiempo lo tranquilizaba.
- Me gustas, Katsuki. -le susurra.
Sintió como su corazón se detenía y volvía a latir más fuerte.
- Y tu a mi, cara de ángel.
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