capítulo 2O
Respiró un poco más, agitado y agotado, recibiendo pequeños besos cariñosos en uno de sus hombros.
Sintió los dedos de Jimin abandonar su interior, así como el cuerpo del mismo removerse. Sólo allí fue realmente consciente de la erección ajena, y su boca se hizo agua al pensar en la posibilidad.
¿Y si...?
Pensó por un momento, dificultosamente, con la cabeza nublada por el reciente orgasmo. Había sido estimulado una y otra vez al punto de que su clímax había hecho acto de presencia. Aún podía sentir los dedos del más menor escabullirse en su interior con sonidos húmedos, mientras él se deshacía entre besos y gemidos, demasiado encantado con la atención recibida.
Alzó nuevamente sus caderas y con las extremidades temblorosas se movió sobre el cuerpo contrario, dejando a Jimin confundido. Pronto comenzó a ronronear, buscando los labios hinchados con los propios, en un beso descuidado e intenso. Se sentó sobre el regazo ajeno con el único propósito de incentivar a tocarlo; a continuar explorándolo y marcándolo con la esencia de sus dedos.
—¿Qué...?
—Quiero que entres. En mí. Ahora.
El menor no reaccionó de inmediato. Casi se ahogó con su propia saliva cuando el omega meció sus caderas de atrás hacia adelante, buscando el roce, empujándolo al borde. El delta contuvo un jadeo ante aquello, ¿cómo podía Yoongi lucir como un ángel pero seducir como un auténtico demonio?
Era incomprensible.
No comprendió tampoco la desesperación con la que correspondió los besos de Yoongi. El deseo con el que enterró sus manos sobre la piel de sus caderas y no las despegó de ahí. Yoongi mantuvo aquel delicioso vaivén, anhelando e implorando por más.
Necesitaba a Jimin dentro de él.
Por eso se deshizo de los pantalones del pelinegro y, con la mente nublada en lujuria, tomó aquel falo entre sus manos para masajearlo de arriba hacia abajo. Jimin jadeó y llamó su mirada. Yoongi alzó el rostro y se relamió los labios antes de inclinarse para pedir otro beso ardiente, recibiendo pequeñas mordidas y chupetones.
—Te haré entrar —mencionó con la voz ligeramente rasposa, alzando su trasero y delineando el miembro erecto con su entrada. Jimin contuvo la respiración. Su alfa interior, desterrado por el orgullo de haber sido marcado por otro alfa, aulló cuando la punta de su pene estuvo dentro del pequeño omega. Algo en la expresión de Yoongi llenó su pecho de satisfacción y excitación; aquellos labios hinchados siendo mordidos en un intento por reprimir los sonidos que se le atoraban en la garganta, el ceño fruncido y los ojos cerrados. La piel de las mejillas encendidas por el calor de la habitación, aquel pecho que subía y bajaba, mostrando orgulloso las pequeñas marcas violáceas que dejaron los besos. Cada pequeño detalle de su omega era precioso, y estaba seguro de que nunca había encontrado otro omega que igualara su belleza. Su esencia.
Yoongi dejó escapar un gemido cuando tomó todo el miembro hasta el final y los dedos de Jimin acariciaron el contorno de su rostro cariñosamente, tomando las pequeñas lágrimas que habían escapado de sus ojos avellana en algún momento oportuno.
—Salta, bebé.
Y Yoongi se dejó llevar por lo caliente de su cuerpo, por lo sexy que se veía el delta con el sudor perlando su rostro y la respiración pesada del mismo. Se dejó guiar por las manos que acompañaron sus elevaciones, por los elogios que recibió por los movimientos de su cintura, por los gemidos que escaparon de su garganta cuando su vientre comenzó a cosquillear y sintió que quería congelar ese momento para siempre.
Aquel momento en el que se entregó a su alfa, añorando su presencia, amando su calor bajo su tacto.
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