10._Caos
Las vacaciones de Freezer eran un secreto. A bordo del tren muchos creían seguía allí. Eran cosas de seguridad. Solo el personal pertinente sabía la verdad. Sus comidas favoritas se seguian preparando y Mary seguía buscando un vino para cada ocasión. Los asistentes, sin embargo, no podían evitar lucir más relajados, aunque muchos daban por explicación, a su ánimo, el alivio de volver a casa después de todos esos meses. El mismo humor reinaba en todo el lugar.
En ausencia de Berryblue que se había ido con Freezer, más un contingente de seguridad, era Zarbon el encargado de la mantener todo tranquilo a bordo del tren. También de prevenir cualquier incidente de esa índole y esa mañana se le via un poco inquieto debido a una operación que debía realizar en un pueblo por el que pasarían en unos días. Aquel lugar era la base de operaciones de un grupo de rebeldes que estaban causando alboroto. Sería una misión bastante complicada dadas las circunstancias de la zona. El movimiento ganaba adeptos día tras días, pero no se trataba de un grupo paramilitar no nada por el estilo. Eran simples ciudadanos contra los que no podían solo abrir fuego. Freezer todavía no tomaba la dedicación final y él no había comentado nada a Mary, pues el emperador no lo considero necesario por el momento.
Mary lo veia sentado en la barra del pequeño bar del salón comedor, que ellos y otros altos funcionaron usaban, sosteniendo su vaso de whisky con una expresión perdida. El hielo se había derretido y él no se había enterado. Mary lo confirmo cuando lo vio llevarse el vaso a la boca. La expresión de Zarbon al saborear el whisky, a esas alturas, con agua la hizo sonreír divertida ganándose una mirada de parte de él. Mary volteo a otro lado, pero sus labios seguían con esa cómica curva que le dio un aire coqueto.
-Siempre haces eso- murmuró Zarbon antes de pedir otro whisky. Seco en esa oportunidad.
-¿Siempre hago qué?- le pregunto Mary apartando el mechón de su cabello que le cubría el rostro a ratos.
-Olvidalo. No tiene importancia- le contestó Zarbon volviendo su atención al vaso de whisky.
Zarbon era un tipo grande. Habían cosas que se veían muy pequeñas en comparación a él. El vaso era una de ellas. Y Mary se le hacia simpático observar esos detalles. Pero no iba a explicarle el inocente deleite que encontraba en apreciar cosas como esas en la gente.
-El señor Freezer dice que eres observadora. Siempre estás pendiente de tu entorno, de las personas, de él- le comentó Zarbon al vaciar su vaso- Eres como él, en ese aspecto. Quizá por eso le simpatizas.
-Es natural sentir simpatía hacia aquello que nos recuerda a nosotros- le dijo Mary- Y rechazar aquello que nos recuerda lo que odiamos de nosotros. Por eso has dejado de sentir recelo hacia mí. Te diste cuenta que no hay algo en mí que puedas odiar...
-Tampoco he dicho que me agradas- le aclaro Zarbon.
Mary se encogió de hombros y llamó al chico a cargo de la barra para pedirle una copa de vino blanco.
-¿Cuántos años tienes?- le preguntó la mujer después de un rato y habiendo dejado su copa a la mitad.
Zarbon la miró como si le hubiera insultado. No dio un número, pero le dijo que era mucho mayor que ella. Aunque se conservaba mucho mejor que ella. Mary no se ofendió y jugando con su copa le consulto cuanto tiempo llevaba al servicio de Freezer a lo que él contesto que treinta años.
-Eso es toda una vida...- murmuró Mary viendo su reflejo en la copa-¿Nunca quisiste hacer algo diferente a servir al emperador?
-No- respondió un poco confundido.
-Yo sí- le confesó la mujer comenzando a mover la cabeza como al compás de esas canciones de ritmo lento e hipnótico- Yo quería tener una casa pequeña de color blanco y tejado rojo, rodeada de muchas plantas, en un sitio cerca de un río y las montañas. Planetaria limones, manzanos, naranjos y a principios del otoño comería fruta entre las flores de mi jardín.
Zarbon la miró como si hubiera dicho la cosa más insólita del universo. Hasta creyó que le estaba tomando el pelo, pero su semblante con esa expresión de ensoñación le dijo que ese era, en efecto, la única cosa que ella en verdad parecía desear.
-No entiendo qué haces aquí- le dijo Zarbon con cierto despecho- Deberías estar en un pueblo de mala muerte trabajando por un sueldo miserable y comiendo fruta entre las flores.
-Era lo que estaba haciendo- exclamó Mary echándose a reír- Pero entonces un grupo de imbéciles me ató a un poste, me culpo de algo que no hice y me arrojaron a un duelo con el destino- agregó bastante molesta.
-Sí, recuerdo eso. Apostaste con el señor Freezer que era más poderoso: el destino o tu suerte. Y tuviste suerte.
-Sí...tuve suerte de que estuvieras con él esa noche- le respondió la mujer sonriendo sagaz- De no ser por tu excelente trabajo, yo hubiera perdido esa apuesta. Pero tú en tu afán de siempre complacer a nuestro emperador buscaste la mejor botella que ese lugar podía ofrecer y la llevaste ante él. Y mi destino cambio...todo gracias a tí. Eres mi buena suerte Zarbon ¡Sante!- exclamó al levantar su copa vacía.
El primer asistente del emperador pareció un poco conmocionado ante esas palabras. Peor fue irse dando cuenta que desde ese día todo lo que a Mary tenía que ver pasó directamente por acción suya. Aquello lo indigno bastante, en especial porque apenas se había dado cuenta y ella lo miraba sonriente, como burlándose (no lo hacía realmente). Sin embargo, al pensar un poco no encontró motivo para sentirse humillado, sino todo lo contrario. Todo lo que Mary había conseguido, lo hizo gracias a él y no dudo en hacérselo saber a modo de revancha, pero ella no se inmutó. Bajó del taburete para pararse a su costado y posar sus dedos, delicadamente, sobre el hombro de su superior.
-Te ofresco una satisfacción por los esfuerzos realizados- le dijo con una voz tan helada como el clima de esa región. Afuera estaba nevando.
Obviamente Mary no creía él fuera a aceptar esa propuesta, pero no pudo evitar hacerla solo que de un modo casi patético. Algo en ella se estaba extinguiendo en su interior. Cuándo comenzó esa sensación, no estaba muy segura, pero posiblemente fue ese día. El día que apretó el gatillo y disparó a su agresor. Para muchos aquello pudo ser justo, Mary trato de convencerse de que era algo sensato, pero ese día ella traicionó una de sus más firmes creencias: La muerte no es justicia. Si la muerte no era justicia, todo lo que hizo fue vengarse. Aunque si era honesta venía vengandose desde el primer encuentro con Freezer.
Zarbon no la buscó esa noche, ni la que vino después o la siguiente, pero si comenzó a mirarla con más atención en una que otra ocasión. Verla como algo que él forjó la hizo más de su interés. Era un sentimiento como el de un artista por su mejor obra. Mas no había tiempo para esas cosas y menos teniendo un itinerario tan apretado. El conflictivo poblado por el que tenían que pasar estaba cerca y él envío por un escuadrón de hombres armados para reforzar la seguridad. Se suponía Freezer seguía con ellos en el tren y eso los podía hacer blanco de algún atentado.
Mary pasaba sus ratos libres leyendo, viendo programas de política y cualquier cosa que le permitiera mejorar sus habilidades diplomáticas. Esa tarde leía un viejo libro que tomó del improvisado despacho de Freezer y se paseaba con el entre sus manos, intentando relajarse un poco. Estaba enterada sería parte de una delicada operación, pero desconcia su papel y las circunstancias en las que está se llevaría acabo, al igual que su objetivo. Se temía fuera algo muy peligroso. Cuando se encontró con Zarbon cargando un chaleco antibalas, un escalofrío bajo por su espalda.
-Ponte esto- le dijo al darle aquella prenda- Tenemos orden de descender en el poblado y dar un discurso que calme un poco a las masas. No te preocupes. Seré yo quien hablé. Tú solo debes acompañarme.
-¿Y necesitamos chalecos antibalas para un evento público como ese?
-Haremos un silenciamiento- le respondió Zarbon. Habían coincidido en el vagón comedor así que Mary dejó el libro en una mesa para ponerse el chaleco antibalas.
-¿Un silenciamiento? ¿Tan mal están las cosas ahí?
-Hay una insurgente liderando revueltas no solo en ese pueblo, sino en toda la región. Ella y su grupo han estado resultando bastante problemáticos- le explicó- Berryblue te enseño el protocolo para estos casos ¿no es así?
-Sí, si, si... hay que estar dispuesto a todo en este trabajo. Hasta a hacer de carnada- respondió Mary de forma un poco resignada- No me molesta, pero prefería me informaran en la boca de que bestia me iré a meter...
-Sabes lo que debes saber. Esas personas serán una turba iracunda dispuesta a despedazarte- le advirtió Zarbon- Quédate cerca y no saques tu arma a menos que sea necesario.
Esas palabras no fueron suficientes para describir el recibimiento que tuvieron en aquel pueblo. Mary sabia que no en todas partes Freezer era bien recibido, ni que tampoco lo era su gente. En más de una ocasión presenció una protesta en su contra, pero nada como lo que ocurrió en ese pueblo. Cuando el tren se detuvo lo hizo al resguardo de la policía local que mantenía a raya a la gente que estaba colérica acusando un abandono de parte del imperio a su territorio. Un discurso que ella había oído antes y por el cual ella tuvo que cargar una culpa ajena.
Zarbon le había comentado parte del plan, pero no todo. Todavía habían cosas que Freezer trataba exclusivamente con él y de las que ella solo llegaba a conocer lo estrictamente necesario, pero las que podía deducir un poco. Estaba nerviosa. Y al bajar del tren lo estuvo todavía más, pues ver ese mar de gente viéndola con una ira tan grande la amedrentó bastante. Se sintió como un barco de papel en medio de una tormenta en el océano. No era la primera vez que recibía miradas de ira, pero si la primera vez que presenciaba el odio irracional. El odio nacido de un resentimiento que surgía sin causa realmente. Era solo la exaltación de los marginados que encontraron un responsable de todos sus males. Que levantaron un ídolo con el único objetivo de ser destruido para su sosiego.
-Avanza- le ordenó Zarbon cuyo abrigo sobre los hombros parecía una capa pesada que lo hacía lucir más grande, más imponente.
Mary trago saliva con dificultad, se arregló el cuello de su blusa y siguió a su superior. Se suponía él daría un discurso en representación del emperador quien tuvo que cambiar el curso de su viaje debido a una emergencia en la frontera, dónde su presencia era prioridad. Claramente estaban calentando más los ánimos con el único propósito de que alguien cometiera un error. Con lo exaltada que estaba esa gente, Mary estaba segura de que eso iba a ocurrir y sino ocurría los hombres de Zarbon se asegurarían de que pasara. Ellos eran los representantes del emperador. Agredirlos era agredir al emperador y estaban en medio de ese pandemonium como dos gatos bobos en una perrera. Nada iba a salir bien.
-¡Perra del imperio!- gritó alguien entre el gentío y un segundo después un proyectil impactó el hombro de Mary.
Ella y Zarbon iban escoltados por sus guardias y media docena de policías. Se dirigían al ayuntamiento donde se suponía ocurriría el evento que incluso reunió a un grupo de periodistas. El rostro de Mary por primera vez saldría en la prensa nacional y no como un enfoque casual. Obviamente a esas alturas el rostro de la mujer había sido expuesto, pero nunca con la relevancia de esa ocasión. Tristemente para ella, el mundo la vio siendo embarrada de mierda. Ella solo se desabrochó el abrigo que llevaba y se lo quito dejándolo caer al suelo. Eso la dejó con una prenda más ligera, pero que todavía ocultaba el chaleco. Zarbon le ofreció un pañuelo para que se limpiará el rostro de una gota marrón que quedó en su mejilla y ella aceptó, pero no le regreso la prenda. La tiro también.
Zarbon alcanzó el estrado dispuesto en una tarima frente al ayuntamiento, pero esa gente no quería oírle. Ellos exigían la presencia de Freezer. Se suponía él sería quien estaría ahí esa tarde. Cuando se enteraron de que sería su asistente quien iría en su lugar el ánimo empeoró. No llevaban ni cinco minutos allí cuando el sonido de un disparo quebró los gritos de protesta y Zarbon caía al piso a un costado de Mary. El tiro vino de enfrente y arriba, posiblemente del techo de la estación de trenes que estaba a unos sesenta metros. La mujer no lo analizo. Ella solo vio caer a Zarbon y a sus hombres cerrarse entorno a ellos. Una decena de disparos se escucharon después de eso. Gritos, el sonido de la estampida, más disparos y un hombre de los que los protegía cayó muerto casi encima de Mary que se había hincado para revisar a su compañero. Él estaba más o menos bien. La bala dió en el chaleco, pero lo que pasaba más allá del muro de hombres era un caos total.
Una de las cámaras de un noticiero, enfoco a Mary casi de casualidad. Su desconcierto era evidencia. Freezer podía verlo desde la cómoda habitación de su hotel. En el lugar, ella no podía imaginar que expresión tenía en ese momento. Podía ver a civiles cayendo por todas partes. Hombres, mujeres e incluso niños. Aunque no estaba segura de que hubiera niños. No recordaba haber visto a ninguno. Quizá lo estaba imaginando. Cuando las manos de uno de sus hombres la sujetó por los cintura, para tirarla al suelo, entonces descubrió que no estaba teniendo visiones. El sujeto que la tumbó la cubrió con su cuerpo de los disparos de un tipo de cabello cano que acabó siendo abatido como lo fue ese agente también.
Zarbon había sido sacado del lugar, pero ella no tuvo la misma suerte y con su guardian muerto y los policías cayendo, pronto Mary se vio a merced de un grupo de civiles que estaban dispuestos a desquitarse de ella. La mujer estaba en el suelo, ellos se habían armado con palos, fierros y piedras. Mary tenía su arma, pero solo sujetó su empuñadura mientras levantaba la mano libre como advertencia para que no se acercarán. Ella había asesinado a un violador, a unos soldados, pero esa gente...esa gente tenían la categoría de inocente. O la tuvieron hasta que se le fueron encima.
-¿Y qué hará ahora asistente Mary?- le preguntó Freezer a través de la pantalla, antes de que la imagen se cortara y apareciera la señal se emergencia- Supongo que me enteraré más tarde- exclamó el emperador y se llevó la copa de vino a la boca.
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