4._Puesto
-¿Un arma?- exclamó Mary cuando abrió la caja de Madera que Zarbon sostenía.
-Es para tu protección. El señor Freezer concidero que es conveniente portes una de estas- le dijo el asistente.
Viniendo de parte del emperador, Mary no podía rechazar el obsequio. Tomó la pistola y la puso en la parte de atrás de su cinto para retomar su trabajo en la bodega. Zarbon dejó el lugar una vez cumplió la orden que se le había dado. No le agradaba esa mujer y mucho menos las consideraciones que su señor estaba teniendo con ella.
Hacían dos días que Mary había acabado con la vida de un hombre, pero ella recordaba ese momento como si hubiera sucedido hacen cinco minutos. La mirada suplicante de ese sujeto la perseguía de día y de noche. Su rabia se había esfumado y en su lugar dejó un sumidero que estaba drenando la luz del mundo. Su interior se parecía a esa bodega subterránea cubierta de polvo desde donde rescató una botella para su jefe que deseaba beber algo esa tarde. Mientras caminaba hacia el lugar donde estaba Freezer podía oír los lamentos del estúpido que no hizo bien su trabajo y estaba recibiendo su escarmiento. Mary ignoraba cuál era la falta de aquel individuo y no le importaba. Paso frente a él para servir el vino al emperador justo cuando Zarbon disparo. La bala era de alto calibre. Atravesó al hombre del pecho a la espalda salpicando sangre por todo el lugar. Un poco de ese líquido rojo y caliente cayó sobre el rostro de la mujer que ni siquiera parpadeó cuando escuchó ese sonido de salpicadura en su rostro. Sin bajar la mirada continúo su trayectoria hacia Freezer que sentado en ese viejo sitial sonreía complacido.
-¿Qué vino has escogido hoy, para mí, sommelier Mary?- consultó el emperador mientras la veía limpiar la sangre en su mejilla con un pañuelo.
-Un tempranillo- respondió la muchacha presentando la botella.
-Hmm- murmuró Freezer no tan encantado como otras veces.
-Si se fija en la etiqueta se dará cuenta que el tiempo de este vino está próximo a terminar. Considere un desperdicio dejar que ese sabor fresco, afrutado y sutilmente ácido se perdiera...
-Es cierto- exclamó Freezer viendo como la mujer ponía en su copa la cantidad justa de vino- Hay varias botellas de este vino en la bodega. Cuando se trata de esta bebida soy como un niño. No conozco saciedad y siempre estoy adquiriendo más, pero mucho vinos terminan perdiendose en ese sótano...
Mary guardo silencio. No lo veía, pero sabía estaban arrastrándose el cadáver de aquel hombre fuera del lugar. El sonido del cuerpo sobre las baldosas se le hizo algo muy familiar esas últimas semanas. En esos escasos segundos de silencio no pudo evitar recordar la primera vez que vio como una persona moría ante sus ojos. Sucedió apenas una semana después de tomar ese puesto, cuando ella estaba en la bodega buscando un vino para el almuerzo de Freezer. Zarbon y su jefe entraron al lugar junto a un sujeto que parecía estar bastante molesto. Dada la distancia, ella pensó no habían notado estaba ahí por lo que intentó salir antes de llamar la atención. Fue cuando Freezer la llamó para preguntarle que opinaba respecto a su bodega. Aquella interrogante pareció caer como clavos ardientes sobre el hombre que, molesto, increpó verbalmente a Freezer respecto a la poca importancia que daba a sus necesidades. El emperador no se inmutó y continúo con su charla con la mujer que un poco inquieta no podía no mirar a ese tipo, de reojo, a ratos. De pronto el hombre se fue sobre ellos, mas Zarbon lo arrojó sobre unos barriles con una patada que con toda certeza le había roto más de un hueso al infeliz. Sin embargo, el sujeto no se mostró demasiado lastimado e intentó batirse a los golpes con el asistente de Freezer terminando por ser abatido de tres puñetazos y un tiro.
-Sí me permite una recomendación, creo debería usar esas botellas en la fiesta que dará antes de su viaje. Despejará espacio en su bodega para nuevos ejemplares que puede encontrar durante su recorrido y todos quedarán fascinados con su buen gusto.
-¿Darle mi valioso vino a ese montón de pusilánimes?- le cuestionó el emperador levantando su copa de tal manera que la imagen de la mujer quedaba escondida detrás de ella- Entiendo tu punto, pero considero es un dispendio- exclamó con desdén.
Mary se encogió un poco de hombros y sonriendo dijo:
-Todo el mundo puede merecer una exquisitez, pero recordarles que no todos tienen acceso a ellas es también una forma de recordarle a cada quien su lugar- manifestó Mary viendo por la ventana detrás del emperador- La igualdad es solo una ilusión- agregó la mujer volviendo sus ojos al emperador.
La mirada de Mary había cambiado. Se había vuelto menos expresiva, oscura y en su pálido semblante adquiría una agudeza como la de una espada bajo la luz de la luna.
-Esa a sido siempre la forma más sutil y elegante de mantener a todos en sus respectivos lugares- comentó Freezer poniéndose de pie- Creo que he perdido esa delicadeza de antaño. No está mal recordar de vez en cuando el derecho con el que nací.
Mary bajo un poco la mirada cuando él pasó frente a ella para ir hacia la puerta.
-Zarbon se estaba ocupando de los preparativos de la fiesta que conmemora la trágica muerte de mi padre a manos de un rebelde- continúo el emperador y miró hacia el muro del costado donde había un retrato de su predecesor.
-Lamento el destino que tuvo su padre, su excelencia- le dijo Mary.
-Yo no- exclamó Freezer- Todo lo que mi padre hacia era darme órdenes.
-Entiendo. Ciertamente eso hace de su deceso una ocasión que celebrar- comentó Mary y Freezer se giro a verla.
El emperador se llevó el puño a la boca para medio ocultar una risita que sonó un tanto forzada.
-Sommelier Mary quiero que hagas parte de la organización de la fiesta- le dijo Freezer poniendo otra vez su mano tras su espalda.
-Pero señor- exclamó Zarbon que durante todo ese tiempo estuvo en silencio ahí parado- No es necesario, yo puedo...
-No creo que te moleste recibir un poco de ayuda. Últimamente pareces bastante cansado. Has estado cometiendo toda clase de descuidos.
-No, yo...-balbuceo el asistente- Será como usted desee...
-Muy bien. Supongo que usted no tiene ninguna objeción- habló Freezer a Mary.
-Ninguna su excelencia- respondió Mary inclinando un poco la cabeza.
Freezer se retiró seguido por Zarbon que dio a Mary una mirada de desprecio. La mujer se quedó en la soledad de aquella estancia en cuyo piso todavía estaba la huella de sangre de aquel hombre que desaparecería en el anonimato. Si algo había quedado claro para Mary desde su estadía ahí era que no todos eran iguales. Que quienes tienen el poder son quienes deciden absolutamente todo. Ellos habitan otra realidad. En la de Freezer los asesinatos eran una cotidianidad. La vida de los hombres no valían más que un disgusto o un mal día para él. Quienes lo rodeaban percibían las cosas de una manera totalmente distinta a como lo haría un burgués o un proletario. La visión de ella respecto al mundo sufrió un fuerte vuelco al experimentar lo que era estar por encima de las leyes, al ver día tras día como la realidad la determina la posición que ocupes en el espacio...Y si todo era cuestión de posición ella quería una privilegiada.
Por supuesto a Zarbon no le gustó nada tener que trabajar con esa mujer, pero al ser una orden directa del emperador no pudo negarse. Relegó a Mary las tareas más molestas, pero ella no se quejó y las llevó a cabo sin demora alguna. Pese a la eficacia de la mujer todo en ella parecía ser motivo de reparo desde su ropa hasta su tono de voz, refiriéndose a la muchacha, en más de una ocasión, como una pueblerina afortunada. Mary no se molestaba en responder a esos comentarios. Se apegaba a cumplir su labor nada más consiguiendo con eso irritar todavía más a Zarbon. Y es que Mary tenía cualidades que su señor valoraba. La eficiencia era una de ellas. Todo lo que durante esos días él le pidió, ella se lo consiguió sin descuidar su trabajo como sommelier. Verla por ahí murmurando canciones le era realmente irritante y esa tarde previa a la noche de la fiesta intentó sabotear el trabajo de la Mary, cancelando varios pedidos. La idea era que cuando Freezer le consultara a la mujer por aquellas encomiendas, estas no hubieran llegado y él aparecería con un cargamento a salvar la situación, pero se llevó una mayúscula sorpresa al descubrir que la mercancía estaba en el patio esa tarde.
-Me habían informado que los pedidos sufrieron un retraso- señaló el emperador a Mary que estaba parada a su lado. Ella llevaba un elegante conjunto negro y blanco.
-En realidad la orden de pedido no llego a tiempo al proveedor, pero teniendo en cuenta que el cargamento podía no ser suficiente solicite un porcentaje de la cantidad inicial de productos a una empresa diferente- le respondió Mary.
-¿Y habrá suficiente? No quiero que mis invitados...
-Desde luego- exclamó Mary interrumpiendo al emperador de manera impresionante- Con esto y lo que hay en bodegas no nos hace falta nada.
-¿Y qué hay de mis vinos?
-En la bodega y despensa desde ayer- le respondió Mary.
-Te has esmerado mucho. Espero que no estés buscando una recompensa por tus esfuerzos.
-Solo estoy cumpliendo con mi deber- contestó Mary inclinando ligeramente la cabeza.
Freezer la miró un tanto intrigado con esa actitud tan dócil y servicial. No era un tonto. Sabía ella estaba haciendo méritos porque tenía los ojos puestos en algo mucho más alto que ser un sommelier. En esa oportunidad guardo silencio. Se podía decir que hasta cierto punto Mary le agradaba un poco, pero al mismo tiempo un empleado con tanta iniciativa podía volverse un problema. No era mala idea tenerla un poco más cerca para vigilarla.
Desde la distancia Zarbon vio su plan arruinado y a esa mujer sonreírle como si hubiera sabido lo que él hizo. Con disgusto apartó la mirada de ella y regreso al interior de la mansión. Por supuesto que Mary sabia alguien canceló la orden de pedido y se enteró al llamar para confirmar la entrega. Al preguntar quien hizo tal cosa, en la empresa, le dieron el nombre del asistente del emperador. Zarbon podía ser un tipo muy guapo, con modales elegantes, un excelente guardaespaldas, pero aunque no podían llamarlo un tonto, cierto era que intelectualmente hablando dejaba bastante que desear. Sobretodo porque era muy descuidado y evitaba tareas que le fueran molestas o no consideraba a su nivel. Demasiados puntos débiles para alguien como Mary que vio en él una fisura para trepar a la cima del castillo en que puso sus ojos.
Ella estaría en la fiesta atendiendo la mesa del emperador. Para la ocasión debió vestir un elegante vestido que odio desde el primer momento. Tenía un color rojo vino profundo que no le quedaba mal, pero ella hubiera preferido otro. El evento era una ceremonia acartonada donde los diplomáticos lamian los pies del emperador de formas a veces irritantes. Nadie conseguía demasiado de Freezer eso era un hecho y a más de uno hizo un comentario sarcástico respecto a sus labores e incluso aspecto.
Después de todos los formalismos de la ceremonia está tomó su propio rumbo. Proveer de vino la mesa del emperador era un trabajo sencillo. Desde la privilegiada posición en la que estaba, Mary observaba el salón sin mucho interés hasta que reconoció un rostro: el del alcalde del pueblo que la culpó de la revuelta. Él no pareció verla y ella no le dio relevancia a su presencia. Había gente allí de todas las regiones del imperio. El motivo de tal evento parecía cambiar según el ánimo de Freezer. A veces era en memoria de su padre, a veces por el inicio de su gira por el imperio. Era un tipo bastante elocuente cuando se lo proponía, mas pronto su rostro se llenó de hastio.
Habían algunas mujeres hijas o esposas de los invitados que miraban a Zarbon con interés. Murmuraban y reían cuando él de casualidad las veía. Ninguna se atrevía a dirigirle la palabra y él tampoco quería que una de ellas cometiera esa osadía.
-Debería invitar a una de esas señoritas a bailar- le sugirió Mary con discreción y él solo arrugo el entrecejo.
-No pierdas tu tiempo sommelier Mary. Ninguna mujer cumple los altos estándares de belleza del asistente Zarbon- le respondió Freezer medio riendo- Él siempre está diciendo que solo pondrá su atención en una dama de belleza similar a la suya.
-Similar- repitió Mary- Claro tampoco puede superarlo ¿no es así? En cualquier caso la belleza es algo subjetivo. Su alteza Freezer quizá no considera su aspecto algo armonioso, Zarbon...
Al oír eso Freezer se rió un poco, pero de forma disimulada.
-Y usted Zarbon tampoco quizá tampoco considera hermoso a su alteza- continúo la muchacha- ¿Me equivocó?
Y la respuesta a esa pregunta era casi una ruleta rusa que por suerte Zarbon pudo evadir gracias a un anuncio del maestro de ceremonia. Aquello permitió una jugarreta al emperador y esa fue poner a bailar a esos dos. Fue una orden sutil que ninguno podía rechazar y no les quedó de otra que salir a la pista. A Zarbon fue al que más le disgusto esa situación. Tener que tocar a esa mujer a su juicio, vulgar, indigna de él, le era casi un insulto. Al menos bailaba bien. Sabía seguirlo, pero a poco iniciar esa suave y elegante danza ell le susurro sobre el hombro:
-Quiero tu puesto, Zarbon...y lo voy a obtener.
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