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Capítulo 64 ✗ Es una promesa

“Hay amores tan bellos que justifican
todas las locuras que hacen cometer”

+UN MES DESPUÉS+

Ella camina decidida hasta él. Nerviosa e impaciente por verlo de nuevo. Se muestra tranquila, suspira al detenerse frente a él sin recibir su atención. Se cruza de brazos, con curiosidad observa lo que hace y sin dudar murmura:

—Hola Dean.

Ese joven vampiro alza la vista. Se muestra sorprendido al verla.

—¡Amaris! —rapido deja la libreta en el suelo y se pone de pie— ¡Estás aquí! —sin evitar sonríe siendo visibles sus colmillos.

Amaris le devuelve la sonrisa.

—No esperé tu visita. No pensé que nos veríamos otra vez. —agrega Dean sin dejar de verla. Contempla cada detalle de su rostro.

—Me enteré lo que pasó con su Rey. Lo siento.

—Si es trágico e inesperado —le responde Dean disminuyendo su emoción— han pasado dos meses y no despierta.

Coloca sus manos detrás de su espalda. Se obliga a ocultar los nervios que le invaden tan solo con su presencia.

—Quise venir antes pero no podía. Sé que hice un trato con él pero tengo mis propios problemas con mi manada. Estamos también en guerra y he perdido a varios. Ser la Alfa es mucha responsabilidad para mí.

—Descuida, cada reino tiene sus propios problemas y sus guerras. Ellos lo entenderán.

Amaris le sonríe y asiente.

—Acabo de hablar con su nuevo Rey. —hace una corta pausa— el trato seguirá igual. Les ayudaremos a encontrar y acabar con Victoria.

Dean asiente.

Deja de verla y trata de buscarlo con la mirada sin verlo.

—¿Viniste sola? Supuse que tú guardaespaldas te acompañaría.

Amaris enarca una ceja.

—Ian —Dean asiente y fija la vista en ella. Amaris suelta una leve risa— no, mi hermano se quedó en casa. Si vine sola aunque él no estaba de acuerdo. Preferí que se quedará al mando, a pesar de tener una corta edad, cuando llegue el momento. Ian será un buen Alfa como nuestro padre.

Dean asiente.

Los invade el silencio por cortos segundos.

—Asi que problemas con tú manada. —acaba el joven vampiro con el silencio.

—Los he resuelto, descuida. Problemas de territorio, está lo de Yael.

Dean se muestra serio.

—¿Quién es él? Tengo curiosidad por saber.

—Es el Alfa de otra manada. Está terco en unir ambas manadas pero no estoy de acuerdo. Mi padre jamás lo hizo. No confío en él. Además, quiere que sea su mate.

Dean enarca una ceja. Intenta recodar.

—¿Seras su ... pareja?

—No, él no es el indicado para mí. —Amaris lo observa fijamente— Nuestra madre Luna no lo a elegido para mí.

Dean sonríe con burla. Evitar reírse.

—Madre Luna.

—No es gracioso. —le responde Amaris seria.

—No, yo no me estoy burlando. —le responde rápido Dean— quiero decir que lo entiendo, son sus creencias pero es absurdo que la Luna te elija a tú alma.

Amaris rueda sus ojos.

—Ustedes creen en un anillo.

Sin evitar, Dean observa su propio anillo.

—Es cierto. —alza la vista en ella— diferentes creencias.

Amaris asiente. La molestia se esfuma y le sonríe. Curiosa baja la vista al suelo.

—¿Qué estabas haciendo? Siento si te interrumpi.

Dean observa en la misma dirección.

—No importa. —con velocidad levanta la libreta— solo dibujaba.

Dean oculta el dibujo en su espalda.

—¿Puedo ver?

Él lo duda un instante.

—No es la gran cosa. —termina por mostrárselo— me gusta dibujar, lo hago para no aburrirme aquí en el Castillo. De niño aprendí gracias a mi tío Esteban.

Amaris sujeta una esquina de la libreta y observa el dibujo sorprendida.

—Estoy mejorando. Eres de las pocas que saben esto. —le dice sin dejar de verla. Espera no ser juzgado por ella.

—Es hermoso Dean. —le dice y posa la vista en él— es un hermoso paisaje. Un bosque, el Castillo —señala cada detalle del dibujo.

—Es mi mundo y el mundo mortal. No conozco mucho más allá del bosque. —le responde él.

Amaris le sonríe.

—Deberias salir, hay un mundo hermoso lejos de aquí por conocer.

Dean enseguida le arrebata la libreta y la cierra.

—Dudo que mis creadores me den permiso. Debo estar aquí por muchos siglos apoyandolos como al rey.

Dean se voltea y avanza. Enseguida Amaris lo sigue.

—Dean, espera. —logra detenerlo— lo siento, no debí decir eso.

Él se voltea por completo.

—No importa Amaris.

Ella le sonríe.

—Bueno, tengo que irme. Mi manada me necesita.

—¿Tan pronto? —ella asiente— ¿Volverás?

—Claro, tengo que saber que pasa con su Rey.

Dean asiente.

De da un paso adelante mientras se arma de valor.

—Amaris, eres muy hermosa. Me causó alegría haberte visto de nuevo.

Ella ensancha su sonrisa.

—Gracias Dean.

—Tan bella como la Luna. —lleva su mano a su nuca.

Amaris suelta una risita.

—Eso quiere decir mi nombre.

—Es un nombre hermoso.

Dean observa fijamente sus ojos. Baja la vista y se detiene en sus labios. Eso ocasiona los nervios en Amaris.

—Debo arriesgarme —emite y se acerca a ella.

—Dean. —susurra Amaris al ver sus intenciones.

Suspira y asiente. Coloca su mano en su pecho y en un instante, siente sus labios sobre los de ella. Torpemente comienzan a besarse, un beso lento que empieza a volverse más rápido. Dean coloca su mano en su nuca. Continúan besándose. Amaris se aferra de su camisa. Se besan con intensidad acoplandose a aún ritmo, ignorando sus propios colmillos al rozar.

—Dean. —murmura ella entre el beso y se aleja un poco— no, soy mayor que tú. —emite agitada.

—La edad no me importa Amaris.

Vuelve a besarla.

Ambos retroceden sin cortar el beso.

No obstante, Amaris reacciona y lo empuja con fuerza logrando alejarlo.

—No Dean, esto está mal. Nos pueden ver. No quiero causarte problemas.

Él lame sus labios y rápido se recupera.

—No me importa Amaris. Siento algo por ti. Mi anillo, tú diosa Luna, lo sabe...

—No sigas —Amaris lo interrumpe— somos diferentes. Pertenecemos a diferentes reinos. Siempre a existido una guerra entre nosotros.

—Y nosotros podemos cambiar siempre la misma historia.

Ella niega.

—Lo siento Dean, esto no puede ser. No vamos a iniciar una nueva guerra cuando una aún no termina. —lo mira con tristeza— esto es prohibido.

Dicho esto y ella se da la vuelta. Apresura sus pasos mientras se marcha por el pasillo.

Dean gruñe y se voltea. Observa la libreta, la abre y busca la última página. Mira con detenimiento el dibujo que se encuentra plasmado en la hoja blanca.

—Amaris —murmura mientras mira fijamente su rostro dibujado por él.

...

Mientras tanto, Owen entra a su habitación. Harto, molesto, frustrado con los nuevos problemas del reino que tiene que resolver. Apenas cierra la puerta y ya nota su presencia.

—Quedamos en vernos más tarde.

—No puedo esperar. —le responde Ana Liz desde la cama. Ella cruza sus piernas mientras lo observa divertida.

Owen medio sonríe, borra su sonrisa antes de voltear a verla.

—Me escapé de mi madre.

—No debiste hacerlo.

—¿Le temes?

—No, simplemente no quiero batallar con ella.

—Mi madre aprueba esto.

—No le quedó opción.

Ana Liz sonríe y se pone de pie. Avanza hasta él divertida.

—Nadie se interpone, ya todos los saben. —al llegar coloca sus manos en sus hombros—¿Cómo se encuentra el nuevo Rey?

Owen la obseva fijamente. Antes de darle una respuesta, le roba un casto beso en los labios.

—Es mucha responsabilidad. Algunos no están de acuerdo en que sea su rey.

—Lo haz hecho bien Owen. Desde hace un mes, la Corte no a venido excepto ese mensajero pero se marcha enseguida.

—Viene a ver a Darren y a que cumpla bien mi cargo como Rey.

—Y no a habido queja.

Owen asiente.

Acaricia su mejilla y la besa. Ana Liz ladea la cabeza para más facilidad.

—Acabo de hablar con la hija de Iván. —le dice al alejarse. La esquiva con facilidad y se dirige a la cama—el trato seguirá siendo el mismo. Le sorprendió que yo fuera el nuevo rey. —Owen termina por sentarse en la esquina de la cama— un reemplazo.

—Deja de decir eso.

Ana Liz se da la vuelta.

Owen gruñe.

—Es la verdad Liz. Nadie a tomado seriamente el que sea su rey. Ni la Corte. No hubo coronación, nombramiento o celebración. La Corte no me obligó a buscar una reina como reemplazo, para ellos no le importa que gobierne solo. Esto es patético. Nunca estuvieron de acuerdo.

Ana Liz nota sus ojos volverse rojos.

—Owen, controlate.

—Ya no quiero ser su rey.

Ella sin dudar, se acerca a él.

—Es lo que querías, lo estás haciendo muy bien. —llega hasta él y sin pedirle permiso, se sube arriba de él— Owen, eres un buen rey.

—No tanto como Darren.

La sujeta de la cintura.

—Deja de compararte con él.

—No puedo Liz. Él es el rey que todos quieren. Que el Castillo merece.

Ana Liz evita responderle y coloca sus manos en sus hombros.

—Olvidate de todo. —se inclina y lo besa. Owen le sigue el beso hasta que se aleja de ella —yo te puedo ayudar.

Él le sonríe dejando expuestos sus colmillos.

—No todo está mal.

Sube su mano, la coloca en su nuca y la acerca a él hasta lograr besarla con desesperación. Ana Liz se aferra de sus hombros. Sin evitar, suelta un gemido entre el beso y comienza a mover sus caderas causando un gruñido de su parte.

—Liz —Owen se obliga a alejarse de ella. Nota en sus labios una gota de sangre— no sé en que momento acepté esto.

Ana Liz lame sus labios y le sonríe.

—¿Y te arrepientes?

Él niega sin dudar.

—De hecho, que Darren siga en su descanso, es lo mejor. —vuelve a besarla. Sin embargo, esta vez Ana Liz se mantiene quieta sin seguirle el beso.

Reacciona y rápido se aleja de él.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que nos conviene a los dos.

Su mirada se vuelve seria.

—Claro, a ti te conviene. Seguirás siendo su rey. Ordenando en este Castillo. —lo ve molesta— no puedo creerlo Owen.

Enseguida ella se pone de pie. Se voltea mientras se dirige a la puerta.

—Liz, niña me haz malinterpretado. No quise decir eso.

—¡Lo dijiste Owen!

Ana Liz está por abrir la puerta cuando es jalada por él.

—No te vayas.

—Sueltame —le pide y tras varios segundos. Owen la libera— yo sí quiero que Darren despierte a diferencia de ti.

—No lo decía por el cargo de rey. —Ana Liz se cruza de brazos molesta. Owen gruñe y da un paso atrás— lo decía por nosotros, por esto que existe. Sabés lo que pasará cuando Darren despierte. En el momento que se entere que me relacioné con su hija, querrá matarme. Me refería que aún tenemos tiempo para estar juntos. De esa maldita manera, yo veo las cosas.

Ana Liz baja sus brazos.

—Owen...

—Vete

Ella niega.

Él gruñe. Siente sus uñas crecer y sin dudar, se termina marchando con velocidad de la habitación.

Owen se detiene al estar lejos. Justo en el pasillo mientras gruñe sin importar las miradas que recibe. Se obliga a controlarse. Avanza y coloca sus manos en el barandal mientras agacha la vista. Cierra sus ojos un momento, siente sus uñas disminuir al igual que sus colmillos. Logra controlarse sin embargo, su presencia logra molestarle.

—Largate.

Owen abre sus ojos y se endereza.

—¿Se le ofrece algo al rey? Un poco de control.

Gruñe y desvía la vista en Esteban. Él se encuentra a su lado recargado en el barandal.

—No estoy para soportarte.

—Yo estoy para servirle al rey.

Esteban gira a verlo con burla.

Owen sujeta con fuerza el barandal.

—¿No supone que aún no lo aceptas? Te molesta que sea su rey. Tú Rey.

—No te creas tan importante convertido. —él regresa la vista al frente. —con todo respeto mi rey, ya aprendí que debo aceptarlo. Son tantas cosas que suceden aquí y no estoy de acuerdo sin embargo soy obligado a aceptar. Tengo cosas más importantes que hacer para darle importancia a eso.

Owen disminuye su agarre.

—Entonces lárgate —regresa la vista al frente.

Esteban gira a verlo y lo analiza.

—¿Problemas con criatura? Es fácil adivinarlo, todo este tiempo los he visto juntos, disfrutando su vínculo mientras nos restriegan en la cara su felicidad a aquellos que no tenemos a nuestra alma. —se señala a el mismo con su dedo— ¿Qué sucede? Es raro verte solo, sin ella, apunto de acabar con todo el reino.

Owen gruñe al escucharlo.

—No te incumbe.

—Dejame ayudarte.

Él niega y gira a verlo.

—Ahora te importa lo que me pasa.

—El odio no a cambiado.

Owen gruñe, suelta el barandal y se voltea.

—¿Entonces? Ahora quieres ayudar a todo el maldito mundo, te crees San Esteban.

El rubio vampiro borra su sonrisa.

—No lo hago por ti, lo hago por criatura. A esa niña la aprecio, quiero verla feliz y lamentablemente, su maldita felicidad eres tú. —hace una corta pausa— hice una promesa, adoro esa niña como si fuera mi propia hija, por supuesto que me voy involucrar en todo lo que tenga que ver con ella. No quiero un reclamo de pequeña.

Owen desvía la vista.

Se rinde y decide contarle.

—Ella malinterpreto mis palabras. Por una parte, está bien que Darren aún no despierte. Ella cree que me refería para seguir en el cargo cuando yo me refería para tener tiempo de estar juntos.

Gira a verlo y se cruza de brazos.

Esteban asiente.

—Tienes mucho que aprender convertido. La solución es tan fácil. Escucha —él se voltea quedando frente a frente— habla con ella. Dale una disculpa. Convencela, solucionenlo, es mejor la reconciliación. —inquiere con una perversa sonrisa.

Owen gruñe y se recarga en el barandal.

—No voy a rogarle.

—Lamento decirte que vas a desperdiciar el tiempo que te queda en cosas estúpidas.

Owen gira a verlo.

—Convertido, nada tiene que cambiar cuando el desgraciado de Darren, despierte.

—Olvidas la parte donde querrá arrancarme la cabeza.

—Y por primera vez no estaré de acuerdo. —sus palabras causan la sorpresa en Owen— te odio y eso deseo que pase pero sería dejar sola a criatura. Nadie, ni Darren puede intervenir en un vínculo. No puede intentar separarlos. —Esteban hace una corta pausa— voy a apoyarlos. Hablaré con él pero aquí el que debe dar la cara, eres tú convertido. Si tanto te importa criatura debes enfrentarte a su creador. —hace una mueca— será una batalla difícil, estamos hablando de Darren— lo observa fijamente— pero puedes lograrlo. Lucha por criatura y arregla esto.

Dicho esto y se da la vuelta.

Owen confundido lo observa irse por el pasillo.

De pronto, Esteban se detiene. Gruñe y se voltea.

—¡Que esperas! ¡Criatura no tiene una eternidad para esperarte!

Owen gruñe y a regañadientes, con velocidad lo alcanza.

—No puedo creer que te esté haciendo caso. —le dice mientras avanza junto a él.

Esteban sonríe con burla.

—Vas a escuchar los mejores consejos convertido. Toma nota —ensancha su sonrisa. Oculta sus manos en sus bolsillos mientras ambos avanzan por el pasillo rumbo a una misma dirección.

...

—Hazlo —Esteban señala la puerta con su cabeza.

—No quiero batallar con la humana de Darren. —emite en voz baja.

Esteban se recarga en la pared.

—Pequeña no está, yo la ví salir. Está con bombón. Cualquier cosa, yo la entretengo. Ahora entra de una vez convertido.

Owen gruñe y toca la puerta.

Espera unos cortos segundos y esta es abierta por Ana Liz.

—Owen

—Hay que hablar. —inquiere y desvía la vista sin ver a Esteban cerca. Enseguida regresa la vista en ella.

—Entra.

Ana Liz le permite el paso.

Owen se adentra. Al estar en la habitación, rápido observa alrededor dándose cuenta que ni Aylin, ni Darki están en la habitación.

Ana Liz cierra la puerta y se acerca a él.

—Mi madre salió con Ashley. Darki la siguió.

Owen asiente y se da la vuelta. Ambos se observan fijamente y al mismo tiempo emiten:

—Lo siento.

Ana Liz ríe y enseguida guarda silencio.

—Lo reconoces.

—Siempre reconozco mis errores Owen. Sé en que momento disculparme. —él asiente y coloca sus manos detrás de su espalda— lo siento, no debí pensar eso de ti. Estás con una niña inmadura que no piensa bien las cosas antes de decirlas.

—Ya no importa.

Ana Liz le sonríe.

Enseguida él llega con velocidad hasta ella y la acerca más a él. Coloca sus manos en su cintura y sin dudar, la termina besando.

Trás unos segundos, se obliga a alejarse de ella.

—No quiero arruinar esto Owen. —Ana Liz coloca su mano en su rostro— he disfrutado tanto el tiempo que hemos estado juntos.

Sin darle una respuesta, la vuelve a besar.
Ambos retroceden sin cortar el beso. Owen con velocidad la obliga a darse al vuelta, sus manos las coloca en su rostro hasta que Ana Liz choca contra la cama.

Ella se aleja y toma una bocanada de aire. Lo observa divertida. Coloca su mano en su pecho y empieza a desabrochar el primer botón de su camisa.

—¿Quieres que vuelva a pasar?

Fija la vista en sus ojos.

—Por supuesto.

Ana Liz sonríe ampliamente.

—Es la primera vez que estamos de acuerdo en algo. —le dice y lo termina besando.

Ana Liz termina por sentarse en la cama mientras se deshace con rapidez e impaciencia de su camisa. Ella misma se quita su suéter y lo lanza sobre la cama sin dejar de besarlo. Owen coloca sus manos en su cintura, las desliza hasta llegar al raz de su blusa y enseguida cuela su mano. Con desesperación, logra quitársela. Ana Liz termina acostada en la cama. Deja de besarlo y con facilidad se acomoda en el centro. Owen la observa con detenimiento, se encarga de quitarle los zapatos. Apoya sus manos en la cama y con velocidad llega hasta su rostro, quedando sobre ella.

Ana Liz se inclina y le da un casto beso.

—Deberia llevarte a mi habitación.

Ana Liz amplia su sonrisa.

—Cambiare las sábanas. No puedo esperar.

Owen le sonríe dejando visibles sus colmillos.

—No debí hacerle caso a sus consejos.

—¿De qué hablas?

—Olvidalo. —le responde él y vuelve a besarla con desesperación. Coloca una de sus manos en la cabecera de la cama y la otra la coloca en su cintura. Continúa besándola un corto tiempo hasta que se aleja de ella y oculta su rostro en su cuello dejando cortos besos. Ana Liz se estremece al sentir sus colmillos rozar su piel. Ella desliza sus manos por su espalda y se aferra a ella.

Owen termina por alejarse de ella. Ambos se observan a los ojos. Ana Liz sin importarle ese tono carmesí en ellos. Siente su fría mano deslizarse por su vientre. Owen llega al botón de su jeans y con velocidad, se aleja de ella y rápido lo desliza por sus piernas logrando quitarselo.

Ana Liz se apoya con los codos. Lo observa divertida y lame sus labios. Enseguida Owen se coloca arriba de ella. Ana Liz enrreda sus piernas alrededor de su cintura. Coloca sus manos en sus hombros y lo acerca a su boca hasta lograr besarlo. Owen gruñe contra su boca, ella recibe un leve mordisco por sus colmillos y sin preámbulos, ambos se ayudan a deshacerse del resto de su ropa. Con deseo ese vampiro la observa, la vuelve a besar y la hace de una vez por todas, suya.

+++

Por otro lado, Aylin camina por los pasillos ignorando las miradas que recibe de varios vampiros. Continúa avanzando hasta que un rubio vampiro aparece frente a ella causando que se detenga.

—¿A dónde vas con tanta urgencia pequeña?

Ella retrocede un paso.

—Esteban. —coloca su mano en su cintura— regreso a la habitación con Ana Liz. Espero que esté ahí.

—Te sugiero no ir. —ella lo observa con atención— me refiero a a que no vas a encontrarla. Hace poco la ví con el convertido.

Aylin suspira.

—Lo sé, me avisó que iría a verlo, no esperó mi permiso para irse. —Aylin hace una mueca— últimamente, la siento lejos. Cada vez pasa más tiempo con Owen y me molesta.

—Los celos de madre, descuida pequeña es lo más normal.

Ella se cruza de brazos.

—Criatura está creciendo y aunque nos moleste, el convertido es su alma.

—No debí dejar que lo conociera.

—El destino iba unirlos tarde o temprano. De esta forma o distinta. Tienes que aceptarlo pequeña.

Ella resopla.

—Es mi hija Esteban. Él no la tuvo siete meses. Él no la a cuidado todo este tiempo. Owen no tiene derecho...

—Pequeña —Esteban coloca sus manos en sus hombros— controlate. Esto tenía que pasar.

Aylin suspira.

—¿En qué momento creció tan rápido?—murmura. Esteban la obliga a darse la vuelta y ambos avanzan por el pasillo.

—Es parte de la vida supongo.

—Mi niña.

Aylin sonríe con nostalgia.

—No debe cambiar nada pequeña, ella seguirá siendo tú hija.

—Lo sé Esteban. Simplemente me afecta verla con Owen y no conmigo. Siempre hemos sido muy unidas apesar de todo. —Aylin se abraza a ella misma— pero supongo que debo aceptarlo. Debo dejar que disfrute el tiempo que le queda antes de irnos. Después, no volverá a ver a Owen.

—En el mundo mortal serán las cosas iguales.

—Pero al menos Ana Liz no tendrá que estar con un vampiro.

—Tu hija no es normal pequeña. Ambas ya pertenecen aquí.

Esteban oculta sus manos en sus bolsillos.

—¿Sigues pensando en irte?

Aylin se detiene. Él imita su acción. Sin verlo asiente.

—Yo no voy a detenerte. Siempre has tenido la libertad fuera de aquí. El cambio es drástico para pasar tu eternidad aquí encerrada.

Aylin finge una sonrisa y gira a verlo.

—Podras ir a a verme. Siempre serás bienvenido en mi mundo Esteban, allá afuera.

Él le sonríe ampliamente.

—Lo sé pequeña. Aunque recuerda que tú vida será diferente al ser vampiresa.

Ella asiente.

—Voy a acostumbrarme.

—La eternidad no es tan mala pequeña. Seras eterna y siempre vas a conservar esa belleza.

Aylin le sonríe.

—¿Olvidando la parte del cambio de mi alimentación?

—Ya te explicamos que no necesariamente debes matar humanos. Basta con beber de su sangre.

—A eso le temo Esteban. —ella comienza avanzar mientras es seguida por él y rápido logra alcanzarla— perder el control. Hacer daño. Ser mala. No quiero, aún es difícil de aceptar esta nueva vida que tendré en el momento que Darren me convierta.

—Es preferible pequeña a verte morir.

Ella se detiene. Observa a Esteban en su faceta serio.

—El cambio te esta debilitando. Que alimentes a Darren está acabando con tú vida. Su sangre no te ayuda mucho. Él tiempo se está acabando pequeña.

Ella dura segundos en responder.

—Lo sé. Han pasado dos meses desde entonces y sé las consecuencias. Si Darren sigue sin despertar, yo seguiré empeorando. Tengo miedo a morir.

Esteban sin dudar la abraza.

Aylin rodea sus brazos en su espalda mientras oculta su rostro en su pecho sin derramar ninguna lágrima.

—Si pudiera, yo lo haría. —gruñe y se aleja de ella— no es justo. El convertido ya despertó hace un mes.

Aylin marca distancia y se encoge de hombros.

—Darren es diferente a él.

—Lo sé pequeña. El tiempo depende de cada vampiro. Owen es más débil, es un convertido y es obvio que a Darren le tomará más tiempo en despertar al ser un vampiro más fuerte, un purasangre. Esa maldita sangre le afectó más.

Aylin asiente.

—No quiero seguir hablando de lo mismo. Solo tenemos que esperar.

—Tengo mucha paciencia pero no tanta. —bromea él causando una leve risa en Aylin. —solo quiero tener la seguridad que nuestra relación, amistad como quieras llamarle, no cambiará nada cuando seas vampiresa. Juralo.

—Lo prometo Esteban.

—Es una promesa pequeña.

—He cumplido ya con una. —le sonríe.

Ella da un paso adelante, busca cambiar de tema y curiosa, emite:

—¿Cómo va el hechizo para traer de vuelta a Nohemí?

Esteban se vuelve serio.

—Mal. Todo este tiempo Lezy a investigado, le he ayudado y no encontramos el hechizo completo. Ni para revivir a Nohemí, ni para despertar a Darren. —hace una corta pausa— la verdad pequeña es que estoy perdiendo la esperanza. Nada puede regresarme a Nohemí. Debo resignarme. Es más fácil dejar de existir y encontrarnos en el infierno. Sin embargo, aún no estoy listo para dejar mi eternidad. Por más que quiero, aún no supero su muerte. La extraño, la necesito y cada siglos, año, es peor.

—Confia en que Lezy lo encontrará.

Esteban se encoge de hombros.

—Eso espero. De lo contrario, voy a aceptarlo. De hecho ya he pensado en algo.

—¿Qué cosa?

—Bueno pequeña, en este momento ninguno de los dos tiene a su alma. La diferencia es que tú tienes la posibilidad de que Darren despierte y yo ya perdí a Nohemí para siempre. Aún estamos solos y nos podemos hacer compañía.

Aylin luce incómoda.

—Yo no tengo problema.

—Esteban, no quiero sonar grosera.

Él le sonríe.

—Haces bien pequeña, espera a tu amado.

Aylin asiente y le devuelve la sonrisa.

—Seré obligado a ver al resto con sus almas. Primero tú con Darren, bombón, nena, criatura incluso Dean.

—¿Dean?

—Con la lobita.

Aylin frunce el ceño.

—¿Amaris es...?

Esteban asiente antes de que ella termine la pregunta.

—Vaya.

—Si, los acabo de ver hace poco juntos. Estoy muy orgulloso de él. —Esteban recuerda dicha escena. Desde lejos los vio besarse— lástima que no todos respetan un vínculo. —acaricia su mejilla— ve a ver a Darren, te puede ayudar.

Dicho esto y Esteban se da la vuelta.

Aylin suspira. Sus palabras se repiten en su cabeza. Asiente y se voltea mientras se dirige rumbo a esa habitación.

(...)

Aylin está por llegar a la habitación. Le faltan poco para llegar a esa puerta, sin embargo, enseguida es detenida por Carlos al colocarse frente a ella.

—¿Podemos hablar?

Aylin lo analiza.

Todo este tiempo lo a evitado sin embargo siempre pregunta por él a esas vampiresas.

—Carlos...

—No para discutir, solo necesito hablar contigo, por favor.

Ella lo duda un instante y termina por aceptar.

Carlos la guía a su habitación. Pasan cerca de esa habitación. Aylin se deja guiar por él hasta llegar a su habitación asignada.

—Entra

Carlos le permite el paso. Aylin se adentra, rápido le observa alrededor y se da la vuelta viendo la puerta ser cerrada por él.

—Solo quiero saber si es cierto. He escuchado rumores de ti. —Carlos se acerca unos pasos dejando una corta distancia entre ambos— ¿Es cierto que Darren te convirtió? Necesito escucharlo de ti.

Aylin lo observa fijamente.

Finalmente, asiente.

—No soy del todo vampiresa hasta que Darren me convierta por completo. Cuando despierte, es lo primero que le voy a pedir que haga. Ya lo acepté Carlos.

—No debió hacerlo. —se cruza de brazos— serás como ellos ¿te quedarás aquí?

—Pienso irme con Ana Liz. Trataré de seguir mi vida normal.

Carlos asiente.

—Tambien me iré. Solo estoy esperando a que acaben con Victoria y después quiero irme de este Castillo. Me cambiaré de país, no sé. Quiero olvidar, hacer una nueva vida. —la observa fijamente— de hecho, quiero informarte que apenas esto acabe, te daré los papeles de divorcio. Ya acepté que te perdí y no voy a recuperarte. No logré que nuestra amistad de años, se convirtiera en amor. Solo yo me hice ilusiones Aylin. —ella pasa saliva al escucharlo— no quiero que cambien las cosas entre nosotros. Te quiero seguir apoyando. Ya no quiero estar separado de ti, déjame ayudarte. Déjame estar cerca aunque sea como amigos.

—Carlos...

—Lo sé, muchas veces me equivoqué. —la interrumpe— no es fácil Aylin, todo esto, verte asi. Verte con Darren, no lo es pero siempre he querido tu felicidad y lamentablemente es con él. Tú ya elegiste este mundo sobrenatural.

Aylin se cruza de brazos.

—Lo siento.

Ella le sonríe, corta la distancia y lo abraza.

—Gracias Carlos, el cariño hacia ti. No cambia nada.

Él sonríe al escucharla.

—Sabés, aunque seas esto, tampoco el amor que siento por ti cambiará. —se aleja de ella— serás la primera y única vampiresa que tendrá mi aprecio.

—Basta Carlos.

Él se aleja de ella tres pasos.

—Serás como Darren. Beberás sangre humana. Serás eterna ¿estás lista para todo eso?

—Carlos, es suficiente. Valoro tus palabras pero no quiero hablar de esto. De algo que tú no estás de acuerdo.

Él asiente.

—Tienes razón. No quiero arruinar este momento. Lo siento y era todo Aylin.

Se voltea y avanza a la salida. Abre la puerta y gira a verla.

—Gracias por escucharme.

Aylin asiente y comienza a caminar hasta la puerta. Antes de salir, le da un casto beso en la mejilla. Carlos finge una sonrisa mientras la analiza y observa con detenimiento sus ojos.

—Adiós Carlos.

Aylin termina por salir de la habitación.

Carlos cierra la puerta y se recarga en ella.

—Tengo que salvarte Aylin. —murmura mientras piensa que hacer.

(...)

Mientras, Aylin sorprendida avanza por el pasillo sorprendida. Recuerda la reciente conversación con Ashley. Ella se niega a tener que alejarse de Carlos y de su propia hija. Aylin confía en que podrá controlarse. Cree que podrá seguir su vida de antes sin embargo todo es un cambio.

Continúa avanzando mientras las ideas le atormentan.

...

Finalmente, se detiene frente a la puerta. Sin necesidad de regresar a su habitación, toma la linterna que se encuentra colgada en la pared. Justo cerca de la puerta.

Hace tiempo tuvieron problemas al Ana Liz haberla usado para ver a Darren y perderla. Solicitaron otra. La siguiente, Aylin olvidó donde la dejó en la habitación por más que buscaron. Volvieron a solicitar otra y trás una idea de Esteban, la linterna se mantiene en el mismo lugar.

Ella se encarga de encenderla. Abre la puerta con facilidad y entra. Termina por cerrar la puerta y se voltea mientras ilumina la habitación con la linterna. Logra ver a Darren en el mismo lugar. En el mismo estado.

Aylin avanza, a medida que se empieza más a acercar, nota sus colmillos sobresalir de su boca. Se empieza a preocupar al verlo más pálido y ver esas venas que resaltan en su rostro.

De pronto, se detiene al la linterna parpadear y apagarse. Ella maldice y golpea la linterna con su mano. Agacha la vista y tras dos intentos, la linterna vuelve a encender.

Aylin alza la vista y posa la vista en la cama. La sorpresa, el susto, la preocupación le invade al ver la cama vacía.

—Da... Darren —logra decir y mueve la linterna mientras lo busca por la habitación.

Miles de emociones se mezclan, se apoderan de ella al saber que él, ya despertó.

Aylin se alerta al escuchar un gruñido. Siente su respiración acelerarse. Siente un escalofrío al apuntar con la linterna en una esquina de la habitación y verlo de pie. Rápido lo analiza.

Él descalzo, con la vista fija en ella con su transformación de vampiro presente.

—Darren

Aylin medio sonríe.

Y de forma inesperada, con velocidad él llega hasta ella. Aylin sin evitar suelta un grito al ser atacada por él.

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