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Capítulo 39 ✗ Intruso

  🦇 E S T E B A N 🦇
Salir de esa casa, con el pretexto de ir a cazar solo fue una vil excusa. En parte cierta, en parte falsa pero solo fue para huir. Aveces no estoy con ánimos para batallar con dos humanas, un Darren molesto y todos los problemas que están ocurriendo. Después de todo, son sus humanas. Puede que le ayude a protegerlas por el afecto que le tengo a pequeña, con esa criatura es difícil tener un acercamiento. Prefiero a la primera humana, pero aún así tienen las dos mi protección.

Me adentro más en el bosque. Un maldito bosque solitario donde no percibo ninguna víctima cerca. Tampoco quiero ir a buscarlas, prefiero vagar solo, siendo mis propios pensamientos una tortura.

Gruño al recordar la escena de hace rato.

Realmente me molesta que ese convertido haya encontrado a su alma. No tiene derecho y mucho menos que sea criatura. Desconfío de él, de ella. Ambos fingen bien. No me esperé esa reacción de él, un motivo más para molestarlo aunque niegue ese vínculo.

“Tan parecido a Darren”

“Tenian que ser Valentains”

De pronto me detengo y observo a mi alrededor. Oculto mis manos en mis bolsillos y curvo una sonrisa.

—¿Crees que no me dado cuenta que me estás siguiendo? —emito en voz alta.

Puedo sentir su presencia cada vez más cerca.

—Dejate de juegos absurdos. —rapido me doy la vuelta y lo busco— ¿Qué quieres?

—Hacerte compañía.

Desvío mi vista al escucharlo y lo veo a una cierta distancia de mi.

—No quiero tu compañia. Fui lo bastante claro contigo.

—¿Por qué te molestas tanto Williams? ¿Por qué actúas así solo conmigo? Siempre a la defensiva, sin ese lado burlón que te caracteriza.

Empieza a caminar, en ningún momento pierdo de vista sus movimientos.

—No te conozco, me causas cierta desconfianza.

—¿Podríamos conocernos?

Lo observo de arriba a abajo.

—No me interesas.

Me doy la vuelta y continuo avanzando.

—Cuando quiero algo, hago lo que sea para conseguirlo.

Gruño al verlo a un lado de mí.

—¿No tienes algo más importante que hacer que molestarme?

—Ire a cazar, podemos ir juntos. Compartir alguna víctima, prometo no arrebatarle la última gota de sangre.

Enseguida me detengo.

—No comparto a mis donantes y mucho menos con alguien como tú. —giro a verlo con una mueca— prefiero cazar solo.

Dicho esto y avanzo. Sin embargo un jalón me obliga a retroceder.

—La soledad no es buena Williams.

Gruño y me safo de su agarre en mi brazo. No me esmero en ocultar en estas alturas mi transformación.

—Pues la prefiero a estar contigo.

Él sonríe con malicia.

Noto sus colmillos crecer, sobresalir de su boca al igual que los míos.

—Dame una oportunidad Esteban. Date la oportunidad de conocerme.

—No quiero repetir lo mismo. —doy un paso adelante— aléjate ¿De qué otra forma quieres que te lo explique? Tengo otras prioridades ahora.

—Prioridades que no te corresponden. Esa no es tu humana. Que nuestro Rey se haga cargo de ella.

Lo miro con interés.

—Estas lo bastante informado.

Se encoge de hombros.

—Solo quiero saber sobre quiénes te rodean.

—Un motivo más para desconfíar de ti. —me cruzo de brazos— ¿Crees que no me he dado cuenta que me estás siguiendo a todos lados donde voy? ¿Qué me vigilas?

—Es el interés Williams, quiero acercarme pero tú no me lo permites.

Musito.

—He tenido que seguirte, lo confieso. —sonrie siendo obvios sus colmillos— he estado vigilando esa casa con la espera a que salgas, oculto de todos los que te rodean.

—No es justo que tú tengas mucha información sobre mí, sobre todos nosotros y yo no sé nada de ti.

—Pregunta lo que quieras. —extiende sus brazos.

Desvío la vista y hago una mueca.

—Alejandro Blade, por más que lo pienso, jamás he escuchado de ti. —regreso la vista en él— no te he visto en el Castillo y es completamente raro. Todos nosotros debimos estar ahí y más porque se nota que no eres un convertido.

No borra su sonrisa, aquella que me molesta.

—Y no te equivocas. No soy un convertido. Jamás he estado en el Castillo. En aquel tiempo tuve que ocultarme muy bien de la Corte, ellos mandaron matar a todo vampiro rebelde que no aceptara ir al Castillo. Yo fui uno de ellos, prefiero la libertad que estar encerrado con reglas a seguir. Tuve enfrentamientos con los guardias que mandaron, sobrevivi con escasa sangre al tener que estar oculto todos estos años. Ahora no tengo porque ocultarme, he escuchado sobre los rumores. Ya somos libres de nuevo.

Lo miro con desconfianza.

—¿Quiénes son tus creadores? Para mí eres un vampiro que no existe. —lo observo con detenimiento— y justamente, ahora apareces. Lo bastante raro.

—Fue coincidencia que nos conociéramos en ese lugar.

—No lo creo.

—Es la verdad Esteban. Te ví con esa humana, te me hiciste interesante a conocer, muy atractivo. Nada más. Esa noche solo buscaba diversión, lástima que no pensamos lo mismo.

—No has respondido a mi pregunta.

Él ríe y desvía la vista.

—Ya veo el interés de conocernos.

Me doy la vuelta y avanzo.

—Mis creadores están muertos. —me detengo al escucharlo. —La Corte los eliminó por considerlos débiles. Siglos atrás cuando buscaban cual familia vampírica era más fuerte para ponerla al mando del Castillo real. Los Valentains fueron los elegidos, calificaron a las demás familias inferiores, un rango bajo. Aquellos que se consideraron muy débiles los eliminaron, entre ellos mis creadores, Divel Blade y Antonella Grees. Al ser hijo único, tuve que huir del Castillo a una corta edad, sobrevivir a toda esta eternidad que llevo.

—Tragico. —emito y me doy la vuelta— un poco aburrido la verdad.

Se encoge de hombros.

—Fue hace muchos siglos, ya lo acepte. Ya estoy acostumbrado a estar solo.

—¿Entonces por qué me buscas?

—Creo que nos podemos entender muy bien Williams.

Se empieza acercar.

—No te compares conmigo. Se me hace tan extraño todo esto.

—Ya te conté sobre mí, ¿qué más quieres saber? No oculto nada. —se detiene a una cierta distancia de mi.

—Nada ocultas. —repito mientras lo observo— entonces, ¿No tendrás problema en presentarte frente a nuestro Rey? Convivo con él, si tanto quieres conocerme, no te importará conocer con quiénes me relaciono.

—Adelante. Déjame ser parte de tu grupo.

Niego.

—No llevaré a un extraño con ellos.

Lo observo con desconfianza, aunque admito que causa mi interés.

—No tengo intenciones de causar daño, lo único que quiero es que no me rechaces. Mi único interés eres tú Williams. Realmente me interesas.

Gruño al escucharlo.

—Que lástima que no pensemos lo mismo.

—¿A qué le temes? ¿A traicionar a tu alma conmigo? Ya no existe más.

—De nuevo. De nuevo sabés demasiado de mi. —mascullo con irritación.

—Ya sabés el porqué.

Paso mi lengua por mis colmillos.

—Sera mejor que te largues. Ni siquiera deberia estar hablando contigo, ya alguien debió robarme un donante por estar aquí contigo. Ya fui claro contigo, pierdes tu tiempo Alejandro.

—Me gusta cuando pronuncias mi nombre en voz alta.

Gruño.

Enseguida lo tengo frente a mi. Rápido me pongo alerta, dispuesto a atacar.

—Escuchame bien Williams, no pienso aléjarme hasta conseguir lo que quiero. De una vez te digo que me verás muy seguido, no te dejaré en paz hasta que me aceptes.

Lo observo fijamente.

Rápido aparto la vista al posarla en su boca.

“Control Esteban”

—Deberias darte una oportunidad conmigo. Dejar esa aburrida soledad que llevas. Si sigues así tú eternidad seguirá siendo aburrida.

Regreso la vista en él, me sonríe y termina por desaparecer con velocidad.

Gruño mientras niego.

De pronto las ganas de beber sangre se han esfumado.

+++

Al menos cuando regresé a casa, los problemas se habían acabado. Bombón tuvo que irse al Castillo y agradezco que se haya llevado al maldito convertido con ella. Me molesta que Darren no lo haya eliminado. Pensaba en quejarme con él, sin embargo, prefirió salir a cazar.

Una vez más a cargo de estos tres mortales.

Y aún asi se siente la soledad en esa casa al ellos dormir a estas horas de la noche. Es envidiable que lo hagan cuando nosotros no podemos hacerlo, nos conlleva a vigilar y buscar algo en que entretenerse.

Aprovecho el silencio para leer algún libro que suelo encontrar, buscar algo que me distraiga sin embargo, ni eso logra evitar que piense en Blade.

—No pienses en él. —me digo a mi mismo. Cierro el libro de golpe mientras observo la habitación.

Me causa mucha intriga. Muchas teorías con él. Lo vínculo con todo esto que está sucediendo pero tengo mis propias dudas. Ya no sé que pensar.

Dejo el libro sobre la cama y me pongo de pie. Rápido salgo de la habitación y avanzo por el pasillo.

De pronto me detengo al pasar cerca de su habitación. Siento la presencia de solo dos mortales. Rápido abro la puerta y me asomo. Maldigo al no verla. Cierro la puerta con cuidado y con velocidad corro en busca de ella.

Me toma segundos llegar a la cocina y detenerme frente a ella y observar con desagrado al vampiro que tengo enfrente.

—¿Qué carajos hacés tú aquí? No tienes permitido entrar a esa casa.

Dejo mis colmillos crecer.

—Necesitaba verte, entré y me encontré con una de tus humanas.

Él ladea la cabeza.

Cubro a pequeña con mi cuerpo sin permitirle verla.

—¿No se supone que debes estar dormida, en la habitación como cualquier mortal? —emito dirigido a ella, sin dejar de verlo.

—Yo solo bajé por un vaso de agua y él... apareció de pronto.

—No tenía intención de lastimarla. Solo quería admirarla de cerca.

Gruño y me doy la vuelta.

Puedo notar sus palidez en ella, el miedo en su mirada y escuchar su corazón latir apresurado.

—Sube a la habitación pequeña, yo me encargo. —finjo una sonrisa.

Ella deja de verlo y fija la vista en mi. Asiente y avanza a la salida. Marca distancia con él, retrocede sin dejar de verlo y termina por abandonar la cocina.

Borro mi sonrisa, regreso la vista en él y con velocidad lo empujo sin soltarlo del cuello.

—No tienes permitido entrar aquí sin mi permiso. No eres invitado a entrar.

—Ya lo sé, no espero una invitación tuya cuando siempre me la niegas. Pensé en entrar sin ser invitado.

Ejerzo fuerza. Sin embargo él no tiene intenciónes de defenderse. Me impresiona que en estas circunstancias oculte su transformación y se muestre sereno.

Gruño y lo suelto. Marco cierta distancia con él.

—No puedes entrar aquí y mucho menos si están ellas aquí. Eres un peligro para esos mortales.

—No iba hacerles nada. No lastime a esa humana, de otra forma fácil hubiera bebido su sangre.

—Y yo fácil te hubiera eliminando o peor, dejar que Darren se encargue de ti.

—No quiero tener problemas con nuestro Rey. Ya te dije que vine solo a verte. Sé que esas humanas son importantes para ti, no pienso hacerles nada. Quedan prohibidas.

—Que hayamos hablado no significa nada. Solo me hartaste, tenía curiosidad nada más.

Él amplía su sonrisa.

—Entonces ya causé tu interés.

—No es lo que dije. —gruño y retrocedo—. Me refiero a... Conocer tus intenciones... No confío en nadie, todos son sospechosos. —gruño y paso mi mano por mi rubio cabello— escucha Blade, largate. No quiero que me causes problemas con Darren si regresa y te ve aquí. Y más si se entera que estuviste cerca de sus humanas.

—Yo no tengo problema con que me vea. Será una oportunidad para que nos presentes.

Empieza a caminar por la cocina.

—No lo haré. —mascullo con irritación— Vete antes de que pierda el control.

—Me iré. —con velocidad llega cerca de mi— pero ten por seguro que volveré. Espero poder hablar en otras circunstancias.

Sonríe y se da la vuelta. Empiezo a seguirlo hasta verlo salir por la puerta.

Gruño y con velocidad corro hacia arriba. Me detengo frente a la puerta y con cautela la abro, me asomo viendo a pequeña caminar de un lado a otro por la habitación, cruzada de brazos. Se detiene al verme.

—¿Se fue? —murmura.

Asiento.

Le doy una rápida mirada a ese mortal y a su hermosa hija que aún duermen en esa cama. Regreso la vista en ella.

—Ven acá.

Salgo de la habitación, avanzo unos pasos y me doy la vuelta. A los pocos segundos, ella sale mientras se abraza a si misma.

—¿Lo conoces? —habla en tono bajo.

Asiento y me cruzo de brazos.

—Ya me encargué de él, no volverá a entrar sin mi permiso.

—¿Quién es? ¿Darren lo conoce?

—Darren no tiene porque saber de él. —pronuncio entre dientes. Gruño y bajo mis brazos— escucha mi pequeña, a ninguno nos conviene que él se entere de esto. Querrá arrancarme la cabeza si se entera que otro vampiro estuvo cerca de ti y yo lo permiti cuando se supone, estoy a cargo de cuidarlas.

—Lo sé y descuida, Darren no se enterara.

Le sonrio.

La escaneo.

—¿Te hizo algo? ¿Te dijo algo?

Ella niega.

—Crei que era una creación de Victoria. Bajé a la cocina por un vaso de agua y cuando terminé de beber, él entró a la cocina. Marcó distancia conmigo aunque fue obvia su desagrado al verme. Solo preguntó por ti y fue cuando tú llegaste.

—No a todos los vampiros les caen bien las humanas. No te confundas solo porque nosotros te apreciamos.

Ella asiente.

—Aun asi, gracias por aparecer Esteban. Te juro que no sabía que hacer. Me tomó desprevenida. De verdad desee que alguno de ustedes llegarán. Y sobre todo tuve miedo al pensar que iría por mi hija.

—No lo iba a permitir.

Asiente, ladea la cabeza y hace una mueca. Noto el nerviosismo al mover sus manos.

Sonrío divertido.

—Pregunta. —espeto.

Pequeña regresa la vista en mi.

—¿Él es de fiar? ¿Es tú amigo? No lo conozco.

—Ni si quiera yo lo entiendo. —me encojo de hombros— y tampoco quiero hablar de él. Después te cuento pequeña. Ya es tarde y debes regresar a dormir.

Asiente y se da la vuelta.

—Descansa, no sueñes con vampiros o con uno en especial. —sonrio burlón.

Ella se detiene frente a la puerta, toma la perilla y gira a verme.

—Al menos en mis sueños quiero descansar de vampiros. —me sonríe— nos vemos Esteban.

Dicho esto y entra a la habitación.

Observo la puerta cerrada y empiezo avanzar. Está vez pienso vigilar esa maldita entrada a la casa.

Al Día Siguiente...

—¿Es necesario que vayamos?

—Hija, ya hablamos sobre esto.

Sonrío con burla al ver la mueca de disgusto de la pobre de criatura. Disfruto para burlarme de ella y observar la escena desde las escaleras.

Se supone que es una despedida, al fin se largará ese maldito mortal que tanto a Darren como a mí nos disgusta. Y me alegro que al fin se vaya. No podía perderme esto, ni mucho menos mi desgraciado amigo que no deja de verlo.

—Yo puedo quedarme con Esteban.

Dejo de prestarles atención y desvío la vista en ella.

—No quiero que me causes problemas criatura, vete con tu madre.

—Ana Liz, no vas a quedarte. —interviene pequeña. —ya habíamos quedado en algo.

Ella bufa y se cruza de brazos.

—Pero promete que vamos a regresar. Yo no quiero irme de esa casa.

—Solo vamos acompañar a Carlos a la casa de sus padres, entiende por favor.

Me pongo de pie y me obligo a intervenir.

—Las voy a extrañar, verlas ambular por esta casa. Tan solo me acostumbré a su presencia.

—No es un despida Esteban. Van a regresar, yo me encargaré de eso.

—Deja que dramatice un poco Darren.

No recibo su respuesta.

Su mirada está atenta en ese mortal y en pequeña. Exactamente en sus manos unidas. Todo el desagrado en su mirada.

—Aylin, yo aún no estoy seguro de irme.

—Ya no eres bien recibido aquí mortal. —menciono— ya deja de causarnos problemas.

Causo la risa de criatura y recibo una mala mirada de pequeña y de él que poco me importa.

—Carlos, ya lo hablamos y es lo mejor. —pequeña deja de verme y lo observa a él.

—Lo sé pero. —resopla— ¿Es necesario que ustedes regresen aquí? Puedes quedarte con mis padres, ellos te van a aceptar Aylin, a las dos.

Hablan en voz baja. Sin embargo para nosotros es fácil escucharlos. Desvío la vista y observo a Darren. Él sin intenciones de darles privacidad.

—Carlos, no quiero ponerte en peligro, ni a tus padres. Por favor.

—No me interesa el peligro, no quiero dejarte a solas con estos... monstruos.

Giro a verlo con molestia.

—Carlos, lo hablamos y...

—Ella va a estar más protegida por nosotros que contigo. Eres un debil mortal que no puede protegerse ni a sí mismo.

Él voltea a verme.

—Nadie te invitó a nuestra conversación. Y en primer lugar, Aylin está en peligro por su culpa. Tenían que regresar.

—Carlos, basta. —interviene ella. Lo obliga a verla— hazlo por mí. Vete, nosotras estaremos bien.

Él resopla.

—Bien, me iré. Pero vendré a verte, estaré al pendiente de ti Aylin.

—Que no pueden darse prisa. —masculla Darren.

Recibe una mala mirada de ese mortal. Él carraspea y toma su maleta.

—Vamos. —la arrastra un poco y de pronto se detiene— ¿De verdad es necesario que él venga? —señala a Darren.

—Tampoco me alegra la idea, para tú información ni siquiera entraré a esa maldita cosa con ustedes. Puedo seguirlos y llegar más pronto que ustedes.

—Yo no tengo problema en compartir el auto con Darren, elijo junto a él.

—Ana Liz, guarda silencio por favor. —le responde pequeña— Mira Carlos, es necesario que Darren nos acompañe —evita verlo— para evitar que alguien nos siga.

—Pues no estoy de acuerdo.

—A nadie le interesa lo que quieras. De otra forma te largas solo y ellas se quedan.

Carraspeo y con velocidad bajo las escaleras.

—Mortal, no compliques las cosas —intervengo— que difícil fue convencer a Darren. Ahora ya vete, te aseguro que ellas estarán muy bien protegidas por nosotros.

Señalo la puerta con mi mano.

—Vamonos Aylin. —emite molesto y jala la maleta. Se lleva a pequeña sin soltarla de la mano.

—Puedo soportar un rato. —escucho decir a criatura— adiós rubio. Nos vemos después.

Empieza a seguirlos hasta perderlos de vista.

—¿De verdad te quieres torturar a ir con ellos? —le pregunto a Darren al quedarnos solos.

—Me molesta la idea pero con tal de no ver a ese maldito mortal aquí, lo acepté.

—No entiendo como lograste que se fuera. Salió de esta casa y vivo.

Río

—No hice nada está vez.

Dejo de reír al escucharlo.

—No te creo.

Darren gruñe.

—Regresare con ellas, incluso a la fuerza.

Asiento

—Darren, de verdad, portate bien.

—No me órdenes que hacer. —masculla con irritación y avanza a la salida.

Niego mientras lo pierdo de vista.

Enseguida el silencio invade la casa.

Observo alrededor y tomo asiento en el segundo escalón.

—No exageres Esteban, apenas llevan segundos que se fueron y ya las extrañas. —me digo a mi mismo. Sonrio sin ánimos. —de nuevo, solo.

Y lo peor es que ni siquiera tengo la compañía de Nohemi. Sin ella atreverse a aparecer desde hace días. Eso me preocupa, cada vez estoy dejando de verla aunque sea un tormento cada vez que la recuerdo.

+++

Me adentro a la habitación y con velocidad llego a la cama. Tomo asiento y me recargo en la cabecera, me acomodo el libro y lo abro buscando la página.

¿Qué más puedo hacer?

Salir a cazar, no me apetece.

Ni siquiera puedo molestar al maldito convertido al él no estar aquí. No tengo la compañía de bombón. Tampoco pienso ir al Castillo. Prefiero quedarme aquí y esperar a que esas humanas regresen con Darren.

Que al menos la lectura me ayude con esta aburricion.

Ladeo un poco la cabeza y comienzo a leer. Apenas llego en el segundo renglón cuando dejo de leer. Aparto la vista del libro y sonrío.

—Tal vez ese maldito tiene razón. —gruño— nah, no pienses eso. —regreso la vista en mi libro. Sin lograr concentrarme, lo cierro de golpe y observo la habitación— Nohemí, vamos Nohemí de verdad necesito tu compañía en este se momento. —sin rastro de ella.

Gruño y dejo el libro sobre la cama. Me pongo de pie y me acomodo mi camisa.

—Tendré que buscar diversión en otra parte. —sonrio con malicia— tal vez pueda divertirme con él.

Con ese último pensamientos abandono la habitación con velocidad hasta lograr salir de la casa.

...

—No pensé que tú me buscarías, esto me sorprende.

Le doy una mala mirada.

—¿Me dejaras pasar? —señalo la puerta.

Él asiente, abre la puerta y me permite el paso.

Me adentro a su casa, hago una mueca de desagrado al ver alrededor.

—En que condiciones te estás escondiendo. Sabés, aunque seas vampiro, no significa que vivas asi.

—No tengo un lugar fijo. Querías conocer mi casa ¿no?

Asiento.

—Hubiera elegido mi casa, es mejor que esto.

—Pense que ya no querias verme por lo de ayer.

—Fue coincidencia que te encontrara en el bosque. Solo, vagando.

—Esteban, ya sabías que te estaba siguiendo.

Me detengo en el centro de la casa y me volteo.

—De acuerdo, lo confieso. Acepto que tenía interés en verte.

Curva una sonrisa exponiendo sus colmillos.

—Estoy aburrido, podemos divertirnos.

—No quiero que después te arrepientas.

—Yo no me arrepiento de nada de lo que hago. —le digo con seguridad. Con velocidad llego hasta él y lo empujo a la pared— o tal vez ya cambiaste de parecer. —sonrio perverso.

—Sabia que lo lograría. —frunzo el ceño— no fue tan difícil convencerte Williams.

Me empuja con facilidad, noto su transformación hacerse presente. Sus colmillos sobresalen de su boca y en sus ojos ese tono carmesí.

—Mis intenciones contigo son verdaderas.

Vuelve a empujarme hasta chocar con la pared. Estoy por aléjarme cuando aparece con velocidad frente a mi y coloca su mano en la pared. Somos de la misma altura, puedo tener una mejor vista de su rostro y aunque este transformado en vampiro, sé reconocer ese peculiar atractivo.

Le sonrío dejando expuestos mis colmillos.

—De esto, ninguna palabra a nadie. No me conviene que ellos te conozcan.

—Como prefieras Williams.

Lamo mis labios.

Gruño y soy el primero en reaccionar. Sello nuestros labios, me gusta al sentir sus colmillos junto a los míos. Ambos nos acoplamos a un ritmo demasiado apresurado.

No obstante, él se aleja. Gruño por eso.

—¿Me dejarás morderte?

—No sin antes hacerlo yo primero. —curvo una maliciosa sonrisa. Siento su mano rodear mi cuello.

—Si es una lástima que no pensemos igual.

Enarco una ceja.

Estoy por preguntar cuando vuelve a besarme.

Al diablo con eso, se lo permito y me dedico a solo divertirme con él.

...

—¿Tan rápido tienes que irte? Puedes quedarte más tiempo Williams.

Niego mientras abrocho los botones de mi camisa rasgada por sus malditas largas uñas.

—Ya tengo que irme. —le doy la espalda mientras observo mi mano y observo mi anillo con detenimiento.

—Como quieras, pero nos volveremos a ver. Ya me perteneces.

Bajo mi mano y me doy la vuelta.

—No soy propiedad de nadie Alejandro. Como bien sabes, ya tuve una alma que era la única dueña, la perdí y ahora simplemente busco diversión sin atarme a alguien.

Sonríe con malicia.

—No te das cuenta del error que has cometido. —emite— apartir de ahora seré el único y último con quién te relaciones. De lo contrario mataré a quién se te acerque.

Sus ojos se oscurecen.

—Sera mejor que me vaya. —retrocedo—. Blade, de verdad espero que lo entiendas. Solo era por diversión, ya obtuviste lo que querías.

—No del todo Williams. Tú entras en mis planes.

Gruño y hago una mueca.

—De verdad que no quiero volver a verte.

Me doy la vuelta y avanzo a la salida.

—Demasiador tarde, ya te has involucrado.

Me detengo al llegar a la puerta, gruño. Sin darle respuesta termino por irme con velocidad.

Horas después...

No dejo de pensar en Alejandro y más al recordar aquello. Y mucho dejo de pensar en eso que descubrí. Intenté distraerme en este mundo, duré en regresar a la casa. Sin embargo, es peor la tortura de mis pensamientos.

No me quedó de otra que regresar.

Noto la fachada de la casa y sigo avanzando. Me detengo al tener a Darren frente a mi, al él salir de la casa.

Me observa inexpresivo.

—Ya están de vuelta. —espeto— por tú cara no preguntaré como les fue.

—Mejor no lo hagas. —pronuncia y oculta sus manos en sus bolsillos— ya no tenemos que soportar a ese maldito mortal más aquí.

—No te noto tan contento. Al fin puedes estar cerca de pequeña...

—Tengo cosas más importantes que hacer Esteban. —me interrumpe bruscamente.

Lo analizo.

—¿Qué está ocurriendo contigo?

—Debo alejarme de ella. Deseo probar su sangre y no pienso hacerlo. —noto sus ojos teñirse de rojo—  ningún maldito mortal calma esta sed.

—Ya entiendo. Por eso nunca estás en casa y marcas distancia con pequeña.

Darren gruñe.

“Se que tengo razón”

¿Qué vas a hacer? Debes tener un control. Calmar esa sed o será peor.

—Ire al Castillo, debo beber la sangre de Black. Al menos que algo me ayude. Quedas a su cargo. —asiento— regresaré cuando me controle.

Enseguida dejo de verlo y sentir su presencia cerca.

Hago una mueca y avanzo hasta entrar a la casa.

—Darren, te hace más daño estar cerca de tu alma. —pienso en voz alta.

Me detengo al llegar a las escaleras. Por un momento dudo, las observo por segundos y finalmente me decido a subir con velocidad.

Al llegar a la puerta, coloco mi mano en la perilla y la abro con facilidad.

—Pequeña, necesito hablar —guardo silencio mientras la observo— contigo. —sonrio con diversión y me recargo en la puerta mientras observo tremenda belleza.

—¡Esteban, sal de aquí! —exclama mientras abraza la toalla que cubre su cuerpo. Su cabello mojado está completamente desordenado. Recién bañada. Tan adorable —¡Deberías tocar antes de entrar!

—No exageres, tampoco veo mucho. Eso no me permite...

—¡Vete!

Escucho la risa de su hija.

—Oye rubio, no molestes a mi madre. Dale privacidad para cambiarse.

Ignoro su comentario.

—Vete de aquí Esteban o te juro que le llamaré a Darren.

Me alejo de la puerta.

—No quiero problemas con él... suficiente tengo con otro vampiro. —murmuro lo último. Carraspeo y fijo la vista en ella— me urge hablar contigo pequeña, de verdad.

Resopla.

—Al menos puedes dejar que me cambie. —señala la puerta.

Asiento y desvío la vista en su hija. Ya no es raro verla con ese curvo entre sus manos. Sin embargo lo que me sorprende es verla con un libro en su regazo.

—Criatura, es la primera vez que te veo leer.

—Estoy estudiando. Obligada por mí madre, quiere que regrese a ese maldito instituto.

—Yo no interfiero en eso. Es decision de ella y de Darren. —hago una pausa—. Pero esos libros son aburridos, puedo darte uno más interesante.

—No gracias, no me gusta leer. De hecho odio esto. —señala su libro.

Gruño.

—Ya veo porque no nos entendemos. —dejo de verla y observo a pequeña— como sea, necesito hablar contigo ahora, te espero afuera.

Sin esperar respuesta, termino por salir de la habitación. La espero varios minutos hasta que la veo salir por esa puerta. Pequeña la cierra y recibo su mala mirada.

—Quita esa cara, arruina lo encantadora que eres. —le sonrío— mejor sígueme.

Sin esperar su respuesta me doy la vuelta. Enseguida empiezo a escuchar sus pasos al seguirme. Está vez camino tranquilo en dirección a la cocina.

—¿Quieres algo de tomar? —le pregunto al entrar a la cocina.

—No quiero nada.

—Vamos pequeña, lo vas a necesitar. Tal vez algo fuerte— me encargo de sacar una botella de vino que pocos consumen. A falta de sangre, me obligo a tener que beber también y tomo dos copas. —siento entrar de esa forma a su habitación. Que modales los míos. —me doy la vuelta y dejo las dos copas sobre la mesa.

—Ya ni siquiera podemos tener privacidad. —suspira y se cruza de brazos— solo dime qué quieres Esteban. Debo regresar con Ana Liz.

Asiento y me encargo de llenar la copa con vino. La de ella la dejo a la mitad.

—Necesito un consejo pequeña. Yo sé que parece raro pero eres la única en que confío. Necesitamos tener una extensa conversación de humana a vampiro. —le entrego su copa, la toma y sigo a cerrar la botella—. Me urge hablarlo con alguien, con Bombón no puedo, no está aquí y tienes sus propios problemas con ese maldito rubio oxigenado. Nena está en Castillo creando a Dean. El convertido queda descartado, no hablaré de esto con él, no seré su burla y Darren, está peor que yo. Además, poco le importa. Tú eres mi única opción. —tomo mi copa— Necesito una humana que sea mi oyente.

Le doy una trago a mi copa. Sin ese líquido causarme mal. Estoy acostumbrado a esa bebida mortal.

—¿De qué quieres hablar?

Bajo mi copa. La observo, ella sin darle un trago a la suya.

—En primera de Darren.

Noto su mueca y le da el primer trago a su copa.

—Veras pequeña, está débil y si no está aquí es porque tiene que ir al Castillo y calmar esa sed. En este momento, es peligroso que esté cerca de ti, tú lo descontrolas.

Aleja su copa de sus labios.

—No tengo la culpa de lo que le pase a Darren.

—Eres su alma, pequeña. —la miro fijamente— todo sería mejor si dejarás que bebiera de ti como en el pasado o que Darren quisiera hacerlo. Tiene la maldita idea de no querer hacerte daño.

Logro su silencio.

Vuelve a beber de su copa.

—Esteban, yo quiero ayudar a Darren pero no quiero volver a ser su donante. —dice al bajar la copa y la deja sobre la mesa. —tal vez no lo entiendes...

—Lo entiendo perfectamente pequeña. Todos los problemas que causan nuestras almas— pausa— mira, sera decisión de Darren, él encontrará otra forma de calmar su sed. —ella asiente— lo segundo que quiero decirte es que necesito un maldito consejo.

Frunce el ceño.

—Crei que tenía experiencia en esto de las almas pero ahora estoy dudando. —me observa con confusión— no le dijiste nada a Darren sobre el vampiro que estuvo aquí ¿verdad?

—No le conté a nadie, ni a mí hija.

—Se agradece el silencio. —le doy un trago a mi copa. La alejo y lamo mis labios— así como guardarás ese secreto, quiero que esto también lo ocultes. Esto que hablaremos no se lo diras a nadie ¿entendido pequeña?

—Lo prometo.

Dejo la copa sobre la mesa. Observo el líquido con detenimiento.

—Es sobre ese vampiro. Se llama Alejandro Blade y lo conocí cuando salí con tú hija. Ella también lo conoce, por él es que tuve que amarrarla aquella vez por intervenir. —hago una corta pausa— bueno, el caso es que me he dado cuenta que me ha vigilado. Me sigue a cualquier lado que voy. Hace poco lo enfrenté, le aclaré que no quiero volver a verlo, que no tengo interés pero no comprende. —tomo la copa y empiezo a mover el vino— y hoy me desconozco porque salí a buscarlo. Una cosa llevo a la otra que terminé en su casa. Me dejé llevar, lo besé, lo disfruté, me gustó y después...

—Esteban, no quiero detalles. Lo comprendo.

Alzo la vista al escucharla.

—Que lástima, te daría detalles. —finjo una sonrisa— Estoy confundido pequeña. Solo era diversión, creí que sería suficiente pero te confieso que quiero volver a verlo. Al principio desconfíe de él, tuve mis dudas y ya no sé que pensar. Descubrí que soy su alma. Nuestros anillos juntos lo comprobaron. El suyo brillo, el mío no. Tú sabes perfectamente sobre eso. Ese vínculo que es descubierto por nuestros anillos.

—¿Y cuál es el problema con eso?

Gruño y fijo la vista en ella.

—No voy a traicionar a Nohemí. Se lo prometí. Nadie puede reemplazarla. —lamo mis labios—. Pero tampoco quiero estar solo. Pasar esta maldita eternidad solo cuando todos ya tienen a su alma. No sé que hacer.

—Esteban, no es justo que estés solo. Nohemí no va a regresar, por más que quieras.

Le doy una mala mirada.

—Eso sonó muy cruel viniendo de ti pequeña. Te hace mal estar cerca de Darren.

—Lo siento, no quería decir eso. Es solo que...

—Tienes razón. —la interrumpo—. Nohemí no regresará. —le doy un trago al vino— ¿Qué debo hacer pequeña? Me siento culpable, es la primera vez que me sucede esto con alguien. Nohemí no lo va a entender.

La veo caminar hasta mi.

—Esteban, date la oportunidad. Lo mereces. Ella debe... entender. —carraspea— habla con ella.

La observo. Su mirada es pura diversión.

—Pocos lo van a entender. No dejarán que lo involucre a nuestro grupo y dudo hacerlo aunque lo entiendo en algunos aspectos. Está solo igual que yo.

Río sin ánimos.

—Tendran que aceptarlo.

—El problema mayor es Darren. No va a permitir que se acerque a ustedes y dudo que lo deje.

—Esa vez no me hizo nada. Solo me asustó un poco.

La observo y río.

—Poco, no lo creo. —hago una pausa— lo pensaré. Tal vez me puedas ayudar a convencer a Darren.

—Lo intentaré.

Le sonrío.

—Gracias pequeña, por escucharme y tratar de entender. —levanto mi copa en su dirección— te imaginas todos con sus almas —sonrio burlón— solo falta que perdones a Darren y estén juntos como en el pasado.

—Lo veo complicado. Ya nada es como antes. —la veo tomar su copa— ahora estoy con Carlos.

—Ese maldito mortal no te merece.

—No estamos hablando de mi, Esteban. —dice con molestia— sino de ti.

—No volveré a opinar. Ninguno quiere entender ese vínculo que tienen.

La escucho bufar y le da un trago a su bebida. Imito su acción.

La veo dejar su copa en la mesa y la recorre.

—Ya perdone a Darren.

—¿Cuándo? ¿Cómo? No estaba enterado.

Se encoge de hombros.

—El día del enfrentamiento con Víctoria. Cuando salí a buscarlo, hablé con él y lo estuve pensando y lo hice. No quiero seguir pensando en el pasado.

—Ya veo, ese desgraciado ya no me cuenta nada. —emito fingiendo molestia—. Tal vez ahora, él tenga una oportunidad contigo.

—Lo dudo. Es mejor así Esteban. No se me olvida que ustedes se irán. Yo me quedaré con Ana Liz y no pienso pasar lo mismo que antes. —apoya sus manos en la mesa— tengo que regresar con Ana Liz, ya es tarde. Haz lo que mejor creas, te apoyaré si nadie lo hace.

Asiento.

Se da la vuelta, la observo sin perderla de vista hasta ella lograr salir de la cocina.

Gruño y paso mis manos por mí cabello frustrado. Observo la copa, el color del vino lo comparo con la sangre y en éste momento, deseo tanto beber una copa de sangre.

🖤 Narradora Omnisciente 🖤

Aquel vampiro no deja de vigilar la casa desde una cierta distancia. Sin importarle ocultar su aspecto de vampiro. Se cruza de brazos, sin ocultar la emoción al lograr la primera fase de su plan, plan que salió fallido al tener que involucrar a ese rubio vampiro y eso realmente le molesta.

No obstante, aparta la vista y la desvía al sentir su presencia detrás de él.

—¿Qué haces aquí?

—Nuestra reina nos necesita. Tiene algo que decirnos. Algo importante por hacer y me mandó por ti.

Ese vampiro gruñe.

—Deja de vigilar esa casa. Pierdes el tiempo.

—No te metas en lo que estoy haciendo. Solo eres un maldito esclavo de su reina, encargate tú .

—Ella ordenó que estés presente. Piensa atacar de nuevo, está vez contra uno de ellos.

Aquel vampiro se da la vuelta interesado. Lo observa con molestia y enseguida desaparece con velocidad en dirección a ese escondite.

...

Se demora poco en llegar y se acerca a ella al verla rodeada de sus creaciones. Pocos segundos después y ese otro vampiro líder llega.

—¿Qué planeas está vez Victoria? Te recuerdo que la última vez fallaste.

—No necesito que me lo recuerdes. —gruñe ella y coloca sus manos en su cintura— es cierto que fallamos, actúe mal. No era él momento —se dirige a sus creaciones— todos ustedes son débiles, necesito a alguien fuerte que sea mi aliado. —sonrie con malicia— quiero que vayan por la única creación de Salvatore, el único que puede estar de nuestro lado. Quiero a Owen Ruthwen aquí.

Ese vampiro da un paso adelante.

—¿Para qué quieres otro débil convertido?

Victoria desvía la vista en él.

—Porque nos es de utilidad. Es la última creación de Salvatore, lleva su sangre y puede ayudarnos. Dudo que Darren quiera hacerlo si está en nuestra contra y es nuestro enemigo.

—Ese convertido está de su lado.

—No será por mucho tiempo. Yo me encargaré de eso. Una vez los traicionó, lo volverá hacer. Sé como convencerlo.

—Victoria, no puedes confiar en él.

—Lo haré, no interfieras en mis planes. Tú actúa por tú lado y yo por el mío.

Ese vampiro gruñe, molesto se da la vuelta y se aleja con velocidad.

—¡Maldición! —gruñe al detenerse.

—¿Molesto porque atacarán a tu nuevo grupo? No sé tus intenciones con ellos, a que juegas exactamente, pero espero que siempre estés de nuestro lado.

—Un convertido como tú no va a juzgarme por lo que hago. —él se da la vuelta— Ni tú, ni Victoria, que no se te olvide que soy superior a ti. Sé perfectamente lo que estoy haciendo.

—Pues no lo creo. Deberías mejor apoyar a nuestra reina en esto.

—No te metas Alejandro. —masculla ese vampiro con irritación— tú solo cumples las órdenes de Victoria, nada más.

—Diaval, si sigues así van a descubrirte.

Él curva una maliciosa sonrisa.

—Tengo todo bajo control. Mi plan es estar cerca de ellos. —da un paso adelante hasta quedar frente a ese otro vampiro— Créeme que ellos no van a sospechar quién en realidad soy.

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