Capítulo O4
—Jimin es muy respetuoso con mis cosas, y no le he visto ser desordenado o sucio —comentó Yoongi tranquilamente mientras paseaba por los pasillos de la universidad en compañía de su mejor amigo. Ambos junto a otro, con sus mochilas al hombro. Taehyung levantó una ceja.
—Hablas mucho de ese tal Jimin, ya quiero conocerlo —admitió dándole un codazo amistoso. Yoongi sonrió en grande, recordando al menor.
—Te va a encantar. Tiene una personalidad muy fresca y su rostro es muy... —se llevó una mano a la barbilla, buscando la palabra correcta para describir el aspecto del beta—, apreciable.
Taehyung estiró una de las comisuras de la boca, bufando. Yoongi lo observó adelantarse en la puerta de una cafetería cercana a la universidad, donde acostumbraban a comer algo entre los horarios de clase. Observaron a algunos otros universitarios conversar y comer, algunos con aspecto agotado.
—Interesante —comentó Taehyung de vuelta. Yoongi asintió con la garganta y tomaron asiento en una de las mesas de madera, uno frente al otro. Dejaron la mochila a un lado y suspiraron al unísono.
—Lo invité a comer con nosotros hoy. Es nuevo, así que no debe tener muchos amigos —musitó suavemente, tomando la pequeña carta para ordenar mientras recogía las mangas de su suéter celeste—. No tardará en venir.
Taehyung y Yoongi observaron la cartilla mientras esperaban pacientemente a Jimin. Bebían una ligera limonada y reían de bromas tontas cuando el dichoso beta llegó. Yoongi se apresuró a moverse en su sitio para que tomara asiento a su lado.
—Taehyung, él es Jimin. Jimin, él es Taehyung, mi mejor amigo —los presentó alegremente, dirigiéndose especialmente al recién llegado—. Es beta, como tú, así que puede que se lleven bien.
Jimin cruzó miradas con el chico y se sonrieron brevemente, antes de estrechar su mano y tomar asiento junto a Yoongi. El omega comenzó a hablar distraídamente antes de ser interrumpido por la presencia de la camarera, quien los saludó con una sonrisa.
Jimin no sabía qué pedir, así que Yoongi le recomendó lo mismo que ordenaba siempre. Pronto se sumieron en una conversación casual sobre las impresiones de Jimin en su primer día de clases y lo tranquilo que era el lugar.
Pero, y aunque no se sentía excluido, Jimin creía ser escrutado por el beta real. La mirada del chico, de ojos pequeños y oscuros, era tan intimidante como la de un alfa. Como si supiera que en realidad no era beta, aunque no tenía forma de saberlo.
El aura de aquel chico era, en su opinión, el de una persona de carácter fuerte. Si no supiera de antemano que estaba frente a un beta, creería fervientemente que Taehyung era un alfa.
Y parecía realmente cercano a Yoongi; lo notaba cuando brevemente se desviaban del tema para hacer un chiste interno o recordar algún momento de sus vidas. Como compañeros de toda la vida.
Jimin casi se pierde en la conversación que mantenían sus acompañantes cuando divisó un pequeño panquecillo frente a él. Yoongi lo puso cuidadosamente en su plato ya vacío, con una sonrisa que convertía sus ojos más pequeños.
Jimin parpadeó un par de veces, mirándolo.
—Pero, es tu...
—Está bien, es un pequeño regalo para ti.
El falso beta no pudo negarse a aquel gesto cuando los ojos brillantes y llenos de ilusión le rogaron que lo aceptara. Sonrió agradecido hacia el omega, aunque algo incómodo por la mirada fija de Taehyung, y aceptó la magdalena con cubierta rosa alegremente.
Yoongi era muy dulce. Casi tanto como un pequeño postre.
Y no estaba seguro de caerle bien a Taehyung.
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