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capítulo 23

Yoongi regresó al apartamento compartido justo el día posterior, en una hora relativamente temprana. Él debió asistir a la universidad, pero su estado anímico le impidió levantarse para ir a estudiar. Tan sólo quería llegar a casa, darse una larga ducha y dormir por el resto del día. La marca en su cuello apenas era perceptible en ese punto; aún a pesar de estar fresca, el dolor se había apaciguado y ya no recibía ningún sentimiento a través de ella. Se sentía genuinamente intrigado por ello, y aunque tenía muchas preguntas en mente, prefería descansar.

Con desgano abrió la puerta del apartamento e ingresó, tratando de no hacer demasiado ruido. Vagamente se despojó de sus zapatillas, colocándolas descuidadamente en el pequeño estante de la entrada. Sus ojos seguían pesados debido a que también había llorado por un buen rato en la mañana, demasiado sensible e intranquilo como para reconocerlo. Yoongi le había preguntado si quería quedarse un poco más con él y Hoseok, su compañero de piso, pero Yoongi ya había tomado una decisión.

No podía escapar de la realidad para siempre, y evitarlo sólo haría la agonía más larga y pesada.

No estaba seguro de qué esperar de su relación con Jimin a partir de ahora. Ni siquiera estaba seguro de cómo catalogar su relación. Habían sido compañeros, amigos, luego mágicamente tuvieron un revolcón y ahora portaba su marca en el cuello.

Si no hubiesen usado protección, estaba seguro de que estaría esperando un bebé de él. Como la cereza del pastel.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal con aquel último pensamiento y se adentró al lugar, lento, como si tuviera miedo de llegar allí. Y lo encontró a él. Jimin estaba justo al frente, dándole la espalda, con el teléfono en mano como si estuviera en medio de una llamada.

Yoongi tragó grueso. Aquello no le daba buena espina, pero siguió adelante.

Caminó lentamente más cerca de él, y cuando Jimin finalmente dio por terminada la conversación, carraspeó para llamar su atención.

—Hey.

El rostro del delta palideció por un segundo al verlo de regreso. El omega se veía diferente; un poco marchito, con el rostro apagado y los labios pálidos, pero de alguna manera seguía luciendo hermoso como siempre. Sobre todo con la marca que relucía en su cuello poco cubierto por aquel gran chaleco amarillo. Yoongi sintió un revoltijo de sentimientos atravesar su pecho e intensificarse en la marca de su cuello, como si estuviera recibiendo exactamente lo mismo del otro. Nervios, alivio, timidez. Ambos apenas pudieron conectar miradas por unos segundos, los recuerdos de lo que pasó seguían latentes en sus pieles.

—Hola.

Yoongi se encaminó hacia la barra de la cocina y dejó el teléfono sobre la mesa.

—¿Fuiste a la universidad hoy? —preguntó casualmente, intrigado por encontrarlo allí a esa hora. Sabía que sus horarios podían ser distintos, pero los jueves al mediodía Jimin tenía clase.

El delta negó, tomando asiento en uno de los sofás y cruzando las piernas. Observó su teléfono como si estuviera centrado en un asunto importante.

—No.

—¿Por qué no? —quiso saber, pero Yoongi no pensó que la respuesta le afectaría más que un puñetazo en el rostro.

—Estoy buscando un piso.

Yoongi no pudo ocultar su expresión de tristeza. Él no había pensado en la posibilidad de que el delta quisiera irse, o que tomara sus cosas y lo abandonara.

—¿Estás huyendo?

Jimin suspiró, evitando mirar el rostro del mayor. Sabía que se sentiría peor si veía su mirada en conjunto con su tono de voz frágil.

—Es lo mejor, Yoongi...

El omega calló por unos segundos. Justo cuando Jimin iba a hablar nuevamente, la voz volvió a salir de su pecho.

—No quiero...

Jimin parpadeó un par de veces. —¿Perdón?

—¡No quiero! —se sorprendió al ver al omega acercarse hasta él, mostrándole una expresión entre furiosa y triste. Casi infantil. Como un niño que hace un berrinche, en conjunto con pequeñas lágrimas en las esquinas de sus ojos irritados—. Hablemos, por favor, pero no te vayas...

El corazón del delta se derritió cuando los ojos almendrados del omega se suavizaron, mostrando sus reales sentimientos con completa honestidad. Como si estuviera dejando su pequeño corazón expuesto al fuego, dándole el poder de abrigarlo o quemarlo.

Y él extendió su calor, enderezándose en el sofá y dejando a un lado su teléfono.

—¿De qué quieres hablar?

Yoongi permaneció en silencio por unos largos segundos casi eternos y tomó asiento frente a él, en el suelo. El delta bajó del sofá y se sentó a su mismo nivel, mirándolo directamente a los ojos.

—¿Por qué eres un delta?

Jimin sintió el arrepentimiento y la tristeza envolver su pecho con aquella pregunta. Prefería evitarla, puesto que hablar de ello era especialmente íntimo para él; pero estaba hablando de ello con Yoongi, no cualquier persona, sino el omega que llevaba su marca y se robaba cada día un pedazo de su corazón.

Así que sacó el suyo también, a la intemperie; deseando que Yoongi lo tomara entre sus manos.

—Hace menos de un año perdí una apuesta en una junta con amigos... —comenzó a explicar con lentitud, recordando aquella noche de viernes en que su vida de alfa cambió—. Oh, eso fue tan estúpido —se restregó el rostro con las manos antes de mirar al suelo, completamente avergonzado por lo que iba a contar—. Me retaron a mí y a mi hermano menor a pelear para demostrar nuestra fuerza. Siempre tuvimos nuestros roces al ser dos alfas viviendo bajo el mismo techo. Mi padre es omega y mi madre una beta, así que siempre luchábamos para conseguir el poder en nuestra casa, aunque siempre quedaban inconclusos los resultados...

Yoongi escuchó atentamente cada palabra, frunciendo el ceño con concentración. Jimin sonrió por ello, pero la misma fue desapareciendo a medida en que la historia iba avanzando.

—El caso es que esa noche estábamos tan ebrios que nos dejamos llevar por nuestros instintos, y me mordió. Yo estuve a punto de ganarle en la pelea, según mis amigos, pero él usó sus colmillos para ganar la batalla. Y me dejó su marca de alfa.

Yoongi abrió los ojos con sorpresa. Jamás pensó que aquella sería la verdadera historia. Por su mente pasaron un montón de posibilidades, desde una ex pareja hasta un acto de rebeldía; jamás pensó que se tratara de un accidente.

—Cuando despertamos, mi lobo ya no respondía, y... —Jimin siguió después del silencio contrario, rascándose la nuca con vergüenza—, tuve muchos problemas con mi familia gracias a ello. Mi padre se enojó tanto que decidió dejar de mantenerme y apoyarme. Mi madre es la que mantiene contacto conmigo y me ayuda con el dinero, pero...

—¿Por eso viniste a Seúl? ¿Por el problema con tu familia?

Jimin asintió y Yoongi lo miró con compasión, internamente sintiendo una profunda empatía con él. Al ser un hombre omega, él también había tenido que recurrir a sus propios medios sin un completo apoyo de sus padres.

—Mi hermano tampoco se ha librado de las consecuencias, en unos meses se vendrá a estudiar a Seúl, cuando acabe el instituto. Planeo ayudarlo cuando esté aquí.

Yoongi sonrió, comprendiendo un poco más al delta frente a él, teniendo empatía. De alguna forma, saber todo aquello le dio tranquilidad. Sentía que había derrumbado un muro invisible entre ellos dos, como si tuviera el pase para ser más cercano a él. De alguna forma aquello le hizo sentir feliz, y supo que Jimin también lo sintió cuando le vio mostrarle una mirada cálida.

Ahora sólo tenía una pregunta...

¿El sometimiento del alfa tiene algo que ver con el descontrol de su omega?

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