12._Exito
A Zarbon se le rindieron honores. Se hizo toda una ceremonia para despedirlo. Después de tres décadas la mano derecha del emperador se retiraba a descansar. Era difícil describir la expresión facial de Zarbon mientras recibía toda clase de atenciones y obsequios de los altos mandos del imperio. En su pecho incluso colgaron una medalla que brillaba con la radiante luz del sol de invierno. Mary lo observaba meditabunda desde la diestra de Freezer. Zarbon era un hombre grande, de brazos muy fuertes. Sus elegantes trajes siempre parecían quedarle apretados. Cuando se colgaba el abrigo en los hombros parecía llevar una capa que abrazaba su figura recalcando su estatus, poder y elegancia. Verlo sentado en esa silla era verlo comprimido. Como cuando intentas calzar una pieza de rompecabezas en un sitio equivocado. En cierta forma era doloroso.
Esa fue la última vez que Mary vería a Zarbon en un evento público y una de las últimas oportunidades en que Berryblue se encargó de la seguridad. La anciana había pedido su pensión y Mary, cumpliendo su palabra, aceleró el proceso, pero se enfrentó al problema de buscar un reemplazo para el puesto de jefe de seguridad y también a uno más trivial que se lo señaló el propio Freezer una semana después de su retorno a la mansión.
-El puesto de sommelier no te corresponde más, asistente Mary y por tanto no se ve bien que vivas aquí como el resto del personal doméstico- le dijo aquella mañana en su estudio- Necesitas encontrar un domicilio acorde a tu nueva posición.
Mary no tenía un hogar. Desde que llegó estuvo viviendo en la mansión y posteriormente en el tren. Todo el dinero que ganó en esos meses lo mantenía intacto en el banco, pues comía con los demás empleados y como no necesitaba transporte o rentar una casa no efectuó ningún gasto importante. Esa tarde al revisar su cuenta se sorprendió con la suma de dinero que había en ella. Desde que tomó el puesto de asistente Mary ganaba un par de millones y Freezer le dió dos compensaciones. Una cuando actuó en el asalto al tren y otra por lo que hizo en aquel pueblo. Tenía suficiente para largarse e iniciar la vida sencilla que tanto deseo, pero esa idea ni siquiera cruzo por su cabeza.
Un par de días después, Mary se hizo un tiempo para buscar un lugar donde vivir. La corredora de propiedades envío a su mejor agente para enseñarle las mejores casas y departamento de la ciudad. Mary no recordaba haber sido tratada tan bien en su vida. Uno de los inmuebles estaba ubicado en un prestigioso edificio. El sitio era amplio y muy elegante, pero lo que cautivo a Mary fue la vista privilegiada del departamento. El sol, que nacía en el este, daba de frente al amplio ventanal cuya panorámica no era entorpecida por ningún otro edificio. Ahí arriba todo era luz y pureza. El cielo se veía tan azul y los rascacielos, como otras estructuras, se veían limpias, ordenadas, perfectas.
-Todo es cuestión de posición- se dijo al pararse frente a la ventana y mirar hacia abajo. Allí las calles eran oscuras. Las personas parecían insectos, el tráfico un montón de bloques desorganizados- Simple posición- reitero, pero en esa ocasión viendo su reflejo en el cristal.
-¿Le gusta este inmueble o prefiere ver otros?- le preguntó la agente.
-Tengo una reunión ahora. La llamaré por la tarde- le contestó Mary y dejó el lugar sin dar más explicaciones.
Los días avanzaron inclementes y Berryblue también partió con honores, una tarde, en una pequeña ceremonia. Su compensación fue generosa y sus privilegios envidiables, mas su despedida fue dichosa a diferencia de la de Zarbon que rondaba en la cabeza de Mary. La ausencia de la anciana fue particularmente especial para Mary, pues era con la única persona con la que ella estableció cierto contacto. Sin embargo, no podría decirse que la extrañaba. No fueron amigas.
Una de las tareas más básicas de Mary era organizar el correo de Freezer y aquella mañana encontró una encomienda muy especial que Zarbon solía llevar personalmente al emperador y ella hizo igual.
-¿Qué me traes ahí, asistente Mary?- le preguntó Freezer desde del otro lado del escritorio. Parecía de muy buen humor ese día.
-Es su revista- le respondió Mary ofreciéndole el artículo de manera relajada. La luz del sol le daba de frente y su atuendo rojo con blanco brillaba.
Freezer se quedó viendo el ejemplar que la mujer puso sobre la mesa. Tardo un poco en reaccionar y cuando lo hizo lo saco rápido del escritorio y le gritó por transportar aquella revista de manera tan descuidada.
-Nadie me vio traerla- se disculpó Mary encogiéndose de hombros.
-Tú nunca podrás comprender lo que para mí significa que alguien sepa que...
-¿Qué busca formas de verse más alto?- le preguntó Mary al ver que él no tenía intenciones de hablar más. La declaración de la mujer incómodo al emperador inmediatamente.
-Baja la voz- le reprochó recordando que habían un par de agentes de seguridad cerca.
Mary se medio rio y caminó hacia la ventana, al costado del escritorio.
-Crei que nuestra última conversación, al respecto, le había sido de ayuda. Lamento ver que no fue así- manifestó Mary con una simpática voz y sonríendo gentil.
Freezer giro su silla a ella y apoyo un codo en el descansa brazos para sostener su cabeza en su mano. Mary no era como Zarbon. Su carácter era más fresco y afable. Más atrevido también, pero no le desagradaba. Le provocaba otra sensación. En muchas ocasiones tuvieron pequeñas charlas en que conoció algunos aspectos más íntimos de ella. Él no permitió que Mary llegara tan lejos por nada. La mujer lo miró de reojo con una expresión juguetona y Freezer supo que le iba a proponer algún método descabellado para solucionar su problema, pero nunca esperó que ella bajara la mirada a su pies y le dijera:
-¿No ha considerado usar zapatos con plataforma?
La cara de idiota con la que quedó el emperador no solo se debió a la insólita propuesta, también ocurrió debido a que imagino teniendo que ponerse un zapato de al menos diez centímetros para alcanzar una estatura más normal y aun así seguiría por debajo del premio.
-La estatura de un hombre promedio es de 1.70 lo que quiere decir que tendría que llevar una plataforma de al menos 20 centímetros- escuchó decir a Mary que casi tomó un aire catedrático- ¿Y si declaramos ilegal medir más de un metro con cincuenta?
-¡¿Acaso quieres que me tomen por un lunático?! Esa es una medida inejecutable- le señaló el emperador.
-Sin duda lo es- admitió Mary sonriendo y encogiéndose de hombros.
Freezer entendió, pese a su disgusto, que si ella bromeaba con ese asunto de esa forma era porque se le hacia ridículo que él se preocupara tanto por algo insignificante en realidad. Pero en lugar de decírselo, Mary se lo hacía sentir.
-A tí no hay algo que parezca insegurizarte, asistente Mary- le comento el emperador poniéndose de pie.
-¿Le parece?
-Tal vez tengo esa impresión debido a que Zarbon era muy cuidadoso con su aspecto, sintiéndose vulnerable a penas una imperfección quedará a la vista.
-Siempre he considerado la superficialidad algo peligroso. La gente que se basa en todo lo que es bello y agradable, puede llegar a consumir cualquier cosa solo porque es... aceptable- le dijo Mary girandose ligeramente hacia él- Yo prefiero el poder a la popularidad. La popularidad es lo aceptable. El poder es lo que define lo que es aceptable.
Freezer hizo un cuatro con los brazos y se llevó una mano a la barbilla cerrando los ojos para esbozar una sonrisa. Después de un rato puso las manos tras su espalda. Mary también había tomado esa costumbre en especial cuando se quedaba absorta en sus pensamientos.
-Es cierto- admitió el emperador.
-¿Cancelo la subscripción a la revista?-preguntó Mary.
Freezer abrió los brazos y se encogió de hombros mientras se daba la vuelta para volver a su escritorio. No contestó.
-¿Qué hay del nuevo jefe de seguridad? ¿Tienes un candidato o todavía no resuelves eso asistente Mary?
-Tengo un candidato para el puesto y estoy segura usted lo aprobará. Es alguien con mucha experiencia tanto en ese campo como al servicio del imperio.
-¿De quién se trata?- intentó averiguar Freezer con cierta curiosidad y aunque la propuesta, al principio, sonó un poco extraña pronto el emperador estuvo de acuerdo de que él era el mejor candidato.
Por esos días el rostro de Mary aparecía en periódicos, revistas y casi cualquier medio de comunicación. La asistente del emperador obtuvo una súbita e inesperada popularidad. Era la primera mujer en llegar a la diestra de Freezer. No había muchas feminas con cargos importantes dentro del imperio y las que estaban en esos pedestales eran mujeres mayores. Mary era joven, nadie sabía de dónde había salido y muchas especulaciones se crearon entorno a ella. Sin embargo, fue su temple lo que obtuvo mayor atención. Durante el incidente del pueblo, los periodistas lograron filmar unas imágenes que plasmaron la sangre fría con que abatió a sus enemigos. La crónica que se sacó de esos hechos la convirtió en el "Rubí imperial". La joya que decoraba la corona del emperador con su carácter sereno, frío y deslumbrante ingenio. Palabras adornadas y exageradas que los medios acostumbraban a emplear para referirse a los más fieles servidores de Freezer que contaban con su apoyo. Y para nadie era un secreto que Mary tenía la beña del emperador. Su presencia era la presencia del emperador, su voluntad una extensión de la voluntad del emperador.
Despiadada con los enemigos, pero afable con los demás; así se mostraba Mary con sus cercanos y con los civiles con los que tenía oportunidad de estar en algún evento. No era la mujer más bonita, pero pronto su imágen se volvió un icono de la moda. Su estilo era imitado por muchas celebridades. Algunos famosos diseñadores estaban interesados en vestirla y demás, sin embargo, alcanzar al Rubí imperial era un poco complicado. Ella no se mostraba interesada en esas banalidades. Pero mientras Mary alcanzaba el éxito, Zarbon se hundía en el olvido y en la bebida.
El ex asistente del emperador estaba irreconocible. Había una enfermera que lo cuidaba, pero ella era incapaz de lidiar con él. Sin mencionar que Zarbon era un hombre corpulento que difícilmente una mujer como esa hubiera podido mover. La chica se limitaba a mantener limpio el lugar y darle de comer, pero Zarbon solo bebía licor. Cualquiera licor, menos vino. Odiaba el vino. Aquella tarde encontró una botella de vino en la cocina y la estampó contra el suelo. La enfermera estaba harta y decidió irse. Llevaba semanas lidiando con el mal humor de ese sujeto, no estando dispuesta a aguantar un minuto más. Al abrir la puerta, para dejar el departamento, se encontró con Mary a la que ignoró por completo.
Zarbon estaba tirado en el piso de la cocina. Se había caído de la silla y quedó tumbado allí, amargado, murmurando palabras llenas de encono. Verlo así fue un golpe bastante duro para Mary. Jamás lo consideró un amigo o alguien cercano, pero aprendió mucho de él y en cierta forma lo respetaba.
-Zarbon- lo llamó y él levantó la parte superior de su cuerpo sobre sus brazos, para girarse y mirarla.
-¿Qué haces aquí?- le cuestionó sin ninguna cuota de amabilidad.
-Venia hacerte una propuesta, pero creo que no llegué en un buen momento- contestó Mary tomando la silla de ruedas para ubicarla al costado de Zarbon. Tomándolo por las axilas logró sentarlo en el piso- Ayúdame ¿quieres? Pesas mucho.
-¿Quieres que mueva las piernas?
-Sabes usar el sarcasmo, eso es nuevo.
-Deja de burlarte.
-No no vine a burlarme, vine a hacerte una propuesta- le recordó Mary y no volvió a hablar hasta que lo sentó en la silla. Le costó bastante trabajo.
Zarbon acomodo sus piernas mientras veía a Mary humedecer un trapo en el lavado. Él estaba sucio, su cabello despeinado, su ropa mal arreglada; realmente era irreconocible. Sin pedir permiso, la mujer, pero él le tomó la muñeca para evitar que lo hiciera.
-Berryblue a jubilado y el puesto de jefe de seguridad está vacante- le dijo Mary de forma serena
-¿Quieres que reemplace a la anciana?
-Siendo el jefe de seguridad no es necesario que tú acompañes a los agentes. Solo tienes que coordinarlos, darles órdenes. Bien puedes hacer eso desde el centro de control. Sentado detrás de los monitores que vigilan todo, susurrando en los oídos de las fichas de menos valor- le dijo Mary- Puedes hacer eso. Nadie tiene más experiencia que tú en esa área y en muchas otras. Es un desperdicio que estés aquí, cuando podrías estar allá haciendo lo que mejor sabes hacer. Pero no vine a proponerte eso...
-¿Entonces qué haces aquí?
Mary se sentó a horcajadas en sus piernas. Lo hizo despacio casi con sensualidad, aunque su expresión tan serena jamás hubiera permitido que alguien le diera ese contexto a sus acciones. Zarbon todavía le sujetaba la muñeca, pero el acto lo tomó tan por sorpresa que no pudo evitar que lo hiciera.
-Zarbon...¿Te casarías conmigo?
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